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CAÍDA DIEZ

“Hermosa pieza tienes allí”, dijo el hombre con sobrepeso mientras buscaba en su computadora. El cubil del hacker estaba lleno de computadoras desarmadas y refrescos.

“Tony, aun no entiendo esta cosa de ser propietario de una cadena de bloques.

“Violador, hombre. Ese es mi nombre”, se quejó el Hacker.

“Nunca te voy a llamar así. Ahora, deja de hacerme perder el tiempo y explícamelo”, dijo con cara de aburrimiento y haciéndole señas para que siguiera adelante.

El hacker Tony tomó un sorbo y lo pensó. “Mira, la cadena de bloques es pública e inmutable, Es un registro de quién envió qué”.

“Yo uso criptomonedas y más o menos lo entiendo. Ahora, ¿en qué me beneficia este pendrive?”

“Este pendrive contiene un contrato de manumisión, la propiedad de la clave segura asignada a una atleta. En este caso la de una Patty Roo”. Tony mostró la imagen de la atleta.

Nombre Patricia Georgious
Alias Patty Roo
Fortaleza 2
Velocidad 1
Estrategia 3
Sensualidad 1
Talla de Copa D
Aumentación 21%
Equipo Chicas de Posters (Reemplazo Temporal)
Posición Ejecutora (Espada y Escudo)
Victorias 4
Derrotas 67
Ingresos 4500
Patrocinios Ninguno

Héctor se inclinó hacia adelante, dejando de estar fastidiado repentinamente. “¿4500 de ingresos, cómo en euros mensuales?” Silbó. No era una fortuna pero necesitaba tres pedidos completos para llegar a ese nivel de ingresos en su taller y también tenía gastos y costos de materiales en los que pensar.

“Sí, déjame cargar la app de Dueños de Ciberpink en tu veil

Héctor le dio al botón de instalar tan pronto como apareció sin que sus ojos se apartaran de la página de estadísticas.

“Y ahora la clave segura del dueño…” Tony golpeó su tablero.

“Esperemos durante unos segundos. Tres confirmaciones, siete, listo.

Volteó su silla y le ofreció un brindis con un jugo de naranja lleno de azúcar. “Ahora eres el orgulloso propietario de una atleta Ciberpink. Su contrato de manumisión te pertenece”.

Héctor se sentó y respiró. “¿Y acabo de convertirme en el dueño de una esclava? ¿Así simplemente? ¿Cómo es posible que esto sea legal?”

“Una deuda”, dijo Tony pellizcando el aire frente a él como si la palabra colgara de sus dedos. “Una deuda masiva, estrujante. No es esclavitud, no técnicamente. Es servidumbre por deuda. Las chicas simplemente le pagan lo que deben a las corporaciones generando entradas. Por supuesto, las heridas y los costos de mantenimiento se acumulan junto con los intereses y los pagos atrasados. Todo es perfectamente legal de acuerdo con los contratos que hemos firmado y ellas simplemente pasan años en Ciberpink antes que siquiera se acerquen a pagar sus deudas”.

“Entonces, no poseo una esclava, sólo debo la deuda que ella tiene y hasta que no la pague por completo técnicamente es mía para hacer con ella lo que me plazca”.

Tony se lamió los labios de manera repugnante. “¿Tienes algunas ideas?”

“¡Sí!” soltó Héctor con los ojos muy abiertos. “La voy a poner a trabajar para que pague mis deudas”.

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