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3 Algunas claves en los acuerdos y colaboraciones con empresas

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Jaume Ruiz Pol

Senior Consultant. Genesis Biomed

Josep Lluís Falcó

Managing partner and CEO. Genesis Biomed

Toda innovación que se genera en un centro de investigación sanitaria u hospital públicos tiene como objetivo primario poder alcanzar el mercado, es decir, que cada uno de los potenciales usuarios, ya sea médico, paciente o la sociedad en general pueda llegar a ser el usuario final, tanto como paciente o como cliente (organismo público, privado o profesional sanitario). Esa es la principal meta profesional, e incluso personal, de cualquier investigador o sanitario que la haya generado o formado parte del desarrollo de la misma.

El camino de la innovación, independientemente del sector, institución o empresa, es una larga travesía que debe de realizarse en equipo, por un motivo muy simple: se necesita disponer de un equipo multidisciplinar, preparado, comprometido y consciente de que cada persona juega un papel clave en alcanzar los objetivos del proyecto, así como toda la documentación de soporte necesaria, como son los estudios de viabilidad del proyecto, propiedad industrial o intelectual, estudios de mercado, planes regulatorios, desarrollo de negocio, acuerdos de colaboración, licencias, aspectos legales, etc. Por ello, puede llegar a ser muy complicado alcanzar dicha meta de manera individual o con un equipo no competitivo.

Actualmente, cada uno de los nodos que componen la Plataforma ITEMAS disponen de las denominadas “Unidades de Innovación”, también conocidas como “oficinas de transferencia”, auténticas piezas clave del sistema de innovación, puesto que son las encargadas de actuar como antenas de las ideas que se generan dentro de sus ámbitos de competencia, ya sea su propio centro de investigación o en su hospital correspondiente.

Estas oficinas de transferencia de los resultados de la investigación (OTRI) o Unidades de Apoyo a la Innovación (UAI) son las responsables de atender, estudiar, asesorar y acompañar al personal investigador durante todo el proceso descrito, desde que éstos llaman a la puerta de dichas Unidades hasta que dicha innovación alcanza su meta final, el mercado. Tarea nada fácil y que requiere de profesionalidad, buenos conocimientos del proyecto y del sector, tanto desde el punto de vista científico-tecnológico como de desarrollo de negocio. Además, es muy importante disponer de una visión estratégica, así como de otras características de tipo emocional, como la empatía y la capacidad de negociación, para lograr los objetivos del proyecto.

Todo este largo camino finaliza cuando, después de varias etapas por las que atraviesa el proyecto, nuestro producto alcanza el mercado nacional e internacional, a través de una licencia a una empresa del sector o la creación de una spin off que nace del propio centro de investigación u hospital, o la implementación de la solución tecnológica en los propios hospitales. De esta manera, se facilita el acceso a grandes empresas y a acuerdos de transferencia más beneficiosos, generando así riqueza en el territorio.

Es de reseñar que la creación de empresas de base tecnológica es el motor que acelera la llegada de innovaciones al mercado, la atracción de inversiones privadas y la industrialización del país. Es en este hito donde acaba la implicación de la OTRI en el proyecto, y la cultura de la innovación sigue su camino gestionando otras nuevas innovaciones e impregnando el entorno de los centros de investigación y hospitales de estos ejemplos de éxito conseguidos por sus propios investigadores. La semilla de la innovación ha empezado a generar sus propios frutos.

Cabe destacar que este largo camino de la idea hasta alcanzar el mercado depende, en la gran mayoría de ocasiones, de la obtención de ayudas económicas, puesto que se producen costes de escalado, prototipado, pago de solicitud de patentes, validación in vitro o in vivo, estudios de mercado, estudios de freedom-to-operate (FTO), desarrollo de software, etc. que necesitan ser costeados y llevados a cabo para conseguir la oportuna valorización del proyecto, para así ir avanzando paulatinamente a través de sus correspondientes etapas de desarrollo.

Para todo ello, las oficinas de transferencia deben disponer de un profundo conocimiento de cómo obtener fondos o recursos para poder desarrollar estas ideas y acortar al máximo el tiempo de valorización del producto y, por tanto, los tiempos de llegada a mercado.

Es altamente recomendable que cada institución disponga de una cartera de potenciales socios estratégicos, identificados por sus intereses en determinados campos de la ciencia y hacia el área de negocio que desarrollan. Por este motivo es clave disponer de una red de empresas, sociedades científicas, hospitales, fundaciones sanitarias e inversores privados, entre otros, con los que se establezcan alianzas que puedan fomentar, en un futuro, los procesos de valoración y, por ello, de transferencia a mercado. Estas actividades de colaboración conjunta pueden abarcar diferentes tipologías de acuerdos, codesarrollos, colaboraciones, etc. que permitan trabajar conjuntamente para alcanzar con éxito el objetivo antes indicado. En otros casos, y principalmente con empresas del sector, estos acuerdos y colaboraciones pueden llegar a convertirse en las denominadas “alianzas estratégicas”, y que jugarán un papel clave en las etapas de valorización del portafolio de proyectos de nuestra institución.

Existen diferentes modalidades de acuerdos, alianzas y colaboraciones con las empresas y agentes del ecosistema biotecnológico y health, entre los que destacan los siguientes:

– Acuerdos-marco de colaboración, en donde los centros de investigación u hospitalarios establecen una primera toma de contacto con empresas para valorar futuras colaboraciones más específicas en la generación de nuevos productos y tecnologías. Suelen ser acuerdos no tan concisos en su descripción de actividades, pero que son necesarios para fomentar inicialmente la confianza mutua entre los actores implicados.

– Acuerdos de colaboración con empresas del sector (farmacéuticas, dispositivos médicos, etc.) para desarrollar conjuntamente pruebas de concepto, ensayos preclínicos o clínicos, etc. necesarios para la rápida transferencia a mercado. Son acuerdos mucho más específicos en cuanto a la descripción de las actividades que se describen. Las empresas también necesitan disponer de centros de investigación para desarrollar cierto tipo de proyectos y, más concretamente, en algunas fases preliminares de su desarrollo. Cabe recordar que muchos estudios preclínicos, así como las validaciones clínicas de sus proyectos requieren de la participación de hospitales para poder llevar a cabo los estudios necesarios en voluntarios y en pacientes. Por ello, estos acuerdos suelen ser de alto valor estratégico para todas las partes implicadas.

En la mayoría de las ocasiones, esos acuerdos de colaboración, con el tiempo, pueden llegar a transformarse en alianzas estratégicas de alto valor añadido.

– En algunos casos, se llega a acuerdos de co-desarrollo, en donde se regulan las actividades de I+D+i entre entidades, en donde generalmente una de las partes es de ámbito privado, y en donde cada una de ellas aporta su experiencia y recursos, ya sean humanos, tecnológicos o económicos, incluso con diferentes capacidades, pero complementarias, para llegar a buen fin un proyecto de interés común.

Este tipo de acuerdos son indispensables, en la mayoría de los casos, para poder salir del conocido “valle de la muerte” en que puede encontrarse un proyecto, puesto que el centro público puede no disponer de los recursos necesarios para avanzar en la valorización. Principalmente, el aporte de capital externo por parte de una empresa a un centro de investigación público permite seguir con el desarrollo del proyecto o, en otros casos, dicha empresa o centro tecnológico privado ofrece su colaboración en desarrollar formulaciones, medical devices, in vitro diagnostics, etc, bajo un paraguas de win-win.

Es de señalar que debe de prestarse una atención principal a la redacción del acuerdo el cual, entre otros aspectos, ha de contener la memoria técnica, la gestión de la propiedad industrial e intelectual y explotación comercial de los resultados obtenidos, la aportación de cada parte y el retorno económico.

Muchos acuerdos de co-desarrollo no han llegado a buen puerto, ya fuera por la falta de resultados, la equivocación en elegir al partner más adecuado, las expectativas depositadas en la colaboración o por un incumplimiento en los plazos. Debe de tenerse en cuenta que los valores acordados relacionados con el retorno económico o explotación comercial han de estar en consonancia con la aportación de cada entidad al proyecto. Este es el punto en donde, a menudo, existen más discrepancias a la hora del redactado, además del consenso de la cotitularidad, puesto que en muchas ocasiones conlleva a no fáciles negociaciones.

– Material Transfer Agreement (MTA): acuerdos que rigen la transferencia de materiales con fines de investigación, tanto a nivel nacional como internacional, entre dos o más organizaciones. Son acuerdos muy populares entre centros de investigación y, por ello, debe de prestarse atención especial al alcance del uso del material cedido, sus fines científicos y la propiedad industrial e intelectual que pudiera generarse tras la obtención de resultados. Este último punto es de vital importancia en cualquier MTA, y es la causa de mayor desencuentro a futuros en los centros de investigación, puesto que en ocasiones no se le otorga la importancia que tiene y, con no poca frecuencia, con las muestras cedidas de obtienen resultados experimentales de alto valor científico, en ocasiones patentables. En este caso, la gestión de la propiedad de estos resultados ha de quedar muy bien reflejada en dicho documento. Existen entidades con una política muy férrea que, en ocasiones, es innegociable. No por ello, debemos de dejar de defender nuestros propios intereses.

– Contratos de prestación de servicios: cada vez más son más frecuentes este tipo de contratos, los cuales no generan relación laboral ni prestaciones sociales. En ellos, un investigador, médico, grupo de investigación o institución, se compromete a prestar un servicio científico (ya sea un experimento, formación específica, consultoría, know how, ensayo clínico, etc.) a cambio de una contraprestación económica. La ejecución de dichos contratos aporta una muy necesaria fuente de ingresos, tanto para el grupo de investigación como para la institución (overheads) y, en la mayoría de los casos, se utiliza para seguir avanzando en las líneas de investigación propias, adquiriendo material o contratando nuevo personal de apoyo. Por ello, este tipo de acuerdo debe de potenciarse desde la propia institución, como un eje estratégico más para poder alcanzar un alto grado de suficiencia económica, tanto para el grupo de investigación como para la gestión del instituto.

Además, y en el caso de ensayos clínicos, una parte de los beneficios recaen también en el hospital vinculado, puesto que es el lugar donde se realizará el servicio. Existen instituciones en donde la búsqueda de empresas y laboratorios para que efectúen los ensayos clínicos de sus propios proyectos de investigación se ha profesionalizado para así disponer de un elevado número de clientes y un alto grado de conocimiento de sus necesidades por especialidades o áreas terapéuticas. Todo ello implica un mayor ingreso de dinero, tanto para el hospital, como para sus investigadores, como para el centro de investigación vinculado al mismo.

– Acuerdos de participación activa en redes de transferencia nacionales e internacionales para compartir nuestros proyectos en los diferentes Marketplace ya existentes, en donde las empresas del sector buscan proyectos atractivos e interesantes para su propio portafolio. La asistencia a ferias nacionales e internacionales del sector también ayuda a dar a conocer, en un corto espacio de tiempo y en un mismo lugar físico, nuestros proyectos a un gran número de compañías. En dos o tres días puedes haber mostrado tu proyecto a decenas de empresas potencialmente interesadas en adquirir la tecnología que presentas. Actualmente, existen plataformas virtuales en donde se pueden incluir las ofertas tecnológicas que dispone cada centro, además de exhibirlas en la propia página web del mismo.

– Acuerdos con consultoras que ofrezcan determinados servicios de valorización de proyectos y, además, ayuden a la búsqueda de financiación o puedan ofrecer servicios de asesoramiento para la creación de spin off. Estas consultoras suelen disponer de una gran visión de negocio, así como una gran cartera de contactos a los que se puede acceder para crear colaboraciones de desarrollo o transferencia e, incluso, llegar a disponer de un potencial cliente interesado en adquirir, bajo licencia, una determinada tecnología. Actualmente, se realizan con más frecuencia acuerdos entre centros de investigación y consultoras del sector, con el objetivo de analizar el portafolio de proyectos de innovación existentes y detectar aquellos que pueden presentar un mayor potencial de crecimiento y, por ello, pueden suscitar la atención de las empresas del sector.

– Acuerdos de colaboración entre los propios centros de investigación, tanto públicos como privados que busquen también una oportunidad para desarrollar conjuntamente determinados tipos de proyectos, actuando de manera sinérgica en la consecución de sus objetivos estratégicos. Muchos investigadores (IP) y médicos disponen de extensas redes propias formadas por numerosos contactos establecidos durante su trayectoria profesional, ya sea entre ellos o con empresas con las que ya colaboraron en algún momento de su trayectoria profesional. Por regla general, este colectivo puede ayudarnos a concretar una reunión o facilitar una entrevista con otros IP o grupos de investigación para abordar el tema de la colaboración. Por regla general, son acuerdos de alto valor añadido, puesto que se crea una fuerte sinergia de cada una de sus potencialidades científico-técnicas y, además, son especialmente valorados por las empresas del sector.

– Acuerdos de transferencia de tecnología, los cuales se conocen también como “acuerdos o contratos de licencia”, los cuales merecen un tratamiento más exhaustivo en un capítulo aparte y que contemplaremos más adelante.

Experiencias en gestión de la innovación en salud

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