Читать книгу Cartas que no llegan a su destinatario - Gabriela Cantú Westendarp - Страница 8

III

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Hicimos crecer los muros, blindamos las ventanas,

reforzamos el cielo de tu habitación.

Te construimos un escudo.

De cualquier manera,

tu cuerpo te traiciona y vas desmontando.

Yaces sobre la cama de sábanas blancas, aquellas que mamá

[dispuso para esto,

sábanas blancas ensayando su papel de mortaja.

Me recibes con un balbuceo.

No puedes engarzar las palabras para formar las frases,

pero siento una caricia que emana de tu cuerpo pequeño como

[el de un niño,

tu cuerpo que va desmontando.

Una extrañeza domina la atmósfera de tu casa,

esa casa que alguna vez fue de todos.

Quieres decirnos algo, tratamos de leer la confusión,

de entender la falta de claridad entre tu vigilia y tu sueño.

Nos sentimos desorientados,

los instrumentos fallan y el lienzo se dibuja en negro.

¿Está al mando tu mente o tu cuerpo?

Con lenguaje de señas y a quejidos pides que te acuesten cuando

estás recostado,

luego exiges que te sienten a pesar de que estás sentado.

La escena es perversa.

Pides agua con una voz que no reconozco y te molestas: no es agua.

Más adelante dirás que esta no es tu casa, ni tus muros, ni tus muebles.

Cartas que no llegan a su destinatario

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