Читать книгу Foucaultiana - Fernando Colina - Страница 10

Relaciones con la verdad

Оглавление

Foucault prestó una atención preferente, como centro de gravedad de su investigación final, al nexo con la verdad que los antiguos incluían en el concepto de parresia. Una forma crítica de franqueza que se presentaba bajo cinco requisitos: el deber de decir la verdad ante quien detente el poder, el uso de la libertad para llevarlo a cabo, la sinceridad del enunciado, la completitud o totalidad del contenido y el coraje para afrontar el peligro y jugarse la vida. En sus dos últimos seminarios, sobre El gobierno de sí y de los otros (1983-1984) y El coraje de la verdad (1984), así como en la Conferencia de Berkeley de 1983, Discurso y verdad en la antigua Grecia, estudia la idea de parresia como articulación de la relación de uno mismo con los demás. Un concepto que concentra la correspondencia entre la verdad y el sujeto, tal y como estuvo presente en casi todas las escuelas filosóficas antiguas, y que llegó incólume hasta al cristianismo, que lo aceptó y lo adoptó a su nuevo molde ideológico.

En la parresia el hablante hace uso de su libertad y escoge la franqueza en lugar de la persuasión, la verdad en lugar de la falsedad o el silencio, el riesgo de muerte en lugar de la vida y la seguridad, la crítica en lugar de la adulación, y el deber moral en lugar del propio interés y la apatía moral41.

De este modo, el objetivo de quien cultiva la parresia ya no era persuadir a la asamblea, sino convencer a alguien que debía cuidarse de sí y de los demás, lo que significaba implícitamente que debía cambiar su vida. Necesidad de cambio, de nuevo invocada, que se instala en el corazón mismo de la verdad.

La parresia representa un ideal epistemológico y moral de la Antigüedad cuyos equivalentes poseen repercusiones genealógicas en la actividad crítica de la filosofía occidental42. Supone un reflejo sobre el presente, cuyo estudio Foucault, interrumpido por la muerte, no llegó a desarrollar. Su investigación se limitó a sugerir cómo a través de las transformaciones del conocimiento de sí, el espíritu de la parresia pasó desde la meditación antigua y la exigencia de templanza, tan propias de todas las escuelas grecorromanas, a asociarse con la purificación y la renuncia del deseo propiamente cristianos. Y, sugirió, asimismo, que su presencia se prolongaba en la confesión y el examen de conciencia cristiano, y más adelante en las terapias psicoanalíticas que hoy se practican, donde hay que decir la verdad ante el confesor o el analista, que representan las figuras del poder ante las que hay que correr el riesgo de sincerarse y asumir la responsabilidad del pecado o del síntoma.

Por su parte, los cambios personales y la invitación a elegir otra forma de vivir, vinculados a la parresia, enlaza el cinismo antiguo, armado bajo el ideal de vivir al margen de las convenciones, de la política y de la sociedad, con la vida del cristiano, obligado a testimoniar de su fe y prepararse para su otra vida. Y se prolonga, ya entre nosotros, con las modificaciones subjetivas del psicoanalizado e incluso, como veremos más adelante, con las actuales transformaciones que sostiene el pensamiento queer. De este modo, el interés de Foucault en dedicar los tres últimos tomos de su historia de la sexualidad a una época aparentemente tan lejana, nos ayuda en realidad a conocer por primera vez lo que pueda o haya de ser una historia de la subjetividad. Un saber imprescindible para conocer en el futuro los cambios subjetivos llamados a acompañar el sufrimiento psíquico de las personas. Asunto que compromete directamente a la psiquiatría, obligada a dar cuenta de su saber y su práctica ante los nuevos protagonistas de la cultura y la sociedad.

Foucaultiana

Подняться наверх