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III
La Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
(APdeBA) De los orígenes (1942-1977)

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La Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) es una institución científica dedicada a la docencia, la investigación y la asistencia en Psicoanálisis. Fue fundada en el año 1977 como desprendimiento de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) con la cual comparte una historia previa que data del año 1942. Desde su fundación, APdeBA es sociedad componente de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) fundada por Sigmund Freud. A continuación se mencionan algunos datos históricos desde su creación y posterior desarrollo hasta 1996, cuando APdeBA se presentó ante el Ministerio de Educación de la Nación para solicitar ser autorizada a crear un Instituto Universitario.

Como se mencionó en el primer capítulo, desde sus inicios la institucionalización del psicoanálisis generó ciertos conflictos y desacuerdos internos entre sus miembros, alguno de los cuales terminaron en escisiones o separaciones de las propias Sociedades Psicoanalíticas. En Argentina, la Asociación Psicoanalítica Argentina, formada a partir de los analistas que llegaban de Europa por la guerra y de un grupo local en crecimiento había logrado ser una de las instituciones psicoanalíticas más prestigiosas y numerosas del mundo. Desde Buenos Aires, su influencia irradiaba en todo el país y a toda América Latina. Pero su funcionamiento no estaba ajeno a las tensiones y controversias propias de las sociedades psicoanalíticas. Ya en 1959 había habido un Simposio dedicado a las complejas relaciones institucionales entre analistas.

Discrepancias teóricas, técnicas y diferencias sobre la formación comenzaron a ser parte de polémicas que se fueron acentuando con el tiempo y afloraban contaminadas de ideologías políticas. Todo ello agravado en el país, por una situación social, económica y política crecientemente intolerable, teñida cada tanto de muertes, desapariciones y asesinatos. Pese a breves momentos democráticos inestables y transitorios, se vivía un clima de terror y represión militar inimaginable en especial a partir de la década de los sesenta con la irrupción de gobiernos militares. Todo este clima se hacía sentir en los analistas afectados a la práctica del psicoanálisis y en él de las propias instituciones. Actividades grupales profesionales, prácticas de psicoterapia de familia o de grupo empezaron a ser sospechadas, perseguidas y fueron desapareciendo por sus riesgos. Los psicólogos vieron prohibida su práctica profesional autónoma. Algunos servicios hospitalarios de Psiquiatría fueron arrasados y sus integrantes fueron hostigados o desaparecidos. El servicio del Hospital de Lanús, bajo la tutela ejemplar de Mauricio Goldemberg fue desmantelado y él debió exiliarse. Un grupo numeroso de miembros de la futura APdeBA estaban iniciando su formación en ese prestigioso servicio.

La situación interna en APA, con sus miembros, candidatos y directivos, no podía ser ajena a estos acontecimientos. El rol del psicoanálisis y de los analistas frente a un medio social caótico polarizaba los debates. ¿Debían los analistas aislarse o comprometerse políticamente? ¿Cómo debía incidir esa postura en la formación de los candidatos? ¿Cómo debía organizarse el Instituto de Formación? ¿Cómo debían ser elegidos los analistas didactas? Eran tiempos en los que conseguir hora para el imprescindible análisis didáctico llevaba meses o años. El conflicto escaló justamente en una Asamblea del 18 de julio de 1974 a raíz de la propuesta para atenuar los requisitos en torno al nombramiento de analista didacta. Un grupo importante de miembros estaba en desacuerdo con flexibilizar las exigencias y se retiró disgustado. La polémica sobre el Instituto de Formación y sus reglamentos siguió muy fuerte en otras reuniones, a tal punto que en determinado momento se propuso una Federación con dos Institutos en su seno, tal como los ingleses habían solucionado sus discrepancias. Pero no llegó a concretarse.

El conjunto disidente, compuesto de miembros jóvenes buscó organizarse primero en un grupo autodenominado “Grupo de los diez” y el 20 de enero de 1975 se reunió convocando más simpatizantes para crear el llamado Grupo Ateneo. De inmediato el grupo se dio autoridades: Polito Presidente, Delia Faigón Vicepresidente y como Secretaria Académica, Reggy Serebriany. Su propósito era discutir temas científicos y empezar a pensar en un futuro Instituto Intermedio de Formación. Cada vez era más evidente que la idea en ciernes era producir la escisión. En un determinado momento el grupo realizó un cuestionario entre 50 miembros afines al Ateneo preguntándoles si querían la separación y la respuesta favorable fue casi unánime.

Con ese propósito pronto interesaron al llamado “Grupo de los Miércoles”, formado por analistas de la mayor autoridad y prestigio que tenían afinidad con las ideas del grupo Ateneo. Poco después, el Ateneo y el Grupo de los Miércoles pasaron a integrarse. Se siguieron generando reuniones científicas pero también políticas, debatiendo los pros y contras de impulsar la separación de APA y la presentación a la IPA de una nueva sociedad psicoanalítica en Buenos Aires. Hubo contactos personales con autoridades de la IPA a quienes se les anticipó el movimiento y de quienes también se recibió cierto guiño. Mientras el claustro de candidatos, aunque un poco convulsionado, seguía con su formación, se siguieron discutiendo trabajos científicos o gestionando visitas científicas, por ejemplo con el propio Donald Meltzer.

La polémica siguió agravándose mientras el grupo disidente preparaba su renuncia a la APA y se trabajaba en la constitución de una nueva sociedad para ser reconocida por la IPA. Finalmente, después de muchas gestiones, ambos grupos se pusieron de acuerdo en los términos de la separación con el visto bueno de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Pese a los intereses en juego, el acuerdo se cumplió sin escándalo ni reproches públicos. Un grupo de cerca de cien miembros, didactas muchos de ellos y candidatos en formación a quienes se les permitió elegir donde continuar su carrera, renunciaron a la APA y constituyeron la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA).

El nuevo grupo presentó sus credenciales ante la IPA solicitando ser reconocida como miembro de la misma en el Congreso Internacional de Jerusalén de 1977. Según los reglamentos de la IPA debió ser primero admitida como Grupo de Estudios, pero dado que se trataba de un grupo tan numeroso como calificado se la aceptó como Sociedad Provisoria. En el siguiente Congreso Internacional de 1979 en New York se le otorgó membrecía plena: Sociedad Componente de la IPA lo que constituyó una distinción muy especial. Mientras en Buenos Aires regía una dictadura militar despiadada, en el Congreso Internacional de New York hubo reclamos clamando por las desapariciones.

La escisión final que se produjo en APA en ese momento fue la culminación de innumerables factores, tanto internos como externos que conmovieron a la institución y a sus protagonistas. Más allá de los argumentos esgrimidos por ambos lados, no hubo ni hay consenso sobre las razones profundas que originaron un suceso de tal magnitud. Muchos de los miembros optaron entre “irse” o “quedarse” por múltiples razones imposibles de enumerar acá. Algunas decisiones terminaron siendo razones afectivas o personales. Los candidatos a menudo optaron por seguir su análisis con quien lo venían realizando, sea este miembro de APA o APdeBA. De lo que no hay duda es que fue un acontecimiento, entre doloroso y deseado, que conmovió al mundo del Psicoanálisis.

El IUSAM de APdeBA

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