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5. LA AGENDA XXI DE LA COMUNICACIÓN Y LA CIUDAD

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De los datos compilados en trabajo de campo, cabe observar que todos los actores constatan y son conscientes de que la era de la cultura global es, en definición de Manuel Castells, la era de la sociedad-red y el gobierno de las máquinas inteligentes. Tan determinante es el papel de las nuevas tecnologías de la información que, hoy por hoy, puede decirse que constituye el objeto y marco estratégico del que preferentemente tienden a ocuparse las instituciones y políticas públicas, tanto a nivel internacional como a nivel nacional y regional, y así lo indican en sus observaciones. Ahora bien, las Nuevas Tecnologías de la Información (NTIC) que han marcado, en buena medida, los principales debates en los organismos internacionales de regulación (Unesco, OMC, UIT, etc.), a partir del desacuerdo acerca del estatus de la cultura, como bien público o como servicio sujeto a los principios mercantiles y el papel mediador en el marco de desarrollo de la nueva gobernanza global, puede ser considerada, como hemos visto en los discursos de los actores locales, desde distintas matrices de comprensión. Es en este contexto donde cobra carta de naturaleza la centralidad de los estudios sociales, políticos y culturales sobre la cultura digital y, de nuevo, la investigación sobre el papel de la comunicación en la construcción del espacio público y la cultura urbana que hacen posible y necesario los procesos de innovación, creatividad y transformación productiva del trabajo inmaterial asociados a la modernidad de las nuevas ciudades en la era Big Data.

Las complejas mediaciones socioculturales de la actual dinámica del mercado y de las economías de escala, impulsados al calor del proceso de modernización tecnológica, alteran los espacios urbanos, capitalizando y desterritorializando las señas de identidad y el diseño del hábitat, al punto de agudizar las contradicciones entre innovación científico-técnica y cultura pública, especialmente en regiones vulnerables y periféricas del Sur de Europa como España, Grecia o Italia, donde se aplicó el estudio objeto del presente volumen. Analizar y debatir los usos y proyección social de las NTIC, y de la Comunicación en general, desde el punto de vista del desarrollo del territorio, constituye, en este sentido, una tarea prioritaria a la hora de repensar qué significa hoy ser ciudadano, en qué consiste hoy ser sujeto de derechos o, de otra forma, en qué ha de consistir y diferenciarse la denominada ciudadanía digital a la hora de ejercer el derecho a la ciudad de las nuevas polis del siglo XXI, paulatinamente inmersas en nuevas dinámicas propias de la era de la tecnopolítica y la hipermediación.

Hoy por hoy, en fin, la Agenda 21, y el horizonte cognitivo de pensamiento y reflexión en Ciencias Sociales y Humanas viene determinado por la necesidad de repensar la cultura y lo social con relación a la tecnología, perfilando una nueva mirada necesaria en el actual horizonte histórico de progreso, identificando la multitud de problemas prácticos y científicos que las NTIC introducen en la nueva modernidad líquida para, de este modo, contribuir en lo posible a perfilar, desde un renovado compromiso epistemológico y una nueva agenda de investigación, la nueva sociedad emergente que se vislumbra en la cibercultura de los nativos digitales. Las visiones y escenarios de futuro que visualizan los actores locales aportan, en este primer abordaje, elementos e ideas para la reflexión de gran valor y actualidad, considerando que son más bien escasos y dispersos los estudios producidos en nuestro entorno, especialmente desde un enfoque crítico que aborde el uso y apropiación de las redes digitales, su impacto en procesos de empoderamiento y política pública.

Las herramientas y posibilidades insuficientemente exploradas de gobernabilidad, potenciación y desarrollo cultural y socioeconómico descentralizado, así como las estrategias alternativas de construcción solidaria de una nueva producción de espacio público local proyectan, en los laboratorios locales analizados, nuevos modelos de urbanidad que han de ser definidos conceptualmente desde la religancia de los lugares y los contextos de pertenencia, problematizando, desde la lógica de la mediación, los estudios urbanos, pues las nuevas tecnologías definen en nuestro tiempo nuevas condiciones de sociabilidad de la ciudadanía. La constatación de esta idea apunta la pertinencia y necesidad de repensar lo urbano como un problema fundamentalmente de comunicación y cultura. Algunos actores, en especial ciudadanos y entidades de la sociedad civil, abundan en esta idea. Pensar hoy el desarrollo y gobernanza local, considerando la función mediadora de las nuevas tecnologías en la planeación de ciudades creativas, significa, en coherencia, pasar del plano físico al universo simbólico como eje de referencia en las políticas públicas de modernización del territorio, si bien los actores institucionales no parecen, inicialmente, predispuestos a este tipo de visión o lectura praxiológica.

Desde este punto de vista, si cabe más pertinente a tenor del diagnóstico DAFO, la ciudad, como sistema de comunicación, debe ser concebida como constitutivamente un espacio de aprendizaje. Hoy más que nunca, con la emergencia y socialización del ciberespacio, su geografía y lógica de organización se nos muestra variable e inextricable, como un bosque interminable de variantes, arbustos y espacios de vida natural y ecosistémicamente tramado por la densidad de vínculos y redes sociales que apunta en dirección a una lectura de lo público compleja en términos de ecologías culturales o de vida.

Lo local siempre ha sido un espacio diversificado, multicultural, un espacio objeto de continua reinvención de la identidad, pero hoy las nuevas tecnologías han acentuado estas propiedades, sometiendo al gobierno local a una transformación y reposicionamiento sin precedentes desde la constitución del Estado moderno. Un reclamo derivado de esta nueva y paradójica situación es la necesidad de abrir los poderes públicos a la interlocución, tal y como hemos visto en los discursos sistematizados. Todas y cada una de estas condiciones institucionales son hoy exigidas por los ciudadanos para la articulación de nuevos procesos de mediación en la vida pública local. Desde este punto de vista, el gobierno en línea representa un componente explícito de reforma y modernización que exige de la Administración Local, en especial de las autoridades locales, políticas públicas que mejoren y garanticen la competitividad, la eficiencia y calidad de los servicios públicos, y el concurso y participación de los ciudadanos. Más aún, la democracia local en línea presupone procesos de hibridación y sinergias sociales de participación basados en la tolerancia, la diversidad y el disenso en la esfera pública que tienden a la transformación estructural y a la innovación en los procedimientos y las culturas de gestión. No se trata solo de la posibilidad de las elecciones en línea o el voto a distancia; menos aún de la extensión virtual de políticas y procedimientos habituales como la firma electrónica, el pago de impuestos municipales por Internet, o la creación de espacios interactivos de uso ciudadano. La reinvención del gobierno a partir del uso de las NTIC exige, más bien, la reingeniería de procesos de eficiencia y productividad de la Administración Pública Local, facilitando los flujos de información y las transacciones, descentralizando los sistemas de control y capital simbólico, garantizando, en fin, la voluntad de interpelación y cogestión ciudadanas.

Ahora bien, la comunicación es concebida, normalmente, como una función básicamente reguladora, en los procesos de planeación y modernización del territorio. Esto es, el modelo de marketing urbano (al igual que las teorías de Richard Florida sobre el capital y talento como indicador de progreso) utiliza la comunicación desde una lógica instrumental y accesoria, por razones de eficiencia y economía de señales, según criterios metodológicos, y de filosofía social, característicos de un pensamiento funcional coherente con los principios de la teoría de difusión de innovaciones. Ciertamente, el entorno ha cambiado, y ya no hablamos de extensión tecnológica, sino de marketing urbano, de capital social y de industrias creativas y de talento o capital cultural de una ciudad, pero la lógica, en lo esencial, sigue siendo la misma.

La cuestión es pensar qué posibilidad de construcción de autonomía y proyección permiten los procesos de innovación tecnológica urbanos. Específicamente, qué objetivos y modelos de urbanidad son de interés público y cómo se están materializando los modelos de desarrollo de las llamadas Ciudades Digitales. Pues tal cuestionamiento da cuenta de la necesidad y pertinencia de una reflexión sobre el sentido final que justifica los modelos modernizadores de ciudad y, por ende, de las formas de ciudadanía que mediatizan las NTIC, aspectos que habitualmente quedan al margen de la metodología y praxis del marketing urbano. Los planes generales de reordenación urbana, como mucho, testan las formas de privatización del espacio público, basadas en una férrea división del trabajo entre quienes diseñan y proyectan los nuevos imaginarios urbanos y el conjunto de la ciudadanía, convertida en figurante y consumidor del espectáculo creativo de la nueva marca-ciudad.

Conviene por ello comenzar a pensar la lógica de la comunicación, la ciudad y la ciudadanía desde otros parámetros distintos al paradigma o enfoque distributivo y eficientista, definiendo una agenda y líneas de desarrollo de investigación e intervención social basadas en el lenguaje de los vínculos y en la reivindicación de lo procomún.

El reto de producción de la diversidad cultural implícito en la Agenda 21 de la Cultura, constituye hoy un eje central en el ámbito de las políticas de desarrollo de las ciudades, por ser el ámbito de proximidad el que permite cumplir este principio de reconocimiento de la diferencia. Ahora bien, aun reconociendo el papel estratégico que pueden desempeñar los municipios en esta labor, tal política pública plantea retos de articulación intergubernamentales, político-administrativos y socioculturales que requieren nuevas perspectivas y enfoques de investigación, si bien, por cierto, ni siquiera fueron considerados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas «los aspectos o factores comunicacionales», al excluirse por principio la dimensión inmaterial, la cultura del desarrollo, como un componente estructurante central en los procesos de cambio por venir. A nuestro juicio, la conexión entre los aspectos culturales y comunicativos, los tecnológicos y económicos, y los político-informativos apunta la pertinencia de una comprensión global de la interrelación existente entre los diferentes niveles de acción y, a efectos del análisis, adecuada al campo de las transformaciones socioculturales que estamos experimentando. Desde este punto de vista, hablar de creatividad, de cuencas de cooperación, de clusters de comunicación y cultura en políticas locales, remite a una mirada transversal sobre las complejas interconexiones de espacios en los territorios y nuevas formas de cultura urbana de la modernidad líquida en los que las NTIC son un elemento más, integrado, como proponían algunas ciudades a la hora de repensar la participación ciudadana incluyente. Por exigencias de limitación editorial, no vamos a poder dar cuenta en detalle de los procesos de autonomía y apropiación social de la cultura digital en la promoción comunitaria, y el desarrollo endógeno urbano de las reconocidas como ciudades ejemplares por sus buenas prácticas en el estudio que aquí presentamos. Dejaremos para otras publicaciones esta tarea. Conviene ahora al menos reseñar que, implícitos en los discursos de los actores locales, cabe reconocer que existen formas autónomas, si bien marginales, de articulación social en las ciudades en torno a los nuevos canales y dispositivos tecnológicos en la era de las redes sociales. Por ello, hoy más que nunca resulta necesario aportar nuevo conocimiento científico, como venimos proponiendo en nuestro I+D sobre Ciberactivismo, Ciudadanía Digital y Nuevos Movimientos Urbanos (www.cibermov.net), al ocuparse de un objeto material de estudio que, por principio, a decir de Peter Burke, exige de la investigación social una mayor atención a las fronteras y espacios de creatividad de las comunidades y pequeños grupos, analizando sus estrategias de innovación y adaptación creativa, en el límite de las complejas relaciones entre sociedad y cultura, estructura y cambio social, agenciamiento y determinación histórica, infraestructura material y trabajo autónomo y creativo. En juego está, en suma, el Derecho a la Ciudad, la relación estructurante entre Cultura Urbana, Territorio e Identidad. Es por ello que conviene, como advertíamos al lector en la introducción:

1. Analizar los problemas informativos, culturales e institucionales en la integración cultural y económica de los espacios locales desde el punto de vista de la cultura digital.

2. Conocer las iniciativas y programas municipales en materia de comunicación y cultura, así como las tendencias y potencialidades en la incorporación al mercado internacional de nuevos servicios culturales.

3. Observar qué principios guían las políticas públicas en el ámbito de la cultura y cuáles son las consecuencias de su puesta en práctica, y su función en la promoción de los derechos sociales y culturales de la ciudadanía, desde el punto de vista de la apropiación del espacio urbano.

4. Abordar el proceso de producción, promoción y transmisión de productos culturales que marcan la evolución del proceso de convergencia que atraviesa a las industrias culturales en la planeación del desarrollo urbano.

5. Estudiar los retos de la democracia y la participación ciudadana en la apropiación de las nuevas tecnologías y bienes culturales, desde una perspectiva de la inclusión social y la defensa del interés público para la democracia local.

6. Analizar e interrelacionar las experiencias culturales de arte público que se realicen en el ámbito local y urbano a la hora de impulsar nuevas formas de actividad lúdicas que interrelacionen barrios periféricos y centrales; actividades artísticas de reflexión sobre lo urbano; actividades participativas en relación con colectivos en riesgo de exclusión.

7. Estudiar y proponer buenas prácticas ciudadanas: democracia participativa, presupuestos participativos, políticas públicas de intervención social y comunitaria en el ejercicio del derecho a la ciudad.

8. Interconectar las experiencias ciudadanas entre sí y las instituciones formales para favorecer el conocimiento mutuo y propiciar actividades interactivas entre todas ellas, constituyendo Redes Sociales Interurbanas que permitan un conocimiento integral y una articulación de sus prácticas alrededor de los valores y principios de los Derechos Sociales.

Hablamos, en fin, de repensar la interfaz y las encrucijadas espaciotemporales de la mediación social en la construcción de las nuevas formas de ciudadanía entre:

— Cultura Urbana e Industrias Creativas.

— Gestión Local de la Información y Formación de Agentes Culturales.

— Innovación Tecnológica y Desarrollo Local.

— Economía de la Comunicación y Culturas Locales.

— Subculturas juveniles y regeneración urbana.

— Movilidad Urbana y Nuevas Tecnologías de la Información.

— Economía Social de la Comunicación y Desarrollo Local.

— Patrimonio inmaterial y Cultura Digital.

En definitiva, la investigación social debe procurar repensar y definir las formas de articulación del pensamiento y estudios urbanos sobre la mediación, a partir del conocimiento crítico-reflexivo de los diversos problemas históricos, tecnológicos, cognitivos, ideológicos y culturales de los nuevos medios y mediaciones que tienen lugar en el actual proceso de globalización, y configuración de la ciudad en el marco de análisis de los problemas relativos a la Ciudadanía, la Tecnología y la Cultura: ¿qué sociedades y formas de agrupamiento local emergen de las redes telemáticas y desterritorializadas de información y comunicación? ¿Qué modelos de sostenibilidad y desarrollo endógeno promueven las complejas dinámicas de intermediación del proyecto gubernamental de ciudades creativas? ¿Cómo son las formas y dinámicas de apropiación y uso social de las nuevas tecnologías que tienen lugar en los municipios que han planificado el uso público de estos recursos en el desarrollo local? ¿Qué inflexiones y cambios se están produciendo en las ciudades, y diversas regiones geopolíticas, desde el punto de vista de la cultura urbana y la apropiación de los ecosistemas digitales? ¿Qué desafíos y límites políticos y culturales plantean las TIC en el contexto de los planes de desarrollo municipal? ¿Qué metodologías y criterios de evaluación son pertinentes para integrar los procesos de transformación cultural de las poblaciones locales? ¿Las políticas públicas en materia de Sociedad de la Información progresan en la dirección que apuntan los objetivos de democratización de la cultura digital? ¿Cómo es definida y practicada realmente la ciberdemocracia? ¿Las ciudades creativas están implementando metodologías y estrategias de evaluación adecuadas a la nueva cultura urbana y el ecosistema informativo? ¿Qué indicadores y modelos de referencia en la evaluación son idóneos para producir la mudanza sistémica de las ecologías de vida en las nuevas ciudades?

En otras palabras, qué indicadores, variables y tipos de procesos inciden hoy en la apertura de dinámicas de desenvolvimiento local, cómo tienen lugar estas dinámicas y qué factores inciden de forma determinante en la mayor o menor efectividad de estas políticas son cuestiones, a nuestro entender, prioritarias en la política científica contemporánea para entender el impacto y alcance de la nueva semiosfera de la cultura. En este primer capítulo de abordaje hemos efectuado una primera aproximación en la que queda en evidencia las contradicciones, falencias, límites y posibilidades de la propia noción de Smart Cities y otros neologismos al uso cuando exploramos, sobre terreno, las dudas, imaginarios y discursos reales y concretos de los actores locales. Vamos, a continuación, a avanzar algunas consideraciones sobre las políticas públicas y el mapa urbano de los territorios analizados, para seguir incidiendo en algunas respuestas a las preguntas iniciales que formulamos en la introducción.

Ciudadanía digital y desarrollo local

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