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Creerse bello o identificarse al síntoma

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Lo que voy a trabajar hoy, retomando lo que Blanca Sánchez ubicó la clase pasada, (6) es lo que sería el pasaje de ese momento de la enseñanza de Lacan, el de los Seminarios 19, 20 y 21, a lo que Jacques-Alain Miller ha denominado la ultimísima enseñanza de Lacan. En su curso El ultimísimo Lacan, Miller realizó un ordenamiento de la enseñanza de Lacan distinto del que realizó en La experiencia de lo real donde la ordenó de acuerdo a los paradigmas del goce. (7)

En El ultimísimo (8) hace un cuadro en el que ubica un primer periodo que es el periodo imaginario. Luego un segundo periodo que es el simbólico, dentro del cual incluye tres momentos: la estructura matemática ‒que se correspondería a su escrito sobre “La carta robada”; después la estructura lingüística, tal como aparece en el grafo del deseo y todos los conceptos como los del Nombre del padre, el gran Otro, la metáfora y la metonimia, la metáfora paterna, es decir lo que sería a nivel de los paradigmas del goce la significantización del goce; y llama la atención un tercer momento que sigue incluyendo en lo simbólico y que es el de la estructura lógica. Quiere decir que Miller, al leer el ultimísimo Lacan, ubica un momento correspondiente a la lógica dentro de lo simbólico, ya que la lógica todavía está relacionada con lo simbólico. Se trata de una estructura que comprende el Seminario 17, con los cuatro discursos y los Seminarios 18, 19, 20, y 21, así como “El saber del psicoanalista” o Hablo a las paredes ‒las charlas en Sainte-Anne‒ como ustedes prefieran. Luego deja por fuera del periodo simbólico lo que va a llamar el periodo topológico.

Entonces tenemos el periodo imaginario, el periodo simbólico, dividido en tres (estructura matemática, lingüística y lógica), y luego el periodo topológico que se refiere exclusivamente a los Seminarios 22 y 23. Tanto el Seminario 24, “L’insu…”, como el 25 entrarían en lo que Miller llama temblor de enseñanza. Es decir que completamente toda la enseñanza se pone en cuestión y es el contrapsicoanálisis tal como estaba pensado hasta ese momento incluyendo lo topológico. Plantea que lo que aparece cuando todo lo demás cae, es lo que uno podría llamar la poesía, y la poesía es a lo que dedicamos nosotros nuestro Seminario de Enlaces del año pasado, que se tituló “De la novela a la poética”, es decir, siguiendo todos estos derroteros.

No obstante, si para la clase de hoy tomamos el título “Hombres y mujeres” es porque estamos citando Hablo a las paredes ‒referencia que también encontrarán en Los nudos del amor‒ en donde Lacan dice: “¿De qué estoy hablando? Pues bien, de ninguna otra cosa sino de lo que se llama en lenguaje corriente los hombres y las mujeres. No sabemos nada real sobre esos hombres y esas mujeres como tales. No se trata de perros ni de perras. Se trata de qué son realmente quienes pertenecen a cada uno de los sexos a partir del ser hablante. No hay aquí ni una sombra de psicología”. Y ahí viene la frase difícil: “Hombres y mujeres eso es real”. (9) Esa frase, todavía me intriga. Entonces, es en función de esa cita que le pusimos a esta clase este nombre.

Ahora bien, en la clase pasada tanto María Leonor Solimano, como Eliana Amor y Blanca Sánchez se situaron sobre todo en un capítulo del Seminario Aún que se llama “Dios y el goce de La (La tachada) mujer”, (10) esa que no existe. Pero Blanca (11) empezó a hacer el pasaje de un momento de la enseñanza de Lacan al otro, que es el mismo pasaje que voy a hacer yo y que hice en un artículo mío que se llama “La ruptura entre la identificación y la nominación”. (12) Tomo allí bastantes referencias del libro de Eric Laurent El reverso de la biopolítica (13) ‒que también tomó Blanca la clase pasada‒, y el curso de Miller El ultimísimo Lacan.

Uno podría decir, en realidad, que este ultimísimo Lacan que es el que va mas allá incluso de la topología, pero nosotros habíamos llegado hasta la topología, ya que Blanca había tomado el Seminario 23, que pertenece al periodo topológico, así como también los seminarios 21 y el 22. Yo también hago referencia fundamentalmente al Seminario 23 en el artículo que acabo de mencionar.

Tenemos entonces esta ruptura entre la identificación y la nominación, porque al final del análisis se trata de la nominación, que tiene muy poco que ver con identificación, aunque hablemos, de una identificación al síntoma, de una identidad sinthomal o sinthomática, considerando que identidad no es una palabra estrictamente del psicoanálisis, sino que más bien es un término de los movimientos de género. En ese texto hago toda una reflexión en la que planteo que el análisis de una mujer va siempre de la posición histérica a la posición femenina. Quizás no cabría decir siempre, porque no se puede decir siempre para las mujeres, ya que se trata de un conjunto abierto y siempre es una por una, pero el punto de llegada es lo que llamamos la posición femenina cosa que Lacan retoma en el Seminario 23, y especialmente en la conferencia “Joyce y el Síntoma”, donde dice que si una mujer no se presta a ser el síntoma para un hombre resta el síntoma denominado histérico. (14)

Eric Laurent retoma el Seminario 22, que pertenece también a este periodo topológico, para hablar de si es la misma situación para los hombres. Es el pasaje que va de lo que fue la lógica fálica, tal como aparece en el lado izquierdo de las fórmulas de la sexuación ‒y tal como ya venía apareciendo desde “La significación del falo” porque se trataba del ser o tener; ser el falo para la mujer, tener el falo para el hombre, o sea to have or not to have, tener o no tener en vez de ser o no ser‒ a la topología. Sin embargo, el último Lacan, el del Seminario 22 plantea que “el hombre no puede ser síntoma de otro cuerpo, al igual que la mujer, porque a su cuerpo él lo tiene”. ¿Y qué quiere decir que él lo tiene?: “Lo tiene del mismo modo que tiene un falo”. (15) Es decir, se sitúa del lado izquierdo de las fórmulas de la sexuación.

En “Joyce, el Síntoma” Lacan hace un juego de palabras que trabaja Eric Laurent planteando “donde el órgano llamado fálico se infla, se iza”, tal como se diría en español y que se refiere a la erección del órgano. Y plantea Laurent que a partir de ello “Il se croit beau que quiere decir “él se cree bello”, que a la vez es también otro juego de palabras con el famoso escabeau, o sea el escabel. (16) Es decir que este “creerse bello” es el que lo lleva subirse al banquito que llamamos escabel. Como pueden observar, son otras definiciones de la posición femenina y de la posición masculina que empiezan a aparecer en el período topológico, si es que podríamos seguir hablando de ellas. Mientras él se crea bello, mientras él se infle, está del lado izquierdo de las fórmulas de la sexuación. Ahora, este no es el goce que sostiene el cuerpo en el Seminario 24 de Lacan, donde se ubica el fracaso del inconsciente y habla de otra manera del goce. Eric Laurent, siguiendo a Lacan allí, nos habla de esa metedura de pata original y primera, en tanto primera en su relación con el síntoma y en su relación con el cuerpo, esa torpeza, esa metedura de pata, esa una-equivocación.

Seguramente recuerdan que entre las traducciones posibles del título del seminario 24 “L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre” (17) encontramos “la torpeza que sabe de la una-equivocación es el amor”, o “el fracaso del inconsciente es el amor”, traducción con la que titulé mi libro, justamente, Fracaso del inconsciente, amor al síntoma; (18) inconsciente porque l’une-bévue equivoca con la palabra Unwebusste, que es inconsciente en alemán. El inconsciente fracasa y tiene que fracasar porque de lo contrario los análisis serían infinitos; es lo que después Miller llamó fracaso del inconsciente transferencial, diferenciando el inconsciente transferencial del inconsciente real, lo que toma de otro escrito de Lacan. Eric Laurent subraya aquí que el analizante sabe, después de haber dado varias vueltas, es decir, las famosas vueltas dichas de “El atolondradicho”, que repite lo mismo con su partenaire independientemente de cómo sea éste; o sea que la repetición está del lado del analizante y de su objeto de goce y no del lado del otro, no del lado del partenaire, por lo tanto, la partida se juega para él independientemente del objeto elegido. Y es aquí donde Laurent destaca que, al contrario de lo que había hecho el primer Lacan, a esta altura de su enseñanza le da mucha importancia a la tercera identificación freudiana, esa en la que el objeto es indiferente, como se puede observar en las muchachas del internado, según la cual todas las colegialas se desmayaban cuando una recibía una carta de amor. En este caso ya no se trata de la primera identificación que era el lazo de amor al padre, porque no hay ninguna garantía del amor al padre ni ninguna garantía del Nombre del padre. Al revés, lo que hay es la identificación a un rasgo particular y a la vez esta indiferenciación del objeto que es lo que hace que el sujeto repita en su fantasma lo mismo, y que aprenda a saber hacer algo con eso mismo que repite en su fantasma y también en su síntoma, repetición que tomará otro sesgo, se inventará algo distinto, no se trata de que cambie el partenaire sino que tendrá que aprender a hacer algo diferente con eso que repite. Por otra parte, esto hace que se produzca una nueva identificación que se sale por completo de la lógica del to have or not to have, se sale del tener y del ser con el que se jugaba la partida cuando se trataba del falo-castración, y que suple la identificación al Nombre del Padre. ¿Qué es entonces lo que suple la identificación al Nombre del Padre, al Otro, al grafo del deseo? Para Lacan lo que la suple es RSI, real, simbólico e imaginario, y dirá “al que considero que es mi nombre propio”, agregando “…no estoy especialmente orgulloso de ello”. (19) Lo cual creo que es un cierto guiño para decirnos que él no se decreta tan bello y que, por ende, ese es su nombre propio, el de él. Cada uno tendrá que elegir el suyo y por eso el recorrido del análisis va de la identificación del comienzo a la nominación del final, a cómo se nomina el sujeto cuando toma su nombre de sínthoma.

Hay otro capítulo que se podría trabajar, que es el primer capítulo del Seminario 23, El sinthome, en el que Lacan hace referencia a Adán y Eva. Es un capítulo hermoso, difícil pero hermoso porque allí plantea que, si bien Eva nace de una costilla de Adán, y si bien es Adán el que lo nombra todo, para Lacan Adán habla en la lengua de Eva. Es decir, que no es sin Eva y sin la serpiente que Adán puede nombrar, y hace un juego de palabras con la lengua de Eva y de la vida, entre Eve y la vie, que resulta en “la lengua de l’Èvie”. (20) No voy a decir más sobre eso pues lo voy a retomar seguramente en alguna otra clase.

He titulado a mi presentación de hoy “Hombres y mujeres en Lacan: del siglo XX al siglo XXI” a partir de una pregunta con la que terminaría, y que es: ¿se puede hablar todavía de hombres y mujeres? ¿Son válidas las fórmulas de la sexuación? ¿El goce del Uno, del último Lacan y del fin de análisis, coinciden con el goce femenino del lado derecho de las fórmulas? Y la más adecuada de todas, para mí, sería: ¿hay más de dos modos de gozar?, por supuesto cualquiera sea el sexo biológico de quien se ubique de un lado o del otro. ¿Hay más de dos modos de gozar o son siempre dos?, por más colectivos y grupos que se formen reivindicando comunidades de goce más y más pequeñas. Eso mismo planteé en el Congreso de París del 2014 y recuerdo que Juan Carlos Indart, que coordinaba la mesa en la que presenté, dijo que para él siempre había dos y solo dos modos de gozar. Entonces estamos aquí seis años después discutiendo estas cosas a las que yo creo que Fabián Fajnwaks tiene mucho que aportar.

DESGRABACIÓN: ILAN BRONSTEIN

*- Trabajo publicado en la revista Enlaces 26, Grama, Bs. As., 2020.

1- Torres M.; Katz, L., Los nudos del amor, Dorrego, Bs. As., 1998.

2- Cf. Capítulo 2 “Más allá del falo” de este libro.

3- Russo, P.; Torres, M., “Lo real del dos y los medio-decires”, Los nudos del amor, op. cit., pp. 143-170.

4- Sánchez, B.; Russo P.; Katz, L., “La comunidad de los amantes”, Los nudos del amor, op. cit., pp. 239-254.

5- Fajnwaks, F.; Torres, M., “El amor como suplencia a la no relación sexual”, El sexo es un decir, Cuadernillo, Bs. As., 1997.

6- Sánchez, B., “El goce en el arte del justo amor”, cap. 2 “Más allá del falo”.

7- Miller, J.-A., “Paradigmas del goce”, La experiencia de lo real en la clínica psicoanalítica, Paidós, Bs. As., 2003, pp. 221-240.

8- Miller, J.-A., “Períodos en la enseñanza de Lacan”, El ultimísimo Lacan, Paidós, Bs. As., 2014, pp. 197-214.

9- Lacan, J., Hablo a las paredes, Paidós, Bs. As., 2012, p. 68 (el subrayado es nuestro).

10- Lacan, J., “Dios y el goce de La (La tachada) mujer”, El Seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Bs. As., 1991.

11- Sánchez, B., “El goce en el arte del justo amor”, op. cit.

12- Torres, M., “La ruptura entre la identificación y la nominación”, Lecturas on-line Enlaces 25, en <https://www.revistaenlaces.com.ar/wp-content/uploads/E25-1-la-ruptura-entre-la-identificacion-y-la-nominacion-monica-torres.pdf>

13- Laurent, E., El reverso de la bioplítica, Grama, Bs. As., 2016, pp. 50-53.

14- Lacan, J., “Joyce el Síntoma”, Otros escritos, Paidós, Bs. As., 2012, p. 595.

15- Lacan, J., clase del 16 de noviembre de 1976, Seminario 22, “RSI”, inédito.

16- Laurent, E., El reverso de la biopolítica, op. cit., p. 62.

17- Lacan, J., Seminario 24 “L’insu que sait de l’une-bévue s’aile á mourre”, inédito.

18- Torres, M., Fracaso del inconsciente, amor al síntoma, Grama, Bs. As., 2008.

19- Lacan, J., clase del 16 de noviembre de 1976, Seminario 22, “RSI”, inédito.

20- Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Bs. As., 2006, p. 13.

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