Читать книгу KOS, grabado en las piedras - Francisco Arnau - Страница 4
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Valencia, 20 de febrero de 1865
Hacía 509 años que se había comenzado a construir la muralla cristiana de la ciudad. Allá por 1370 se ponía la última piedra, pero ahora el gobernador interino de Valencia, don Cirilo Amorós, decretaba su derribo a pesar de la oposición del estamento militar. Dar trabajo a los numerosos obreros en paro afectados por la crisis de la seda, y la necesidad de abrir la ciudad a un nuevo ensanche más que conveniente eran los pretextos de tal decisión. No menos crítico era mejorar la salubridad de la ciudad que, encerrada en un cerco amurallado, asfixiaba a la población peligrosamente.
El primer golpe de piqueta se dio el 20 de febrero de 1865 a las 16:30 horas.
De las doce puertas que dejaban a los visitantes rezagados a la luna de Valencia tan solo quedaban dos en buen estado, las puertas de Serranos y las de Quart. Pero las otras diez no eran solo legados del recuerdo y los libros de historia. Cada uno de los grados de la sociedad secreta de los rosacruces levantinos era marcado con el simbólico paso a través de la puerta correspondiente, que guiaba al iniciado hacia los grados de Mago de la orden.
Además de Serranos y Quart, San Vicente, Mar, Judíos, Ruzafa, Inocentes, Cojo, Tintes, San José, Trinidad y del Real, completaban las válvulas de la evolución de aquellos iluminados.
Durante algo más de 350 años las torres de Serrano en primer lugar y la catedral de Valencia en segundo, habían albergado un secreto de incalculable valor que ahora debía ser trasladado a lugar seguro. El Palacio Marqués de Dos Aguas era el lugar elegido por aquellos hombres sabios para servir de nuevo escondite. Solo ocho de las mentes más preclaras de la ciudad sabrían la ubicación exacta de aquel pequeño manuscrito que explicaba la verdadera historia de los atlantes del palacio de los Rabassa.