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JUICIO A LA PRISIÓN. UNA EVALUACIÓN CRÍTICA (23)
ОглавлениеThomas Mathiesen dejó marcado en forma definitiva el pensamiento criminológico crítico cuando en 1974 los Scandinavian Studies in Criminology publicaron, en inglés, el volumen IV de la serie llamado Las políticas de la abolición. Allí se trasladaron muchas de las luchas y propuestas tácticas y estratégicas de los movimientos de apoyo a presos que él mismo integraba (en concreto, el KROM) y se dictaron los postulados para la abolición de la prisión y, gradualmente, aspirar a abolir toda pretensión punitiva.
Es por ello que se considera a Mathiesen el “estratega” del abolicionismo: estrategia que, como él mismo decía, está basada en la idea de lo “inacabado”. A partir de ese momento Mathiesen logra resolver la difícil situación en la que se encontraban los críticos al sistema penal, que peligrosamente podían caer en un inmovilismo temeroso de que cualquier reforma fuera cooptada por la legitimación del sistema que en definitiva se pretende abolir. De allí en adelante deja en claro que los críticos tienen una necesidad de comprometerse en la reforma, deja en claro que el cambio total no es incompatible con mejoras. Claro que ya entonces hablaba de mejoras o reformas “negativas”, que son las que reducen la capacidad del sistema carcelario, las que reducen sus características más represivas o violatorias de derechos humanos, las que llevan a abolir parcelas de la represión como si de un salchichón se tratara (sin olvidarnos de que el objetivo final es acabar con todo el salchichón). Pero es que, además, la tarea reformista será siempre “inacabada”, pues ni siquiera con la abolición de las cárceles se limita esta búsqueda de libertad, igualdad y fraternidad para organizaciones sociales no violentas ni totalitarias (el salchichón parece no tener fin).
Unos cuantos años después, enfrentándose con el aumento desmesurado de la punitividad estatal del último cuarto del siglo XX, Mathiesen quiere que dejen de tomarse a sus ideas como una mera página de la historia de la criminología (aunque sea una muy importante) y vuelve a insistir con ellas, que tienen incluso más actualidad que antes. También son inmensamente importantes en la parte del mundo que puede leer en castellano, y por ello se ha de celebrar la traducción de la obra hecha el año pasado en la Argentina (el único, pero no poco importante, reproche que debe formulársele al editor, presentador o traductora es el olvido del apartado bibliográfico). El libro Juicio a la prisión fue publicado en noruego en 1987, y luego traducido al menos a siete idiomas.
Comienza el libro con explicaciones sociológicas de la nueva etapa de la cárcel y de su ampliación, para luego centrarse en los distintos argumentos justificadores del castigo en general y de la cárcel en concreto. Confronta entonces a esas teorías con pruebas empíricas y con teorías filosóficas y jurídicas, para acabar por demostrar la ineficacia y falsedad de las llamadas teorías de la rehabilitación, de la prevención general, de la inhabilitación o disuasión especial y finalmente de la “justicia” o retribución. Al hacerlo discute con los teorizadores clásicos y con los nuevos defensores de la expansión de la cárcel, por lo que brinda un panorama interesante de las ideas que utiliza el pensamiento punitivo, sobre todo del universo anglosajón. Como se toma en serio los argumentos, concluye que ninguno de ellos es válido. Que a la luz de ninguno de ellos es “defendible” la prisión. Que ninguno pasa honestamente la prueba del algodón.
Es por ello que en el último capítulo “El futuro del encarcelamiento” y en el extenso “Apéndice”, que introduce para la edición en castellano y para la segunda edición en inglés del año 2000, se encarga de brindar herramientas teóricas –estratégicas– para oponerse a la cultura punitiva y, en lo inmediato, a la expansión de la prisión.
Al responderse preguntas como ¿Qué se debe hacer? ¿Desde dónde? ¿De qué fuentes del saber? y ¿Mediante qué pasos? propone recetas para detener inmediatamente el aumento ya visible de la población que vive en instituciones penales. El objetivo más inmediato que se propone es el de detener la construcción de cárceles, para lo que propone una “moratoria”, como objetivo posible de ser llevado adelante por los gobiernos y detener esa construcción, la masificación de las prisiones y evitar así el posible holocausto al que se dirigen las sociedades occidentales.
La edición en castellano cuenta con un interesante prólogo de Raúl Zaffaroni que, a más de brindar argumentos propios de las sociedades latinoamericanas para enfrentar el discurso patibulario y la política punitiva, culmina por señalar la posibilidad de los que menos tienen de acceder al poder por medio del saber si es que pueden, saben y quieren usar lo único que tienen más que los que más tienen: el tiempo. Claro que ello solo será posible si la forma económica y la forma política que nos dominan no se ocupan de robar ese tiempo mediante la institución que paradigmáticamente ha creado para ello, y que en el “juicio” que hace Mathiesen resulta inapelablemente condenada.
23- Juicio a la Prisión. Una evaluación crítica, Thomas Mathiesen, Buenos Aires, Ediar, 2003 (traducción de Amanda Zamuner y revisión de Mario Coriolano. Prólogo de Raúl Zaffaroni). Comentario publicado en en la revista Delito y Sociedad, Buenos Aires/Santa Fe, Universidad de Buenos Aires y Universidad del Litoral, nº 21, 2005.