Читать книгу Pequeñas grandes... cuentos a cualquier hora para niñas soñadoras - Federico Olavarri Gutiérrez - Страница 19
ANITA DELGADO
ОглавлениеBAILARINA Y PRINCESA DE KAPURTHALA
Érase una vez unos padres que tenían un pequeño café llamado «La Castaña». En él, pronto revelaría sus inquietudes artísticas su hija. Un día, la familia se vio obligada a recomenzar la vida en una nueva ciudad.
Ya en Madrid, Ana y su hermana daban clases de baile. Unos empresarios que buscaban caras nuevas, las vieron bailar y las contrataron para hacer de teloneras en el café-concierto «Central Kursaal». Allí, «Anita» empezaría a entonar cuplés y sería testigo de movimientos culturales y tertulias entre personalidades. Su desparpajo y espontaneidad hicieron de ella una niña «única».
A raíz del enlace real en España de Alfonso XIII y Victoria Eugenia, la aristocracia de medio mundo viajó para asistir a la boda. En el séquito de la princesa inglesa se encontraba Jagatjit Singh (el «maharajá» —como el rey de ese Estado— indio de Kapurthala. Pensad que, por aquel entonces, la India pertenecía a la Corona británica). Una noche, el maharajá acudió al famoso teatro-café y tras cruzar el umbral y ver a Anita bailar, quedó prendado inmediatamente de ella.
Él —veinte años mayor— inició una odisea para enamorarla. Enviaba flores, escribía cartas de amor… Ella finalmente se «dejó querer» y se casaron en París y luego en la India por el rito sigh. La ceremonia de entrada al palacio fue de ensueño: elefantes guiando, súbditos arrodillándose ante la nueva «maharaní» de Kapurthala… ¡Como un cuento de hadas!
Anita creía haber alcanzado la gloria en un mundo lejano, pero la realidad no era tan idílica. La joven desconocía la situación sentimental de su marido ¡y él tenía más esposas y había más princesas allí! Además, dentro del palacio, la aristocracia británica no quería aceptarla por sus orígenes.
La relación duró catorce años. Anita abandonaría la India y regresaría a España.
Aunque se divorció, el maharajá siempre procuró la seguridad, bienestar y felicidad tanto de ella como del hijo que tuvieron juntos y al morir Jagatjit, Anita cayó «en una profunda tristeza».
8 DE FEBRERO DE 1890 – 7 DE JULIO DE 1962
MÁLAGA - MADRID