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Capítulo I La situación de los jóvenes de origen migrante en el sur de Europa y la importancia de su análisis 1.1. Características de los flujos migratorios en el sur de Europa

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Las sociedades europeas se han transformado a raíz de estos flujos migratorios en comunidades que integran diferentes culturas y formas de vida, pluralidad de opciones políticas y un abanico de creencias religiosas. Son también diferenciadas las experiencias como países receptores de inmigración, y así nos encontramos con países como el Reino Unido, Alemania o Francia que cuentan con una larga tradición en la recepción de extranjeros; mientras que España e Italia han pasado en un breve espacio temporal de ser países emisores de emigrantes a contar con cifras que superan el 10% de extranjeros entre sus habitantes en tan sólo 20 o 25 años (Portes, Aparicio y Haller, 2018). Tendencia similar, aunque se refleja en menor medida en Portugal, que cuenta con alrededor de un 3% de residentes extranjeros en 2019.

En lo que a la Península Ibérica se refiere los movimientos migratorios han sufrido diferentes tendencias. España, en los años 60 y 70 del siglo XX asistió a movimientos migratorios fundamentalmente protagonizados por hombres que acudían a trabajar a Europa, al igual que hicieron ciudadanos españoles en esa época. Estos trabajadores comenzaron a reclamar la reagrupación de sus familias, en lo que puede considerarse una segunda etapa migratoria. Posteriormente, y debido al endurecimiento de los requisitos para la reagrupación, comenzó a registrarse una feminización de la migración. En concreto, a partir de 1985 se constata un aumento de la presencia de mujeres que emigraban solas hasta España. A partir de finales del siglo pasado encontramos una nueva tendencia que consiste en la emigración de menores solos o no acompañados (Bartolomé, 201210). Este hecho se corrobra con el informe que UNICEF España publicó en febrero de 2019 sobre “Los derechos de los niños y niñas inmigrantes no acompañados en la frontera sur española“11 en el que se indica que la cifra de menores migrantes llegados por mar en 2018 fue de 6.063, lo que supone un incremento de casi el 160% respecto de 2017. Por su parte Portugal cuenta con una longeva historia colonial, pero un reciente historial como país receptor de inmigración irregular.

La eclosión de la inmigración de población extranjera en la Europa meridional el primer cuarto del siglo XXI ha supuesto un considerable incremento demográfico, y registró sus niveles más altos en la década entre 1998 y 2007, cuando España alcanzó la primera posición de países europeos receptores de flujos migratorios, al mismo tiempo que, a nivel mundial, se situaba tras Estados Unidos en el número de extranjeros que se establecían en el país anualmente (Domínguez–Mújica, 201212).

En este contexto, el estudio de los jóvenes de origen migrante adquiere gran consistencia científica, al mismo tiempo que una enorme complejidad. Tradicionalmente el estudio de la inmigración se ha abordado desde su impacto territorial, el económico y el mercado de trabajo, su relación con las políticas públicas o con las transformaciones sociales en el ámbito educativo, social o sanitario (Domínguez–Mujica, 2012). No obstante, otro tipo de enfoques de naturaleza transversal han ido ganado importancia a medida que las migraciones se han interpretado como procesos transnacionales, aunque con impacto en lo nacional, en la convivencia social, el espacio de pertenencia, el género o las implicaciones culturales. Nos situamos, por tanto, en sociedades con una nueva configuración social que necesita de abordajes transversales y basados en la evidencia empírica. En este trabajo se aportarán datos científicos que contribuyan a conocer mejor la relación entre inmigración y conducta antisocial o delictiva tanto en España como en Portugal.

Para ello es necesario poner en contexto la problemática criminológica que plantean los fenómenos migratorios. La importancia del análisis delictivo de la inmigración reside en sus diferencias en relación con la representatividad del segmento de población dentro de una determinada sociedad. Es decir, sólo conociendo su peso poblacional podremos saber si las estadísticas delictivas son excesivas en comparación con el resto de la población autóctona.

Entendiendo la relación entre menores de origen migrante y delincuencia: una aportación criminológica

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