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IV
“¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?”

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Ya fue dicho en el primer capítulo que en 1918 Freud escribió un breve trabajo leído en Budapest y publicado en 1919: en el título se preguntaba, “¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?”1 (Freud, 1919). Finalizada la guerra y luego de que numerosos analistas participaran en ella y comentaran sus experiencias, se había generado un clima propicio para retomar la cuestión del psicoanálisis y la universidad. Entre los estudiantes de medicina de esa ciudad también había, por entonces, considerable agitación para que el psicoanálisis fuera incluido en el plan de estudios de la carrera.

Freud presenta la pregunta al comienzo del trabajo: “La cuestión de si conviene, o no, enseñar el psicoanálisis en la universidad debe ser abordada desde dos puntos de vista: el del análisis mismo y el de la universidad”. El tema está planteado de conveniencia, como si se tratara de socios cuyos derechos deben respetarse y cuyos deberes respectivos es inevitable recordar. Es necesario entender que ambos puntos de vista no riman necesariamente entre si y que la postura de Freud en este artículo consiste en contribuir en forma práctica a la cuestión sugiriendo su modo de empleo. He aquí las tres vertientes que propone a su pregunta:

1. Por el lado Freud señala que “… la incorporación de la formación psicoanalítica a la enseñanza universitaria, significaría una satisfacción moral para todo psicoanalista, pero no es menos evidente que este puede, por su parte, prescindir de la universidad sin menoscabo alguno para su formación”. Dice que la orientación teórica que le es imprescindible al futuro analista la obtiene mediante el estudio de la bibliografía respectiva y, más concretamente, en las sesiones científicas de las asociaciones psicoanalíticas, así como por el contacto personal con los miembros más antiguos y experimentados de estas. En cuanto a su experiencia práctica, aparte de adquirirla a través de su propio análisis, podrá lograrla mediante tratamientos efectuados bajo el control y la guía de los psicoanalistas más reconocidos.

Un poco más adelante agrega “Dichas asociaciones psicoanalíticas deben su existencia, precisamente, a la exclusión de que el psicoanálisis ha sido objeto por la universidad. Es evidente, pues, que seguirán cumpliendo una función útil mientras se mantenga dicha exclusión”. Parecía además sugerir, que el psicoanálisis debía su permanencia en las asociaciones privadas en las que se venía alojando por haber sido excluido de la universidad. No dejo en claro cuales pensaba podían ser los motivos específicos de dicha exclusión.

Desde entonces muchos psicoanalistas se empezaron a incluir en la universidad como una ‘satisfacción moral’, y más aún, lo han sentido como una necesidad vocacional imprescindible. Por el contrario, algunos han pensado a la universidad como un lugar que debía ser evitado porque comprometía su identidad analítica y hasta hubo tiempos, ya superados, donde una pertenencia asistencial hospitalaria o académica era mal vista por algunos colegas de más experiencia.

2. En lo que a la universidad se refiere, Freud dice que la cuestión se reduce a verificar si, en principio, está dispuesta a reconocer al psicoanálisis alguna importancia en la formación de sus programas académicos. Y le sugiere tres destinos: a) cursos imprescindibles de psicoanálisis para estudiantes de medicina, b) ofrecer una preparación para el estudio de una Psiquiatría más dinámica y c) aportar su mirada para disciplinas académicos de las distintas Ciencias Humanas. Sostiene que el psicoanálisis está implicado (comprometido, envuelto, enlazado) en todos los dominios del saber. No basta con dar a conocer lo que el psicoanálisis sostiene, es necesario mostrar con precisión que ‘ganancia’ de conocimiento representa para los otros saberes. Por ese motivo había presentado al psicoanálisis ante el mundo científico con su trabajo El Interés por el Psicoanálisis2 (Freud, 1913) Allí les sugiere a las otras disciplinas ‘que se interesen en él’ porque les es indispensable para trabajar sus propios puntos ciegos. Y en cada disciplina que convoca se los señala con toda claridad.

El tiempo y los acontecimientos posteriores vieron reflejada esta propuesta en el aporte formidable que el psicoanálisis le dio en todas partes del mundo, pero también en nuestro país a la formación de los estudiantes de medicina, a los médicos en ejercicio de la profesión y a la incorporación de analistas en el creciente campo de la salud mental. Y en cuanto lo propuesto para la psiquiatría, con el psicoanálisis esta recibió una transformación importante que fue reconocida como psiquiatría dinámica, que le demando tener en cuenta en su trabajo, los desarrollos dinámicos de la mente provenientes del psicoanálisis.

3. Freud también soñaba para la formación analítica con una especie de universitas literarum, como lo consigna textualmente al final de su trabajo sobre la universidad. La cultura del siglo XX atestigua el enorme impacto que el Psicoanálisis generó y sigue generando en todos los campos del saber. La universidad es el modo de socialización del saber. El efecto del psicoanálisis es el de convertir en síntoma el saber universitario por la irrupción en su seno de un momento de verdad que pone en crisis al saber instituido ¿Dónde si no en el ámbito mismo en que se produce la trasmisión del saber? Para agregar a la universidad la especificidad profunda de ese dispositivo de saber que es el psicoanálisis, que es reflexión sobre el sujeto propio, un sujeto del inconsciente a menudo descuidado por la ciencia.

Freud frente a la universidad parece tener una actitud aparentemente paradójica: por un lado cuestiona de frente a la función de la universidad como órgano reproductor de las ilusiones sociales, por otra parte adhiere al ideal de un Logos instruido y transmitido por la universidad, salvo en las fallas que le señala. No hay otro camino ‘real’ hacia la verdad que el saber y la universidad se impone, mal que nos pese como el albergue de ese acceso al saber. De ahí que el psicoanálisis pretenda, con un único movimiento, enriquecer y a su vez desenmascarar el saber universitario instituido.

Freud parece decir, según Paul-Laurent Assoun (2006), que “el psicoanálisis está excluido de hecho pero es ‘integrable’ por derecho en la universidad”.

Para la presente historia del IUSAM de APdeBA, el punto más importante del trabajo de 1919 es la pregunta sobre la formación analítica: ¿se debería incorporar a la Universidad, manteniendo los requisitos de la Asociación Psicoanalítica Internacional? En los noventa, esta pregunta podía llegar a tener algún grado de realización con la nueva ley de Educación Superior en la Argentina. Pero, ¿se podría o convendría? Y last but not least ¿qué organización académica debería constituir? Porque, tal como se mencionó en el Cap. II, desde sus inicios, en las asociaciones psicoanalíticas, la formación estaba inextricablemente incluida en una estructura institucional muy compleja que constituía su razón de ser y su misión. ¿Se debería incluir solo la formación analítica en la universidad o toda la organización institucional que hasta entonces la sostenía?

El IUSAM de APdeBA

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