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Las metáforas de la muerte como sueño

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En el capítulo anterior, comenzamos a ver que la Biblia frecuentemente usa la metáfora del sueño como una forma de referirse a la muerte. Las Escrituras dicen que los diversos reyes de Israel y Judá, después de la muerte, “durmieron con sus antepasados” (por ejemplo: 1 Rey. 2:10; 11:43; 14:20, 31; 15:8; 2 Crón. 21:1); Job (Job 7:21; 14:10-12); el salmista David (Sal. 13:3); Jeremías (Jer. 51:39, 57) y Daniel (Dan. 12: 2) designaron la muerte como un “sueño”.

El Nuevo Testamento perpetúa esa metáfora. Jesús les dijo a los enlutados que la hija muerta de Jairo estaba durmiendo (Mat. 9:24; Mar. 5:39); y también había utilizado esa metáfora para referirse a su querido amigo Lázaro (Juan 11:11-14). Al morir Cristo, durante un terremoto algunas “tumbas se abrieron. Los cuerpos de muchos hombres y mujeres justos que habían muerto resucitaron. Salieron del cementerio luego de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad de Jerusalén y se aparecieron a mucha gente” (Mat. 27:52, 53).

En griego, Lucas describe la muerte por lapidación de Esteban como si hubiese dormido (Hech. 7:60). Pablo y Pedro emplearon la misma tradición en 1 Corintios 15:6, 51 y 52; 1 Tesalonicenses 4:13 al 17; y 2 Pedro 3:4. Es por esta razón que los lugares de entierro se llaman cementerio, que originalmente significaba un lugar para dormir.

Pero para los antiguos, el mismo sueño era un misterio. ¿Qué le sucedía a la conciencia durante ese estado? ¿A dónde iba el alma durante el sueño? Hoy sabemos que el sueño es solo un estado reducido de conciencia, en el que el cerebro sigue activo. La gente dormida sueña. Por lo tanto, podría ser tentador para algunos modernos considerar el “sueño” de la muerte como un estado intermedio entre la vida presente y la vida final. ¿Los muertos experimentan algún estado equivalente a soñar? Algunos comentaristas lo han sugerido. Pero eso proyecta comprensiones modernas del sueño en las metáforas antiguas. No debemos llevar las metáforas más allá de lo que pretendían los escritores bíblicos. Es mejor restringir la idea de la muerte a la forma en que los antiguos la habrían visto: un estado de no existencia, una condición en la que no podemos actuar ni obrar. Durante el sueño, no somos conscientes del mundo que nos rodea. La muerte, nos dicen las Escrituras, es algo así. ¿Pero qué es el alma y qué le sucede? Responderemos estas preguntas en el próximo capítulo.

2 Bob Stein, “Even a Blind Man Can See: Input From Eyes May Get Rerouted in Brain”, Washington Post, 23 de diciembre de 2008, www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2005/06/15/AR2005061500512.html

3 Jesse Bering, “The End?”, Scientific Mind (octubre-noviembre de 2008), pp. 34-41.

4 D. N. Freedman, ed., Anchor Bible Dictionary (New York: Doubleday, 1992), t. 2, p. 101.

5 Algunos pasajes usan la imagen del agua, como en Jonás 2:3 al 6; Salmos 42:7; 69:2, 3, 15 y 16; y 88:7 y 8. El Nuevo Testamento introduce las imágenes del fuego. Sin embargo, el Nuevo Testamento conserva la imagen de sequedad y polvo en la parábola de Cristo sobre el regreso del espíritu inmundo (Luc. 11:24). Estas diversas figuras del lenguaje forman una gama de imágenes más desconcertante, lo que sugiere que la muerte es, en última instancia, como ninguna de ellas.

6 Antiguos textos ugaríticos describen a Mot como el archienemigo de Baal, líder de los dioses. En un momento, Mot atrapa a Baal en el inframundo, y Baal tiene que ser rescatado. La historia se convirtió en la explicación mítica de las estaciones lluviosas y secas de Palestina. Baal está encarcelado en el inframundo durante la estación seca o en tiempos de sequía, pero la lluvia y la fertilidad regresan cuando es liberado. Habacuc 2:5 y Job 18:13 y 14 usan particularmente imágenes que nos recuerdan al voraz Mot (ver Anchor Bible Dictionary, t. 4, pp. 922-924).

7 Alexander Heidel, The Gilgamesh Epic and Old Testament Parallels [La épica de Gilgamésh y sus paralelos con el Antiguo Testamento] (Chicago: University of Chicago Press, 1963), pp. 170-223.

8 Ibíd., pp. 222, 223.

9 Ibíd., pp. 223.

10 Tal como lo señalamos en el primer capítulo, esto significa que los muertos se libran de la agonía de ver lo que les sucede a sus seres queridos después de que los fallecidos han desaparecido de la escena

11 R. E. Murphy, Ecclesiastes, Word Biblical Commentary (Dallas: Word Books, 1992), t. 23A, p. 37.

12 Joel B. Green, Body, Soul, and Human Life: The Nature of Humanity in the Bible (Grand Rapids: Baker Academic, 2008), p. 147.

13 Anchor Bible Dictionary, t. 2, p. 102.

14 Robert A. Morey, Death and the Afterlife (Minneapolis: Bethany House Publishers, 1984), pp. 23, 215.

15 La afirmación de la serpiente era solo parcialmente correcta. Ellos no morirían inmediatamente. Pero no era por causa de la serpiente, sino por designio de Dios.

16 Nuevamente, la serpiente está parcialmente en lo correcto (ver Gén. 3:22), ya que la criatura mezcla la verdad con la mentira.

17 Murphy, pp. lxvii, 38, 91.

18 Butler, ed., Holman Bible Dictionary, p. 348.

19 Paul J. Achtemeier, I Peter: A Commentary on First Peter (Minneapolis: Fortress, 1996), pp. 252-262.

20 Ibíd., pp. 290, 291.

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