Читать книгу Memorias de posguerra - Garcia Manuel Emídio - Страница 18
JUAN DE LA CABADA, ESCRITOR
ОглавлениеEl escritor Juan de la Cabada nació en Campeche, México en 1901 y falleció en la ciudad de México en 1986.
Escritor, periodista y guionista de cine. Hizo sus primeros estudios en la Escuela del Sagrado Corazón de Campeche y en el Colegio de San Ildefonso de Mérida.1
En 1917 se trasladó a Cuba donde vivió unos años trabajando en diversos comercios en La Habana y Camagüey (1917-20).
En 1921 regresó a México viviendo en las ciudades de Progreso, Tampico, y Veracruz trabajando en algunas explotaciones de campos de petróleo mexicano.
Más tarde fijó su residencia en la Ciudad de México, donde desempeñó diversos trabajos.
En 1927 se afilia a la Liga Anti-Imperialista de las Américas donde trata a Julio Antonio Mella y Tina Modotti. Ese año publica su primer artículo en el periódico El Sol de Provincia de Campeche.
En 1928 se inscribe en el Partido Comunista Mexicano, donde conoce a los pintores Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. En ese periodo colaboró con los periódicos: Espartaco, El Libertador y El Machete.
En 1929 se inscribe en la Sindical Unitaria de México.
En 1930 ingresa en prisión a causa del atentado a Pascual Ortiz Rubio (1877-1963), presidente de la República de los Estados Unidos Mexicanos. En la Penitenciaria de Lecumberri conoce, entre otros, al escritor José Revueltas. Algunas de sus experiencias carcelarias fueron tema de sus relatos orales Estancias a la sombra que transmitió entonces en Radio Universidad.
En 1931 fundó el periódico Llamada órgano de expresión de la Liga Intelectual Proletaria junto a los artistas Leopoldo Méndez, Pablo O’Higgings y David Alfaro Siqueiros.
En 1932 ingresaría en la Unión de Estudiantes Pro Obreros y Campesinos.
En 1934 funda con Leopoldo Méndez, Macedonio Garza, Pablo O’Higgins, Luis Arenal y otros de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios de México, donde escribe en el periódico Frente a Frente. Más tarde asiste al primer Congreso de Escritores Americanos (Nueva York, 1935) y al segundo Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura (Valencia, 1937). Durante su estancia española publica un relato en la revista Hora de España.2
Finalizada la guerra civil española se trasladó a París colaborando con la Embajada de México en Francia. Desde la capital francesa regresó a México en la primavera de 1939, en el viaje organizado por la Junta de Cultura Española.3
A lo largo del periodo 1940-43 residió en Quintana Roo viviendo en poblaciones como El Carmen, Cozumel, Tulum, lo que le permitió conocer de cerca el entorno social del indígena mexicano. Desde Yucatán colaboró con los periódicos México en la Cultura, suplemento del diario El Nacional y las revistas Cuadernos Americanos, El Hijo Pródigo y Tierra Nueva.
En esos años publica los libros de cuentos Paseo de mentiras (1940) e Incidentes melódicos del mundo irracional (1944).
En 1945 se traslada a Nueva York para trabajar en el Consulado de México. Durante su estancia neoyorquina colaboró en los periódicos Liberación y Diario de Nueva York, y dio clases junto a Ermilo Abreu Gómez en el Middlebury College de Vermont. Asimismo trabajó para la ONU (Organización de Naciones Unidas) en el Diario de las Naciones Unidas.
En 1949 regresa a la Ciudad de México y a través del poeta y editor español Manuel Altolaguirre y el escritor mexicano José Revueltas, se inicia como guionista de cine, haciendo diversas adaptaciones de guiones para filmes como Sean Flynn, el aventurero; Subida al cielo (La fièvre monte à El Pao, 1952), La ilusión viaja en tranvía (1954) dirigidas por Luis Buñuel.
Hizo guiones asimismo para Julio Bracho en los filmes María la Voz (1955) basada en un cuento suyo y Canasta de cuentos mexicanos (1956) basada en el libro Raíces de Bruno Traven y para las películas Maratón de baile (1958) de René Cardona; Las señoritas de Vivanco (1959) de Mauricio de la Serna y Sonatas (1959) de Juan Antonio Bardem; Simio (1960) de Emilio Gómez Muriel; Lola de mi vida (1965) de Miguel Barbachano; Calzoncín inspector (1974) de Alfonso Arau y Llovizna (1978) de Sergio Olhovich; La tijera de oro (1960) de Benito Alazraki y La Chamuscada (1971) de Alberto Mariscal.
Tras dejar el cine hizo colaboraciones en los periódicos Bellas Artes, Mañana, Oposición. Rehilete, Revista de la Universidad de México, Voz de México, etc.
Por la adaptación del guión de Las fuerzas vivas (1975) de Luis Alcoriza obtuvo un premio al mejor guión del Festival Internacional de Cine de Cartagena de las Indias (1965).
Más tarde se vinculó a la enseñanza como profesor de la Universidad Autónoma de Guerrero (1964-68), fundando la editorial Extemporáneos donde publicó su libro Cuentos manifiestos.
Desde los setenta trabajó para la radio y la televisión mexicanas.
En 1968 grabó Incidentes melódicos del mundo irracional para la colección de discos Voz Viva de México que editaba la Universidad Nacional Autónoma de México. Por esos años fundó El Correo de las Américas.
En 1979 fue designado candidato por Campeche del Partido Comunista Mexicano. Ese mismo año le conceden el Premio de las Letras Elías Sourasky y nombran Doctor Honoris Causa (1979), por la Universidad de Sinaloa, publicando el libro Cuentos del camino.
La Universidad de Sinaloa publicó sus Obras Completas en 10 volúmenes (Sinaloa, 1981).
Pregunta: ¿Qué recuerda del viaje al Congreso de Valencia en 1937?
Respuesta: Yo en realidad cuando se inicia el Congreso de Valencia estaba viajando por Yucatán, Campeche y Quintana Roo. Íbamos por la selva rumbo a Chetumal. Al regreso y al llegar a Mérida me encontré en la calle con los amigos Octavio Novaro y Octavio Paz. Entonces éramos buenos amigos. Y ambos me dijeron:
–¿Qué haces alojado en un hotel? Vente con nosotros.
Ellos estaban en una Escuela. El director era Octavio Novaro y allí daba clases Octavio Paz. Ellos estaban muy contentos con su trabajo y me propusieron que me fuera a vivir con ellos. Me ofrecían incluso alojamiento en la Escuela donde daban clases. En esos días Octavio Paz iba a recibir una carta de España con una invitación firmada por Rafael Alberti y Pablo Neruda. Esa carta me la enseñó. Y yo le dije:
–“Hombre qué bueno, que bien que te vas a España”.
No pensé que después me iban a decir que fuera corriendo a México para ir con la delegación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios.4
P.: ¿Quiénes integraban la delegación mexicana?
R.: La delegación se compuso de José Mancisidor, Octavio Paz y su mujer Elena Garro, el pintor Chávez Morado y el músico Silvestre Revueltas y yo mismo. También Fernando Gamboa y su mujer Susana Stell. Pensamos que debía ir una muchacha que empezaba a escribir entonces, María Luisa Vera. De manera que éramos un grupo de ocho personas. Un día, estando ya en Nueva York, nos dicen que iban a llegar Carlos Pellicer y José Mancisidor. Ellos vinieron en tren. Entonces nos dispusimos a recibirlos. Para entonces nosotros teníamos pasajes para ir en barco a España. Nosotros íbamos en el vapor Britanic vía Saint Nazaire. Así pues nos fuimos a la estación donde llegaron Carlos Pellicer, José Mancisidor y los cubanos Juan Marinello y Nicolás Guillén.5 Ellos se irían en barco vía Canadá. A ellos se sumaron Octavio Paz y Elena Garro. Nosotros salimos el 27 de Julio de 1937 por Québec vía Le Havre. Llegamos a Francia el 4 de Agosto de 1937.
P.: ¿Tuvo algún percance en el viaje?
R.: Al llegar a Francia perdí mi equipaje. Me quedé en Narbonne y de allí me fui a Cerbère esperando el equipaje y como no llegaba crucé solo la frontera española. Estuve en Figueras, Gerona y Barcelona y al final los alcancé en Valencia. De allí nos llevaron a Madrid y a diversos frentes de la guerra. Creo que estuvimos una docena de días en la capital española.
P.: ¿Un Madrid asediado por la guerra?
R.: Madrid era una ciudad asediada que se había librado milagrosamente de los ataques y bombardeos franquistas. Había una gran pasión por Madrid.
P.: La delegación mexicana llevó una exposición artística a España.
R.: Así fue, llevamos la muestra 100 Años de Grabado Político Mexicano6 que preparó Fernando Gamboa y mostramos en Madrid, Barcelona y Valencia. La exposición tuvo mucho éxito en Valencia. Al regreso del viaje a Madrid ya en otoño nos quedamos viviendo en la sede de la Alianza de Intelectuales en Defensa de la Cultura que estaba en la Calle Trinquete de Caballeros, 9, de Valencia. Allí residimos Octavio Paz, Elena Garro y yo. Así hasta el 3 de octubre de 1937 que salió toda la delegación mexicana para Barcelona. Todos menos yo. No por valiente ni por nada. Todos ellos eran hombres de trabajo, con obligaciones laborales y familiares, pero yo no. Yo como no tenía esas obligaciones pensé que era mejor quedarme en España. Elena Garro y Susana Gamboa se quedaron algo tristes con mi decisión. Desde París el amigo Octavio Paz me escribió una carta.
P.: ¿Qué hizo entonces?
R.: Pues me alisté en el Ejército Popular y con ese motivo fui a luchar al frente con Joaquín Pérez Salas. Era un militar de un pundonor extraordinario. Fue después fusilado por los franquistas. Era un tipazo.7
P.: En España lucharon asimismo diversos mexicanos.
R.: Así es. Por una parte David Alfaro Siqueiros que estaba en el frente de Extremadura y era conocido como el Coronelazo. Pero conmigo estaba Félix Guerrero que era de la Agrupación de Artillería. También estaba Miguel-Julio Justo que estaba en Castruera. En Pozoblanco estaba Juan Bautista Gómez. Había muchos compañeros mexicanos. Se disputaban con quien tenía que estar. De esa manera estuve en diversos frentes e hice el trabajo que pude.
P.: ¿Qué recuerdos tiene de Valencia?
R.: La delegación de la LEAR, salió para Barcelona y luego a París en un autobús que partía de la Plaza Emilio Castelar de Valencia. Me acerqué a un Café donde me encontré a Angélica Arenal, periodista y compañera de Siqueiros. Y ya me quedé una temporada en Valencia. Así hasta el 19 de octubre de 1937 que me fui con Félix Guerrero. Regresé más tarde a Valencia. Allí me encontré con el poeta José Herrera Petere y desde allí nos fuimos a Barcelona. Luego el Comité de No Intervención decidió que las Brigadas Internacionales tenían que salir de España. De esta manera salí hacia París.
P.: ¿Usted llegó a ver el Pabellón español de París en 1937?
R.: No, creo que no. Yo llegué a París a fines de 1938. Allí pude tratar a los escritores Alejo Carpentier, Félix Pita Rodríguez y Rafael Sánchez Ventura que trabajaban en la Agencia España.
P.: Su experiencia de la guerra fue mitad literaria y mitad militar.
R.: Así fue. Escribí un poco. Sobre todo cuentos. Publiqué algunos en el periódico La Voix de Madrid que se editaba en París. Tengo un relato en el libro Cuentos del camino.
P.: ¿Coincidió con Siqueiros en España?
R.: Mire, David y yo hemos sido amigos de toda la vida. Vivimos un tiempo juntos en México. Me unió una amistad con Siqueiros. En España lo vi en diversos lugares. Primero en el Caballón y luego con Juan Bautista Gómez. Allí estuvimos Octavio, Elena, Revueltas y yo mismo. Luego fue a verlo el resto de la delegación. A Siqueiros lo vi en Valencia y en Barcelona. Él estaba destinado en la Granja de Torrehermosa. Siqueiros quería que me fuera con él a Extremadura. Pero yo andaba por otro rumbo. Estábamos en el mismo Cuerpo del Ejército pero en destinos distintos. Convivir con Siqueiros no era fácil. Con él estuvo también el pintor Antonio Pujol.
P.: ¿Luego coincidieron en París?
R.: Así fue. Pero el llegó en febrero de 1939. Y yo salí de Francia en Abril de 1939.
P.: ¿Qué hizo en Francia?
R.: Colaboré con la Junta de Cultura Española8 y escribía cuentos. También hice alguna labor en la Embajada de México en Francia. Fernando Gamboa trabajó de firme con los refugiados españoles como funcionario del Consulado de México en Marseille y sobre todo sacando gentes de los Campos de Concentración.
P.: Entonces usted viajó con la delegación de la Junta de Cultura Española.
R.: Fue una misión que me encargó el Embajador de México. Entonces Narciso Bassols me propuso que regresara. Pensó que era más útil en mi país.
P.: Usted militaba en el Partido Comunista Mexicano.
R.: Militaba y sigo militando. Yo hacía mis trabajos con los compañeros pero eso no planteaba entonces ningún problema. Trabajábamos de cerca con el Socorro Rojo Internacional. Hacía los trabajos que me encargaban. Un trabajo de base. Fui el único mexicano que acompañó a la delegación española.
P.: ¿Había un movimiento de solidaridad desde Francia con España?
R.: Sí, sin lugar a dudas. Las personas que convivían conmigo se dedicaban a esa actividad.
P.: El viaje fue desde Saint Nazaire a Nueva York.
R.: Así fue. Viajamos en el vapor holandés Vendamm. Yo estuve unos días en Nueva York que conocía desde un Congreso de Escritores que hicimos en 1935.
P.: ¿Quiénes iban en ese viaje organizado por la Junta de Cultura Española?
R.: En el vapor holandés Vendamm venía una delegación española. Yo vine con José Renau desde París hasta México. Éramos unas cerca de 50 personas. Venía José Bergamín con su mujer, Eduardo Ugarte, Roberto Fernández Balbuena –que luego se casó con Elvira Gascón–, Miguel Prieto, Antonio Rodríguez Luna y entre los escritores Emilio Prados, José Herrera Petere, Ricardo Vinós, Josep Carner, el economista Antonio Sacristán, Francisco Giner de los Ríos, Rodolfo Halfter, etc.
P.: ¿Cómo fueron de Nueva York a México?
R.: En un camión. En la línea Greyhound. Un viaje interminable. Más de 2.000 km. Un viaje de unos 5 días. Recuerdo que pasamos un día entero en Saint Louis, en el estado sureño de Missouri. Nos divertimos mucho. Oímos jazz. Entramos en México por El Paso. Fue un viaje muy animado.
P.: ¿Hizo amistad con algunos españoles durante el viaje?
R.: Bueno con los que había más afinidades. Francisco Giner de los Ríos, José Herrera Petere, Emilio Prados. Otros venían con su familia.
P.: ¿Al regresar a México qué hizo?
R.: Publiqué uno de mis libros Paseo de mentira (1939), a instancias de José Bergamín.
P.: Usted había publicado algún texto en la revista Hora de España.
R.: Así es.
P.: José Bergamín tuvo importantes iniciativas literarias en México.
R.: Así fue. Promovió la revista España Peregrina (1940), actividades en la Casa de la Cultura Española, la Editorial Séneca, etc.
P.: Hubo buenas relaciones entre los mexicanos y los españoles.
R.: Sin lugar a dudas. Por cierto se me olvidó citar al poeta Pedro Garfias, del que nunca se habla.9 Era muy divertido. Hubo siempre una gran fraternidad. Bueno, problemas existía, ya sabe como son los españoles. Entre ellos habían muchas diferencias políticas: anarquistas, comunistas, republicanos, socialistas, etc. Pero para nosotros no había diferencias. Eran refugiados españoles. Y éramos amigos de todos. Unos eran más solidarios que otros. Claro había diferencias ideológicas entre ellos y grandes disputas.
P.: La solidaridad mexicana era amplia.
R.: Claro. Nosotros estábamos para servir a todos.
P.: Usted colaboró con Juan Rejano en la revista Romance.
R.: Sin lugar a dudas. En la revista Romance coincidí con Manuel Altolaguirre, José Herrera Petere y Emilio Prados.
P.: ¿Colaboró usted con el escritor Juan Larrea?
R.: Sí. Larrea fue el director de la revista Cuadernos Americanos. Allí publiqué algún cuento. Con José Bergamín estaban Gallegos Rocafull y el filósofo García Bacca.
P.: ¿Trabajó también en el cine mexicano?
R.: Colaboré en el filme La ilusión viaja en tranvía (1953), de Luis Buñuel. Estaba basada en un cuento mío. Hice la adaptación cinematográfica. Altolaguirre se ocupó de la producción. Y Buñuel la dirigió.
P.: Usted fue amigo del escritor Manuel Altolaguirre
R.: Manuel era un personaje. Su vida da para un libro. Editor, poeta, productor de cine. Estuvo unos años en Cuba donde creó la editorial La Verónica. Y publicó la revista Islas. Es curioso, todos sus amigos vinieron a México pero él se fue a Cuba. Luego regresó a México. Y finalmente se fue a España. Y en ese viaje tuvo un accidente y se mató.10
P.: Altolaguirre estaba casado con la escritora Concha Méndez.
R.: Así es. Aquí vive con su hija Paloma, en la calle Tres Cruces de Coyoacán. Hace tiempo que no les veo. Tampoco a Palomita que es una buena grabadora. No hemos citado a Pla y Beltrán. Lo conocí en Valencia. Silvestre Revueltas vivió con Pla y Beltrán en Valencia durante la guerra civil española. Había otro muchacho, Bernardo Clariana que se exilió en Nueva York. Era un joven poeta muy amigo de Octavio Paz.
P.: A José Renau lo trató en México.
R.: A Renau lo quise mucho. Era un buen compañero. Tuve con él una relación muy cordial.
P.: Octavio Paz apoyó mucho a los escritores españoles.
R.: Sobre todo a Gil-Albert y a Ramón Gaya.
P.: Hubo una crítica de Ramón Gaya en la revista Taller sobre José Guadalupe Posada que creó un cierto malestar.
R.: No es que no haya gustado. En realidad Posada es un gran artista popular. No sé como decirle. En todas partes pasa lo mismo. Yo me pregunto ¿quién conoce a Ramón Gaya en España?
P.: Ahora es más conocido.
R.: En esa época el primero que hace un elogio de Posada es Diego Rivera. In illo tempore. Hace años. Y si alguien habla de Posada y de su vida –corta, por cierto– y de los 20.000 grabados que hizo y el trabajo forzado de operario, merece mucho respeto. Se puede hablar de Posada lo que quieras pero fuera del círculo de contemporáneos esa crítica no llegó al pueblo. Es una cuestión de cierto gusto. Un grabador auténticamente popular. La obra de Posada está por encima de cualquier crítica. Para hablar de Posada hay que pensar en su tiempo, cómo trabajaba, al pie de la imprenta y haciendo trabajos de encargo. Posada merece una película. A ver si un día la hacemos. Ramón Gaya personalmente, buen amigo, tenía un criterio diferente.
P.: Ramón Gaya y José Renau tuvieron una gran polémica sobre el cartel durante la guerra española.
R.: No lo sabía. Soy amigo de ambos. No debemos intervenir en las divergencias de opiniones de los intelectuales. Ahora bien cuando el tema tiene una repercusión popular es otra cosa. Nosotros debemos dejarles que discutan.
P.: ¿Los escritores españoles se integraron en la cultura mexicana?
R.: Algunos se integraron bien. Integrados realmente es difícil decirlo. Es curioso pero los que más se integraron a este país, de corazón, fueron los andaluces. ¿Se ha fijado? Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, Juan Rejano se adaptaron bien. José Bergamín les llamaba los «garabitos».
P.: Sin embargo creo que los artistas lo tuvieron más difícil.
R.: Sí, fue más difícil. Aquí vinieron muchos pintores españoles: Enrique Climent, Miguel Prieto, Arturo Souto. Creo que Miguel Prieto se integró mejor como diseñador gráfico en los periódicos. Quizás, por su trabajo diario, no pudo desarrollar mejor su obra pictórica. A Rodríguez Luna le fue mejor. Compaginó bien sus clases con sus pinturas. Integrarse en otro país nunca es fácil.
P.: ¿Qué aportó el exilio español a México?
R.: Para la idea del mundo que yo tengo y para cambiar las cosas de historias pasadas la emigración siempre es buena. A mí gustaría que el mundo tuviera una raza única. Imagínese el cambio que habría en el mundo si los arios fueran a África y los negros a Alemania. Ese sí que sería un cambio.
Entrevista realizada en la ciudad de México el 19 de septiembre de 1981.
1 Gustavo Fierros: Memorial del aventurero. Vida contada de Juan de la Cabada, Memorias Mexicanas, Conaculta, México, D.F., 2001 (Presentación: Cristina Pacheco).
2 Juan de la Cabada: «Taurino López (Fragmento de novela)», en Hora de España, Año I, nº. IX, Valencia, septiembre, 1937, págs. s/n
3 Juan de la Cabada viajó en el vapor Vendamm que organizó la Junta de Cultura Española con el Gobierno de México para enviar una delegación de artistas, escritores y familiares españoles desde Saint Nazaire a Nueva York en Abril de 1939. En esa delegación iban cerca de 50 personas. Entre ellas Manuela Ballester (pintora) y sus hermanas Rosa y Josefina (grabadoras), José Bergamín (escritor), Josep Carner (poeta), Luisa Carnés (periodista), Roberto Fernández Balbuena (arquitecto), Rodolfo Halffter (músico), José Herrera Petere (poeta), Paulino Masip (escritor), Miguel Prieto (pintor), Emilio Prados (poeta), Antonio Rodríguez Luna (pintor), Antonio Sacristán (economista), Eduardo Ugarte (director de teatro), Ricardo Vinós (maestro), etc.
4 Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios. Organización de artistas y escritores propiciada por el Partido Comunista Mexicano. Estuvieron al frente del mismo Juan de la Cabada y José Mancisidor. En 1937 recibieron la invitación de la Alianza de Intelectuales para Defensa de la Cultura de Madrid para asistir al Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura celebrado en Madrid, Barcelona y Valencia en Julio de 1937. El responsable de la delegación mexicana fue el maestro y escritor José Mancisidor.
5 La delegación cubana estaba integrada por los escritores Nicolás Guillén, Juan Marinello y Félix Pita Rodríguez.
6 Una de las actividades paralelas que desarrolló la delegación mexicana fue la organización de la exposición Cien Años de Grabado Político Mexicano que comisariada por Fernando Gamboa con la ayuda del pintor José Chávez Morado, tuvo lugar en el Ateneo Popular de Valencia en Julio de 1937. Una muestra que luego se exhibió en Madrid y Barcelona. Vid.: Ramón Gaya: «Exposición de artes plásticas mexicanas», en Hora de España, Año I, nº. IX, Valencia, septiembre, 1937, págs. 69-70, y Nueva Cultura, Año III, nº. 6-7-8, Valencia agostoseptiembre-octubre, 1937. Número extra dedicado a México con reproducciones de la exposición Cien años de grabado político mexicano.
7 Joaquín Pérez Salas (1886-1939). Comandante del Arma de Artillería del Ejército español. Durante la guerra civil española estuvo al mando de diversos Cuerpos del Ejército republicano. En 1939 fue detenido, juzgado y fusilado.
8 La Junta de Cultura Española estaba presidida por José Bergamín, Josep Carner y Juan Larrea. Los vocales eran Juan M. Aguilar, Roberto Fernández Balbuena, Corpus Barga, Pedro Carrasco, J. Gallegos Rocafull, Rodolfo Halffter, Emilio Herrera, Manuel Márquez, Agustín Millares, Tomás Navarro Tomás, Isabel O. de Palencia, Pablo Picasso, A. Pi i Sunyer, Enrique Rioja, Luis A. Santullano, Ricardo Vinós y Joaquín Xirau. El secretario era Eugenio Imaz.
9 Pedro Garfias (Salamanca, 1902-Ciudad de México, 1967). Poeta. Autor de los libros: El ala del Sur (1926); Poesías de la guerra (1937); Héroes del Sur (1938), De la soledad y otros pesares (1948), etc. En el exilio colaboró en las revistas Romance y Cuadernos Americanos.
10 Manuel Altolaguirre (Málaga, 1905-Burgos, 1959). Poeta y editor vinculado a la Generación del Veintisiete. Fundador con Emilio Prados y Juan Rejano de la revista Litoral (Málaga, 1926) y editor de las revistas Poesía (1930) y Héroe (1932), Caballo verde para la poesía (1936), etc. Miembro de la Alianza de Intelectuales en Defensa de la Cultura. Exiliado en Cuba editó las revistas Atentamente (1940) y La Verónica (1942). Exiliado en México trabajó como productor de cine. De regreso a España murió en un accidente con su mujer cubana María-Luisa Gómez Mena. Vid.: Gonzalo Santonja: Un poeta español en Cuba. Manuel Altolaguirre, Círculo de Lectores, Madrid, 1994 y James Valender: Manuel Altolaguirre. Álbum, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, Madrid, 2012.