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La biblioteca es producto de acciones

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Lo esencial, entonces, parece ser esto: alguien ha de colocar documentos en determinados sitios para que las personas puedan obtenerlos. Al hacerlo, crea un espacio que denominamos biblioteca. Sus acciones la crean y recrean. Sin ellas, la biblioteca no existe. Lo sugiere también nuestra imagen: al colocar unos libros sobre una manta y definir así un espacio de encuentro con esos objetos, alguien ha creado una biblioteca en la calle de una comunidad. De hecho, como lo hace la organización ATD Cuarto Mundo (2018, 2015), podríamos llamarla biblioteca de calle.

Porque el espacio que vemos en la imagen no ha existido siempre, como si se tratara de una biblioteca eterna (piensa, por ejemplo, en la biblioteca de Babel y su origen incierto). Por el contrario, se trata de un espacio creado por seres humanos en algún punto del tiempo que podemos determinar con mayor o menor precisión. Podemos decir, por ejemplo, “la manta fue colocada hace varias horas, pero no fue sino hasta hoy, lunes, que todo estuvo listo”. A su vez, podemos postular que la creación de un espacio de esta clase constituye un proceso, ya que es poco probable que surja de un único acto en un único punto del tiempo, como si al levantar una mano esa biblioteca de calle surgiera de la nada. Diríamos, más bien, que ese espacio es creado progresivamente y como producto de numerosas acciones.

En efecto, la producción de un espacio como éste implica determinadas y múltiples acciones. Considera esto: el espacio que alberga a los niños, la niña, la mujer adulta y los libros no estuvo ahí antes de colocar la manta sobre el suelo, de extenderla cuidadosamente o de elegir el sitio adecuado (digamos a la sombra del muro para que el sol no desaliente a los lectores). No estuvo ahí antes de colocar los libros sobre la manta, ni antes de disponerlos de cierto modo. Todas esas acciones (y sin duda otras más) fueron necesarias para producir el espacio que llamamos biblioteca de calle. Decimos que la biblioteca es producida porque es el resultado de la praxis; es decir, el resultado de una acción transformadora de la realidad material, externa al sujeto, que permite atender determinadas necesidades humanas (Sánchez Vázquez 2003). No es, exclusivamente, un producto de la imaginación o del pensar. Al producir una biblioteca, algo ha cambiado en el mundo.

De este modo, la biblioteca es creada cuando determinadas personas llevan a cabo determinadas acciones. Esas acciones consisten en disponer determinados objetos en determinados sitios. Esos objetos son objetos que contienen información, son registros materiales de mensajes creados intencionalmente a los que denominamos documentos, y esos sitios facilitan su obtención. Al obtener documentos, las personas están en condición de acceder a la información que contienen o, lo que es lo mismo, están en condición de informarse. Así, al crear espacios como la biblioteca, los seres humanos creamos condiciones para acceder a la información, y no solamente a unos objetos específicos. A los lectores les interesan los mensajes que contienen esos objetos y la biblioteca –como espacio que propone las condiciones necesarias para satisfacer las necesidades del lector (Rendón Rojas 2005) – contribuye a reunirlos. Lectores e información son reunidos en el espacio que llamamos biblioteca, gracias a las acciones de muchas personas.

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