Читать книгу Ancor - Guillermo A. Cabrera Moya - Страница 18

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—Las acciones llevadas a cabo por tu hijo y Ancor han sido muchas y muy variadas y todas ellas nos han producido algún problema: en una ocasión, rompieron las tabaibas del camino, en otra arrojaron la leche recién ordeñada al suelo, han roto varias vasijas, se han reído de los mayores... y ahora esto. —Acorán se levantó el vendaje y enseñó el chichón—. Ya está bien, ¡deben ser castigados!

El resto de los mayores asentían y cuchicheaban entre ellos.

En ese momento Tigayga, que era el capitán o Sigoñé de Bencomo, alzó su mano para pedir la palabra y todos callaron.

—Mañana al amanecer parto con ocho guerreros más allá de nuestros límites a recoger el ganado que se encuentre libre en las grandes zonas de pastos. Los dos muchachos podrían venir conmigo y así comenzar su adiestramiento a la vez que me servirían para cargar nuestras cosas.

La idea fue muy bien aceptada por todos, pues conocían que el camino y la aventura de recoger y marcar guanil o ganado que se encontraba en libertad y que campaba salvaje, en las partes altas, era muy difícil y no libre de peligros, lo que sin duda supondría una gran lección para los muchachos, y más aún si era al lado del gran Sigoñé, conocido por su dureza en impartir disciplina entre sus hombres.

Ancor

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