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Prólogo
El psicoanálisis y el método científico

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por EUDARDO ISSAHAROFF


Desde comienzos de los años sesenta hasta este momento, Klimovsky mantuvo una actividad epistemológica ligada al psicoanálisis de manera constante. Publicó numerosos trabajos en revistas y libros especializados, participó en jornadas, conferencias, cursos y congresos, y fue invitado en tres oportunidades al congreso de la IPA para presentar trabajos. Ha recibido el premio de la IPA a colaboradores no psicoanalistas y es miembro honorario de la Apdeba. Es miembro fundador y ex presidente de la Adep.

En Buenos Aires hemos tenido la fortuna de que nuestra comunidad psicoanalítica contara con el trabajo como epistemólogo de Klimovsky en grupos de estudio, seminarios y cursos. En ellos se examinaron trabajos teóricos, clínicos y técnicos. Klimovsky contribuyó a que tomáramos conciencia de la importancia de la epistemología para comprender nuestra propia actividad que, como ustedes saben, ha sido desde su nacimiento objeto de pasiones encontradas, a favor y en contra.

El rigor, la serenidad y la ausencia de prejuicios de Klimovsky en su trabajo ha sido un saludable aporte de racionalidad y modestia para valorar en su justa medida los problemas y las virtudes de nuestra disciplina. En repetidas ocasiones Klimovsky señaló los prejuicios y opiniones infundadas o producto del desconocimiento que han existido tanto por parte de los psicoanalistas como por la de algunos epistemólogos que han opinado sobre el psicoanálisis. Afortunadamente también contamos con epistemólogos que se han interesado en la estructura de la teoría y la práctica psicoanalítica y que, desde nuestra función en la IPA, hemos invitado a participar en nuestros congresos internacionales, como el Prof. A. Grünbaum de Pittsburg, la Prof. P. Kitcher de San Diego y el Prof. Castoriadis de París. Estamos agradecidos a todos aquellos que con su trabajo contribuyen a enriquecer nuestra disciplina, y nuevamente nos consideramos privilegiados por contar en forma cotidiana y en estrecho contacto con la inagotable vocación de Klimovsky por la filosofía de la ciencia y por la docencia, que en nuestro caso ha requerido una cuota extra de paciencia.

En esta exposición –en la que me propongo comentar las ideas de Klimovsky sobre el psicoanálisis– me parece indispensable, en primer lugar, considerar algunas de sus posiciones sobre la actividad científica en general que forman el marco conceptual dentro del cual cobran sentido las consideraciones que hace sobre el psicoanálisis.

En una ocasión, Klimovsky sintetizó lo que pretende el método científico diciendo: “Simplemente pretende que, si hipotetizamos sobre lo que sea, siendo cuantitativo o no, estemos en condiciones de examinar las consecuencias lógicas frente a la experiencia pertinente”. Analizando esta frase, encontramos algunos de los elementos que, para Klimovsky, caracterizan a la actividad científica: la construcción de hipótesis, el uso de la lógica para extraer consecuencias de las hipótesis que hemos formulado y, finalmente, generar condiciones que nos permitan observar a través de experiencias pertinentes dichas consecuencias. Otro de los elementos indispensables en la actividad científica es la transmisión de información. Las estructuras lingüísticas (cotidianas, lógicas, científicas en general y específicas) son el material con el que se construyen cada uno de los elementos que transmiten información. La importancia de las estructuras lingüísticas es de primer orden y consideraremos distintos aspectos de su problemática más adelante.

La posición de Klimovsky sobre la estructura de la actividad científica no privilegia ninguno de los elementos de la misma. Parece buscar un equilibrio dinámico que le permita variar de punto de vista según las necesidades del momento y no quedar enrolado en una posición que haga pasar el centro de gravedad del análisis epistemológico por los aspectos lógicos, los empíricos o los histórico-sociológicos, por ejemplo. El esfuerzo de Klimovsky en esta dirección es fácil de percibir en sus escritos, en especial cuando aparece su desconfianza frente a una afirmación cualquiera con cierta pretensión absolutista. Su concepción de la ciencia incluye, entre otras propiedades, el permanente cambio de teorías, la diversidad de perspectivas teóricas simultáneas y sucesivas sobre los hechos y las entidades del mundo, la incompletud de toda descripción, el espacio científico como un espacio interdisciplinario en el que conviven e interactúan permanentemente las distintas disciplinas científicas, y lo inútil de buscar esencias o verdades últimas. A esta concepción le cabría muy bien el título que Luria ideó para su último libro La vida, un experimento inacabado; también la ciencia, en la visión de Klimovsky, es un experimento inacabado: se haga lo que se haga siempre se está en la mitad del experimento. Creemos que puede ser adecuado concluir, entonces, que la epistemología no puede ser normativa porque una condición no eliminable de la ciencia es la creación. No alcanzamos a descubrir ningún elemento que le dé al epistemólogo la capacidad de ver el futuro y guiar a los científicos en el camino según esa visión. Más bien vemos a la epistemología como el único instrumento que tenemos para analizar la producción científica y obtener conocimiento acerca de cómo se han plasmado las hipótesis, los conceptos, las formas lógicas que se han usado, el diseño de los experimentos, las bondades o deficiencias de la teorías y las vicisitudes de sus cambios. En este sentido, puede ser vista como la ciencia que se ocupa de los aspectos curiosos e intrigantes que aparecen cuando uno se detiene a contemplar la actividad de los científicos y lo que generan. Esta es precisamente la sensación que tenemos cuando trabajamos con Klimovsky. Él tiene la actitud de un científico que está frente a algo que atrae su interés y comienza inmediatamente a trabajar con las herramientas del epistemólogo sobre lo que hacemos nosotros, los psicoanalistas, en todos los niveles, teórico, clínico y técnico. El rigor, el compromiso con la tarea, y el permanente cuidado en evitar toda seducción o distracción que hay en su actitud, es muy similar al que ponemos nosotros en la atención de las personas que nos consultan. Así, podemos confesar que en muchos momentos nos alivia el tratamiento de epistemoanálisis con Klimovsky, en el que tenemos el lugar del que es ayudado con sus dificultades. Los muchos años de tratamiento de epistemoanálisis que tenemos nos hacen valorar muy especialmente el contacto y trabajo directo con el epistemoanalista y su continuidad a través del tiempo. El producto de este trabajo, tanto para el epistemólogo como para el psicoanalista, está en directa relación con la intensidad de la convivencia que hace posible la participación en profundidad de los problemas y dificultades que enfrenta toda actividad científica.

En circunstancias donde hemos sufrido sentimientos de desánimo, o pesimismo, cuando debíamos enfrentarnos a diferentes tipos de crisis en nuestra disciplina, Klimovsky nos alentó con pensamientos como el siguiente: “[...] siempre he estado del lado optimista frente a estos temas, porque cualquiera que conozca la historia de las disciplinas científicas –aun de la matemática misma, o de la física, por no hablar de la biología– sabrá lo que costó constituirlas, los problemas metodológicos complicadísimos que en ciertos momentos estaban involucrados en la cuestión del estatus de la biología, de la ciencia natural en general y de sus grandes teorías”.

“Realmente, la tentación de juzgar las cualidades intrínsecas de algo por uno de los estados en que se va desarrollando es una costumbre muy peligrosa”. Más adelante dice: “Pero, ¿qué ocurrirá de acá a tres o cuatro mil años? Ello es cosa que realmente no podemos prever. De manera que me inclino, personalmente, a no simpatizar con esas posiciones negativas según las cuales todo lo que hay detrás de la psicología o la sociología, inherente al tema de estas disciplinas, es tan peculiar que lo hace inasible al método científico y que en cambio habría otra cosa sui generis que considerar, ligadas tal vez a la intuición intelectual, a la filosofía o a las ciencias de la significación o aun a la lingüística por ejemplo, pero no en el sentido científico que estamos habituados por la tradición de las ciencias exactas o naturales”.

En cuanto al psicoanálisis como ciencia natural, Klimovsky entiende como significativa “[…] la gran vuelta revolucionaria de Freud al sacar a la psicología como subrama de la filosofía y transformarla en una ciencia ligada a las fuerzas corporales, al instinto y a los fenómenos de tipo biológico”.

Un hecho que contribuye a sostener esta posición es que “examinando el desarrollo histórico (del psicoanálisis) se va a ver una problemática primitiva de carácter terapéutico con desafíos explicativos”. En esta línea argumental sostiene que: “Lo que el psicoanálisis ha descubierto es el aspecto funcional de la conducta humana”. Y agrega: “Lo que yo tengo que entender de un paciente es cuáles son las estructuras, incluso las estructuras neuronales, y qué funciones cumplen.”

Disiente en este punto con la conocida opinión del Prof. Mario Bunge: “[…] no hay tanta oposición como él piensa (refiriéndose al Prof. Bunge) entre neurociencia y psicoanálisis, que él casi la ve como una especie de batalla entre el materialismo y el dualismo místico.”

Su trabajo con la teoría psicoanalítica lo lleva a decir: “Mi conclusión es que no hay mucha diferencia entre la estructura lógica de las teorías psicoanalíticas con las de las otras ciencias humanas, que los métodos de introducción de los términos teóricos, definicionales y reglas de correspondencia son análogos”.

Klimovsky también piensa que el parecido metodológico del psicoanálisis con las ciencias duras es mayor del que muchos están dispuestos a darle. Aparece si se considera el valor gnoseológico de la interpretación psicoanalítica como instrumento, que está probado clínicamente que no es nulo, lo que muestra que hay ley manejable del fenómeno.

Sin embargo, muchos científicos y filósofos de la ciencia creen que existe algo particular en las así llamadas ciencias humanas. Si uno no se limita simplemente a oír estas opiniones y trata de averiguar qué contenido tienen –como hace Klimovsky–, entonces encuentra que las opiniones convergen a dos fenómenos, el de la significación y el semiótico, que es necesario tomar en cuenta en estas disciplinas y que no se encuentran en las otras. Pero, debemos repetir, tomar en cuenta no significa que abandonemos los métodos generales de la ciencia y los métodos de construcción de teorías, sino que debemos buscar la forma de ampliarlos de modo de incluir no solo los hechos y sus relaciones tal como ocurre en las disciplinas tradicionales, sino también las significaciones que se constituyen cuando estudiamos fenómenos o hechos que protagonizan seres humanos.

Klimovsky señala que, paradójicamente, fue vía ciencias naturales que el psicoanálisis se convirtió en una de las ciencias que mostró que hay fenómenos que no pueden ser entendidos si no se toma en cuenta que hay significados y semiosis. El psicoanálisis ha creado teorías acerca de la estructura responsable de estos fenómenos, de la naturaleza de esa estructura como interna al aparato psíquico, y de sus relaciones tanto con otras estructuras de la persona como con el mundo externo. En estas teorías se usaron y se usan términos del lenguaje cotidiano y del lenguaje científico en general, términos elucidados, y términos especialmente creados para formular las hipótesis correspondientes a esas estructuras. Podemos afirmar que negar el carácter de ciencia al psicoanálisis implica negar la existencia, entre otros, de los fenómenos de significación y semióticos que el psicoanálisis describe e intenta explicar en determinados niveles. Estos niveles corresponden a la estrategia Top-Down que es característica del psicoanálisis. Sabemos que se hacen grandes progresos con la estrategia Bottom-Up en otras disciplinas, pero aún no han surgido modelos o teorías en condiciones de competir con el psicoanálisis en el nivel que le es específico. No dudamos que el futuro cambiará este estado de cosas. Necesariamente, también las teorías psicoanalíticas actuales caerán y serán sustituidas por síntesis nuevas y más potentes. Este es un hecho que Freud ya esperaba en su tiempo, y que nosotros también esperamos. Puede ser una fuente de interesantes ideas realizar una investigación acerca de los factores comprometidos en la demora que se viene produciendo en este necesario cambio. La opinión de Klimovsky sobre este punto es muy significativa para nosotros, y dice lo siguiente, “[…] el abandono de una teoría, en un instante dado de la historia del psicoanálisis, no tiene nada que ver con el éxito científico y la cientificidad de toda la estrategia psicoanalítica”.

“[…] lo que habrá es la aparición de nuevas teorías que recogerán dialécticamente a modo de síntesis la experiencia de las teorías previas, las experiencias de las prácticas anteriores y esto dará lugar a una nueva etapa con su nueva revisión, con su propio análisis lógico y así, sucesivamente, sin parar”. “El método científico es así, consiste en una rápida y dialéctica sucesión de teorías […]”.

O, también: “[…] si el psicoanálisis desapareciera, podría suceder que lo que siguiera luego no pudiera existir como teoría sin el antecedente freudiano, porque podría ser que toda la actual teoría sirviera de camino lógico a una problemática nueva que solo se podría encontrar de esa manera”.

Un aspecto importante de la terapia epistemoanalítica es que estimula a buscar soluciones cuando tropezamos con la complejidad de los problemas y lo complicado de los procedimientos. Klimovsky nos ha rescatado más de una vez de momentos en los que nos sentimos abrumados, en los que el camino más fácil es el abandono de los métodos científicos, y nos ha devuelto la confianza en ellos.

Nuestra disciplina es rica en complejidades y dificultades. No pretendemos hacer comparaciones porque sabemos que cada uno sufre su dolor de muelas como único. Pero las complejidades con las que tenemos que tratar son, precisamente, ingredientes singulares como la significación y la semiosis, y la manera de incorporarlos al sistema legal de las teorías científicas. Klimovsky introdujo algunas ideas sobre este problema. Una de ellas vincula el problema de la explicación y el problema de la significación a través de la discusión en lógica de las estructuras de significación, la constitución de significados y las relaciones entre un discurso y sus interpretaciones. Estas discusiones forman parte del fundamento de la deducción, que a su vez participa del método explicativo.

Otro aspecto de las complejidades propias de nuestra disciplina es el que algunos autores señalan como imposibilidad de explicar mediante leyes, acotando que lo que se hace es en realidad comprender. La posición de Klimovsky sobre esta cuestión es que la explicación por leyes y la comprensión no son excluyentes. Esta última agrega la intencionalidad, ausente en la primera. Ello nos permite considerar a la explicación como una manera de posicionarse frente a una situación o un fenómeno que se comprende cuando en lugar de verlo aisladamente uno lo ve formando parte de un sistema y capta su sentido en ese sistema. Klimovsky dice que: “El que comprende se explica, de alguna manera, cierto tipo de situación pero no pasa de ser más que una especie de ubicación que da significado, en tanto que la explicación sería una ubicación que da razón”. “[…] explicar es situarse convenientemente en un estado de cosas. Parecería, si uno tuviera que ir eligiendo, que explicar es, de alguna manera, situarse”.

Otra cuestión que originó discusiones es que en nuestra disciplina existen muchas teorías, quizás se pueda decir familias de teorías que se desarrollan alrededor de algún aporte original y permanecen, hasta cierto punto, como nichos aislados. Este hecho no parece plantear enigmas muy interesantes y ocurre también en otras disciplinas. En cambio nos parece del mayor interés el proceso por el cual las teorías van siendo eliminadas van, en cierto sentido, muriendo. Klimovsky piensa que ese proceso consiste en la interacción continua entre aspectos empíricos, pragmáticos, tecnológicos y clínicos por un lado, y estructura lógica, creación de hipótesis y estructuras de modelos por otro. El proceso va descartando, en el tiempo, las teorías inadecuadas o equivocadas. A los psicoanalistas nos cabe la responsabilidad, a veces no asumida, de trabajar –y hay mucho trabajo por hacer–, para mantener en marcha ese proceso formulando con claridad y de manera organizada la información pertinente. La literatura psicoanalítica ha sido influida por la tradición filosófica de la que proviene todo lo que está vinculado al aparato psíquico, razón suficiente para esforzarnos por comunicar tanto los aspectos teóricos como los clínicos y técnicos en un estilo más organizado a la manera de la tradición científica sin perder de vista los aspectos particulares del material psicoanalítico. Este trabajo es necesario para aumentar el intercambio entre nuestras “familias” de teorías y también con otras disciplinas. La comunicación eficaz, tanto en el interior del psicoanálisis como con teorías y disciplinas distintas, se hace indispensable en nuestro tiempo. También es necesaria para generar investigación sistemática y nuevos instrumentos que enriquezcan al psicoanálisis. Sobre este punto, Klimovsky ha dicho: “He sostenido muchas veces que, desde un punto de vista lógico, más allá del aparente caos de muchos de los artículos psicoanalíticos, hay una estructura, una problemática y una intención bastante parecida a la de las ciencias naturales. La manera en que se constituyó el psicoanálisis y el aparato hipotético-deductivo que hay en muchas de sus exposiciones es para mí una cosa bastante fuerte”.

Un último punto que quisiéramos comentar es algo que nos provoca cierta curiosidad y deseos de profundizar sobre el asunto. Se trata de que en los escritos de Klimovsky encontramos con frecuencia la idea de que existe cierta similitud entre la actividad del psicoanalista y la del epistemólogo. Citemos, por ejemplo: “[…] el psicoanálisis es una ciencia bastante peculiar, tiene bastantes frentes epistemológicos. Además de las teorías psicoanalíticas, en el caso de cada psicoanalista, él tiene que hacer la teoría de su paciente; la interpretación, en un cierto sentido, es una especie de teoría o conocimiento peculiar sobre cierto tipo de material. Además, el psicoanalista tiene que actuar como epistemólogo del paciente porque tiene que juzgar si el conocimiento del paciente sobre sí mismo y sobre la situación en la que está inmerso es bueno o malo, y cómo alterar sus hipótesis y por cuál procedimiento”.

En otro lugar: “[…] pienso, por ejemplo, que es bastante peculiar del psicoanálisis que la labor del psicoanalista sea algo parecida a la del epistemólogo, pues de alguna manera tiene que corregir en el paciente un conocimiento y lograr un conocimiento nuevo, ya sea del material oculto o de las estructuras del aparato psíquico, de la personalidad. Para mí, el psicoanalista –en su profesión y en ciertos aspectos–, es una especie de “epistemólogo localizado”, está en realidad ocupándose, al menos en parte, del conocimiento de su paciente, del conocimiento de su analizado. Esto plantea algunos problemas, entre los cuales está el de la interpretación, no solamente porque la interpretación tenga que ser testeada como hipótesis, o deba pasar por todos los requerimientos que justifican conocimiento, sino porque la interpretación es un instrumento de conocimiento con propiedades didácticas, y eso hace que la labor psicoanalítica, en muchos de sus aspectos, tenga eso que los lingüistas y lógicos llaman el aspecto “meta”, es decir, que a veces sea discusión sobre un conocimiento, discusión sobre un modelo de la realidad, ya sea de la realidad del paciente, ya sea de la realidad de la situación analítica. Por eso sostengo que los psicoanalistas, instintivamente, tienen que ocuparse, casi diría hasta por razones técnicas o terapéuticas, de problemas epistemológicos”.

La situación inversa, el parecido de los epistemólogos con los psicoanalistas también puede considerarse. Sin duda muchos epistemólogos están intrigados por los fenómenos que ocurren en zonas no gobernadas por lógicas o lenguajes explícitos, por ejemplo la zona que algunos han denominado “contexto de descubrimiento”, o la zona sociológica de las creencias y ciertos valores, como así también el intrigante fenómeno de la creación en la mente de un individuo, realización cuya estructura, en un sentido abstracto, es isomórfica a la del arte, todos ellos asuntos sobre los que el psicoanálisis ha trabajado y puede investigar. Pienso que estos asuntos son de interés del epistemólogo, puesto que también participan en la vida de la ciencia. El modo en que los epistemólogos pueden usar las teorías y técnicas psicoanalíticas está por desarrollarse, y para nosotros sería deseable compartir esa tarea.

Hemos tenido el privilegio de compartir con Klimovsky desde los comienzos de la década del sesenta una actividad ininterrumpida y responsabilidades de todo tipo, académicas, institucionales y políticas. En estos años muchas ideas, acuerdos y desacuerdos se procesaron dentro de las tareas mismas. Este proceso, para nosotros, ha sido de intenso aprendizaje. Estamos agradecidos a Klimovsky por ello y por la oportunidad y la distinción que significa participar en este homenaje.

Epistemología y Psicoanálisis Vol. I

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