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Sobre el temperamento rebelde de Harald en el trabajo

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A menudo he actuado y pensado en contra de la opinión de mis colegas en el cuerpo diplomático. Así ocurrió ya en los primeros años de la década del 40 en Berlín, con una delegación demasiado blanda en su posición frente al nazismo. Los judíos hacían largas colas pidiendo refugio para no ser enviados a los campos de concentración, pero Suecia no hizo nada. Yo me sentía indignado ante ello. Miles de judíos eran deportados. La representación sueca estaba consciente de ello. Hubo antecedentes concretos sobre esa actuación en los archivos del Ministerio de Relaciones, pero fueron eliminados, alguien había reaccionado8.

La política sueca se hacía cada vez más restrictiva frente a los judíos y el personal de la Embajada estaba dividido entre críticos del régimen alemán; temerosos que, sin tomar partido evitaban toda acción que pudiera molestar a las autoridades y, en franca minoría, un par de antifascistas, entre los que se contaba Harald Edelstam.

Una vez iniciada la invasión a la Unión Soviética, con las tropas alemanas instaladas en el sur de Europa y el norte de África, se agudizan los temores de Suecia respecto a las intenciones de Hitler, con lo que la actividad de la delegación sueca en Berlín se multiplicó entre los informes de la Embajada que fueron aumentando en cantidad y motivando medidas de defensa. El joven diplomático busca, entonces, intensificar sus contactos con las altas autoridades militares, con el objetivo de recabar información al tiempo que refuerza sus vínculos con los grupos opositores que se organizan, incluso en el interior de la oficialidad nazi. Edelstam mantiene la más estricta reserva sobre ellos, pero sabemos que la mayor parte de sus amigos de entonces fueron ejecutados luego del frustrado atentado a Hitler el 20 de julio del 44. Refuerza sus contactos con grupos organizados, incluso dentro de la resistencia.

Harald ejercía sus funciones en el departamento comercial de la delegación sueca en Berlín. Su tarea consistía en resguardar los intereses de las empresas suecas que mantenían relaciones comerciales con Alemania. En esa área tuvo que enfrentarse a un nuevo escenario: funcionarios de esas empresas eran detenidos y acusados de espionaje, y solo sus empleadores –no su Gobierno a través de la Embajada– estaban en condiciones de hacer algo por ellos.

Harald Edelstam, Héroe del humanismo, defensor de la vida

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