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4.3. Redes sociales para la democracia digital
ОглавлениеPor último, los representantes de las organizaciones sociales manifestaron una visión muy crítica sobre la pertinencia o no de priorizar estas herramientas en la participación ciudadana. Tanto en Sevilla como en Siracusa, o indirectamente en Atenas, el voluntariado tendió a relativizar la importancia de las nuevas tecnologías como canales de participación. En talleres como el de Sevilla, llegaron a cuestionar la necesidad de telecentros y los modelos de implantación, variando las posiciones entre la autogestión (visión mayoritaria) y la cogestión. Sí hubo consenso, en cambio, en utilizar las NTIC en el desarrollo urbano con participación ciudadana, y en que las asociaciones cívicas tengan espacios autónomos para expresar sus iniciativas y proyectos de desarrollo, pero a partir de las redes sociales y no al revés. Por ello, consideran la formación como eje de trabajo para socializar las competencias tecnológicas y, sobre todo, promover una cultura participativa que haga productivo el uso de estas herramientas. En este punto, los representantes de organizaciones cívicas expresaron cierta ambivalencia entre una visión instrumental de las NTIC, valorando el uso de los nuevos medios en virtud de la mayor o menor utilidad de la información que permitirían para el buen gobierno, y un discurso más crítico y políticamente orientado sobre el papel de la Administración y las necesidades de desarrollo local con las nuevas tecnologías informativas.
En uno u otro caso, no obstante, las asociaciones perciben el futuro de las nuevas tecnologías y la democracia participativa en la encrucijada de la capacidad del tejido social de articular redes sociales y el capital cognitivo necesarios para modernizar la administración y gestión pública, ante el empuje y proceso de transformación acelerada que imprime la revolución digital.