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6. SIGLOS XVIII Y XIX

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El siglo XVIII tiene paralelismos significativos entre los dos países. La corriente ilustrada representada en España por Floridablanca tuvo su representante en Portugal en la figura del marqués de Pombal, que llevará a cabo, en pura línea del despotismo ilustrado, reformas liberalizadoras tanto en el país como en las colonias. Es la época del conde de Aranda como embajador de España en Lisboa.

El último tercio del siglo XVIII y el primer tercio del XIX estuvieron marcados, tanto en Portugal como en España, por la inestabilidad. Esta inestabilidad, en ambos casos, fue tanto interior, con continuas tensiones entre liberales y conservadores, como exterior. Los paralelismos durante esta época son significativos, aunque es cierto que Portugal toma la delantera en muchos de los acontecimientos. Este adelanto según algunos autores se debe probablemente a que «la homogeneidad lingüística y la realidad unitaria portuguesa han permitido a Portugal encontrar soluciones más rápidamente que al vecino para enfrentarse a los desafíos de la época contemporánea».

La relación entre ambos países durante estos años es casi inexistente. Los problemas internos en ambos países son tales que ambos se concentran en ellos mismos. Pero debemos reconocer que durante esta época ya no existe la más mínima intención por parte española de invadir Portugal. A pesar de esta afirmación, en 1807 el ejército francés invade Portugal apoyado por el ejército español, si bien es verdad que en aquel momento la monarquía española no es más que un títere en manos de Francia. (Otra vez los franceses. Ven cómo, aunque no se quiera nombrarles como responsables de los males de España, para un español es casi imposible no hacerlo…) No obstante, no tardan ambos ejércitos en salir del país gracias al apoyo que de nuevo el aliado inglés brinda a los portugueses. Durante los años siguientes, y debido al movimiento de liberalización de las colonias, ambos países van perdiendo las mismas de forma gradual, siendo en el caso de Portugal significativa la pérdida de Brasil en 1822.

El resto del XIX es en ambos países un baile de alternancias entre revoluciones liberales y contrarrevoluciones conservadoras. En el interior, Portugal sufre una guerra civil entre los hermanos Pedro IV y Miguel. Durante este siglo siguió la influencia de los ingleses en Portugal, y estos aprovechan un momento de debilidad a finales de siglo, para pedir una compensación a su ayuda continuada. Es el famoso «ultimátum de 1890», en el que Inglaterra exige la soberanía de diversas colonias africanas, que finalmente consiguió. Esto iniciaría un descontento popular en Portugal hacia la monarquía que desembocaría en la proclamación de la República en 1910.

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