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1.3. La situación de la (in)migración en Portugal

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Por su parte en Portugal, desde una perspectiva histórica, la inmigración es un fenómeno relativamente reciente (Casqueira, 2006; Reis, 2015). Aunque el número total de inmigrantes que residen en Portugal sigue siendo relativamente pequeño, la afluencia reciente de personas procedentes de las antiguas colonias portuguesas, del este de Europa o del resto del continente europeo; a partir de la década de los 90 del siglo XX, implicó el fin de una sociedad culturalmente homogénea (Casqueira, 2006). Específicamente, antes de esa época la mayoría de los inmigrantes procedían de Cabo Verde, Angola o Brasil; y en muchos casos poseían la doble nacionalidad. Desde finales de la década de 1990, el auge en la construcción dio paso a un nuevo flujo de inmigración procedente de Europa del Este (principalmente ucranianos), de Brasil y de las antiguas colonias portuguesas en África. Actualmente estas comunidades constituyen a su vez los colectivos de inmigrantes más numerosos en Portugal. En concreto, la población de origen migrante residente en territorio continental y en las islas portuguesas del Atlántico provienen de Brasil en un 25,5%, de Ucrania en un 11%, de Cabo Verde en un 12,1%, de Rumania en un 8,7%, de Angola en un 4.9%, de Guinea-Bissau en un 4.2% y de Estados Unidos en un 4% (Reis, 2015). En 2012 vivían en Portugal 417.042 ciudadanos extranjeros, lo que representa el 3,97% de la población portuguesa total (Reis, 2015). En 2015, había 383.859 residentes extranjeros viviendo en Portugal, y 392.969 extranjeros en 2016; lo cual constituye el 3,8% de la población total, según datos oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores portugués (Portdata, 2017). Por otra parte, la población inmigrante no está distribuida uniformemente en todo el país; puesto que las minorías étnicas se concentran principalmente en las áreas urbanas del continente (Casqueira, 2006). Mientras que el número de llegadas de extranjeros ha sido lento en los últimos años, el movimiento migratorio en ambos sentidos (emigración– inmigración) se han incrementado (Matos, 201614) produciéndose en la actualidad un cambio de tendencia a la recepción de migrantes no procedentes de las antiguas colonias portuguesas. Habiendo adoptado tradicionalmente un enfoque de la migración de “laissez-faire”, Portugal comenzó a regular la inmigración a finales del siglo XX en respuesta al creciente número de migrantes que no hablaban portugués, muchos de los cuales no tenían vínculos coloniales tradicionales con Portugal. Las regularizaciones sucesivas y extraordinarias de los extranjeros emprendidas en Portugal en 1992-1993, 1996 y 2001-2004, propició que todos los migrantes en situación irregular que cumplía ciertas condiciones legales (por ejemplo, contrato de trabajo, bonificaciones en la seguridad social o datos fiscales para realizar el IVA, etc.) podían recibir la residencia permanente o provisional (Guía, 201615). De esta forma, el número de personas que viven en Portugal y que nacieron fuera del país se cuadruplicó en los últimos 30 años. De cualquier forma, las cifras son mucho menores a las españolas para las mismas fechas, siendo característico de Portugal que continúa permitiendo flujos migratorios a través de rutas legales, al contrario de la tendencia europea (Eurostat, 2010).

Esto permite hablar de una inmigración de largo recorrido, con menores dificultades de adquisición de la nacionalidad. Las cifras muestran una tendencia al alza de las nacionalizaciones, y específicamente un gran incremento de las solicitudes de adquisición de nacionalidad entre 2018 y 2019.

Gráfico 2. Evolución de solicitudes de nacionalidad en Portugal 2015-2019


Fuente: Serviço de Estrangeiros e Fronteras –SEF (2019)

Entendiendo la relación entre menores de origen migrante y delincuencia: una aportación criminológica

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