Читать книгу El Hermafrodita dormido - Fernando González - Страница 18
ОглавлениеGÉNOVA, 12 DE MARZO DE 1932.
GÉNOVA es ciudad bonita, mucho; original, porque no es plana. Tiene algo de Manizales. Es, con Venecia, la que posee más carácter. Los genoveses son comerciantes y nada más. Es la tierra del ambicioso Colón. Conociéndola, nos explicamos los motivos que lo indujeron a ir en tres cáscaras hasta Guanhaní: comerciar, comprar y vender; oro para comprar el cielo.
Italia está muy organizada; reduce cada día sus importaciones y aumenta las exportaciones. Los impuestos aduaneros son enormes, por ejemplo, para el café. Produce bananos en La Somalia y otras posesiones africanas y prohibió la importación de ellos. Está cerrada para nosotros.
Hay un nacionalismo terrible, lo mismo que en toda Europa. Nosotros somos hospitalarios hasta la bobada. Un pequeño ejemplo es nuestra ley sobre visa de pasaportes, que está basada en la reciprocidad; gratis a italianos y suizos, porque así lo hacen ellos; pero Italia y Suiza son países de turismo; les conviene que vengan por aquí a pasear. A nosotros ¿qué nos ha de convenir que vayan buhoneros italianos a traficar en nuestros pueblos? Para Francia le visan el pasaporte a cualquiera, pero le ponen un letrero que reza: “Prohibición de ejercer trabajo remunerado en Francia”. Somos muy inocentes. Nuestros países de Suramérica se están llenando de la hez de la tierra. Cuando leo la Prensa de allá, me quedo repitiendo: somos inocentes hasta la bobada; somos inocentes, pero aún no estamos pervertidos completamente.
NACIONALISMO
MARZO, 17.
Todo esto es obra de la sugestión de un hombre: Mussolini. Ha logrado que todo italiano se crea un Napoleón y crea que ganaron ellos solos la guerra.
De esto se concluye que para engrandecer a los pueblos hay que instigarles la vitalidad. Es la única lección que puede sacarse de esta repugnante dictadura. Mussolini ha convencido a las nuevas generaciones de que son iguales o superiores a cualquiera, y apenas se convencieron, la creencia deviene realidad y el mundo la va aceptando mansamente. “¿Qué no puede hacerse con el hombre?”, preguntaba el Libertador.
Prohibida la importación de lo que Italia o sus colonias puedan producir. Todos los países de Europa se encierran.
Conclusiones: prohibir la entrada a Colombia de todo lo que pudiéramos producir. Es una vergüenza que allá introduzcan comida. Instigar la vitalidad, predicar que nuestra tierra es más bella y mejor. Sólo nos falta creerlo.
Para eso, el medio es la Prensa y la escuela. Cualquier cosa se puede hacer de un pueblo por medio de la escuela y la Prensa. De ahí que lo primero que hizo Mussolini fue apoderarse de la imprenta y de la niñez.
El principio de reciprocidad que anima nuestras relaciones internacionales, es absurdo: porque si algún país tiene posibilidades para vivir de sí mismo, es la gran Colombia, con dos océanos, con todos los climas y todas las alturas, con las faldas de los tres Andes, sus mesetas y sabanas; ríos con sus valles inmensos. Por ejemplo, es una gran inocencia el que se pueda introducir maíz, frísoles, arroz, huevos, a semejante tierra. Y sombreros, telas, etc. Lo único que debía permitirse, por ahora, es la entrada de maquinaria.
El art. 2 de la Ley 69 de 1930 es absurdo. Los países que no cobran por visar los pasaportes, es porque tienen gran renta en el turismo. Esto sucede con Italia. Mientras que los italianos que van a Colombia es a vender telas, sombreros, corbatas y tronquitos de mármol.
Ya que somos pocos en gran tierra, se podría visar pasaportes únicamente a gente muy sana que fuera a trabajar las industrias agrícola, pecuaria, manufacturera o extractiva, con capitales mínimos de tres mil pesos. Visar pasaportes como se está haciendo, revela una inocencia terrible. Hay que prohibir la entrada de comerciantes y de aventureros.
Colombia es un paraíso porque tiene apenas ocho millones de habitantes. Las desgracias y corrupciones de Europa provienen de la densidad de la población. Por eso, aquí las casas son como inmensas jaulas, sin patios, sin solares y sin aire. Por eso, aquí hay estatismo, socialismo, comunismo, y no hay vida de familia, no existen las amistades tan deliciosas entre familias vecinas. En estas tierras se vive como en hormigueros desorganizados.
CONCLUSIONES
1ª. El afán de que vayan gentes a Colombia es sugestión; nos parece, como a los niños, que los defectos de los mayores son perfecciones.
2ª. La felicidad colombiana consiste en que somos pocos con mucha tierra. No necesitamos gente, inmigración, sino sabiduría. La Argentina no puede ser nación; es un conglomerado amorfo y desgraciado; perdió el idioma, perdió el carácter; se hicieron fortunas a la carrera: eso fue todo.
Muchas cosas podría decir acerca de lo que veo en Europa, para comprobar que Colombia es hoy el país más fácil para la felicidad humana y que sólo falta un poco de sabiduría.