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VI

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A continuación de lo que precede está la nota acerca de Francia, y el retrato. Después hay lo siguiente, muy curioso:

JULIO, 20, 1933. — Después de una semana volví a fumar. La culpa fue del método, pues no reprimí el carácter, no inhibí la ira y los pensamientos tristes. Hoy recomienzo con ayuno y buen humor. Mucha culpa tienen Berenguela y los hijos que, por miedo a verme encerrado y furioso, me aconsejaron que fumara.

Esta mañana pensé que hace tres años escogí espíritu y que no he obrado de acuerdo con mi decisión; una vez decidido, no se puede retroceder, so pena de muerte. Por eso es mi gran tristeza continua. Hay que progresar día a día cuando uno se decidió por el espíritu, o por el cuerpo. No se puede dudar ya durante la marcha.

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JULIO, 27, 1933. Viernes. — Señor: que mi decisión de no fumar sea apoyada. Padre nuestro que estás en los cielos…

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JULIO, 29. — Hoy me va a ayudar Dios. Comencé a no fumar, no juzgar y no airarme. Sobre todo que los sentidos no juzguen; son jueces autonombrados. El juicio es también excremento pasional.

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JULIO, 30. — Enterrados siete cigarrillos. Mi hermano Jorge también resolvió comenzar. Lo hicimos a las tres y son las diez y estamos como huérfanos.

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JULIO, 31. — En el cafecito oloroso a orines, al lado del Huveaune, hace veinte horas que no fumanos y no juzgamos ni odiamos. Tristes, sobre todo Jorge.

Las 9 p. m., con ganas de fumar. Parece que la vida no tuviera interés.

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AGOSTO, 3, 1933. — Desde ayer a las cuatro me encerré en mi cuarto, airado dizque porque me contradicen en casa. Pero es disculpa; la ira es porque no fumo y porque no emito juicios. Tengo tanto desespero por salir como el Filocleón de Las avispas, el viejo juez que quería salirse hasta por las rendijas a juzgar, a condenar.

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AGOSTO, 5. — Hace seis días que no hablo ni fumo. Jorge tampoco. Con un compañero se facilitan estos asuntos. No se pueden escribir bellos libros si no se tienen lectores; brincar, si no se tienen admiradores y hacer actos heroicos en la soledad, es el summum de la grandeza.

A cada instante pasan, como relámpagos, sentimientos de que la vida nada vale sin fumar en el café y sin emitir juicios. Llegan quejas hondas, tristes, de todo el organismo. De pronto, la mano se mueve instintivamente para el bolsillo de los cigarrillos, y da un desconsuelo inmenso pensar que jamás, jamás se fumará. Pero es cierto que no sentimos ninguna tristeza por no haber fumado.

Cada acto en que se fumaba es una tentación. Sobre todo desayunarse, almorzar, comer y beber café. Éste, sin emitir juicios acerca del país en donde se vive y sin cigarrillos, es igual a nada.

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AGOSTO, 7. — Comprendo el sentido del sacrificio y del envejecer, del caer el cabello y los dientes, del arrugarse el rostro. El hombre se hace grávido en cuanto lucha y se consume. El siglo XIX bajo el aforismo MENS SANA IN CORPORE SANO, no vale nada. Cuerpo sano y cuidado y lucio no puede ser cuna sino de los gusanos.

Hay un error fundamental en el fascismo, marxismo, hitlerismo, rooseveltismo y todos los sistemas que quieren agrandar a las naciones por el sistema del dominio sobre los demás, por el triunfo en competencia, por la voluntad violenta. Son movimientos egoístas que crean el odio y la reacción, los nacionalismos. Estamos sedientos de un redentor que nos traiga una ola de otra cosa.

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AGOSTO, 13. — Tengo orgullo por mi continencia y por mi sobriedad de actitudes.

Una gran tentación de fumar, pues comí con una familia amiga en La Reserve, y al frente estaba un viejo muy sano y apacible que consumía, consumía alcoholes y cigarrillos mientras emitía juicios reposados acerca de todo.

¡Me mata la pasión de juzgar! Fue uno de los momentos más débiles de mi vida. Me duele aún no haber juzgado y fumado. ¡Consumía deleitosamente ese viejo francés! Comen y beben muy bueno aquí. Es gente realista. Tienen una santa que era virgen y usaba calzones de hierro.

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AGOSTO, 16. — Tengo un sentimiento claro de la vejez. ¡Qué terrible la posibilidad de ella! Hasta hoy no existía para mí. Veía viejos, pero no pensaba que podría serlo yo. Hoy la vejez me parece como un ser que se ha metido en casa. Madame Taylor me regaló un gato de dos meses.

La vejez se metió en casa como el gatito de Madame Taylor.

El Hermafrodita dormido

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