Читать книгу Ciudadanía digital y desarrollo local - Francisco Sierra Caballero - Страница 8
INTRODUCCIÓN
ОглавлениеNo hay gobierno posible sin circuito de comunicación, sin espacio para la circulación de información.
P. LÉVY
La tecnología no es algo inevitable, sino algo diseñado, que se puede criticar, cambiar, socavar, transformar y, de vez en cuando, ignorar para subvertir sus tendencias limitadoras y totalitarias; ya estén provocadas por los estados o por los mercados.
G. LOVINK
La deriva dominante del sistema-mundo y las políticas públicas de los distintos niveles de gobierno se han traducido, en nuestro tiempo, en formas asimétricas de integración y exclusión social, marginando a amplios contingentes de la población y conjuntos de territorios que, como resultado, han dado lugar a la emergencia de diversas iniciativas locales y comunitarias que, frente a la lógica segregacionista de lo que Scott Lash denomina capitalismo desorganizado, han tratado de articular nuevos espacios para la democracia y modelos equilibrados y sustentables de desarrollo endógeno. Así, en las dos últimas décadas, la crisis de gobernabilidad y confianza en la Administración Pública Local ha propiciado, en el contexto general de globalización económica y reestructuración de los territorios y las culturas autóctonas, la puesta en marcha de diversas iniciativas de participación y regeneración democrática. En tales iniciativas, la planificación de la comunicación ha comenzado a jugar un papel importante como proceso de promoción de la participación ciudadana siendo, no obstante, ocasional y apenas sistematizada, esta dimensión estructurante de la mediación social en la función pública, al limitarse, en la mayoría de los casos, las experiencias conocidas a estrategias de marketing social o a mera publicidad y propaganda política institucional, especialmente en el caso de procesos de intervención y transformación del territorio. Las nuevas tecnologías de la información ofrecen, sin embargo, herramientas y posibilidades no exploradas de gobernabilidad, potenciación y desarrollo cultural y socioeconómico descentralizado que, hoy por hoy, resultan estratégicas en el proceso de definición de las nuevas formas de ciudadanía, del nuevo contrato social entre ciudadanos y la Administración Pública Local.
Desde la Unión Europea se viene por ello promoviendo la utilización de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC) en la Administración Pública, con la convicción de que el nuevo entorno informativo exige un mayor esfuerzo de transparencia, accesibilidad y participación pública al servicio de las necesidades y demandas de la población. En esta línea, las declaraciones del Consejo de Estocolmo (2001) y de Barcelona (2003) apuntan la necesidad de impulsar la utilización interactiva de las tecnologías de la información para facilitar la participación y comunicación con los vecinos, para la presentación de documentos y la realización de trámites administrativos y, desde luego, facilitar las consultas ciudadanas.
Como útiles herramientas de intercambio, las NTIC pueden ciertamente multiplicar los espacios de comunicación, facilitando el derecho de acceso y la representación plural de las identidades diversas que conviven y pueblan toda entidad local con herramientas y técnicas que permiten una nueva configuración de las mediaciones sociales. Más aún, las nuevas tecnologías de la información facilitan condiciones de vinculación e interdependencia con las que los actores locales pueden aprender a definir mejor sus estrategias y participar activamente en la vida pública estrechando los vínculos recíprocos de sociabilidad. La progresiva implantación de las nuevas tecnologías y su implementación en la Administración Pública y la gestión del desarrollo local constituye, por lo mismo, un reto prioritario que, como es lógico en todo proceso de cambio acelerado, suscita numerosas incertidumbres a la vez que proyecta fundadas esperanzas de un más eficaz y equilibrado desarrollo endógeno, al hacer materialmente posible la aspiración democrática de un espacio público plural, dialógico y abierto, accesible a todos los potenciales interlocutores, mediante la implementación de fórmulas originales de empoderamiento y comunicación de la ciudadanía.
En numerosas experiencias internacionales conocidas, la participación a través de Internet amplía, en efecto, las potencialidades de intermediación con la articulación de redes cívicas en las que el ciudadano puede participar de una «comunidad de productores de medios y mediaciones». Así, de consumidores y audiencias, los actores locales pasan a ser sujetos activos de procesos de representación capaces de definir y capitalizar los procesos de desarrollo económico, así como las posibilidades de creación cultural autóctona. El célebre principio «hazlo tú mismo» reivindicado por los medios alternativos digitales evidencia, y hace notar, que hoy son posibles formas de producción y difusión informativa participadas, y nuevas lógicas de representación y decisión política basadas en la acción ciudadana y la definición pública del espacio local, a partir de un proceso cooperativo de recolección, sistematización, análisis y edición de información.
En definitiva, con el cambio de soporte material de la cultura (de los medios analógicos a los sistemas digitales) y su apropiación por el tejido social, la ciudadanía cuenta con un amplio abanico de recursos de expresión y representación informativa dispuestos para explorar y vivir la democracia de forma creativa, y abierta a la experimentación. Por lo pronto, la creación de nuevos espacios y formas de interacción públicas y el uso difusionista del poder distribuido de las redes telemáticas han generado procesos de reflexión de las entidades locales conscientes, entre la perplejidad y la urgencia de medidas políticas, de las posibilidades y necesidad de adaptar la gestión municipal a realidades factibles como el voto electrónico, la información e intercambio de ideas y los servicios públicos en línea, o el uso potencial y enriquecedor de los foros y ágoras virtuales en Internet. En esta reflexión sobre las formas y procesos de ejercicio de la ciudadanía y la democracia participativa, las autoridades locales no han transitado solas. Antes bien, en muchos casos, ha sido el tejido asociativo, los grupos y colectivos de apoyo mutuo, y especialmente los grupos activistas de democratización de las nuevas tecnologías y los recursos culturales, los que han comenzado a propugnar un nuevo modelo de mediación en el desarrollo socioeconómico y territorial. Estos colectivos, herederos de los medios comunitarios de los años sesenta y setenta, son quienes primero han visualizado, por lo general, el prometedor futuro de las nuevas tecnologías de la información en la gestión y mejora del gobierno local con participación ciudadana.
La socialización y desarrollo de las nuevas formas de interacción comunicativa que circulan y son accesibles para la ciudadanía en sus ámbitos de proximidad nos demuestra, de hecho, que las comunidades de usuarios y grupos locales, día a día, promueven modos de producción, circulación y consumo de información pública completamente novedosos, dando lugar, como resultado, a nuevas lógicas sociales de mudanza que afecta transversalmente al conjunto de la vida en común. Las actuales condiciones de desigualdad y exclusión digital, particularmente en territorios o ciudades periféricas, plantean, no obstante, problemas neurálgicos en una sociedad que, a decir de Manuel Castells, distribuye y reproduce las formas de poder, de acuerdo a la lógica de flujos. La introducción y aplicaciones de las NTIC en la nueva Administración Pública Local se enfrentan, en este sentido, al reto de dar respuesta a tales carencias sociales procurando abordar, desde una visión integral y prospectiva, los desequilibrios y cambios implícitos en esta transformación estructural, a fin de garantizar una ecología y modelo de desarrollo y mediación local equilibrado que, ante la imperiosa necesidad de reforma y modernización de la Administración Local, fomente formas avanzadas de participación y ciudadanía, más allá de los tradicionales parámetros y modelos de difusión jerárquicos y centralizados.
Frente a la proliferación y saturación desconcertante de los discursos sobre la Sociedad de la Información y la cultura digital en el gobierno de lo público, el presente volumen pretende actualizar el conocimiento y experiencias locales de experimentación e innovación social en la materia, desde la realidad concreta de los municipios europeos, y una voluntad crítica y comprensiva de las lógicas que están teniendo lugar en las ciudades del espacio de la UE. El libro es resultado, en parte, del proyecto «Nuevas tecnologías de la Información, participación ciudadana y desarrollo local. (Aprendemos todos para comunicarnos mejor. Programa de Comunicación Interactiva diseñado por ciudadanos, empleados públicos y gobernantes)», la primera propuesta del Programa URBACT destinada a repensar las mediaciones entre la cultura digital y los procesos de participación del gobierno local, en el que, por vez primera en la UE, arriesgábamos otra lectura del proceso de mediación social a este nivel, partiendo precisamente de una constatación, a nuestro juicio, irrefutable: la necesidad de construir una nueva mirada, un nuevo modo de observación de este fenómeno que, previsiblemente, en pocos años, ha transformado radicalmente la fisonomía y funcionamiento de la Administración Pública Local. Para ello, nuestro estudio trató de sentar las bases de un marco de conocimiento y sistematización de las formas de intervención y de democracia participativa en el ámbito urbano, visualizando el conjunto de buenas prácticas y las experiencias que las autoridades locales pueden capitalizar para avanzar en el desarrollo de la ciberdemocracia desde una perspectiva praxiológica, a fin de apuntar nuevos escenarios y propuestas de intervención en el nuevo programa-marco de la Unión Europea, donde hasta la fecha la dimensión pública del ciberespacio solo ha sido analizada desde el punto de vista de la gobernabilidad y la transparencia, asumiendo, como es habitual, un enfoque tecnocrático de la transformación estructural en curso que imprime la nueva revolución científico-técnica.
A nuestro entender, el necesario proceso de redefinición de la mediación social no es posible sin efectuar un balance exhaustivo de los procesos acaecidos, de las experiencias prácticas, sin un proceso, en fin, de sistematización que contribuya a rescatar aquellos elementos o aspectos positivos que siguen siendo válidos para la identificación del futuro y la proyección de la Administración Electrónica Local del mañana. Como igualmente, cuando menos resulta lógico pensar, hoy más que nunca se nos torna urgente analizar los principales fallos y desavenencias de las estrategias y políticas de modernización de la comunicación local hacia el ciudadano. En ambos casos, el objetivo último es el mismo: partiendo del presente, y con conocimiento de causa, hay que procurar vislumbrar potencialidades y disfunciones que el desarrollo tecnológico procura y proyecta en el desarrollo urbano de las ciudades, apuntando las estrategias de planeación más idóneas en el desarrollo local con participación activa de las comunidades y ciudadanos.
En esta línea, el presente libro resume los principales resultados del trabajo original de investigación realizado para URBACT en el Grupo III de CITIZ@MOVE, un proyecto de socialización del conocimiento en red dirigido a promover las actividades de desarrollo local, sentando las condiciones propicias para la planificación y el cambio social, a partir del libre intercambio internacional de experiencias y el conocimiento de herramientas heurísticas de participación y desarrollo comunitario basado en el compromiso y el lenguaje de los vínculos.
Integrada por veinte ciudades europeas de distinta tipología y países, CITIZ@MOVE fue la primera red panereuropea especializada en participación ciudadana que, liderada por la ciudad de Sevilla, aborda en el marco de la UE cómo integrar a los ciudadanos en procesos de decisión a nivel local, garantizando mejores condiciones para el desarrollo de proyectos públicos de modernización e intervención territorial a partir de las nuevas tecnologías de la información. El objetivo de este proyecto líder de la Comisión Europea tuvo, durante tres años, por fin, facilitar el intercambio internacional de experiencias y conocimientos existentes en las ciudades del espacio euro a la hora de tratar de adaptar a las necesidades locales de la población y la Administración Local el uso de las nuevas tecnologías, desde el punto de vista de la participación ciudadana de los grupos sociales desfavorecidos, la modernización administrativa y la regeneración urbana. Anticipando algunas de las lógicas que hoy vindicamos como Diálogo de Saberes, el proyecto CITIZ@MOVE procuró para ello:
1. La valorización de los saberes locales.
2. La comprensión de las formas de asociación y coordinación de plataformas ciudadanas de participación activa de la sociedad civil.
3. Y el análisis de las experiencias concretas de apropiación social de las Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (NTIC) como espacios y medios de organización y participación ciudadana en la Administración Pública Local.
El presente estudio trata, en esta línea, de aportar conocimiento original y herramientas teórico-metodológicas de evaluación de las experiencias locales de participación ciudadana con las NTIC, sistematizando los factores más significativos de mediación, apreciados en los estudios de caso y el análisis de las políticas públicas y procesos de intervención, con los nuevos medios en la gestión y políticas públicas de las autoridades locales de las ciudades integradas en el grupo de trabajo creado a este propósito por CITIZ@MOVE. Las conclusiones finales que aquí se recogen básicamente resumen los elementos más relevantes del análisis sobre cómo pueden los municipios implementar formas y procesos innovadores de participación, a través de las nuevas tecnologías de la información, aprovechando las potencialidades del e-Gobierno, desde el punto de vista del desarrollo local. Se destacan pormenorizadamente para ello las tipologías y experiencias de participación más innovadoras en Europa y las prácticas identificadas en los estudios de caso seleccionados. El estudio ha procurado, además, evaluar las propuestas e iniciativas públicas de organizaciones, colectivos ciudadanos y grupos específicos de población en el desarrollo de experiencias creativas de participación y acceso a los medios.
No se abordan en el presente volumen las temáticas transversales y los diferentes tópicos que conforman el objeto general de la línea de investigación que viene desplegando COMPOLITICAS (www.compoliticas.org) desde hace más de doce años. En otros libros y publicaciones referenciados en www.cibermov.net puede el lector seguir el hilo de las discusiones y considerandos. Se aportan, no obstante, en las conclusiones finales de este libro, algunas consideraciones sobre la estrategia y filosofía política que ha de guiar la acción institucional de las ciudades ante la integración de las Nuevas Tecnologías Informativas en la gestión local, desde el punto de vista de la profundización y extensión de las formas creativas de democracia. El diagnóstico trata de dar cuenta, para ello, de las nuevas prácticas y bases materiales de desarrollo de los entornos virtuales de ámbito local, y su proyección en el nuevo ecosistema urbano que hoy hacen posible nuevos modelos y dinámicas participativas de gestión y planificación de las políticas públicas por parte de las autoridades locales, más allá de las ágoras electrónicas que, hoy por hoy, facilitan los portales institucionales de los ayuntamientos.
A lo largo de las siguientes páginas, se analizan así los factores y necesidades sociales vinculadas a la participación ciudadana en la vida pública local a través de los nuevos canales de intercomunicación, identificando las estrategias más adecuadas para la universalización de estos servicios y la ampliación del dominio público y los espacios de deliberación y decisión colectiva. En definitiva, el texto que tiene el lector en sus manos, procura ilustrar con el ejemplo: ¿qué herramientas, métodos y tecnologías se implementan en las ciudades para articular nuevas formas de participación incluyente?, ¿qué políticas locales son más apropiadas para desarrollar el nuevo ecosistema informativo?, ¿cuáles son los requerimientos para gestionar y resolver los retos de la Administración electrónica?, ¿cómo es posible compatibilizar el equilibrio y la seguridad en el e-Gobierno con la participación plena de los vecinos?, y ¿cómo incorporar a los funcionarios públicos a esta tarea? En resumen, el presente estudio inédito, pionero en la UE, trata de abordar cuestiones fundamentales en el debate contemporáneo sobre la Sociedad Europea de la Información, así como entre gestores, responsables políticos y sociedad civil de nuestro continente, a saber: ¿cuáles son los puntos de partida y principales inflexiones vividas en el campo de la comunicación democrática?, ¿es posible seguir ligando comunicación, desarrollo y democracia en un entorno forzosamente marcado por el desarrollo tecnológico?, ¿qué desafíos y límites plantea la introducción de nuevos soportes, canales y modelos para un ejercicio ético de la comunicación ciudadana y el correcto funcionamiento de la Administración Pública Local?
En definitiva, el presente trabajo trata de responder a la pregunta de cómo articular una nueva lógica de la participación ciudadana en el desarrollo urbano y la política municipal, a través de los nuevos medios desde la experiencia concreta y las prácticas locales desarrolladas en las ciudades de nuestro entorno comunitario. Partimos para ello del hecho incontrovertible del dominio de la cultura Big Data. En este, como en posteriores estudios del Plan Nacional de I+D, en trabajo de campo, partíamos de la constatación de la hipótesis fundamental de la centralidad que, hoy por hoy, adquiere el trabajo inmaterial y, más concretamente, las nuevas tecnologías digitales en los procesos de cambio y reproducción social ampliada que conforman las formas de participación ciudadana y la propia configuración del espacio público. La información y la comunicación pública constituyen en nuestra contemporaneidad, afirmábamos ya en 2008, componentes esenciales de la vida democrática. Sin información y acceso al espacio comunicacional, la libertad de expresión y otros derechos sociales tienden a ser conculcados. Hoy de hecho, la calidad de la vida democrática de una sociedad puede ser vinculada directamente con la vitalidad y diversidad del sistema infocomunicacional. Las Ciencias de la Comunicación han formulado, en este sentido, diversas teorías y conceptos para pensar y comprender las relaciones existentes, directa o indirectamente, entre el sistema social y el sistema público de comunicación, desde el punto de vista de la democracia. Esta línea de reflexión ha ido formalmente dejando de lado, no obstante, la participación que facilitan o restringen las mediaciones de las industrias culturales. En el actual contexto histórico, resulta por ello preciso pensar en qué medida las mutaciones de las industrias de la comunicación influyen en la apertura de nuevos procesos de participación y desarrollo comunitario, ponderando el impacto de las nuevas tecnologías digitales de la información en las dinámicas locales de desenvolvimiento. La propia UE, cuando piensa el papel estratégico de la Sociedad de la Información y del Conocimiento en la Agenda de Lisboa, apunta a definir como uno de los ejes centrales de la nueva modernización económica y política la función provisoria de Capital Social que aportan los nuevos medios, tal y como plantea la Informática Comunitaria o los estudios politológicos sobre confianza y buen gobierno en la era digital.
La idea de Capital Social, implícita en los debates sobre Sociedad Europea de la Información, revela que, de uno u otro modo, existe, como aprendimos de movimientos como el 15M, un estrecho vínculo entre nuevas formas de agenciamiento y dispositivos digitales de representación, información y expresión cultural, en lo que Castells sintetiza como el gran salto de la Mass Communication al Self Media. Los nuevos medios digitales, la galaxia Internet, no solo han fortalecido las formas de integración comunitaria. En la medida que han ampliado las formas y el grado de participación ciudadana de la población, las redes interactivas de comunicación han transformado radicalmente las lógicas de sociabilidad. Si observamos, por ejemplo, las nuevas experiencias de movilización y activismo social de redes como Anonymous, y comparamos las formas tradicionales de gobernanza con las nuevas lógicas de politización de lo social latentes en los procesos de socialización de las comunidades virtuales, parece lógico, en consecuencia, pensar, como lo hace Putnam, que la participación ciudadana ha variado como indicador estratégico de la mayor o menor disposición de capital entre diferentes colectivos de población, por la crisis de confianza y la pérdida de autonomía local debido a múltiples factores que inciden en el aislamiento y desconexión ciudadana, entre ellos, por ejemplo, medios tecnológicos como la televisión e Internet, en la medida que tienden a separar a los miembros de una comunidad dada, estableciendo distancias e intereses disímiles contrarios, o al menos nada favorables, a la vida en común. En esta línea, autores como Jorg Becker vienen insistiendo sobre la desconexión ciudadana, la balkanización del espacio público, y el aislamiento y atomización de los individuos como una característica consustancial del nuevo entorno digital.
Cuando iniciábamos hace quince años nuestros estudios en la materia, buena parte del debate teórico y académico sobre el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación partía de una matriz interpretativa dicotómica, similar, en el fondo, a los términos de los célebres debates entre apocalípticos e integrados en torno a la cultura de masas. Pero la emergencia de nuevos procesos de participación local y global, en campañas como la elección del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, o movimientos como el 15M u Occupy Wall Street, han redefinido el contexto de deliberación científica de la comunidad académica a este respecto. Hoy sabemos, por ejemplo, que la reivindicación del nuevo netactivismo del derecho a la ciudad, que el ejercicio de la ciudadanía y el buen gobierno son cada vez más concebidos, necesariamente, como la construcción no solo de un proceso de inclusión y socialización ante los intensivos procesos de cambio social, sino, sobre todo, como un proceso de lucha y apropiación por recursos difusos, como Internet, que exige una mayor permeabilidad de la Administración Pública Local en el uso múltiple y variado de la información y el conocimiento necesarios para el desarrollo comunitario pues, en el fondo, asistimos a una crisis de la representación, tal y como apuntan, en su descripción de la revolución del común y las multitudes inteligentes, Negri y Hardt (Hardt & Negri, 2011).
En este escenario, podemos concluir que las transformaciones en curso que introduce la cultura digital exigen, del buen gobierno y de las políticas de desarrollo local, una reformulación acorde con la cultura de las redes y el lenguaje de los vínculos. Este era el punto de partida de nuestro estudio y, hoy por hoy, es más que nunca notoria la pertinencia de nuestra preocupación a este respecto. Más aún, hoy se torna prioritario, indudablemente, pensar cómo evaluar y definir indicadores en materia de inversión en lo social y cultural que garanticen la democratización y desarrollo de nuevas formas de gobierno local, a través de las nuevas tecnologías de la información, planificando sistemas dialógicos de interacción y construcción de lo común. Entendiendo que el problema estratégico de las políticas locales hoy día es cómo evaluar y definir la participación para una nueva gobernanza que impacte favorablemente en los procesos de desarrollo comunitario desde una firme apuesta por la democracia participativa y pluralista en la era de la cultura como recurso, planteábamos a este respecto el reto de analizar diversos estudios de caso para sistematizar y dar forma al conocimiento concreto sobre las nuevas formas de construcción de la ciudadanía en los procesos de desarrollo urbano a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. En congruencia con esta idea, desde 2008, venimos tratando de procurar aportar tanto nuevos conocimientos sobre las estrategias y diseños de las políticas públicas de comunicación de las entidades locales, arrojando luz sobre los factores y elementos de innovación que contribuyen de forma determinante a la planificación de la comunicación para el desarrollo con las nuevas tecnologías, como información empírica sobre las lógicas democratizadoras de la sociedad de la información en el ámbito local, analizando las formas de autonomía y apropiación de las nuevas tecnologías en la promoción comunitaria y el desarrollo endógeno, surgidas con la estructuración y promoción pública de los sistemas de información y comunicación digital. En esta línea, por ejemplo, en el proyecto de I+D «Nuevas tecnologías de la información y participación ciudadana. Formas de mediacion local y desarrollo comunitario de la ciudadanía digital» (CSO2008-02206) se procuró diseñar una muestra teórica significativa para tratar de explorar las experiencias locales, mediante estudios de caso que permitan contribuir a una formulación teórica útil en la evaluación de las redes comunitarias, por medio del análisis empírico de diferentes tipos de apropiación social que hayan contribuido a revitalizar el gobierno y desarrollo local con metodologías participativas. De este modo se trataba, en definitiva, de describir y, tentativamente, explicar la nueva configuración sociopolítica de la era digital desde el punto de vista de su función estratégica de mediación económica y cultural que, hoy por hoy, recorre y determina transversalmente todos los órdenes y dimensiones de la vida social y cotidiana de la población.
Si con la implantación de nuevos equipamientos y soportes tecnológicos como los telecentros, las dinámicas de reproducción y desarrollo cultural están siendo radicalmente modificadas, alterando las relaciones sociales y las formas de organización, el estudio de los cambios que acompañan a este proceso de innovación social constituye un objeto material de investigación particularmente relevante. Más aún cuando son visibles, en los procesos de desarrollo y gobierno locales, nuevas desigualdades y formas persistentes de exclusión de los bienes y servicios avanzados de información pública entre diferentes segmentos de la población, poniendo en evidencia la necesidad de pensar nuevas lógicas de participación y desarrollo sostenible, a fin de generar formas de confiabilidad y buen gobierno basados en la creatividad social y la inclusión de la ciudadanía.
Sabemos que las transformaciones experimentadas en el campo de la comunicación están incidiendo en la recomposición de las esferas públicas y privadas, con la crisis del concepto de servicio público y la progresiva individualización y vaciamiento de los vínculos comunitarios, al tiempo que se observa:
a) La multiplicación de foros de discusión y el desarrollo de espacios de expresión y visibilidad social de grupos de población tradicionalmente excluidos de los medios convencionales de información.
b) La proliferación de grupos y colectivos sociales de movilización e intervención política.
c) El desarrollo de experiencias participativas de creatividad social en el uso y apropiación de las nuevas tecnologías para el desarrollo comunitario.
Se da, sin embargo, la paradoja de que, ante la crisis de representación y gobernanza al calor de los procesos intensivos de transformación global del capitalismo, las autoridades locales, y en general la Administración Pública, apenas han explorado las potencialidades de transformación social que permitirían reinventar, desde la cibercultura, la democracia local y la representación de lo público y lo común. Como veremos en el presente libro, los resultados arrojados indican que, frente al Uso Avanzado de los Sistemas de Información y Representación Social, las autoridades locales siguen ancladas en el Uso Subdesarrollado de las Tecnologías Desarrolladas, reeditando la idea republicana y conservadora de Madison cuando la democracia más requiere innovación, una nueva ciencia basada en la participación creativa, en la autonomía social, sin la mediación instrumental y limitada de la comunicación como dominio que restringe, de acuerdo al paradigma de la representación, las formas de acceso y control social de la mediación. En el contenido y tensión de la que es portadora esta paradoja podemos situar la crítica a las deficiencias del modelo dominante, observadas durante el trabajo de campo, ante la intensificación a escala geométrica de los procesos de globalización y sus efectos colaterales en el plano local, entre ellos la susodicha desconexión de los ciudadanos, la falta de compromiso cívico o la negación directa a participar de los tradicionales modelos de mediación, claramente inadecuados en la cultura y las formas interactivas contemporáneas de la era digital. La prevalencia del modelo o paradigma informacional de gestión y organización de la comunicación pública moderna está siendo, no obstante, reemplazada paulatinamente por prácticas sociales y actividades de interacción política lábiles, fluidas, empoderadas, por lógicas de construcción y cooperación social colectivas como, por ejemplo, la conectividad y el activismo de los nuevos movimientos sociales, que utilizan dichas herramientas como recursos de información y organización interna, o, por poner otro ejemplo, la conexión entre asociaciones civiles y grupos específicos de población lideradas por el denominado Tercer Sector, que contribuyen a trazar nodos y macro-redes conectadas incluso a escala internacional, y/o experiencias surgidas, como Anonymous, del propio ciberespacio. «Los media interactivos, las comunidades virtuales desterritorializadas y el auge de la libertad de expresión que permite Internet abren [en este sentido] un novedoso espacio de comunicación, inclusivo, transparente y universal, llamado a renovar profundamente los diversos aspectos de la vida pública en el sentido de un mayor incremento de la libertad y la responsabilidad de los ciudadanos» (Lévy, 2002, pág. 9).
La constatación del hecho práctico, concreto y material de la ciberdemocracia plantea a este respecto, de acuerdo con Lévy, la necesidad de trascender la clásica noción de participación individual y/o comunitaria sostenida por algunos estudios sobre Capital Social y Desarrollo. Las complejas tramas de sentido y conformación de la subjetividad contemporánea apuntan, al contrario que la mayoría de los estudios auspiciados por la Comisión Europea y la investigación administrativa, la clara y potente emergencia de un nuevo modelo de la mediación compleja y solidaria, que promueve la apertura de espacios públicos locales, y una formación ética de la ciudadanía orientada al empoderamiento social y colectivo desde una concepción praxiológica y construccionista de la intervención con los nuevos dispositivos tecnológicos.
Afirmábamos, por lo mismo, al inicio de esta introducción, que si algún sentido tiene apostar por la participación como principio rector de la democracia y el desarrollo local, es porque se concibe la comunicación como contexto y horizonte de progreso para favorecer las relaciones anticipatorias y liberadoras, porque se aspira a promover relaciones de cooperación y formas de ciudadanía activa, porque, en suma, se apuesta por activar las relaciones de confianza y el interés público a partir de los contextos locales y los mundos de vida. El desarrollo social de las NTIC debe, en este sentido, ajustarse a los procesos de apropiación social por la comunidad, a las necesidades radicales de expresión y desarrollo cultural de la ciudadanía, así como a los retos económicos-políticos de interés público de la localidad, pensando la participación y las posibilidades abiertas por los nuevos medios digitales como un proceso de construcción colectiva del desarrollo basado en la cooperación, la organización de redes cívicas democráticas y proactivas y el diseño de los planes de cambio social a partir de la creatividad individual y colectiva de los propios actores locales.
Por supuesto, este empeño, cuando pensamos en nuestro objeto de estudio, significa ir mucho más allá que simplemente, como observamos en las políticas locales, propiciar el acceso a la red mediante la gratuidad de servicios municipales o autonómicos de infraestructuras públicas como los telecentros. Antes bien, conceptualmente, se trata más bien de procurar experimentar con la creación y autoorganización de la ciudadanía de acuerdo a los principios de la democracia participativa. Pero en nuestro ámbito observamos que la participación política y la ciberdemocracia son definidas de acuerdo a los límites jurídicos e institucionales de las formas modernas de ordenamiento político y social ya superadas o, mejor dicho, desbordadas por los procesos de construcción social colectiva. En este punto, participamos de la idea de que es posible, y más que necesario, registrar un cambio de orientación en la teoría y las prácticas sociales tendiente a valorar la importancia del rol que pueden jugar en el espacio público otros actores por la acción y oportunidad que ofrecen las nuevas tecnologías. Pero tras la realización del trabajo de campo tal constatación inicial es, cuando menos, discutible o, por ser precisos, poco evidente o empíricamente constatable si del ámbito municipal o local hablamos. Antes bien, prevalecen los usos y concepciones instrumentales del papel de las NTIC en los procesos de cambio social. No es casual, en este sentido, que experiencias como el branding urbano y el marketing promocional de las ciudades hayan desarrollado con especial intensidad, en los últimos años, el uso aplicado de las nuevas tecnologías de la información en procesos de transformación local con participación de la ciudadanía, para garantizar la confianza y el buen gobierno en la construcción de nuevos espacios públicos a partir del principio de diseño por consenso. Desde el diagnóstico a la planificación estratégica del territorio, el urbanismo de los flujos ha orientado su práctica de intervención pensando en los sujetos y en la creciente circulación de información que hace posible lo que Indovina denomina ciudad difusa. Pero esta nueva lógica tiene lugar en el marco de políticas urbanas que tienden a favorecer una mayor participación privada y un menor control de los poderes públicos en la gestión del espacio territorial en virtud de cuatro directrices básicas:
a) El diseño de estrategias publicitarias y mercadológicas de promoción del territorio para competir por los recursos en los mercados de capitales a escala global.
b) La apropiación corporativa del espacio público y, en consecuencia, la expropiación privada y selectiva de infraestructuras y servicios de comunicación y cultura.
c) La planificación estratégica del territorio con participación de distintos agentes, tanto públicos como privados, a través de procesos de concertación y mediación.
d) La integración de partenariados y equipos de gestión, basados en la colaboración de actores públicos y privados, liberalizando la gestión pública del espacio.
Estas lógicas poco o nada tienen que ver con el derecho a la ciudad, con el libre ejercicio de la ciudadanía y el buen gobierno a partir de formas cooperativas de inclusión y socialización articuladas en torno a los procesos de lucha y apropiación por el código con los nuevos recursos difusos de la galaxia Internet. La demanda de una mayor permeabilidad de la Administración en el uso múltiple y variado de la información y el conocimiento necesarios para el desarrollo comunitario es una promesa incumplida en las experiencias analizadas de gobierno en línea. Pues si las NTIC pueden fortalecer la capacidad de autogobierno de las comunidades locales, superando las diferencias económicas mediante la contribución a la creación de espacio público y dinámicas de participación igualitarias en los planes de desarrollo local, es a condición de que los movimientos sociales y la sociedad civil organizada lideren la lucha por la defensa de los derechos culturales y tengan un papel protagónico en el tejido de las redes de interacción y gobernanza. Seguimos pensando, años después de iniciar nuestro estudio, que solo las redes críticas de acción colectiva pueden desplegar la capacidad necesaria de movilización y extensión de vínculos sociales que precisa el desarrollo endógeno, si de configurar otro espacio público local se trata, como nuevo horizonte cognitivo de democratización con las NTIC.
Cabe reconocer, no obstante, que en los casos analizados, aunque con desigual incidencia, la puesta en marcha de políticas activas de inclusión digital ha hecho posible la apertura de una nueva dinámica social en torno a los telecentros como nuevos equipamientos culturales dispuestos para contribuir a la promoción del desarrollo local. La simple existencia de estas infraestructuras públicas se revela como una oportunidad única para abrir procesos que incentiven los valores y contenidos culturales autóctonos, así como procesos de empoderamiento comunitario de grupos especialmente vulnerables, además de contribuir al desarrollo del turismo, la inversión de capital y la mayor proyección del territorio en la nueva cosmópolis de la comunicación-mundo. Pero, como decimos, el trabajo de campo demuestra que, no solo en la denominación y arquitectura formal de la política y organización de este servicio público, la importancia de estos equipamientos es relativa, variando de modelos integrales de planeación de los telecentros como contenedores que procuran recursos tecnológicos, formativos, culturales, económicos y formas de mediación en la geografía difusa que imponen los acelerados flujos de personas, productos e información de la sociedad global, cada vez más importantes en los planes de desarrollo de los municipios, a simples lugares de consumo normalizado de plataformas y productos típicos de la industria cultural. A priori, más que una ampliación de los servicios de información y documentación procurados por la biblioteca pública, los telecentros constituyen, solo teórica y potencialmente, nodos culturales de apertura de espacio social y dinámicas de desenvolvimiento que sirven como analizadores y vectores motrices del desarrollo local. Y no solo porque podrían mejorar el Índice de Oportunidad Digital aportando a la ciudadanía recursos de información y adquisición de competencias necesarias para el uso inteligente de las nuevas tecnologías, sino sobre todo, especialmente, porque hoy por hoy concentran los esfuerzos de investigación-acción para el cambio social en numerosos municipios. Así, por ejemplo, en las localidaes rurales, el desarrollo de experiencias como la de los Nuevos Centros de Conocimiento de Extremadura están contribuyendo a la educación de adultos y a la recuperación del patrimonio y la cultura común de los pueblos y entes locales más apartadas de los circuitos de información y valorización de capitales, haciendo posible con su mediación la participación y apropiación de las tradiciones y culturas locales en procesos de desarrollo comunitario. Pero al tiempo, como observaremos en las conclusiones finales de este informe, siguen dominando visiones tecnológicas, usos y dinámicas organizativas instrumentales, y formas de integración desarticuladas, poco productivas y nada transformadoras, desde el punto de vista de la lógica de la mediación.
Observamos, bien es cierto, que tanto las formas de vida en común como los modelos de organización y mediación sociocultural están cambiando, ejerciendo las nuevas tecnologías indirectamente una función estratégica en los procesos de desarrollo local. A través de ellas, se están produciendo los nuevos imaginarios urbanos y las nuevas formas de ciudadanía. Las NTIC proporcionan, en efecto, un nuevo sentido de identidad y pertenencia, de participación en una comunidad o lugar de adscripción. Las memorias digitales que circulan en la red dan lugar así a nuevas derivas urbanas y formas originales de ciudadanía con las que es necesario pensar de forma distinta el espacio público y la democracia. En buena medida porque los nodos virtuales son puntos nodales y espacios estratégicos generadores de nuevas dinámicas sociales, tanto como atractores de movilidad y apertura al cambio social de las comunidades en sus procesos de desenvolvimiento, como, por otra parte, en calidad de equipamientos y recursos propios de reconocimiento y organización interna de la comunidad. Pero es revelador que tales formas emergentes de reproducción social no se estén traduciendo en nuevas políticas públicas o, en su caso, en estrategias colectivas y grupales por parte de los actores locales. Quizás por ser este un tiempo interregno, un tiempo-encrucijada de transición entre formas jerarquizadas, informacionales, de representación y nuevas dinámicas comunes de cooperación social, lo aún latente no termina de materializar nuevas formas municipales de desenvolvimiento. Por ello, sigue siendo un reto para la teoría de la comunicación para el desarrollo y los estudios en materia de comunicación y cambio social tratar de entender qué factores intervienen en la inadecuación entre proceso social, innovación tecnológica y apropiación local.
Como nueva frontera del conocimiento comunicológico es necesario, en fin, seguir sistematizando en el trabajo de campo más datos y elementos empíricos sobre el tipo de sociedad y prácticas transformadoras que, en lo local, apuntan las redes telemáticas y desterritorializadas de información y comunicación. Este es el sentido del proyecto en curso del equipo CIBERMOV (Ciberactivismo, Ciudadanía Digital y Nuevos Movimientos Urbanos), financiado por el Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia, Subprograma Estatal de Generación de Conocimiento del Ministerio de Economía y Competitividad (Ref: CSO2016-78386-P). En este, como en otros proyectos anteriores liderados por COMPOLITICAS, las preguntas de partida esbozadas son planteamientos de apertura de una nueva línea de estudios original, que trata de dilucidar cuestiones sustantivas de las nuevas ecologías culturales. A saber: ¿qué modelos de sostenibilidad y desarrollo promueven las complejas dinámicas de intermediación con participación ciudadana?, ¿qué formas y dinámicas de apropiación y uso social de las nuevas tecnologías tienen lugar en los municipios que han planificado el uso público de estos recursos infocomunicacionales en el desarrollo local?, ¿qué inflexiones y cambios se están produciendo en el campo de la comunicación desde el punto de vista de la participación democrática?, ¿cómo se están articulando los procesos de comunicación, desarrollo local y participación ciudadana en la coyuntura de la actual innovación tecnológica de la era digital?, ¿qué desafíos y límites políticos y culturales plantean la introducción de los nuevos soportes mediáticos en el contexto de los planes de desarrollo municipal? y, claro está, ¿qué fracasos y obstáculos limitan el desarrollo potencial de las nuevas redes de cooperación social electrónicas? Tales preguntas están en el origen de CITYM@VE y del motor de la investigación del anterior proyecto de I+D en la pretensión de arrojar luz sobre los factores y elementos de innovación que contribuyen hoy a la planificación de la comunicación para el desarrollo local, a partir del análsis de:
— Las formas de apropiación social, por las comunidades locales, de estos nuevos equipamientos tecnológicos.
— Las estrategias y buenas prácticas de producción y generación de contenidos locales en el ciberespacio.
— Los usos y aplicación productiva de las nuevas tecnologías de la información en procesos de desarrollo comunitario.
— Las tipologías y experiencias creativas de participación ciudadana en el entorno digital.
En virtud del principio constituyente de nuestro objeto de estudio que reconoce la relevancia de la dimensión cultural, o simbólica, como la función vicaria de los útiles comunicativos para la participación local, derivada, como advierte Yúdice, de la transformación de la cultura en un recurso y objeto de reclamo sustitutivo, con frecuencia, de la política y la economía en los procesos de desarrollo territorial, somos de la idea de que la investigación social ha de procurar describir y analizar las formas concretas y materiales de apropiación local de las nuevas tecnologías y su impacto en el desarrollo local. El marco de referencia, o contextual, de partida viene determinado por el hecho de que, si bien en los años sesenta las políticas locales de desarrollo se centraban en la inversión en capital físico y una década más tarde se descubrió la importancia económica de inversión en la gente, hoy las políticas públicas priorizan la inversión en capital social. Esta dimensión de la política de la representación «busca transformar las instituciones no solo mediante la inclusión, sino también a través de las imágenes y discursos generados por estas. De ese modo sitúa las cuestiones relativas a la ciudadanía dentro de los medios de representación, preguntando no quiénes cuentan como ciudadanos, sino de qué manera se les comprende; no cuáles son sus derechos y deberes, sino de qué manera se les comprende; no cuáles son los canales de participación en la toma de decisiones y en la formación de opiniones, sino qué tácticas permiten que se intervenga en esos canales y procesos decisorios en pro de los intereses subordinados» (Yúdice, 2002, pág. 203). Paradójicamente, la individualización de la sociedad posmoderna y el consumo posesivo de información y cultura en nuestro tiempo coincide con la demanda de formas participativas y de compromiso social. El ciudadano de la sociedad-red demanda, además, información de calidad y fácilmente utilizable, al tiempo que reclama para sí el reconocimiento a su derecho a informar, a informarse y ser informado por la Administración Local. «Las administraciones locales tienen que garantizar el acceso de los ciudadanos a la información gestionada por ellos, que los ciudadanos se informen, que los ciudadanos estén informados y que sean informados por iniciativas privadas y públicas. El derecho a la información [en otras palabras] tiene que hacerse realidad en el ámbito local porque es el derecho a la información local lo que hace que se haga eficaz la universalidad del derecho a la información» (López, 2004, pág. 10).
En la materialización de este derecho algunos estudiosos apuntan la constatación de vaciamiento de lo público como consecuencia de la proliferación televisual y la colonización de los mundos de vida por las nuevas tecnologías digitales. Otras interpretaciones apuntan, por el contrario, la relevancia de las nuevas tecnologías en el desarrollo de experiencias de empoderamiento local. De acuerdo con Van Bavel, Punie & Tuami, las nuevas tecnologías aportan nuevas posibilidades y concentran los esfuerzos de creación y asignación de capital social por la capacidad que tienen de movilizar recursos materiales, información y conocimiento. Si el Capital Social, de acuerdo con Putnam, puede ser definido como una de las características de la organización social vinculada a la cooperación en beneficio mutuo, la confianza y participación cívica y las normas de reciprocidad, el problema de la participación con las nuevas tecnologías es, en consecuencia, cómo articular redes, cuando, como es perceptible, son un factor de aculturación y socavan el capital social, pues el tiempo destinado a la interacción mediada tecnológicamente puede empobrecer las relaciones sociales y la cohesión colectiva, limitando como resultado la participación ciudadana. Los portales cívicos demuestran, sin embargo, que las NTIC pueden ser catalizadoras de formas alternativas de cooperación social y acción colectiva, transformando significativamente el capital social como, en palabras de Van Bavel, «capital social interconectado». El grado de interconexión, la extensión y calidad de la redes, el lenguaje de los vínculos es indicativo a este respecto de la calidad y complejidad de la participación. Ya que uno de los problemas de las nuevas tecnologías, tal y como critica Jorg Becker, es precisamente la fragmentación. Esto es, «uno de los temores es que al liberarse las conexiones sociales de las limitaciones del tiempo y espacio, las TIC podrían crear una sociedad dominada por grupos de interés encerrados en sí mismos, lo que daría lugar a la denominada balkanización del interés público (Van Bavel, Punie & Tuami, 2004, pág. 3).
Si bien Internet personaliza, vincula y reconoce los nuevos «agrupamientos sociales», las formas moleculares de enunciación y agenciamiento colectivo, también la red desestructura y desvertebra los proyectos políticos como horizonte vital. «El sistema teledemocrático tendería [así] a vaciar de contenido y, a la larga, a abolir las estructuras y relaciones asociativas y comunitarias de carácter intermedio entre el Estado y el individuo en las que el hombre, en cuanto ser social, se realiza» (Pérez Luño, 2004, pág. 85). Por ello, frente al enfoque de los procesos comunitarios de adaptación de las nuevas tecnologías con participación ciudadana implícito en la noción de Capital Social, es más pertinente definir tales procesos de cambio en términos de innovación o apropiación social. Una de las lecturas más productivas del diagnóstico sistematizado en el estudio de campo sobre la materia, tal y como hemos comprobado, es la importancia de visibilizar los modelos de democracia local a través de Internet, fortaleciendo el capital simbólico en la apropiación de las nuevas tecnologías para la participación ciudadana. Cabe por ello distinguir a este respecto entre Capital Social (lo que Cees Hamelink denomina Capital Informacional) y Cultivo Social (la cultura, y desarrollo de redes ciudadanas articuladas en las comunidades, más allá de las condiciones objetivas o materiales) (Vizer, 2003). Ambos componentes deben ser considerados en la extensión de las nuevas tecnologías para una ciudadanía activa, especialmente el Cultivo Social, por cuanto constituye la trama expresiva de formaciones de sentido en la vida cotidiana que permiten formas organizativas de calidad y complejidad superior, transformando a los actores sociales en agentes activos del cambio del entorno.
Aún reconociendo la relevancia y pertinencia de algunos de los hallazgos de Putnam y otros investigadores sobre el particular, y especialmente su interés para los estudios en comunicación y procesos de cambio social, como los que vivimos con la revolución de las nuevas tecnologías digitales, lo cierto es que el problema de esta concepción de las redes sociales y las formas de gobierno y autoorganización de las comunidades tiende a abstraer y omitir las relaciones estructurales de poder, en especial el contexto político y económico, que orienta y delimita los márgenes de libertad para la toma de partido e intervención de la ciudadanía, abordando desde una lectura propia del paradigma neoclásico de la Economía Política, toda forma de intercambio y asociación en virtud del individualismo metodológico que, a modo de caja negra, preside su análisis de los vínculos sociales. Como bien ha criticado el profesor Navarro, el discurso sobre el Capital Social trata, por principio, de remplazar el análisis del poder entre clases, razas y géneros, y sus consecuencias en términos de políticas públicas, por una lectura economicista e instrumental de las relaciones sociales. Es preciso, en este sentido, pasar de una lectura «capitalizada» de los procesos de cambio que introducen las NTIC a una visión sociocrítica y estructural del proceso intersubjetivo de apropiación social de las nuevas tecnologías que recupere la potencia del habitus y la capacidad creativa de la experiencia de los sujetos y actores sociales. El sentido de la presente publicación es justamente sistematizar conocimiento empírico sobre tal proceso, pasando de la lógica capilar a la lógica de la estructura y procesos creativos de empoderamiento. Partimos para ello de una visión cultural de este fenómeno sobre la economía moral de la multitud inteligente en red.
A partir de Michel de Certeau, entendemos que los procesos de inclusión digital son, sobre todo, procesos de empoderamiento social. Desde este punto de vista, el concepto de «apropiación» está estrechamente vinculado a la vida cotidiana de los sectores populares, a sus guerrillas de comunicación, en las que ponen en juego tácticas de resistencia y subversión. En otras palabras, en todo proceso de apropiación hay un acto popular de transformación del sentido y de la experiencia que va más allá de las formas objetivas y manifiestas de la acción colectiva. La «apropiación social» de las NTIC apunta, en esta dirección, al pleno desarrollo de la capacidad individual y colectiva de interconectar realidades presentes en el nuevo entorno informativo mediatizado tecnológicamente, desde la estructura cognitiva y los propios mundos de vida de los sujetos, que tienden a un uso pragmático y creativo de los nuevos ecosistemas de interacción y transformación cultural en función de su contexto inmediato, en este caso, la vida local de los municipios.
Desde este punto de vista, se puede hablar de diversos niveles de complejidad a la hora de analizar el proceso de apropiación de las NTIC por parte de los actores locales, así como diferentes condiciones de organización: de la información a la deliberación, de los procesos de consulta y dinamización cultural a la elección y decisión vinculante. La complejidad y posibilidades del uso y gestión de los sistemas avanzados plantean, pues, diferentes alternativas para el diseño de un entorno inteligente y abierto de interacción que van más allá de la dimensión instrumental. Así, indicadores como el Índice de Oportunidad Digital establecen criterios de desarrollo de la Sociedad de la Información como la disposición de infraestructura, el uso de las nuevas tecnologías y el potencial desarrollo de las NTIC, en términos de cobertura y posibilidad de acceso de la población. En la misma línea, tanto el Plan Nacional de I+D como el VI Programa Marco de la UE, y hoy el Programa H2020, han explorado el impacto e incidencia de las nuevas tecnologías de la información, centrándose, sobremanera y casi de forma exclusiva, en variables económicas y, puntualmente en pocos casos, en aspectos políticos de la gobernabilidad. Ahora bien, en el estudio de los usos de las nuevas tecnologías, los diagnósticos sobre el desarrollo de la Sociedad de la Información han puesto en evidencia la necesidad de describir algo más que las formas de interacción mediada con los nuevos medios, tratando de explorar las formas de participación de la ciudadanía en el desarrollo e implementación de estos nuevos equipamientos culturales. La Informática Comunitaria (IC) demuestra, en este sentido por ejemplo, la necesidad de desarrollar un enfoque sociotécnico y comunicacional que amplía el campo de visión del acceso a las nuevas tecnologías, a fin de movilizar los recursos locales y gestar iniciativas y alianzas entre la población autóctona en los proyectos de innovación y cambio social impulsados con las nuevas tecnologías. Esta línea de estudios parte del supuesto de que toda iniciativa de difusión de innovaciones tecnológicas, en concreto la telemática, requiere de la participación activa y liderazgo de los sectores a los que va dirigido el proyecto, habilitando así a individuos, colectivos específicos de población y comunidades autóctonas para la apropiación productiva de los recursos de información y conocimiento. «Al abordar la utilización de las tecnologías desde esta perspectiva, se promueve la apropiación colectiva de las TIC para el desarrollo social, económico y cultural de las comunidades. La IC trasciende el acceso como un fin, afirmando la necesidad de que la integración de las TIC tenga un sentido de dirección definido colectivamente por la comunidad. Los proyectos comunitarios que insertan la IC en su quehacer apoyan el desarrollo de capacidades en la comunidad para integrar estas herramientas en su esfuerzo por adelantar su desarrollo colectivo, establecer redes de colaboración con otras comunidades, generar proyectos de comercio electrónico y apoyar las aspiraciones de mejoramiento individual de sus residentes» (Sánchez Lugo, 2007, pág. 3). Se trata, por tanto, de una visión de la comunicación para el desarrollo sistémica y ecológica que parte de una concepción aplicada de la investigación para la autopromoción y gestión autónoma de los procesos de desarrollo de, por, para y desde la población local.
La intervención de las experiencias y estudios sobre la materia priorizan tres líneas de actuación en este sentido:
— Acceso a las redes y sistemas de telecomunicaciones. Las comunidades deben identificar opciones y recursos para generar, desde su propia especificidad, formas creativas de apropiación de las nuevas tecnologías, produciendo la información y conocimiento necesarios sobre los propios recursos y las capacidades para autodeterminar el proceso de desarrollo.
— Formación de competencias comunicativas. El acceso requiere, además, la adquisición de una serie de competencias y acciones de capacitación para garantizar un uso inteligente y productivo de los nuevos recursos culturales puestos en juego. El diseño de planes e iniciativas de formación para la comunicación desde una perspectiva del desarrollo comunitaria, más allá de la mera alfabetización tecnológica, constituye por lo mismo un pilar básico de los planes estratégicos de innovación en la Sociedad del Conocimiento.
— Cooperación para el desarrollo local. Finalmente, la perspectiva ecológica de la Informática Comunitaria plantea un proceso de intervención que promueva el lenguaje de los vínculos, facilitando la cooperación intermodal y polivalente entre diferentes actores, agentes e instituciones del ámbito local con mediación de las nuevas tecnologías, a fin de contribuir positivamente al desarrollo local.
En esta línea, trabajos como los de Heilessen y Siggaard del Institute of Communication Studies de Dinamarca han venido abordando el análisis del diseño de redes de comunicaciones y su impacto en el desarrollo, tratando de sistematizar las dinámicas de los procesos que hacen factible y socialmente productiva la apropiación de innovaciones tecnológicas. En sus estudios sobre comunicación mediada por computadoras, abordan una perspectiva necesariamente interdisciplinaria sobre las redes y modelos de organización para formular una crítica constructivista y generativa, compartida también por la filosofía del presente proyecto, en torno al uso y prácticas productivas de trabajo comunitario con las nuevas tecnologías de la información. Prevalece, sin embargo, en muchos de los programas y marcos lógicos de análisis de la mediación con las tecnologías digitales en procesos de desarrollo, la perspectiva teórica de Putnam sobre el Capital Social (Huysman & Wulf, 2004). Mientras, los estudios críticos sobre cibercultura trabajan sobre la función de acceso y participación de la ciudadanía en la reformulación de las formas orgánicas de democracia, local y globalmente. Esta es la línea de trabajo del profesor Nicholas Jankowski (Jankowski, 2002), Helmer, Tufte (2005) y de Halleck (2002). Desde el año 2001, prestigiosas publicaciones como The Journal of International Communication vienen actualizando el estado del arte en materia de Comunicación Participativa, dedicando especial atención al rol de las nuevas tecnologías en procesos de apertura del espacio público. Congresos como «Participation 2.0: Community Media, Web 2.0 and Participation» (www.civilmedia.eu), celebrado en Salzburgo (Austria), vienen tratando de clarificar las nuevas formas de participación política y de ciudadanía en Europa a partir de los desarrollos e instrumentalización de los nuevos medios. En la misma línea, la Universidad de Toulouse, con la colaboración de la Société Française des Sciences de l´Information et de la Communication (SFSIC), convocó hace un lustro el I Coloquio Internacional «Démocratie participative en Europe» para tratar de discernir el contexto político y social de las nuevas formas de acción colectiva, destacando la mediación social o perspectiva comunicativa como eje de las prácticas ciudadanas creativas. Igualmente, desde el punto de vista de los estudios de comunicación y desarrollo, se observa la creciente preocupación de diversos investigadores por el problema de la sostenibilidad de la Sociedad de la Información (Servaes & Carpentier, 2006).
En nuestro entorno regional, en el ámbito iberoamericano, son numerosas las aportaciones y reflexión en la materia. Tanto la red REDISTIC y el proyecto MISTICA, como los sucesivos encuentros en torno al Foro Comunicación y Ciudadanía, vienen planteando el problema del acceso a las nuevas tecnologías informacionales, a fin de procurar identificar los factores y elementos de referencia para el estudio y desarrollo de esta problemática estratégica de la Sociedad de la Información desde una perspectiva periférica. Grupos de trabajo como el agrupado en torno a la Revista Teknocultura vienen, así por ejemplo, explorando el impacto de las nuevas tecnologías en las formas sociales de mediación cultural y desarrollo comunitario en el marco de la política científica y tecnológica del gobierno de Puerto Rico (UPR). En el seno de la Escuela de Comunicación, investigadoras como la profesora Heidi Figueroa son referencia internacional en materia de cibercultura y prácticas ciudadanas de apropiación social de las nuevas tecnologías. Por otra parte, los estudios en comunicación participativa y desarrollo social tienen acumulado un amplio conocimiento de los procesos de empoderamiento y apropiación de las innovaciones tecnológicas en nuestro ámbito cultural, siendo los autores de la denominada «escuela latinoamericana» de comunicación y desarrollo, referencia internacional obligada en la teoría y estudios aplicados en la materia: desde la radiodifusión y la televisión educativa al desarrollo actual de los telecentros como recursos para afirmar el derecho a la comunicación y la cultura. En esta línea, además de los clásicos trabajos de Luis Ramiro Beltrán, Rosa María Alfaro o Alfonso Gumucio, cabe destacar los trabajos de teoría y trabajo de campo que viene dirigiendo el profesor Gustavo Cimadevilla de la Universidad Nacional de Río Cuarto en Argentina sobre innovación tecnológica, comunicación y cambio social en zonas rurales. Actualmente, el Laboratorio de Comunicación Compleja, dirigido por el prestigioso investigador Jorge González, ha venido desplegando una noción sociotécnica de innovación, vinculado a comunidades y territorios de ampia productividad, como referencia, en la misma línea.
En España, sin embargo, los estudios sobre comunicación participativa, y específicamente la investigación en comunicación para el cambio social con las nuevas tecnologías, es prácticamente inexistente o marginal. Salvo algunos antecedentes como los de Vidal Beneyto en los años setenta, o los encuentros sobre comunicación y movimientos sociales del Departamento de Sociología IV (Caffarel, Bernete & Baca, 1994), son escasos los estudios en comunicación, participación y desarrollo comunitario. Apenas recientemente, el profesor de la Universidad Pública de Navarra, Javier Erro, ha realizado diversos estudios empíricos sobre el uso de la comunicación en ONG en planes y políticas de desarrollo. Y revistas como Cuadernos de Información y Comunicación o la Revista de Occidente han venido publicando monográficos sobre Ciberdemocracia y la revolución digital desde el punto de vista del individuo y el consumo cultural en el ciberespacio (Junio 1998).
El trabajo colectivo coordinado por COMPOLITICAS en la Universidad de Sevilla es una de las escasas referencias en la materia. En el trabajo liderado a lo largo de más de una década, se han venido actualizando diversos informes que tratan de reflejar los retos y perspectivas de futuro (www.cibermov.net). En la misma línea, desde el ciberactivismo, otros autores y colectivos, como CIBERSOMOSAGUAS, han tratado de analizar la función política de las nuevas tecnologías en las luchas contemporáneas de la ciudadanía desde una perspectiva general (López, Roig & Sádaba, 2003). Existen, no obstante, trabajos de campo realizados más allá de la investigación aplicada y evaluativa de diputaciones y organismos autonómicos que pueden ser actualizados en revistas como TEKNOCULTURA y REDES.COM. No viene al caso hacer aquí una exhaustiva y detallada documentación del estado del arte. Simplemente conviene señalar, a efectos de situar la lectura de este trabajo, que el conjunto de estas aportaciones y antecedentes de la investigación sobre nuestro objeto de estudio han servido de marco teórico-metodológico y punto de referencia, sentando las bases del diseño de investigación y los resultados que a continuación se presentan.
Considerando algunas de las conclusiones más relevantes del estado del arte en la materia, y la propia experiencia previa de exploración del objeto de estudio, advertimos al lector que este objeto, como todo análisis de lo social, es un conocimiento incompleto e inacabado, entre otras razones porque las transformaciones revolucionarias que promueve lo digital, con la consiguiente aceleración de la historia y los cambios en curso, exige del investigador asumir la hipótesis de partida de considerar la Sociedad de la Información (o sociedad cognitiva, según la denominación común de la Comisión Europea) un proceso creativo que comprende diferentes esferas o dominios ontológicos de acción, tanto materiales como simbólicas, en tanto que manifestación de las formas de construcción y sentido social. La articulación o agenciamiento de las nuevas tecnologías en la construcción de las propias ecologías de vida, tanto físicas como socioculturales, es determinante en la transformación del capital social necesario para el proceso de desarrollo comunitario como un proceso complejo y tramado a múltiples niveles. Esta lectura hologramática, y si se prefiere socioanalítica, parte de reconocer la centralidad de la mediación social de la cultura digital en la vida cotidiana de la población tanto como en la mediación social, alterando las nociones al uso de la modernidad. Esto es, la implementación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, a nivel local, exige en coherencia replantear los límites territoriales y simbólicos del espacio público, orientado hoy al consumo o uso estandarizado de los recursos culturales y de mediación en el ejercicio de la ciudadanía. En otras palabra, la ciberdemocracia, el uso y apropiación de las nuevas tecnologías en procesos de cambio social exige, desde el punto de vista del propio conocimiento comunicológico, una estructura de código abierto, por lo que han de ser contempladas las identidades múltiples y difusas de lugares y pertenencias, así como la exigencia de mayor permeabilidad de la planificación y desarrollo de los poderes públicos locales.
De acuerdo con esta premisa, y antes de proceder al trabajo de campo, en anteriores estudios exploratorios realizados sobre la materia, constatamos que existe una correlación directa entre el grado de apertura y la mayor o menor diversidad de actores locales participantes en los procesos de apropiación social activa de las NTIC, desde el punto de vista de la efectiva incorporación de estos nuevos medios y equipamientos culturales en proyectos de desarrollo comunitario. Luego, por principio, sostenemos que el limitado alcance del impacto innovador de las nuevas tecnologías de información y comunicación es, en buena medida, atribuible a la ausencia de políticas municipales de integración y desarrollo de redes ciudadanas que faciliten el uso productivo de estos recursos de innovación para el desarrollo local. Del mismo modo que la forma de conocer y mapear el campo de experiencias productivas en este ámbito pasa por corroborar el conocimiento situado en función de criterios de validez y pertinencia coherentes con esta filosofía. De ahí que el estudio que a continuación presentamos, someramente, fuera diseñado pensando en estudiar los factores y procesos de innovación en procesos de desarrollo comunitario, mediante el análisis de las formas concretas de participación, a partir de diferentes experiencias en proyectos específicos de comunicación y desarrollo local procurando, en todo momento, capturar el espesor material y simbólico desde los propios estudios de caso. Esto es:
— Estudiar los usos públicos y colectivos concretos del espacio virtual proyectado por las nuevas tecnologías de la información en las formas de identificación comunitaria, de apropiación social y desarrollo local del territorio.
— Conocer las experiencias de apropiación social de las tecnologías de la información en municipios tanto rurales como urbanos, y las formas sociales de cómo se produce esa apropiación y las diferentes tipologías de procesos participativos que se están originando a partir de dichas prácticas sociales mediadas por las tecnologías de la información.
— Estudiar los usos de las NTIC que desarrollan los telecentros considerando las variables de política pública y contexto regional.
— Analizar las expectativas e imaginario en torno a las tecnologías de la información de los sujetos.
— Relacionar los usos y apropiaciones con los niveles de participación y desarrollo local de los territorios donde se implantan dichos equipamientos.
— Evaluar las prácticas sociales, los procesos de apropiación y advertir las transformaciones originadas.
— Analizar el impacto en el capital social de la comunidad en relación con la calidad de vida y la participación ciudadana, desde el punto de vista del desarrollo endógeno.
— Describir y analizar las experiencias formativas y de alfabetización tecnológica implementadas por las entidades locales en los procesos de implantación de las redes y equipamientos telemáticos.
— Identificar modelos y tipologías de mediación y participación ciudadana con las nuevas tecnologías de la información.
— Describir y analizar, por último, las experiencias de participación con los nuevos medios de organizaciones civiles y movimientos sociales en el uso de la información y el proceso de apropiación de las nuevas tecnologías, en el desarrollo de proyectos de intervención en los municipios objeto de estudio.
En los estudios sobre desarrollo social, el diagnóstico de una comunidad determinada puede ser planteado a partir de la descripción y análisis, según la cantidad y cualidad de los recursos y relaciones que se establecen en su ecosistema determinado. Bien considerando la calidad e intensidad de las relaciones sociales entre sus miembros o, por el contrario, en virtud del acceso a recursos materiales, tales como las tecnologías de la información, podemos ponderar las características y perfiles del modelo de desarrollo. Conforme a la lógica positiva de la investigación en desarrollo social, los analistas tienden a identificar los conjuntos seleccionados en virtud de hipótesis, indicadores y variables que condicionan la dialéctica social. En esta estrategia de conocimiento de la mediación y el desarrollo social, nos interesa desde el tipo de producción económica y el acceso a recursos materiales necesarios hasta las configuraciones sociopolíticas y el imaginario de los actores involucrados en el plan de desarrollo local. Pues nunca, o casi nunca, se toma en cuenta conjuntos de acción, desde las alternativas de elección a las relaciones y vínculos sociales, pasando por el sentido y el horizonte cognitivo de los agentes sociales del desarrollo de forma integrada.
En otras palabras, en investigación social distinguimos tres líneas estratégicas de producción de conocimiento: la elaboración y prueba de hipótesis generales de investigación, basada en la separación formal de sujeto y objeto; el socioanálisis o participación de los miembros de una comunidad determinada en la resolución de problemas, y la búsqueda y producción de información empírica; y, por último, el diseño de dispositivos y acciones para el diagnóstico e implementación de acciones de cambio en los conjuntos sociales. Al versar sobre el problema de la participación, los análisis descritos en el presente trabajo han sido fruto de un diseño pensado para explorar y contrastar hipótesis mediante métodos convencionales, al tiempo que se implementaron diversas metodologías participativas, como el diseño de laboratorios locales, tanto para observar los problemas identificados por los actores sociales en los procesos de acción colectiva, como para identificar las prácticas e iniciativas de implementación de nuevas formas de agenciamiento y gobierno local, devolviendo la información y análisis preliminares a los informantes. Con tal fin, se propusieron tanto análisis de los procesos textuales y las prácticas comunicacionales de las comunidades seleccionadas mediante la observación participante, como dinámicas socioanalíticas centradas en las dimensiones del proceso de constitución de la acción colectiva, tanto desde la dimensión de conformación de estructuras de sentido, como desde el punto de vista de las prácticas concretas y materiales de comunicación para el desarrollo comunitario. Lógicamente, tal planteamiento o enfoque metodológico procuró observar, en el estudio de cada caso o unidad local, el contexto inmediato y mediato (macro) que condiciona las autonomías y las posibilidades mismas en que tiene lugar la glocalización del desarrollo específico de las nuevas tecnologías de la información en el ámbito local.
Metodológicamente, y a efectos del estudio, distinguimos, pues, seis dimensiones o ejes de investigación:
1. La dimensión instrumental, relativa a las técnicas, acciones y dinámicas de producción y transformación de los recursos infocomunicacionales de las comunidades y actores sociales en el proceso de reorganización y desarrollo local.
2. El eje formal de estructuración e institucionalización de las dinámicas de apropiación social de las nuevas tecnologías, ya sea a través de los telecentros o equipamientos culturales que hacen posible la socialización de los recursos de información y comunicación o de las políticas locales o del Tercer Sector.
3. El eje normativo o axiológico, asociado a los mundos de vida y a las prácticas cotidianas, desde lo cultural o simbólico. El estudio trata, en su diseño, de abordar las dinámicas informales de ejercicio de la ciudadanía, capturando la interpretación del sentido de la acción social en las formas espontáneas, creativas e indeterminadas que procuran los desbordes creativos de la comunicación instituyente a través de las nuevas tecnologías.
4. La dimensión espacio-temporal. El entrecruzamiento, tanto histórico como estructural de los procesos de reproducción social, exige una consideración sobre los procesos de apropiación del espacio y de transformación del tiempo en las nuevas relaciones que promueve la cibercultura, a la hora de facilitar la construcción social de lo público y común en el ámbito local.
5. El análisis del cultivo de nuevos habitus intersubjetivos, considerando tanto los procesos instituidos como las dinámicas instituyentes en la generación de nuevas redes y vínculos sociales.
6. Por último, la dimensión cultural e imaginaria relativas a la narración y recreación ritual de formas de identificación mediadas por computadora, que dan congruencia y sentido a los sujetos en la construcción de sus identidades como actores sociales.
Para ello, en el trabajo de campo, hemos tratado de registrar tanto los procesos y formas de acción colectiva con las nuevas tecnologías desplegadas como el análisis de los procesos textuales y las prácticas comunicacionales de las comunidades seleccionadas, mediante la observación participante. El objetivo del diseño metodológico ha sido, por tanto, capturar las diferentes dimensiones del proceso de constitución de la acción colectiva tanto desde la dimensión de conformación de estructuras como desde el punto de vista de las prácticas de comunicación y la formación del sentido de la acción social en el establecimiento de vínculos sociales para el desarrollo comunitario:
1. Inicialmente, el estudio ha sido documentado con una actualización de las bases de datos sobre la realidad local, que comprende los estudios sobre actitudes y valores en torno a las NTIC y los aportes de la base bibliográfica y documental de referencia para la conceptualización e interpretación del contexto inmediato analizado.
2. Esta información secundaria ha sido aplicada para contextualizar el análisis de explotación de datos primarios en trabajo de campo a partir del diseño de la investigación orientado a la obtención de cuatro tipos de información descriptiva, interpretativa, estructural y distributiva, según las técnicas de recolección de datos arriba expuesta.
A efectos de ilustración y contextualización de los datos, así como al objeto de facilitar la lectura del estudio, se plantean a continuación, de forma sucinta, los fundamentos teórico-metodológicos de la investigación aplicada, en la que, según hemos planteado, trata de explorar las nuevas formas de autonomía ciudadana a través de la apropiación de las NTIC en la Administración Local. Se describen para ello las bases conceptuales de partida y los principales fundamentos del diseño de investigación que, acorde con la nueva ecología mediática, fue pensado tratando de acometer el tema objeto de la comunicación y el desarrollo local con participación de las redes y nodos locales participantes en el proyecto CITIZ@MOVE, avanzando líneas de investigación-acción para el trabajo de campo con organizaciones civiles, productores culturales, educadores e instituciones municipales implicadas en el proceso de modernización tecnológica y económica de cada ciudad.
En línea con la filosofía y propuestas de futuro del Programa Ciencia y Sociedad de la Unión Europea, el trabajo que aquí publicamos en su informe final plantea un programa de investigación aplicada en red dirigido a:
— Sistematizar las experiencias, resultados y modelos de participación política y social de la ciudadanía con y en materia de nuevas tecnologías de la información.
— Conocer los usos, obstáculos y factores de incorporación de las NTIC en la vida cotidiana y el espacio público de la ciudad.
— Definir los procesos de apropiación y praxis comunicativa con las herramientas de mediación digital por parte de los ciudadanos.
A partir de este conocimiento, el proyecto trataría de articular tres ejes estratégicos de actuación:
a) La promoción de una nueva cultura del ocio participativa y democrática, favorecedora de sinergias y procesos de configuración del espacio público y la gobernabilidad local.
b) La generación de contenidos electrónicos en la red, bien como resultado de las iniciativas de creación de los grupos sociales involucrados en el proyecto, como en forma de servicios profesionales de apoyo a pequeños empresarios y comerciantes, de cada distrito y unidad barrial, así como forma de difusión de nuevas ofertas de información, comunicación y cultura local.
c) La integración y cooperación con colectivos sociales especialmente marginados del proceso de innovación tecnológica y desarrollo de la nueva economía de la información.
La realización de las actividades relacionadas con estos tres ejes estratégicos de actuación buscaba, en su origen, fundamentalmente:
1. Facilitar el acceso a Internet de la ciudadanía, con especial empeño en el caso de los colectivos más marginados.
2. Dinamizar la cultura local, promocionando las formas de expresión y memoria popular con los nuevos soportes digitales.
3. Contribuir a la integración de la población inmigrante, apoyando su acceso a los medios de interconexión con las redes de pertenencia en sus poblaciones de origen y asentamiento.
4. Organizar nuevas redes ciudadanas y alianzas entre movimientos y plataformas sociales, fortaleciendo el tejido asociativo y el cambio cultural en las formas de relación y organización interna de las organizaciones no gubernamentales con la Administración Local.
El desarrollo del proyecto contemplaría, en esta línea, la participación tanto de los ciudadanos y las organizaciones sociales como de los funcionarios y responsables públicos de la Administración local, a fin de ajustar las medidas pertinentes de acuerdo a la visión de los agentes sociales implicados en el proceso. Para ello, el diagnóstico y estudio exploratorio de las ciudades participantes en el Grupo 3 de CITIZ@MOVE trató de responder a las siguientes cuestiones básicas:
a) ¿En qué medida fomentan los gobiernos municipales la participación ciudadana a través de las nuevas tecnologías de la información?
b) ¿Qué grado de participación tienen los ciudadanos en los sistemas de información y comunicación pública?
c) ¿Qué experiencias y casos de buenas prácticas han desarrollado hasta la fecha?
La sistematización de la información capturada, a propósito de la formulación de estas cuestiones fundamentales, se llevó a cabo a partir de una triangulación de diferentes técnicas de investigación:
— Análisis del discurso de los documentos oficiales de la UE y de las ciudades y actores políticos responsables de las iniciativas de participación y extensión de las nuevas tecnologías de la información a nivel local.
— Entrevistas cualitativas y focus group.
— Cuestionarios sobre prácticas participativas, administrados por los expertos y laboratorios locales.
— Taller de visiones con participación de actores locales (políticos, ciudadanos, grupos o asociaciones de vecinos, medios comunitarios).
— Evaluación heurística experta basada en test de evaluación de páginas web institucionales y portales ciudadanos para comprobar usabilidad, acceso y calidad de los portales municipales mediante un análisis comparado.
— Estudios de caso.
Durante la fase de investigación y diagnóstico de las experiencias locales, el proyecto procuró integrar a las ciudades asociadas y a los diferentes actores, abordando cada experiencia mediante la creación de laboratorios locales conectados en red, así como la integración y documentación del proceso participativo asociado a las NTIC de cada entidad, a fin de dar cuenta en su complejidad integral, desde la diversidad de prácticas de análisis reseñadas, las formas de articulación de las mediaciones sociales en la democracia participativa local. Con este propósito general, el estudio contó, además, con la colaboración de una red de expertos que han llevado a efecto en cada ciudad:
1. La identificación de la infraestructura tecnológica y las experiencias de uso local de las NTIC para el desarrollo de la democracia y la participación ciudadana en cada municipio, indagando sobre las prácticas locales de creatividad social.
2. El análisis de las percepciones, demandas y motivaciones, así como las propuestas de la población local en la planeación participativa de estrategias de acceso y apropiación social de los nuevos medios de interacción.
3. La documentación de las políticas y estrategias de las ONG y de los poderes públicos en el desarrollo local de las NTIC.
4. La sistematización de las experiencias locales de formación en la materia.
El proyecto CITYM@VE procuró como resultado:
1. Identificar la infraestructura tecnológica y el uso real de las nuevas tecnologías informativas en cada administración municipal.
2. Conocer las percepciones, demandas y motivaciones en torno a las nuevas tecnologías informativas y, en general, en torno a la ciberdemocracia.
3. Determinar las propuestas políticas y estrategias de las organizaciones sociales, y diferentes actores colectivos desde el punto de vista de la participación.
Comenzaremos, en primer lugar, con las visiones y perspectivas sociales de ayuntamientos, técnicos y grupos sociales a este respecto. Se exponen a continuación, en este sentido, algunos de los datos y conclusiones más relevantes del conjunto de resultados obtenidos por el presente estudio sobre el contenido y objeto de identificación mencionados.
Por obvias razones operativas y de divulgación y comunicación científica efectiva, se remite al lector al producto final para ampliar y contextualizar la información que, por razones de síntesis, será necesariamente resumida en las siguientes páginas.
Somos conscientes de que, en la agenda política de la sociedad-red, hay numerosas y trascendentales transformaciones que exigen, de parte de la teoría crítica, nuevas herramientas y metodologías, así como la reformulación de las concepciones al uso, más aún a nivel local. Pero, quizás, una constatación evidente en las experiencias de modernización de las ciudades es que es prioritario democratizar la teoría y la praxis de la investigación en comunicación aplicada, y hacer accesibles resultados. El presente libro no tiene otra pretensión que compartir conocimiento cultivado. Desde esta perspectiva, antes que abordar la pertinencia de las políticas locales, antes de revisar las agendas de investigación es importante comenzar a socializar la comunicación de trabajos que, lamentablemente, por inercia de la propia lógica tecnocrática de Bruselas, tiende a ser objeto de archivo, sin apenas circulación. Conscientes, en este sentido, de que, hoy más que nunca, necesitamos una Comunicología que trabaje en las redes ciudadanas para transformar la realidad, generando economía social, conocimiento local, recuperando, en fin, la memoria, desde la praxis sobre diversas realidades que atraviesan la economía política del conocimiento, el desarrollo y la cultura autóctona que media entre las necesidades radicales de la población, esperamos aportar, con este modesto trabajo, algunos elementos para el debate y el proceso de articulación social.
Sevilla, 28 de febrero de 2018