Читать книгу Invenciones de la sexuación - Graciela Schnitzer - Страница 23
Conversación
ОглавлениеMónica Torres: Quiero agradecer los tres trabajos que me parecen excelentes. En efecto, es un tema que he recorrido más de una vez y sobre el que quiero hacer una puntuación, porque que es importante no confundir el goce femenino con la posición femenina, desde mi punto de vista. Para mí la posición femenina está en el lugar del , donde se ubicarían de una, en una, no toda en S (), ni tampoco toda en el lugar del falo, lo que hace a la posición femenina, que no es coincidente con el goce femenino, que la sitúa en el S ().
En esa misma línea ‒respondiendo a la pregunta de Claudia Zampaglione en el chat acerca de la diferencia entre el goce de la privación y el goce místico‒ el goce de la privación es algo que Lacan trabaja en el Seminario 17, es decir, antes del Seminario Aún y que Eric Laurent ha tomado para hablar del antecedente del goce femenino. El antecedente del goce femenino es histérico porque el goce de la privación es histérico, ya que consiste en privarse –“hacer huelga” dice Lacan– del goce fálico. Es una manera de señalar lo que sería el privarse del tener, pero por el lado del goce y no por el lado de la falta en lo simbólico. Están las dos palabras: la privación, que alude a la falta en lo simbólico, pero es goce de la privación que, aun siendo histérico, es antecedente del goce femenino.
Pablo Russo: Quería hacer un par de observaciones, una retomando, lo que presentaba Eliana sobre las beguinas que era un movimiento de mujeres. En la primera clase tomamos la cuestión de las mujeres y me ocupé de la relación de los feminismos con el psicoanálisis. Pero Eliana subrayaba que ellas, en este amor infinito y en el constante intentar decir, producen una recreación del lenguaje; me preguntaba si algo de lo femenino, a veces, encarnado en movimientos de mujeres, produce una recreación del lenguaje. Por lo tanto, cuando se ponen a decir, cantar, dar sus testimonios de la experiencia del amor, del goce en el cuerpo, o gritar a viva voz, producen un efecto del lenguaje. Vemos las novedades que está sufriendo el lenguaje por estos movimientos.
El otro comentario es que a partir del último de Lacan, solemos hacer una especie de oda a ese goce femenino, difícil de atrapar y de explicar, y depreciamos el goce fálico. Me interesaría rescatar que, aún con las manifestaciones del Otro goce, hay algo de la pervivencia la lógica fálica aún hoy. Y remarcar lo que Lacan subraya en ese mismo momento de enseñanza, que es el obstáculo del goce fálico. En estos mismos Seminarios 19, 20, habla de ese goce que haría falta que no esté para que se acceda al Otro goce. Es decir que para ellas, aun desdobladas entre centro y ausencia, el goce fálico es un obstáculo y no sólo para los varoncitos que tenemos ese pequeño apéndice que nos molesta y perturba y nos lo impide.
Eliana Amor: Me llamó la atención encontrarme con un movimiento de mujeres cuando iba a leer a una mística. Me preguntaba qué se puede aprender de este movimiento de beguinas para leer los movimientos feministas actuales. Porque cuando las leía me resonaban algunas cosas: lo que implica la sororidad, cómo se ayudan entre ellas y forman un movimiento independiente de los hombres, que no quiere decir que no tuvieran relación, pero el punto era no depender de ellos. El concepto de sororidad tiene que ver con darle autoridad a otras mujeres, no implica necesariamente estar de acuerdo, llevarse bien, ser todas iguales, ni pensar todas lo mismo, sino que una mujer le pueda dar autoridad a otra. Me parece enriquecedor para pensar sobre los movimientos feministas abordar a estas mujeres que eran maestras unas de otras para transmitirse algo de la experiencia, que diera lugar a la experiencia de una por una. Me sorprendió pues no esperaba encontrar eso allí y por eso le dediqué una buena parte del trabajo a contarlo, porque habitualmente sabemos de las místicas, pero esta dimensión más política que tenían no está tan explorada por nosotros, y además me resonaba de modo diferente esta frase de Lacan que afirma que la mística no es lo que no es la política, y que incluso la mística es una cosa muy seria. No tengo respuestas sobre eso, pero me permitía leerla casi planteándome una investigación.
Mónica Torres: Voy a responder a la pregunta de Claudia Núñez en el chat acerca de la articulación entre la posición femenina y la posición del analista. La posición del analista ciertamente coincide con la posición del fin de análisis y también con la posición femenina, pero no con el goce femenino, que es otra cosa, y por eso esto es posible tanto para hombres como para mujeres.
Quería retomar esto que plantea Eliana sobre la cuestión de la política porque me recordó un artículo de Eric Laurent, en su libro Los objetos de la pasión, donde plantea que ha habido muchos movimientos femeninos, y que si no fuera por la entrada del discurso de las mujeres en la historia, las pasiones estarían vistas solamente del lado del heroísmo masculino, las grandes batallas son para defender el honor, por ejemplo. En cambio, las mujeres hacen obstáculo a pensar las pasiones solamente como elogio del yo que implican estas grandes épicas patrióticas o políticas de los hombres. Es un obstáculo que entra en determinado siglo de la historia como otra manera de pensar las pasiones. Me parece muy interesante porque es otra política, que no es la del héroe.
Blanca Sánchez: Tomo dos cuestiones. La primera, es respecto de lo que Pablo ubicaba del falo como obstáculo. Las referencias que traje del primer Lacan, del Seminario 5, hablan del falo como obstáculo a la posibilidad del goce femenino. Podría uno quizás leer al falo también como lo que obstaculiza la relación entre los sexos o la relación con el Otro sexo, pero es verdad que cuando Lacan toma el falo hacia el final de su enseñanza, también lo toma como mediador. Entre el hombre y la mujer está, como mediación, el falo como tercero.
En segundo lugar, sobre lo que planteaba Mónica de la posición femenina en las dos flechas, es importante porque en las míticas también podemos ubicar algo de la flecha hacia la cuestión fálica. Quizás esa cara del trabajo y de la agrupación social demuestre que tampoco estaban completamente libradas a lo infinito del goce y descolgadas del mundo en su puro éxtasis. Me parece que en ellas también hay algo de las dos flechas, y quizás sería bueno poder situarlo porque cuando se aborda a las místicas, en general nos quedamos siempre fascinados, cierto efecto de extravío. Por eso me parece que esta doble fecha quizá sea pertinente ubicarla también en las místicas, porque seguramente ese anclaje también estaba.
El libro que yo leí sobre las mujeres trovadoras de Dios ubica ciertas cuestiones políticas respecto de lo que fue el movimiento de las beguinas. Dice que surgen en un momento en el que la Edad Media empieza a estar un poco más relajada, a tener más circulación comercial y esto hace que circulen más los textos y ellas también podían circular. Otra cuestión que menciona es que entraban a los conventos por distintos motivos; algunas querían consagrarse a Dios, pero en algunos casos la dote no alcanzaba para entrar ‒parece que se requería cierta dote también‒ y la Iglesia no quería abrir más conventos. Por un lado, ellas querían tener esa posición entre centro y ausencia, pero también habría algo de la Iglesia que no las quiso alojar, y por eso se vieron obligadas a formar otro tipo de agrupamiento. Me pareció interesante que es en ese “relajamiento” medieval que proliferaron estas agrupaciones de mujeres.
Pablo Russo: Tomaba la cuestión del falo en su doble dimensión de mediador y de obstáculo, porque me parece que respecto de esa dimensión de obstáculo en el que estamos todos atrapados por tener que vivir mediados por el falo para acceder a los encuentros con los otros, me parece que Lacan toma a los testimonios del Otro goce, incluso los de la mística como una enseñanza de algo que horada ese goce fálico.
De algún modo el analista, que se priva de gozar y está allí desperdiciando su goce cada vez, empuja a algo del orden del pasaje de la experiencia de la palabra a la experiencia de la letra, pasar a algo del orden del síntoma como acontecimiento del cuerpo singular de cada uno. Puede no romper completamente con la lógica fálica, pero desde el principio de la enseñanza de Lacan o de un análisis, cuando el analista va en contra de las identificaciones fálicas, propone la misma línea de la interpretación por el equívoco, de ir en contra del sentido, es decir horada, propone un agujero allí en lo que está diagramado en lo simbólico para que el sujeto se identifique, ordene sus relaciones con los otros, etcétera, lo podemos llamar fantasma, como quieran. Me parece que en eso hay cierta comunidad entre la posición femenina de la que Lacan recomienda tomar una enseñanza, y la posición del analista que va hacia ese litoral que decía Blanca entre el saber y el goce.
Por otro lado, una pregunta a Eliana. Me interesó mucho la última cita Hadewijch D’Anvers en la que habla del deseo de amor. Hemos oído hablar de la posición femenina o de las mujeres de que su deseo es el amor mismo. Al final de la cita dice “lo que yo pudiera decir sería incomprensible para todos aquellos no han conocido el amor en el deseo”; no sé si se está refiriendo a que el amor esté ordenado como en los varones por el deseo fálico o cómo pensar ese deseo de amor o amor en el deseo como lo plantea, que me pareció novedoso.
Eliana Amor: Dice también que quien no ha conocido este amor y se mantiene en lo que nosotros entenderíamos como un amor más imaginario, de yo a otro, más narcisista, dice que se quedan en un amor de rebajas. Este amor en el deseo es el que le toma el cuerpo por entero y le produce la plenitud y el vacío, alternadamente. Si se la sigue da la sensación de que sería enloquecedor, porque vira por un detalle, de la plenitud al vacío. Quienes no han conocido ese amor y se manejan en un amor más terrenal, sería un amor de rebajas.
Mónica Torres: Sobre lo que introdujo Blanca, en cuanto a la posición de las místicas que no estarían del todo en ese goce que no es el fálico, sino que se podría pensar en alguna relación al falo, es algo de lo que no estoy muy segura.
Pero en lo que se me aparece con mucha claridad la diferencia entre la posición femenina y el goce femenino es en los ejemplos que trajo María Leonor. Medea, de quien no hay ninguna duda que está por completo fuera del goce fálico y que ha cruzado la barrera, de modo que es capaz de matar lo más preciado para ella misma que son sus propios hijos, para matar a los hijos de él, aunque sean los mismos. Luego se aleja ‒como dice la tragedia‒ de cara al sol hacia la muerte, o sea no hay vuelta de eso. Es la manera que tiene Lacan de diferenciar lo que es una mujer de lo que es una madre. Entonces, en ese ejemplo extremo, que lo diferencia tanto de Freud, está claro que es muy diferente el goce femenino de la posición femenina, que participaría del S () y del falo, mientras que la posición de Medea en eso no hay duda de que ella está absolutamente más allá del goce fálico.
Lo mismo me parece que aplica a Madeleine, que es un poco menos sangriento, pero refiere a lo mismo. Ella rompe las cartas, esas que eran los hijos de los dos. Tratándose de algo que era para ella misma tan valioso como las cartas de amor que el le dirigía, con tal que quede en su literatura ‒como dice Gide‒ un agujero abierto, porque siempre faltarán esas cartas. Medea logra hacerle ese agujero a Jasón y Madeleine a Gide. La mujer pobre es el mismo ejemplo, es la posición de la mujer de quien ha atravesado el goce fálico. Por eso me parecía que los tres ejemplos que María Leonor evocaba eran claros para demostrar en que no se trata de ninguna relación al goce fálico.
En cuanto a los diferentes movimientos de las mujeres en la historia, que me inclino a verlas más lejos del goce fálico, es cierto que al constituirse como movimiento hay algo que podríamos pensar si tiene o no cierta relación con el falo, y que en la actualidad de lo que es el feminismo, sin duda alguna, hay posiciones muy fálicas.
Pero me interesó la diferencia que hacía Blanca ‒y también de alguna forma Eliana‒ entre lo que sería el goce de las místicas, que comportarían alguna relación con el goce fálico y el goce femenino, y planteo una pregunta que dejo abierta si esa posición coincide o no con la posición de una Medea, de una Madeleine, o de La mujer pobre. Porque ahí me parece que está claro, sobre todo en la posición de Medea que no hay relación posible al goce fálico.
Blanca Sánchez: Hay una cuestión con Medea y Madeleine, por algo que dijiste recién y que a mí me hace pregunta ¿qué es esto del agujero que hacen en el Otro? ¿Cuál es el estatuto de ese acto que esta tan dirigido a agujerear al Otro? ¿Es la venganza?
Mónica Torres: Me parece que el hecho mismo de asesinar a sus propios hijos habla de lo desprendida que está de toda posibilidad de relación con el goce fálico. Eso es del orden del acto y no tiene vuelta, sólo queda por delante la muerte. No es la cuestión histérica de horadar al Otro, es mucho más fuerte que eso. Es la frase de Miller “pobre Jasón no conoce a su Medea”, cuando la quiere aplacar comprándole cosas, dándole lo que se daría en esa época, no comprende que ella ha pasado toda barrera y que verdaderamente está mucho más allá del falo. Es también el caso de Mia Farrow y Woody Allen que siguen peleando después de tantos años.
Fabián Fajnwaks: Quería simplemente agregar a lo que Mónica decía de golpear al Otro en lo que tiene de más precioso, porque en realidad ese es el sentido del acto de Medea, y creo que ahí interviene la dimensión del Otro que planteaba Blanca, y que ese acto se explica por esa dimensión de venganza hacia Jasón.
Podríamos agregar a la lista la referencia a una película de Woody Allen que es Blue Jasmine, en que el personaje femenino toma una decisión radical y ataca lo más precioso de su marido en el momento en que sabe que él es infiel. A partir de ahí lo denuncia al FBI y todo lo que sigue en la película. Se trata de atacar esta dimensión el semblante y dirigirse hacia el lado de este sin límites que el semblante cubre del lado de los hombres.
Quisiera retomar algo muy interesante del trabajo de Eliana Amor, en las beguinas, como ella avocaba, era un movimiento inspirado en el amor cortés, pero, en algún punto, un movimiento feminista anticipado porque eran mujeres que no se retiraban al convento, sino que querían tener un pie en el semblante fálico. Eran mujeres que se casaban, mantenían a sus hijos y al mismo tiempo, se consagraban a la mística. No se casaban con la Iglesia como las religiosas, sino que mantenían de alguna manera un pie en el falo y otro en una apertura hacia el Otro goce, encarnado de una manera muy particular en Hadewijch D’Anvers. Ella es muy interesante como mística porque como evocabas muy bien, habla de Dios como amor, el mine o la mine es el amor, pero es el amor femenino, es decir Dios en femenino. Se trata de un Otro, pero es un Otro barrado que, en algunos de sus poemas, está ubicado del lado del caballero feudal, el del amor cortés. En ese sentido, ella se ubica como objeto de ese Otro que está barrado, ciertamente, y que además la ama, es decir, ocupa el mismo efectivamente que el trovador, la preciosa referencia que daba Blanca.
Sobre la experiencia mística en algún lado ella menciona que se trata de algo así como dejarse caer en el abismo que representa Dios, pero que representa a Dios como un Otro que abre a la ausencia del sujeto, la ausencia del sujeto y la apertura a lo ilimitado donde hay algo de lo contiguo de su goce que se extiende al otro feminizándolo.
De manera inversa, San Juan de la Cruz, cuando se va acercando a lo alto del Monte Carmel, cuando va ascendiendo se feminiza, y habla de sí mismo en femenino. En Hadewijch D’Anvers me parece que esta inversión se opera del lado de feminizar al Otro, de feminizar a Dios, y de extender ese goce que siente en el cuerpo en una continuidad al otro y disolver el centro subjetivo, el yo del sujeto, abriéndose a esa experiencia de goce feminizando al Otro.
Mine es Dios amor que, por supuesto, no es el Dios amor cristiano de la teología, es el Dios amor que la mística viene a hacer hablar, mientras que el Dios de la teología calla en esta experiencia de goce.
Se introduce en un momento importante de la historia que es cuando la Iglesia instituye el casamiento ‒esto lo hemos trabajado mucho hace algunos años en el Ateneo sobre los semblantes del matrimonio. Con la experiencia del amor cortés se intentaba reintroducir el amor pasión allí donde la Iglesia lo había excluido. Lo interesante del análisis que hace Denis de Rougemont ‒en El amor y el occidente‒ es que demuestra que la forma del amor pasión comienza con la experiencia del amor cortés, para reintroducir esa dimensión pasional en el amor que la Iglesia había ubicado completamente del lado de Dios.
Me parece muy interesante lo que evocabas respecto del amor cortés, porque Lacan va a referirse al amor cortés en distintos momentos de su enseñanza y lo retoma, por ejemplo, en “Los Nombres del Padre”, “Los no incautos yerran”, cuando habla del amor cortés como permitiendo hacer lazo entre el goce y el saber. Aquí retomo lo que Blanca planteaba, la relación de la experiencia mística con el amor cortés. Mientras que el amor cortes permite hacer lazo entre una experiencia de goce suspendida artificialmente, de la cual el caballero se priva buscando hacer existir la inexistencia de la relación sexual, del lado de la experiencia mística se trata de un goce sentido en el cuerpo del cual el sujeto va a escribir.
Voy a plantear una hipótesis ‒no sé si Blanca estará de acuerdo‒ a la pregunta, muy pertinente, que hacía y que permite hacer un puente con los testimonios de los AE: ¿que lleva a querer dar testimonio del goce, a querer escribir? Porque es cierto, como Blanca planteaba, que lo particular en la experiencia mística es la escritura, es decir, lo que se siente en el cuerpo y ese segundo momento que es la escritura y la transmisión. Me parece que ahí hay algo que nos permite entender por qué los analistas de la escuela hablan de lo que ha sido su manera de arreglárselas con el goce allí donde ni se privan, ni lo sienten en el cuerpo como las místicas. Pero como seres hablantes que son tuvieron que vérselas con eso, y se la siguen viendo, además, porque efectivamente esa relación no termina con el pase, el pase es una escansión, un momento en el cual hacen transmisión articulando un saber donde hay un goce particular de cada uno de ellos.
Pienso que esa referencia del amor cortés tardía en Lacan haciendo lazo entre saber y el goce nos permite avanzar quizás un principio de respuesta a lo que Blanca preguntaba acerca de por qué escriben. Esa escritura como goce es una experiencia real a nivel de la escritura, una segunda experiencia real porque no solamente se trata de hacer una transmisión por la palabra, sino que pasa por el escrito ‒y ahí me parece que el concepto de letra y la referencia de “Lituratierra” son fundamentales‒ en donde la letra busca hacer borde entre el saber y el goce. Esto nos permite pensar no solamente la escritura de los místicos, sino también la cuestión del amor, no el amor imaginario, narcisista ni el amor en su dimensión simbólica, como un intercambio de falos que es la lógica fálica, sino como un amor que permite como letra bordear un goce que escapa al saber y que hace litoral, borde. Podemos remitirnos sobre este tema a otro momento de nuestra historia, a otro seminario que Mónica había hecho con algunos de nosotros sobre los nudos del amor. Lacan introducen esta experiencia en “Los no incautos yerran”, referencia interesante pensar al dios amor que evoca Hadewijch D’Anvers y que, además, efectivamente es un feminismo avant la lettre.
Me parece muy interesante, también, la pregunta que hacía Blanca de cómo pensar que ese movimiento feminista ‒porque las beguinas vivían entre mujeres‒ en comparación con la feminización del mundo. Hay un punto fundamental y es que la feminización del mundo es un fenómeno que acontece con parámetros que cambiaron desde la Edad Media, porque hay como ocho siglos entre el movimiento de las beguinas y el actual. Vivimos en una época en que el Otro no existe, mientras que la experiencia mística se podría localizar respecto de un Otro muy particular ‒definido muy bien esta noche‒, un Otro divino, una experiencia de goce y, por qué no, de deseo. Si consideramos la denuncia de los movimientos feministas de los años 70, por ejemplo, o las primeras feministas de la época de Freud, o incluso el falocentrismo lacaniano ‒con las feministas que estaban en la Escuela de París, como el caso de Lucy Irigaray‒ vemos que apuntaban al falo, a denunciar el falocentrismo. Mientras que el feminismo actual, sobre todo los movimientos de la cuarta generación, buscan, por un lado, articular un discurso allí donde ya no hay Otro y, por otro atacar lo que podría quedar del semblante y de lo simbólico vinculado al patriarcado.
Denuncian, por ejemplo con Mee Too, la posición del hombre que representa algo de la violencia, que ciertamente existe, pero no todos son violadores, no todo el goce fálico es un goce peligroso. Ese feminismo de la época de la feminización del mundo, a diferencia de los otros, ataca al semblante fálico. Este feminismo actual, que los sociólogos llaman la cuarta ola, busca, más bien, correr completamente el falo, como si no existiese y toma como figura paradigmática al sujeto transexual, es decir, a aquel que no se inscribe voluntariamente en ningún semblante, buscando más bien denunciarlos.
Mónica Torres: En efecto, para esta posición no se puede decir más hombres y mujeres, un ángulo posible a tomar sería juntar los no binarios.
Fabián Fajnwaks: Creo que hay que mostrar que el binarismo que nos achacan ‒al suponernos a los lacanianos guardianes del binarismo a nivel de la diferencia sexual‒ es algo que ya no es posible con el Lacan de la última enseñanza. La diferencia sexual queda borrada detrás del anudamiento singular, sintomático que el sujeto hace respecto al goce, el Lacan del sinthome ya no es el del Seminario 20. Es un Lacan que con el sinthome permite responder a Paul Preciado, para dar un ejemplo más extremo de quien denuncia con la mayor vehemencia el binarismo fálico.
María Leonor Solimano: Agradecemos a todos, la verdad es que se han abierto muchísimos temas que seguiremos trabajando durante todo el año.