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VIII

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Muy naturales parecerán estos datos biográficos a los lectores de Mi Simón Bolívar, libro en el cual comencé la historia de Lucas Ochoa. Recordarán muy bien que es asimétrico; que estuvo hemipléjico durante el año 1928.

Pues los paroxismos le volvieron hace poco. En su correspondencia y notas está descrita esta crisis:

“… Grandes y buenas noticias le tengo acerca de mi salud. Resultado del examen del líquido cefalorraquídeo, negativo. Hay, eso sí, 0,80 de albúmina, y lo normal es 0,20 a 0,40. El Doctor Aymés le envió el resultado a Berenguela, junto con una boleta en que dice que es relativamente satisfactorio, y que fuera donde el Dr. Sedán para estudiar el fondo del ojo. En la tarjeta que envió para éste, se lee: ‘Ochoa Lucas. — Crisis comiciales muy raras. Albúmina citológica en el líquido’.

El Dr. Sedán dijo: ‘Usted puede estar contento, señor Lucas, nada de sífilis, nada de tumor; reflejos normales, pupilas iguales y astigmático’.

Parece que sea la misma enfermedad de Mahoma”.

En carta de 2 de junio se lee:

“Ayer salí de aquel hospital ‘San José’, donde pasaron cinco de mis días, felices. ¡Qué silencio, qué manos y qué almas! Es suave el catolicismo para con sus buenos siervos, como yo. Las Hermanitas de la Presentación son las únicas mujeres que me gustan.

Las noticias que le puedo dar es que no hay tumor. La radiografía es normal. La leyenda dice: ‘Cráneo soberbio. Ninguna anomalía, salvo un enorme seno frontal derecho’.

Mi vecino de cuarto era el abate Peracca, enfermo del corazón por la gordura. Se paseaba en calzoncillos a medio muslo, redactando el testamento, y a las doce gritaba que si no le daban almuerzo se iría para el restaurante.

También había un paralítico que ya no movía ni la cola y que gritaba al ver a su mujer: ¡Maguí…! ¡Maguííí!! (se llama María). Cuando la hermanita le daba el café con leche, exclamaba a cada sorbo: O que c’st bon! O que c’est bon!

Al abate Peracca lo cogieron las hermanas un día robando pan en la cocina, vestido de calzoncillos y una capita. Queda dicho que Peracca es italiano. ¡Aprenda a deducir!”.

Si el lector entrara ahora a la casa de nuestro hombre, lo más probable sería que lo encontrara con un frasco de Kalmidor en una mano; acaba de beber una cucharada y mira para el cielo. Vive de Kalmidor y píldoras azigol. En el frasco de éstas se lee: “Supresión de los bromuros. Para todos los estados nerviosos. Alejamiento progresivo de las crisis”.

Legumbres y legumbres. Pero también está entusiasmado con unas gotas de sales radioactivas.

Resumiendo su vida aparente: enterrar papelitos con promesas y juramentos. Mirar para el cielo. Tomar calmantes. Caminado lento unas veces, rápido, otras. Períodos en que emite juicios acerca de todo y épocas de mutismo. Encerrarse durante días en su cuarto, para llamar a Dios.

El Hermafrodita dormido

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