Читать книгу KOS, grabado en las piedras - Francisco Arnau - Страница 8
ОглавлениеCapítulo 4
19
Valencia, marzo de 2022
Seguir a Rigel había sido sencillo, pero esa periodista metomentodo ya había hecho su papel, y su oficio y carácter eran una seria amenaza para la patente y los derechos de Minius Labs en KOS. Los escrúpulos no eran precisamente la cualidad más destacada de Bootes Sagitta y sabía que una deuda que Etamin Mintaka tuviera con él, podía ser el camino perfecto para obtener un alto cargo en la nueva Mintaka Labs. Esa niñata no iba a ser impedimento para que los aires de grandeza de aquel hombre se hicieran realidad. Un accidente fortuito sería sencillo de provocar en una aficionada a los deportes de riesgo. Se encargaría él mismo. Era un trabajo minucioso que estaba acostumbrado a realizar.
El acceso a su ordenador había sido sencillo, ya que ella misma se conectaba a través de aplicaciones de control remoto, y bastó un simple escaneo de su red wifi para conseguir las credenciales que le otorgaran acceso ilimitado a ese viejo portátil. Instalar un agente de información sensible le costó algo así como veinticinco segundos, y era suficiente para saber si aquella Venus Hadar era o no alguien por la que preocuparse... Y resultó ser que sí. Sus pesquisas habían sido un éxito y espiar los movimientos de Rigel había demostrado que se estaba ocultando y procesando información fuera del entorno cerrado de KOS y Minius Labs. En definitiva, se estaba saboteando información. En el particular juicio de la mente de Sagitta la sentencia estaba dictada. Rigel aguantaría mientras fuera necesario, pero a esa estúpida ya le había llegado la hora.
El sabotaje de un soplador o un arnés no le llevaría mucho tiempo y culminaría una acción magistral que evitaría que nada saliera de donde nunca debió salir. Hacer desaparecer a Rigel sería más complicado ya que se había erigido como figura más mediática, y sus actividades de mayor riesgo eran sus diarias carreras por el Turia de sus amores. Ya buscaría otro método menos fortuito, pero igual de efectivo, que el que había pensado para Venus cuando llegara el caso. Además, sus conocidos encontronazos con la alta dirección de Mintaka Labs podría poner en una situación complicada al propio Bootes Sagitta y a su jefe, el todopoderoso Etamin Mintaka, en caso de cometer algún error, por lo que había que organizarse bien.
20
Valencia, marzo de 2022
Venus intuía que aquel reciente reportaje sobre el envío de señales a los centros nerviosos con aquel extraño artilugio '...u234’, debía tener algo que ver con las cosas que le habían pasado últimamente, pero lo cierto es que no encontraba ninguna relación. Había cubierto muchos reportajes de corte científico en los últimos tiempos, prácticamente un par a la semana, y lógicamente se había entrevistado con casi un centenar de personas de distintas empresas solo en este último año.
La natural simpatía de Venus le había hecho congeniar con muchas de ellas, con otras no tanto, pero nunca había llegado a ser tan violenta que derivara en posteriores amenazas o similares. Comenzó con búsquedas que pensaba arrojarían información en su agenda digital pero lo que encontraba era una continua sucesión de resultados inconexos, que no hacían más que marearla más de lo que ya estaba. Después decidió organizar los artículos ordenados por las etiquetas con las que solía clasificar la temática de los reportajes.
Tras repasar varios asuntos llegó a la entrevista con aquel atractivo científico que lideraba ese extraño proyecto KOS. Hacía ya un año de aquello, y prácticamente había olvidado los detalles de la entrevista. Pero gracias a que tenía una memoria de pez, solía acompañar la información de su almanaque con imágenes que casi nunca eran publicadas, pero que le servían para recuperar los detalles que de alguna forma quería conservar de cada encuentro. Así, recordó aquella tarde junto a la estación hablando de algo más de lo que una entrevista profesional debía propiciar. Aquel chico le había causado una sana admiración. Su carácter tímido inicial se había tornado, tras un par de horas de conversación, en un pozo de sorpresas.
Venus había quedado realmente sorprendida de las comparaciones que aquel joven científico le hacía entre una catedral y la memoria. Al parecer Rigel había dado con una clave importante para la comprensión intrínseca de la memoria humana al asociar el comportamiento de las dovelas y las piedras clave de las catedrales con las conexiones neuronales de las celdas de memoria humana. El hecho de entender la disposición de dichas celdas permitiría articular mecanismos para el gobierno de ella.
Al igual que las cimbras en las catedrales eran unas estructuras de madera con forma de arco que sujetaban las dovelas de la bóveda hasta que se ponía la pieza central o clave, la memoria se sustentaba en estructuras que permitían gestionar recuerdos que se asentaban en piezas claves que Rigel había conseguido descifrar. Gobernar la memoria era fundamental, no solo para conseguir extraer los recuerdos de las personas, sino para empresas mucho mayores. Rigel conocía detalles acerca de esas células dovelas clave, que permitirían borrar los recuerdos perniciosos, causa en muchos casos de depresiones y traumas. Rigel había dedicado prácticamente los últimos diez años de su vida a estudiar unos mecanismos neurosensoriales muy complejos que finalmente había conseguido entender.
—Entonces, ¿puedes borrar cosas de la memoria? —le había preguntado Venus, entre curiosa e interesada.
—Realmente no se borran, simplemente cambiamos las piedras clave de esos recuerdos, llevándolos a otros arcos de la memoria... Ya sé que suena raro, pero funciona. De esa manera, siempre puedo recuperarlos, sabiendo qué es lo que he tocado...— Contestó aquel enigmático y atractivo muchacho.
Recordó haber apuntado sus datos de contacto, pero no los tenía a mano. Su email y su teléfono los había añadido a la ficha del contacto en el periódico. Debía esperar al día siguiente para contactar con él, pero tenía la certeza que ese Rigel Bader podía ayudarle a entender algo de un sobre con extrañas fotografías y de un enigmático robo, que sin comerlo ni beberlo, la empezaba a incomodar. Se durmió con la certeza que al día siguiente se aclararía algo de todo este misterio.
21
Valencia, marzo de 2022
Lo había planeado de forma sencilla. Bootes Sagitta debía aprovechar el momento adecuado, y ese momento podía ser el instante en el que había decidido requisar las pruebas de aquel complot. Además de robar el ordenador y aquellas imágenes, un cuidado corte en su arnés debía ser suficiente para provocar un desafortunado accidente, sabiendo que se avecinaba la conquista de un nuevo pico en la ya larga lista de montañas que Venus iba a coronar.
Y así fue. Un fin de semana que debía ser de ensueño se tornó en trágico al caer el cuerpo de aquella joven periodista por la gruta de los olvidos, cuando enfilaba las últimas cuestas de aquella ascensión por el anillo Vindio de los Picos de Europa. Nada se podía hacer por ella. Los medios aéreos no podían llegar a aquel punto, y sus compañeros de escalada habían intentado lo imposible, pero la mala suerte se había cebado con Venus. La 'gruta de los olvidos' se llamaba precisamente así por lo olvidados que quedaban los desafortunados que habían caído en ella. Nadie había salido de allí con vida. Era una gruta inaccesible y casi imposible de explorar, por diferentes razones.
La primera de ellas se apoyaba en las características morfológicas de la misma, es decir, la profundidad que tenía y la elevada altura en la que se encontraba su boca. La segunda, la elevada presencia de metano en su interior, que hacía incompatible la vida en ella sin máscara protectora. A todo ello, había que sumar la manifiesta imposibilidad de introducir más de dos personas simultáneamente por la apertura de la gruta debido al altísimo riesgo de desprendimientos. La casualidad quizá se cebó en ella, pero el primer golpe la dejó inconsciente y nada impidió que su cuerpo inerte cayera por aquella sima eterna que nadie había podido explorar hasta la fecha. El riesgo de montar una expedición de rescate era tan alto que todos sabían que antes que salvar una vida, lo más probable sería la pérdida de aquéllos que lo intentaran sin los medios adecuados.
Desde luego, a Bootes Sagitta le había salido la jugada niquelada. Ni en el mejor de sus planes hubiera imaginado que el cuerpo de Venus no se encontraría, y que ningún rastro de su sabotaje podría ser investigado. De momento, un obstáculo había sido eliminado dejando únicamente varios renglones en la sección de sucesos de los noticieros locales. Pronto le tocaría su turno a ese niñato de Rigel Bader...
22
Mallorca, España, 12 de febrero de 2022
Rigel se acercó al cuerpo inerte de aquel anciano con la vaga esperanza de que estuviera dormido, pero todo parecía indicar que aquello era algo más serio. No respondía en modo alguno a sus desesperados intentos por tratar de levantarlo. Lo que sí comprobó es que no estaba muerto, su pulso, aunque débil, se palpaba con dificultad.
Debía actuar rápido. Tenía que intentar salvar a aquel hombre, había mucho en juego y, además, le había despertado mucha simpatía. ¿Cómo habría ayudado a su padre, cómo huyeron juntos de aquel horror de Mauthausen? Cientos de respuestas se hallaban en el cerebro de aquel hombre. No había tiempo que perder. Desde su mismo móvil llamó al teléfono de emergencias 112. Ya se le ocurriría algo para justificar su estancia en la casa de Acrux Deneb, pero lo que urgía ahora era salvarle de lo que parecía un estado cercano a la muerte.
Tardó algo más de diez minutos en llegar el equipo médico de urgencia. Un conductor de ambulancia, un joven doctor y una enfermera cincuentona que le dio rápidamente un formulario a Rigel para que rellenara pensando que era un familiar o conocido de aquel hombre.
Rigel decidió no dar más explicaciones de las necesarias y les contó que era un familiar lejano. Adujo que lo había encontrado en ese estado hacía una media hora, cuando alarmado por su ausencia, decidió forzar la puerta encontrándole allí tendido. Los acompañó al hospital y llamó a un médico conocido suyo, que trabajaba en el mismo centro, para que pudiera interceder por él, en el caso que aquel viejo remontara de aquél crítico estado en el que se hallaba y las cosas se pusieran feas.
Aquel conocido era un doctor con el que había compartido unas estivales vacaciones la única vez que Rigel se había prestado a viajar en grupo organizado, hacía ya unos años, por los fiordos noruegos. Era el momento de aprovechar su breve amistad para agotar las pocas posibilidades que le quedaran para hablar con aquel anciano o, al menos, para intentar explorar los avances de su sistema sobre lo que parecía un cerebro quizá aún aprovechable para el estudio de los recuerdos.
23
Valencia, 9 de mayo de 1324
—Verás Diego. Iremos al grano. Te consideramos un hombre recto y honesto y necesitamos algo de ti. Sabemos que eres el tutor de tu sobrina, en la ausencia obligada de tu hermano. Tu sabido don de gentes y tu independencia de la iglesia puede sernos de gran utilidad. Te podemos ayudar si tú nos ayudas a nosotros. Así ganamos todos —dijo abiertamente Luis Ferrer sin tapujos
.
—Le agradezco su franqueza. —contestó Diego con sinceridad.
—Desgraciadamente no te puedo contar con detalle lo que necesitamos de ti sin tener la certeza que aceptarás. Pero sí puedo revelar la deuda que tendrías con nosotros o, por decirlo de otra forma, lo que estamos dispuestos a darte a cambio. —adujo don Luis Ferrer.
Diego asintió mostrando cierta extrañeza en su gesto.
—Conocí bien a tu hermano Guzmán y se bien que la celda en la que se halla no es el sitio en el que debería estar. Sacarlo de una forma legal no es posible, pero sí podemos interceder a través del adecuado vínculo cardenalicio que tenemos, y a través de una bula de vigilia retirarlo de madrugada y llevarlo a un monasterio, o a la cercana iglesia de San Juan del Hospital, donde lo podremos tener a buen recaudo hasta que pase un tiempo prudencial. Todos nosotros correremos un cierto riesgo de ser descubiertos, pero lo asumiremos si estás dispuesto a ayudarnos. Allí podrías llevar a tu sobrina, para reencontrarse con su padre. —dijo Luis.
—Antes de que continúe, ha de saber que mi hermano perdió un poco la cordura con el trauma que vivió. Para él su hija Isabel también murió en el cruel incendio al que sometieron la aldea. Y, además, creo que conociéndole será imposible mantenerlo en un convento. Pero prosiga, mi hermano sin duda merece mejor suerte, pero no termino de entender en qué les puedo ayudar.
—Lo del convento sería solo una corta temporada. En poco tiempo podría ayudarnos en la construcción de la catedral. Allí su fortaleza y conocimientos en cantería nos vendrán de perlas. Estamos cerrando el transepto7 de la Catedral y la generación de una nueva puerta necesitará de los mejores picapedreros de la zona. Su hermano conoce el oficio y sería de gran ayuda. Sinceramente creo que será una salida adecuada para restaurar el buen nombre de los Losada.
—Y bien, ¿qué quieren de mí?, suponiendo que mi hermano sentara la cabeza de una forma razonable.
—Verás, dinero y poder parecen ser malos amigos de la honestidad y la decencia. Nuestra iglesia cristiana ha creado numerosas órdenes con el fin de defender las causas más nobles y honradas, pero siempre, una tras otra, han ido degenerando a medida que conseguían los medios necesarios para cumplir sus fines, pues los medios suponían poder, y el poder llevaba inequívocamente a la tentación y, en definitiva, a la corrupción de la idea con la que aquéllas nacían. El último caso ya lo puedes ver en el Temple, recién desaparecida con todo el poder que amasó. Nosotros no queremos repetir los mismos errores...
—¿Me está diciendo que han fundado una orden religiosa?... Yo no soy hombre de culto.
—No. Le estoy diciendo precisamente lo contrario. Tenemos algo de mucho valor que no queremos poner en manos de los habituales custodios, no solo porque hayan demostrado sobradamente su ineptitud para su amparo, sino porque el valor de nuestro bien no es algo que se cuente ni con dinero ni con diamantes. Precisamente quien nos hizo depositarios de su custodia nos alentó para ser muy cautelosos en la búsqueda de las personas que debían protegerlo. No quieren cruzados ni templarios, quieren hombres honestos que no se dejen comprar como mercenarios. Su carácter laico es una cualidad buscada, no una casualidad.
—¿Y de qué objeto estamos hablando que requiera de tanto secreto?
—Eso es lo que no puedo decirle sin tener el compromiso de que mantendrá dicho secreto con su vida. Este es un camino sin retorno. Si decide tomarlo, no hay marcha atrás. ¿entiende lo que le digo?
24
Valencia, marzo de 2022
Venus había aprendido a saber estar sola en las situaciones más particulares. Incluso en las más extremas, había demostrado su independencia, manteniendo tranquilidad y una asombrosa serenidad, como cuando protagonizaron el rescate de un compañero en la cima del K28. Una experiencia que se había grabado a fuego en su memoria y que le había forjado un carácter a prueba de incendios. Pese a su juventud, su determinación había salvado la vida de un montañero amigo gracias a la templanza en su actuación, y al gobierno de unos nervios que le habían enseñado a no precipitarse en los momentos más críticos. Bien aprendió que en los instantes clave, las decisiones oportunas desnivelan la balanza de la vida hacia el lado correcto.
De bien joven acostumbraba a viajar sola en su bicicleta a destinos extravagantes y alternaba sus aventuras de escalada con vuelos en parapente. Pero aquella aventura era demasiado. Había caído al fondo de la sima de la gruta de los olvidos y, aunque había recobrado el conocimiento, no sabía cuánto tiempo había estado inconsciente. Además, su rodilla izquierda se había lastimado seriamente, lo que la obligaba andar con mucha dificultad.
Tratar de ascender de nuevo por la gruta, era un imposible en su condición, además de que apenas entraba un rayo de luz. Ninguno de sus gritos había producido la más mínima reacción, salvo el de un lejano eco que le hacía comprender que nadie la rescataría de aquel pozo del olvido, por lo que se preparó mentalmente para acabar sus días en aquel profundo agujero. Ella no lo sabía, pero había pasado treinta y seis horas dormida, inconsciente, muy débil y por supuesto, totalmente desorientada. Tras las primeras horas de desesperación, decidió acomodarse en un hueco en el que pudiera dormirse de nuevo para intentar minimizar su ritmo metabólico e intentó caer en el sueño final...
Acomodó su oreja sobre la única piedra en forma de rulo que logró encontrar y cerró sus ojos con la intención de dormir, pero al poco tiempo, como si de una pared se tratara, escuchó unos pequeños ruidos como si algo o alguien escarbara a pocos metros de ella. Volvió a incorporarse por si acaso fuera una serpiente o alguna pequeña alimaña, pero no encontró nada a su alrededor. Esos ruidos salían de detrás de esa pared de roca que la pequeña Venus casi no adivinaba. Con poca convicción empezó a escarbar entre aquellas piedras con la esperanza de descubrir algún pequeño animal o cualquier sustancia orgánica que pudiera reponer sus abandonadas fuerzas.
Tras unos minutos sacando pequeñas rocas, empezó a oír cada vez más cerca esos pequeños ruidos, murmullos de esperanza en los que centraba la única ilusión que le quedaba de sobrevivir.