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Introducción a los primeros auxilios

En ocasiones, y cuando menos se espera, puede producirse un suceso que ponga en riesgo la vida de alguien: un accidente de coche, un desmayo, una crisis epiléptica, etc. Y, en numerosas ocasiones, sucede lejos de un hospital y de personas que saben lo que tienen que hacer. Por este motivo es tan importante saber reaccionar en los primeros momentos, para salvar la vida del afectado o garantizar su evolución favorable.

En algunas de esas situaciones quizá resulte difícil actuar de forma correcta, pero si se tienen algunos conocimientos básicos —sobre todo en los casos graves— será más probable acertar con las medidas que deben tomarse y ejecutarlas con la rapidez y la seguridad necesarias antes de que lleguen los servicios sanitarios.

Por otro lado, los primeros auxilios no siempre se aplican a personas cuya vida corre peligro, o que presentan un problema muy grave que requiere de una actuación rápida; la mayoría de las veces se trata de pequeñas heridas, sangrados nasales leves o moderados, torceduras, dolores de muela o de cabeza, etc. Es decir, son trastornos que no revisten gravedad, pero sí requieren una actuación urgente. Ponerla en práctica puede solucionar el problema sin necesidad de requerir la presencia de los servicios médicos.

Otras veces, las primeras curas servirán para preparar al accidentado o al enfermo de manera que pueda ser trasladado a un centro médico en las mejores condiciones posibles para recibir tratamiento.

Ejemplo de esto último es una herida leve pero extensa. Puede requerir una sutura, pero antes deberá desinfectarse adecuadamente para evitar el peligro de infección, y también habrá que intentar que sangre lo menos posible. Y esos cuidados sí se pueden aplicar desde un primer momento.

El ejemplo que acabamos de exponer es una de las muchas situaciones que tienen lugar a diario y que precisan de atención en cuanto ocurren. Y este es, precisamente, el objetivo de este libro: aportar las claves para proporcionar correctamente esa primera asistencia, incluso cuando el problema es tan grave que puede poner en peligro la vida o la integridad física de una persona. No podemos obviar que tan importante como saber actuar es acordarse de lo que no conviene hacer.

Y esos detalles también están recogidos en este manual práctico. Los cuadros, las tablas y los dibujos que se incluyen facilitan la comprensión de las explicaciones y constituyen una fuente rápida de información que se puede consultar en caso de encontrarse ante un problema concreto.

Qué hacer ante cualquier emergencia

Hay que mantener la calma, por más urgente que sea el caso. Si la persona que tiene que ayudar actúa de forma precipitada e irreflexiva se pueden causar errores irremediables.

Se debe actuar siguiendo tres pasos y hay que llevarlos a cabo en un orden determinado. Para no equivocarse, basta con recordar el acrónimo PAS, que corresponde a la inicial de cada uno de los pasos (Proteger-Avisar-Socorrer):

 Proteger. Allí donde esté el accidentado o el enfermo, lo primero que hay que hacer es aplicar las medidas de protección necesarias para que no se produzca un segundo percance (que pudiera afectarle a él o a quien lo asiste): si es víctima del fuego, deberá alejarlo del incendio, cerrar los conductos del gas...; si se trata de un accidente de tráfico, deberá avisar a los vehículos que circulan por esa vía para que no se aproximen en exceso y reduzcan la velocidad, iluminando con las luces del propio coche el lugar del suceso, haciendo uso de los triángulos reglamentarios, etc.Si se sospecha que la persona pueda tener una enfermedad contagiosa (hepatitis B, sida, etc.) y hay presencia de sangre u otros fluidos corporales, conviene tomar precauciones como lavarse muy bien las manos antes y después de auxiliarlo, usar guantes si es posible o que la persona que lo está ayudando se cubra cualquier herida que tenga.

 Avisar a los servicios de emergencias (112 o también el 061 en algunas comunidades autónomas). Mientras esperamos que acudan los equipos sanitarios, se puede hacer una valoración del estado de la persona enferma o accidentada con el fin de aportar, mediante una llamada telefónica o más tarde, cuando los sanitarios ya hayan llegado, la información y todos los detalles disponibles que se consideren significativos. Para ello, hay que observar sus funciones vitales: si está consciente, si respira y tiene pulso..., e intentar averiguar otros datos que sean de utilidad (si ha sentido un dolor opresivo en el pecho antes de desvanecerse; si se ha desmayado repentinamente; buscar si lleva medallas o brazaletes que indiquen que tiene una enfermedad crónica como diabetes, epilepsia, etc.).

 Socorrer, pero solo si los conocimientos del que presta la ayuda son suficientes para actuar, estando seguros de que no se agravará la situación del enfermo o accidentado. Sería ahora el momento de realizar una opresión para que una herida profunda no sangre; efectuar un masaje cardíaco, etc.

Botiquines

El contenido de un botiquín varía en función de las necesidades de cada persona y familia, pero hay una serie de elementos que siempre deberían estar presentes.

Se pueden organizar diferentes tipos de botiquines, por lo que —además del que se guarde en el hogar— conviene disponer de otros más modestos y específicos para determinados casos concretos, según las actividades que desarrolle la familia o quienes comparten la vivienda.

Si hay niños, lo ideal es disponer de un botiquín infantil, con los medicamentos específicos y preparados con la dosificación idónea para ellos. El coche es otro de los lugares donde no debería faltar este complemento. En todos los casos es sumamente importante renovar su contenido y sustituir los fármacos caducados de manera regular (cada 4 o 6 meses).

El botiquín del hogar

Debe contener una serie de elementos básicos y, por supuesto, los específicos que necesita cada persona, según sus enfermedades crónicas o los trastornos que padezca.

Tan importante como tenerlo preparado es asignarle un lugar adecuado en el hogar:

 La primera regla es que se encuentre fuera del alcance de los más pequeños.

 No debe situarse en un lugar demasiado seco (donde incida directamente el sol) ni muy húmedo. La cocina o el cuarto de baño, por tanto, no son los lugares adecuados.

 Es fundamental que esté protegido de la luz. Es decir, que el cubículo donde se guarde sea hermético y opaco. En el mercado existen modelos específicos, en forma de caja, maletín o armario pequeño, pero puede ser útil una caja que cierre bien.

 Es mejor no cerrarlo con llave, ya que eso dificultaría el acceso en caso de urgencia.

 Otros detalles que hay que tener en cuenta son:

 Debe hacerse un uso correcto de los fármacos disponibles en el hogar. Los analgésicos y antiinflamatorios pueden tener efectos secundarios graves si se mezclan con otros medicamentos e incluso con determinados alimentos y bebidas. No conviene ingerirlos sin consultar antes con el médico. También conviene recordar que, a partir de los sesenta y cinco años, han de extremarse las precauciones si existen factores de riesgo cardiovascular. Los antiinflamatorios, por ejemplo, pueden elevar la presión arterial en ese grupo de edad y descompensar la función cardíaca o renal.

 Guárdelos siempre en su envase y con el prospecto correspondiente para poder consultarlo en caso de duda.

 No conserve tratamientos sin acabar, sobre todo de antibióticos, puesto que eso puede facilitar una posterior, e inadecuada, automedicación.

 Es conveniente tener a mano los teléfonos de emergencias: bomberos, ambulancias, centro de atención primaria, hospital, etc., que pueden pegarse en la tapa de la caja o la puerta del armario botiquín. Actualmente se están centralizando todos estos servicios en el número de teléfono 112, vigente en todo el ámbito europeo, aunque también funciona el 061 en algunas comunidades autónomas.

 Guarde junto al botiquín este manual de primeros auxilios para que le sirva de ayuda en caso de primera asistencia.

Hay que constatar que muchas emergencias médicas se producen a consecuencia de una ingesta inadecuada de medicamentos. Debemos evitar tomar medicamentos sin atender a la prescripción médica y a la lectura de los prospectos, y procurar conocer los símbolos que se incluyen en sus envoltorios. En el caso de haber ingerido más medicación de la prescrita es conveniente ponerse en contacto con el Instituto Nacional de Toxicología. Su teléfono es el 91 562 04 20 y está disponible todos los días de la semana, 24 horas al día.

Una buena guía para crear un botiquín básico para nuestra casa es:

Elementos indispensables en el botiquín del hogar
EsparadrapoGasas esterilizadasGasas grasas (útiles en quemaduras con pérdida de capas superficiales de la piel)Guantes de látexJeringa desechablePinzas y tijerasTermómetroTiritasVenda de gasaCarbón activadoAnalgésico-antitérmico (aspirina —nunca para niños— o paracetamol)Antiácido de actuación puntualAntiinflamatorio (ibuprofeno). En personas mayores con enfermedades crónicas, sustituirlo por paracetamol.Antiséptico (povidona yodada, agua oxigenada, alcohol de 90º)Sales de rehidratación oralSuero salino fisiológicoPomada para las quemaduras que son leves

Botiquín de viaje

El contenido del botiquín de viaje dependerá en gran medida del tipo de viaje que se tenga previsto realizar (por ciudad, en zonas rurales o a países tropicales).

Para su preparación, pueden ser útiles los siguientes consejos:

 Pensar en los problemas que pueden surgir según el tipo de viaje. En función de ellos, se recomienda hacer una lista con los elementos que deben incluirse en el botiquín (tiritas, apósitos, desinfectantes para lesiones en los pies causadas por caminatas, etc.).

 No olvidar los medicamentos precisos en caso de enfermedades crónicas (antihipertensivos, antidiabéticos, etc.).

 Analgésicos, laxantes o valeriana pueden ser aún más útiles fuera de casa, pero sabiendo cómo actúan y cuándo son eficaces (el médico de atención primaria puede proporcionar más información). Respecto a los laxantes, no se deberían utilizar muchos días seguidos, ya que suelen tener efecto rebote. En caso de estreñimiento, siempre es mejor opción tratar de aumentar el consumo de agua y fibra. Y en cuanto a la valeriana, en las dosis adecuadas, es más segura que los tranquilizantes químicos y es muy efectiva.

 Incluir medicamentos contra el mareo, sobre todo si se va a realizar un viaje en barco o por carreteras con curvas. Los comprimidos de jengibre son la versión natural de este tipo de medicinas, y tienen un efecto parecido, el cuerpo los tolera mejor y son más seguros.

 Poner los medicamentos en un estuche que cierre bien, lo más pequeño posible, o utilizar una bolsa de plástico con cierre hermético del tamaño adecuado, mejor si es opaca y no deja pasar la luz.

 Guardar el botiquín en un lugar de fácil acceso, aunque protegido del calor. Si se viaja en avión, hay que llevarlo en el equipaje de mano (excepto tijeras y otros elementos cortantes), en envases pequeños que se admitan en cabina. Conviene llevar un informe médico en el que se especifiquen los medicamentos pautados.

 Si se prescinde de las cajas por cuestión de espacio, los medicamentos deben etiquetarse correctamente (con nombre, utilidad y fecha de caducidad) y acompañarlos de su prospecto.

En caso de tener previsto ir a un país tropical, es recomendable acudir meses antes del viaje a un servicio médico especializado en medicina tropical, para recibir indicaciones sobre las vacunas y los medicamentos que hay que tomar como prevención, en especial contra el paludismo.

Botiquín de viaje
EsparadrapoGasas esterilizadasGasas grasasProtector solar y crema hidratantePinzas y tijeras pequeñasTermómetroTiritasVendas elásticasBiodramina o comprimidos de jengibre para el mareoColirio ocular antibiótico (usar solo tras consulta médica)Analgésico-antitérmico (aspirina —nunca para niños— o paracetamol)Antiácido de acción rápida y cortaAntidiarreico (nunca usarlo ante una gastroenteritis bacteriana)AntihistamínicoAntiséptico (povidona yodada)
Botiquín de viaje a zonas tropicales
EsparadrapoGasas esterilizadasJabón líquido antisépticoProtector solar y crema hidratantePinzas y tijeras pequeñasRepelente de insectosTermómetroTiritasVendas elásticasColirio ocular antibiótico (usar solo tras la pertinente consulta médica)Pastillas para la potabilización del aguaAntiinflamatorio (ibuprofeno)Antiácido de acción rápida y cortaAntidiarreico (nunca usarlo ante una gastroenteritis bacteriana)AntihistamínicoAntiséptico (povidona yodada)Profilaxis contra paludismo, si procede (consultar con el médico)Suero de rehidratación oralAnalgésico-antitérmico (aspirina —nunca para niños— o paracetamol)Antibiótico para diarrea persistente, infección respiratoria o urinaria (ciprofloxacino). Usar solo tras la pertinente consulta médica.

Botiquín para excursiones

En este caso, el botiquín deberá prever sobre todo material para lesiones, heridas, picaduras de insectos y problemas debidos a la exposición al sol. Es conveniente añadir un analgésico para aliviar el dolor en caso de caída, sin obviar los medicamentos que cada uno esté tomando. Aunque llevar agujas y jeringas desechables así como cremas con corticoides también puede resultar útil, los elementos detallados a continuación siempre deben incluirse en el botiquín para excursiones.

Botiquín de excursiones
Esparadrapo y gasasJabón líquido antisépticoProtector solar y crema hidratantePinzas y tijeras pequeñasRepelente de insectosTiritas y vendasAnalgésico-antitérmico (aspirina —nunca para niños— o paracetamol)AntihistamínicoAntiinflamatorio (ibuprofeno. No se administrará a personas mayores de sesenta y cinco años o con antecedentes de problemas cardíacos, renales o úlcera gastroduodenal)Antiséptico (povidona yodada)

Botiquín infantil

Los hogares en los que hay niños deben añadir una serie de elementos específicos para ellos al botiquín general. Conviene tener en cuenta los siguientes aspectos:

 Separar sus medicamentos de aquellos otros que utilicen, en dosis más elevadas, los adultos; colocarlos en una caja aparte debidamente etiquetada.

 Añadir suero fisiológico en envases de plástico para lavados nasales en caso de catarro, muy frecuente en niños.

 Incluir analgésicos (paracetamol) en dosis pediátricas según la edad del pequeño.

 Adaptar el material para curas de pequeñas heridas (tiritas, etc.).

Qué hay que hacer con los medicamentos caducados

Nunca hay que conservar un medicamento caducado porque, o bien ha perdido gran parte de su eficacia, o bien puede resultar tóxico.

Nunca hay que tirarlo a la basura ni al váter y, por supuesto, tampoco quemarlo porque desprendería sustancias tóxicas.

Lo más adecuado es llevarlo a la farmacia, donde se encuentran los llamados puntos SIGRE. En concreto, conviene depositar en esos contenedores:

 Los medicamentos caducados

 Los que ya no se usan (en ambos casos, con sus correspondientes envoltorios)

 Los envases (también los vacíos) que han estado en contacto con el medicamento

 Jeringuillas (siempre que no lleven aguja)

Lo que no se debe depositar en ellos:

 Agujas

 Termómetros de mercurio

 Gasas con restos biológicos

 Radiografías

Estos materiales deben llevarse a los llamados «puntos limpios». Ante cualquier duda, debemos dirigirnos a nuestro ayuntamiento, donde nos informarán. Algunos municipios pasan a recogerlos por las casas (puntos limpios móviles).

Guía práctica de primeros auxilios

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