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Apertura Enero de 2013

La semana pasada la señorita Silene Ferrer inauguró su tienda de carteras y collares. Lo hizo con éxito, acompañada por sus padres y fieles clientas. Durante ocho años se dedicó a elaborar y a diseñar los productos imponiéndoles su estilo. Comenzó vendiendo en ferias, a domicilio, por encargue, o mediante su página de Facebook. Hasta que finalmente recaudó el dinero suficiente, su marca se posicionó, la clientela creció y logró con tenacidad abrir las puertas de “S. Ferrer”, tienda ubicada en el centro comercial de Rosales, ciudad pequeña de Catamarca que la vio desarrollarse como mujer y empresaria.

Al parecer, la vida privada de esta joven de treinta años es un gran misterio. Al vivir y crecer en una ciudad chica, es muy común que las personas se conozcan y suelan comentar. Se dice que sólo vive para trabajar, que va del local a su casa, y así todos los días; hasta incluso los fines de semana. Es muy correcta y agradable, pues vive de las compras que la gente realiza en su negocio, no podría ser de otra manera. Esto no quita que sea sumamente reservada y hermética con las cuestiones personales.

Sus clientes y conocidos lo saben, y por eso casi nadie se atreve a interrogarla con preguntas comunes como: “¿tiene novio?” o “¿usted desea ser madre?”; pues su rostro se transforma en segundos ante estas incógnitas ajenas.

Es hija única y proviene de una familia clase media de inmigrantes españoles. Sus padres son docentes jubilados que llegaron a Argentina a finales de los años ochenta, siendo Silene una niña de aproximadamente cinco años.

A la fecha vivía sola en una restaurada y colorida vivienda; propiedad de su abuela materna fallecida en 2001.