Читать книгу Narcosis - Francisco Garófalo - Страница 7
III
ОглавлениеAprendí. Empecé a saber mucho. Aprendí cosas por mi cuenta. Nadie me enseñó. Era un niño que iba aprendiendo diariamente y me pasaba todo el día viendo televisión pues esa era la única forma, para mí, de distraerme y a la vez de conocer el mundo. Aprendí, o tal vez no.
¿Qué nos puede enseñar la televisión? Tal vez muchas cosas. Y la mayoría cosas malas, dependiendo de las elecciones. ¿Y qué puede seleccionar un niño de cinco años? Dibujos animados donde se ve violencia o a dos sujetos tontos que hacen de protagonistas y además son animales que hablan. Es para entretener, ese es el objetivo, al menos eso dicen.
Pero lo cierto es que terminas actuando como ellos y te envuelves en un círculo vicioso de idioteces y de maldades. Las telenovelas, ¿qué te enseñan? ¿Las canciones que terminan hablando sin sentido y sin respeto a los oyentes? De eso aprendí.
No supe seleccionar programas. Las películas de acción me fascinaban. La inteligencia que tenían para matar y las diferentes formas de lucha. Terminé enredado en películas pornográficas que había encontrado en el cajón de la cómoda de mi tía. Una mujer aparentemente moralista. ¿Cómo podría encontrar pornografía en su cajón? Al parecer la falsedad de la gente no tiene límites y se ponen la máscara para que no las reconozcan.
Me llené la cabeza de porquerías. Es lo que me ofrecía el mundo en esos momentos y yo lo aproveché. Y aprendí todo lo que miré, todo lo que recepté, todo lo que me pude meter en mi cerebro. Si me preguntan hoy, confieso que fue la peor forma de aprender. Tal vez debí decantarme por los libros, pero a un niño qué le pueden importar los textos. Ni siquiera iba a entender las extensiones de varios capítulos sin sentido, porque no tenía la preparación para descifrar el mensaje escondido, ni siquiera tenía quién me lo explicara.
Mis primos aprendieron de una manera distinta a la mía. Pues tenían papás, quienes les enseñaban y se preocupaban por su educación. Tenían horarios para ver la televisión. Para poder ver sus programas favoritos, primero tenían que estudiar, realizar sus deberes y luego unos que otros consejos de sus padres en la merienda y así obtenían el premio. Todas las noches, antes de dormir, sus padres les leían fabulas con moralejas para que aprendieran cosas buenas, para que al llegar a ser grandes se convirtieran en profesionales de éxito. No obstante, las falsas palabras nunca dan frutos.
No se puede enseñar cuando se afirma algo con la boca y mientras las manos realizan una labor contraria. El ejemplo es la mejor enseñanza. Debemos hablar menos y hacer lo que se proclama. No imponer, porque esa no es la forma, más bien animar.
Si quieres que tu hijo se interese por la lectura, pues aprende a leer tú. Si no quieres que mienta, no mientas. Esa es la forma de educar. No se puede educar cuando no se da el ejemplo. No se puede cosechar buenos frutos cuando siembras hierbas malas. No se puede obtener buenos resultados cuando tú no lo tienes. No se puede, aunque se quiera.