Читать книгу En vivo y en directo - Fernando Vivas Sabroso - Страница 29
El día de la bendición
ОглавлениеAdelantándose a la fundación de Panamericana Televisión, el domingo 2 de agosto de 1959 se inauguró el canal 9 de radio El Sol, con una misa oficiada por el arzobispo Juan Landázuri Ricketts en el local de la emisora ubicado en la avenida Uruguay. Tras el agua bendita y los acordes del Himno Nacional el presidente del directorio, Luis García Miró, dio las palabras de bienvenida. Evidentemente, la inversión del diario sobrepasaba el aporte del propio Pereyra, que quedaba de ejecutivo principal en un directorio dominado por los Miró Quesada y, en menor medida, por integrantes del poderoso grupo Prado y por socios de América, canal 4.
El discurso de García Miró,31 hombre improvisado en la novedad de la televisión que ocupaba el cargo por razones familiares (su pariente Óscar Miró Quesada, el popular Racso, sí era un fanático de la novedad), insistió en la presencia de la NBC como cadena tutelar de El Sol a la que se agradecía por “su magnífica labor en organizar la estructura comercial del canal”. Sorprendente atribución de una función que debía ser la preocupación principal de los nacionales e indicio del temprano colapso económico que sufriría el 9 pocos meses después.
Pereyra, por el contrario, habló como el pionero que por fin alcanzaba el sueño de un canal equipado con tecnología potente y moderna. Gran visionario y flojo empresario, no pudo convertirse en visible timonel (como lo fue Genaro Delgado Parker en el 13 o el inseparable dúo González-Umbert en el 4), que coordinara un plantel humano sin cohesión. César Miró se encargaría del noticiero y asesoraría la programación. Hombre de originales proyectos, enterado e inquieto comunicador, Miró era la engreída oveja negra de la familia Miró Quesada, entregado al proyecto televisivo con un entusiasmo que duró muy poco, menos aún que el de Emilio Herman y Sebastián Salazar Bondy, dos connotados intelectuales convocados por el 9. Según Miró32 su pronta lejanía se debió a la presencia de Augusto Goycochea Luna como jefe de producción, peruano que venía de trabajar con éxito en la radio colombiana y el hombre controvertido en un staff al que solo le faltaba la bronca entre unos y otros para sumirse en el caos. Pero si éste no tardó en llegar, culpemos a la inexistencia de una línea comercial agresiva. Los dueños de El Comercio, acostumbrados a una clientela incesante que nunca cuestionó ni regateó tarifas, esperaban un éxito de ventas similar en la televisión. Pero los segundos de pantalla no se podían vender con la misma inflexibilidad que los centímetros de papel. El jefe de ventas, Ed Gory, popular barman limeño que había incursionado en la radio, vendió muy poco como para compensar la cuantiosa inversión en series, en películas de estreno y en producción en vivo. A través de Óscar Artacho, periodista argentino que dirigía el conocido programa Pregón deportivo en radio El Sol, los Miró Quesada recibieron una oferta de auspicio para el programa inaugural. Como no se ajustaba a sus rígidas expectativas no la aceptaron y tuvieron luego que salir al aire con menos.33 El canal tenía los días contados. Sin embargo, el día de la fundación, el espectáculo vivo sí fue auspicioso. El largometraje de arranque, la mítica Casablanca, era el primero de un lote de rutilantes estrenos. Goodrich, sólo auspiciador, presentó una movida variedad musical con Alicia Lizárraga, Filomeno Ormeño y un cuerpo de baile. A continuación, como expresión de ese amor dual por la música criolla y la cultura norteamericana propia de El Comercio, siguió una edición especial del Perry Como show. A las 8.30 de la noche aparecieron las estrellas de peso, algunas especialmente importadas para la ocasión: Los Tex-Mex, tejanos mexicanos que confundían con mucha gracia la música country y las rancheras; la melódica Iris Vale; nuestra Edith Barr, que tuvo un contundente debut televisivo que le valió un contrato estable con la empresa; y la primera peruana que había triunfado en el cine mexicano: Ofelia Grabowsky, alias Ofelia Montesco, alias “Carita de cielo”, bellísima lugareña con dotes histriónicas para nada impactantes pero con suficiente coquetería y sentido del humor como para poner en escena el primer intento shakesperiano del canal, “Ofelia tiene tres Hamlets”. Uno de sus comparsas en este sketch inaugural fue Miguel Arnáiz, pronto convertido en el maestro de ceremonias oficial del canal, un actor de modales finos y un leve aire de soberbia que estallaría y le costaría la carrera unas temporadas más tarde, en el canal 2, cuando sus poses fatuas provocaron un espectacular desplante de María Félix.
Desde su bendición el canal 9 intentó imponer una imagen de prestancia y finura, de discreto e instructivo entretenimiento; una frecuencia modulada que equivaliera a la de El Comercio, con calculados espacios para las novedades americanas y para el criollismo limeño, para la intelectualidad y la juventud tranquilas.
Las misas, oficiadas cada domingo al inicio de la programación, se transmitían tan religiosamente como los espacios de comentarios sociales (Sociales Neisser fue el de más cartel) y las sesiones para la juventud que incluyeron sanas y tempranas demostraciones de rock’n’ roll. Esta imagen, aparentemente plural y compleja, aunque en el fondo conservadora, lamentablemente se vendió muy poco. Pero mientras duró botó al aire algunos espacios anticipados en los que no se escatimaron costos de experimentación.