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3. La formación psicoanalítica se institucionaliza (1925)
ОглавлениеA partir de 1920 los requisitos para la formación analítica iban a cambiar dramáticamente. Desde 1920 al 1925 la vieja comunidad freudiana se transformó en una manera que llamo a nuevas identidades, nuevas instituciones y nuevas maneras de racionalizar el ejercicio de la autoridad en relación a la formación analítica. El Comité secreto se disolvió en 1924. Por entonces el movimiento se veía amenazado por la enfermedad de Freud y la posibilidad de su desaparición. Lo que reemplazó al Männerbund del Comité de los anillos fue el movimiento psicoanalítico, una colección de sociedades nacionales buscando la cercanía de Freud para transformarse en una disciplina científica o una profesión.
No es relevante contar toda la historia del establecimiento de la formación psicoanalítica pero sí utilizar datos selectos de esa historia para comprender la instalación progresiva en esos años de la formación analítica que tuvo en 1923 su fecha de nacimiento y en Berlín, a la ciudad que la vio nacer. Merece mención el contexto cultural de aquel entonces: después de la devastadora primera guerra mundial, los años de la República de Weimar eran los de una profunda agitación social, política y económica. El colapso de la monarquía había generado una amplia revuelta contra la moral tradicional. Florecían ideales políticos democráticos junto a corrientes reformistas, grupos feministas, ideologías marxistas y fascistas. Pero también era el momento de los movimientos artísticos de avanzada, el expresionismo de Die Brücke, el diseño de la Bauhaus, el Dadaísmo, el teatro de Brecht, la música de A. Berg y A. Schönberg, el cine de F. Lang y J. Sternberg. En el centro de Europa, se decía que Berlín daba para todo. K. Abrahán le escribe a Freud: “Berlín clama por el psicoanálisis”.
Y en Berlín estaban Karl Abrahán, Max Eitingon y Ernst Simmel, quienes en febrero de 1920 habían abierto la Poliklinik en 29 Potsdamer Strasse, la primera clínica psicoanalítica del mundo. Tuvo un éxito inmediato, los pacientes empezaron a llegar en cantidad, hubo 193 consultas el primer año y siguieron llegando en masa, los tratamientos eran de 4 o 5 sesiones semanales de una hora, algunos gratuitos, todos a cargo de analistas de la influyente Sociedad Psicoanalítica de Berlín, creada poco después en 1923. Muy pronto advirtieron que no era el flujo de pacientes el problema, sino tener suficientes analistas para responder a la demanda. Con la combinación de las facilidades de una clínica y de recibir cursos formales de psicoanálisis, un grupo numeroso de estudiantes de medicina y de jóvenes médicos se incorporaron a la institución. Después de perder la Burghölzli en Zúrich, el psicoanálisis no había tenido instituciones que brindaran clínica para la formación analítica. En 1930, se informó que en los últimos diez años, se habían realizado 1955 consultas y 721 psicoanálisis.
En 1927, E. Simmel abrió una clínica de internación, la Psychoanalytische Klinik en Berlin-Tegel. La llamó Clínica y no Sanatorio porque los pacientes iban a ser tratados con métodos “clínicos psicoanalíticos” (Tögel, 2006). De pronto Berlín se transformó, en palabras de Freud, en los “cuarteles generales del psicoanálisis”.
Con la Policlínica de Berlín en funciones, Abraham decidió nombrar un analista de formación (Lehranalytiker), dedicado exclusivamente al análisis didáctico de los candidatos y designo a Hans Sachs, para asumir la nueva posición. “Reverencialmente, toda la literatura analítica señaló y todavía señala las caminatas de Freud con Max Eitingon en 1909 como el primer análisis didáctico” (Zaretsky, p. 105). Para 1922, Sachs ya había tenido en análisis a 25 estudiantes en Berlín. Se agregaron cursos de teoría y técnica, introductorios y avanzados. Como novedad exclusiva, Eitingon introdujo el análisis de control del analista y dispuso con buen criterio, que el analista supervisor (a diferencia de lo que Freud hacía en Viena) fuera distinto del que se ocupaba del análisis personal. Eitingon necesitaba cuidar la calidad de los análisis que se ofrecían en la Poliklinik, porque estaba bajo la mirada vigilante de las autoridades que amenazaban con el cierre (Schröter, 2002). A su vez, su decisión es una muestra de cómo la formación en Berlín se basaba en la clínica y restringía el psicoanálisis al tratamiento. En 1922, un año en que explotó el número de solicitudes para la formación analítica, Abraham se quejaba de haber sido sobrepasado por la demanda. Por entonces, la Policlínica de Berlín ofrecía la más organizada y rigurosa formación analítica del mundo. Venían candidatos de todas partes, inclusive de Viena, alguno de los cuales ya habían sido analizados por el mismo Freud. Todo esto mientras las autoridades alemanas amenazaban con poner al ejercicio del psicoanálisis fuera de la ley…
En 1923 se establece, sobre esta estructura clínica, el Instituto de Psicoanálisis de Berlín y Eitingon fue encargado de formalizar un programa de formación. Se publicaron las “Directivas para la Educación de Terapeutas Psicoanalíticos” y se establecieron los tres componentes ya conocidos del trípode: análisis personal, supervisión de casos clínicos y seminarios teóricos. A partir de entonces los candidatos serían admitidos por un Comité de Entrenamiento y su formación duraría al menos 3 años.
De este modo, Berlín generó una profunda transformación. La anterior ´cultura informal´ de los freudianos en cuanto a entrenamiento fue reemplazada por un proceso institucionalizado de formación en el cual los fuertes debates ideológicos del pasado se diluían y apaciguaban, sin silenciarse, en estructuras colectivas más amplias. El plan de M. Eitingon fue presentado en 1925 en el Congreso de la IPA en Bad Homburg y aprobado para su implementación en todos los Institutos de Psicoanálisis, creados o por crear. Vale la pena repasar algunos de los conceptos vertidos por Eitingon (Int J. Psych., 1925):
…La formación analítica no debe quedar más en la iniciativa privada de los individuos…La Sociedad Psicoanalítica de cada país se debe hacer colectivamente responsable por su formación…Los diferentes Institutos de cada país deben cumplir los mismos lineamientos…Para nosotros lo mejor es que la IPA autoritativamente (sic) establezca las regulaciones para la formación…Solo aquellos que han completado esta formación pueden ser miembros de la IPA…Los planes para la formación solo puede emprenderse colectivamente…Cada Instituto debe nombrar Comités de Formación integrados solo por analistas didactas, e investidos de plena autoridad…La IPA deberá, en la medida de lo posible, establecer estándares de principios uniformes y determinar las mismas cualificaciones para la formación de candidatos, respetando peculiaridades locales…El análisis de formación es simplemente psicoanálisis y hay solamente una técnica psicoanalítica, es decir la correcta.
Eitingon era partidario de una formación analítica plena y profunda. Y “había solamente una técnica analítica”. Como Director de la ITC estableció que en cada región o país los analistas se agruparan en Sociedades Psicoanalíticas, que crearan Institutos a cargo de la formación, que las condiciones de admisión debían ser universales y que la culminación de la formación era el requisito para ser miembro de la IPA: El modelo Eitingon fue bienvenido y se difundió en todas las Asociaciones Psicoanalíticas que existían en ese momento y en las que rápidamente fueron apareciendo (Wallerstein, 1998). El propio Freud lo felicitó por la Clínica y por el Instituto de Formación y deseo “que pronto se instalaran en otros sitios, hombres o asociaciones que, siguiendo el ejemplo de Eitingon, creen Institutos parecidos”10.
Por supuesto brotaron resistencias: cuando se quiso en 1927 proponer que la IPA estableciera las condiciones de admisión por sobre las sociedades locales. Se generaron fuertes polémicas: es que el trasfondo de la discusión era el llamado “análisis profano” y la vuelta de una pregunta recurrente: ¿Cuáles serían las credenciales que acreditarían para aspirar a la carrera analítica? El numeroso contingente norteamericano amenazó con retirarse de la IPA porque no aceptaban analistas “profanos” (no médicos). Freud publicó un trabajo clave sobre el Análisis profano donde se declaró partidario del ingreso de no-médicos a la formación. Pero en aquel tiempo y por muchos años, el ingreso a la formación analítica bajo el patrocinio de la IPA estuvo exclusivamente abierto a los médicos 11.
Con la aprobación final del trípode de formación, se agregó una sugerencia: incluir programas de investigación en Psicoanálisis pero se fue diluyendo en el tiempo, salvo en algunos lugares como el Instituto Psicoanalítico de Chicago.
Finalmente, en 1938 se hizo la noche en Europa. Berlín, que había liderado una época gloriosa del Psicoanálisis vio como todo se derrumbaba mientras sus líderes se expatriaban. El propio Freud debió abandonar Viena con su familia e instalarse en Londres. Sus miembros en el exilio ayudaron a fundar nuevas asociaciones psicoanalíticas en otros países de Europa y América. Un grupo de ellos llegó al Rio de la Plata.
Con todo, la segunda guerra mundial pasó y el trípode de Eitingon mantuvo su presencia hasta nuestros días. Su prolongada vigencia es una señal de que su eficacia, como modelo formativo, no ha sido superada. Los Comités Didácticos de cada Asociación Psicoanalítica y la IPA conservaron el poder de vigilar sus requisitos. Inicialmente cuestionados de autoritarismo, los Comités Didácticos llevaron a cabo en las últimas décadas una profunda democratización de sus funcionamientos.
Mirado a la distancia, Berlín comenzó y llevo a cabo una necesaria profesionalización de la formación analítica. Por medio del prestigio del grupo y de los cargos que tenían en la IPA, impusieron las reformas con ese grado de “coerción externa” que según Freud, necesita un grupo para instalarse como institución. Dialogaban con Freud para discutir sus proyectos pero como generación más joven (de hermanos) se creó un dispositivo donde el poder de decisión iba a ser asumido colectivamente por una parte institucional llamada Comité Didáctico. Se dieron a la tarea de universalizar la formación para identificarla con el saber científico. A esta altura de la historia, a Freud lo consultaban pero no siempre lo seguían. Se le oyó decir: “Soy un comandante en Jefe sin ejércitos”. Es interesante mirar esos momentos en el espejo de Tótem y Tabú.