Читать книгу Tierra fresca de su tumba - Giovanna Rivero - Страница 10

V

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–Elise, nos hemos equivocado. Tú no eres la única muchacha que ha sido tomada durante la noche.

¿No?

–Hay muchas otras, Elise. Muchas. Esto es una terrible abominación.

¿Y qué van a hacer para procurar justicia?

–Tenemos que reunir fuerzas, Elise. El consejo de ancianos ayunará. Las madres ayunarán.

¿Y después del ayuno, Pastor Jacob?

–El ayuno nos dará luz, Elise. Que no te gobierne la desesperación. El diablo se aprovecha de esas miserias.

–Pero si la comisión ya sabe que no ha sido el diablo, ¿verdad, Pastor Jacob? Ha sido el hermano Klassen, en mi caso. O entonces, ¿por qué lo han enjaulado? ¿Y las otras, Pastor Jacob? Margareta, Katarina, Aganetha y Lorrae acusan al hermano Dick Fuster.

–El diablo se apodera de nuestras voluntades, Elise, pequeña. ¿Acaso tus padres no te han enseñado eso? Yo mismo, en la prédica, ¿no les he advertido de las trampas del diablo? El hermano Klassen ha caído, igual que tú, igual que Katarina, que Aganetha o que el hermano Fuster. Nos ha faltado observancia.

–Pastor Jacob…

–Dime, Elise.

–Van a castigarlos, ¿verdad?

–Tendrán que hacer mucha penitencia, sí. Tendrán que trabajar mucho para la comunidad, mucho más que los otros hombres…

–Pero van a castigarlos, ¿no es así? La penitencia no es un castigo, Pastor Jacob.

–Estas querellas intelectuales en tu mente joven son ociosas, Elise. En adelante conversaré con tu padre únicamente. Ya tenemos todos los testimonios que necesitamos. Tus palabras, ya las tenemos. Tú y las otras estaban dormidas. El Señor las ha bendecido con ese sueño profundo para que no haya traumas, para que perdonen sin dificultad. A todos nos duele esta tragedia tanto como a ti, Elise.

¿Tanto como a mí, Pastor Jacob?

–Vete, Elise Lowen. Entra a casa y ayuda a tu madre.

Tierra fresca de su tumba

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