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ОглавлениеEL LENGUAJE CLARO COMO HERRAMIENTA PARA LA PARTICIPACIÓN E INCLUSIÓN SOCIAL 1
Mónica Andrea Rosero Latorre
La claridad en el lenguaje tiene un sentido transformador en la sociedad. Facilita la comunicación entre personas, elimina las barreras que evitan la comprensión y contribuye a que los seres humanos puedan identificarse como iguales. Del mismo modo, permite la defensa y el reconocimiento autónomo de los derechos fundamentales, pues desliga el acceso a la justicia de las condiciones económicas y el nivel de educación, entre otros factores determinantes. Por lo mismo, el objetivo del presente capítulo consiste en analizar el rol del lenguaje claro como instrumento de inclusión social. Sostiene que el lenguaje claro constituye un mecanismo de inclusión social que equipara a las diversas poblaciones e incluso permite establecer entornos verdaderamente participativos.
Para cumplir con este propósito, en primer lugar, se expone una breve conceptualización con respecto al término lenguaje claro y su relación con la inclusión social y la participación. Luego, se analiza el problema de la exclusión social generado por el uso de lenguaje oscuro o de difícil comprensión. Para ilustrar el efecto del lenguaje oscuro en contravención de la inclusión social, se examina el caso de los Acuerdos de paz en Colombia y los pueblos indígenas. Posteriormente, se argumenta cómo el desarrollo tecnológico podría contribuir a reducir escenarios de discriminación invisible producto de la ausencia del uso de lenguaje claro. En virtud de ello, se establece que el lenguaje claro puede implementarse como una herramienta para generar intervenciones efectivas para la inclusión social. Finalmente, se presentan las conclusiones con respecto a los efectos del lenguaje claro en términos de inclusión, especialmente en relación con la participación social y la protección de derechos fundamentales que pueden generarse gracias a su uso.
Mediante este procedimiento, se establece que el lenguaje claro representa una herramienta que contribuye a fortalecer la inclusión de los individuos dentro de la sociedad en igualdad de condiciones y a generar preceptos sociales más democráticos. Esto, a su vez, permite demostrar que el lenguaje claro favorece el reconocimiento de los derechos fundamentales.
1. CONTEXTUALIZACIÓN: ACERCA DEL LENGUAJE CLARO Y LA INCLUSIÓN SOCIAL
Para empezar, como se señala en el primer capítulo de este libro, existen una multiplicidad de acepciones del concepto del lenguaje claro, pues se trata de un término relativamente inexplorado. Esencialmente, su finalidad consiste en lograr la comprensión de documentos por parte de la ciudadanía mediante una comunicación basada en el uso de expresiones sencillas, con párrafos breves y sin tecnicismos innecesarios. Esto concuerda con el trabajo de organizaciones como PLAIN y Clarity que han explorado la comunicación en lenguaje claro durante muchos años. Ambas consideran que se evidencia el uso de lenguaje claro “si la lengua, la estructura y el diseño son tan claros que el público al que está destinada puede encontrar fácilmente lo que necesita, comprende lo que encuentra y usa esa información”2.
Esto implica que el lenguaje claro pretende garantizar la transparencia, así como el entendimiento fácil de la información, especialmente aquella que proviene desde el sector público. Así mismo, ha sido comprendido como la expresión simple, clara y directa de la información. De ese modo, la comunicación en lenguaje claro se convierte en un proceso complejo, donde no basta con tener buena ortografía o un vocabulario amplio, sino que también se necesita obrar con eficiencia, coherencia y practicidad.
Adicionalmente, no se puede desconocer que existen innumerables beneficios en la implementación del lenguaje claro: las instituciones se vuelven más eficientes, pues no necesitan realizar aclaraciones a los ciudadanos (por lo que el número de interacciones con un mismo individuo se reducen); se ahorran recursos tanto temporales como económicos; se evitan demoras transaccionales; se promueve la transparencia de las entidades; se garantiza que los ciudadanos puedan comprender la información y, por lo mismo, que reconozcan sus derechos; entre otras contribuciones que han sido contempladas por organismos estatales3. Conforme a ello, al observar los beneficios de implementar el lenguaje claro, resulta inevitable tomar en consideración el papel de este como herramienta de inclusión social.
La expresión inclusión social se ha explorado en múltiples ocasiones. Así pues, se refiere a la posibilidad de acceder a mínimos de bienestar y de protección conforme al nivel de desarrollo de la sociedad4 y al incremento de capacidades para el ejercicio de las libertades5. Para este análisis particular, se tienen en cuenta ambas definiciones, pues esta perspectiva permite concebir, de forma simple, que el ejercicio de los derechos se encuentra ligado a la posibilidad de ser parte de la sociedad. En este sentido, la inclusión se considera un elemento necesario para que se pueda llevar a cabo una verdadera titularidad de la ciudadanía.
No obstante, al llevar a cabo una revisión de literatura relacionada con el lenguaje claro y la inclusión social, se evidenció que este tema se encuentra mencionado someramente en memorandos e instructivos de la administración pública, en guías de lenguaje claro diseñadas por el Instituto Caro y Cuervo y por el Departamento de Planeación Nacional y en el artículo gubernamental publicado en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “Programa de Lenguaje Claro: evidencia en la reducción de la carga administrativa en Colombia”. Sin embargo, aún no existe un producto que explore la importancia para la ciudadanía del lenguaje claro desde la academia, su estudio se ha enfocado en torno a la administración pública especialmente en cuanto a la eficiencia que proporciona. Por lo mismo, resulta pertinente el aporte del presente documento, no frente al sistema, sino en relación con los primeros beneficiarios del lenguaje claro: las personas.
Así pues, a lo largo de este capítulo, se evidencia la facultad del lenguaje claro para generar inclusión social y para permitir que todas las personas puedan integrarse en la sociedad, contar con la capacidad de deliberar, acceder a posibilidades y reafirmar su propia identidad en igualdad de condiciones. Ciertamente, la inclusión puede considerarse un mecanismo de legitimidad dentro de las democracias, pues las personas tienen más posibilidades participativas cuando transitan por sociedades más incluyentes en su dinámica general de desarrollo. En ese sentido, lo anterior cobra mayor fuerza si el elemento que determina la diferencia entre la inclusión o exclusión radica en la capacidad de comprender el lenguaje que otros utilizan y la posibilidad de interactuar con ellos.
Sin embargo, no es novedoso que el lenguaje tenga un rol fundamental en el desarrollo social. De hecho, múltiples investigadores y teóricos han desarrollado estudios en torno a la comunicación en esa vía. Por ejemplo, algunos de ellos6 han afirmado que en el proceso comunicativo intervienen funciones del procesamiento social de la información. En este sentido, han llevado a cabo hallazgos importantes, como que la comunicación involucra el análisis y la combinación de la información; el desarrollo de funciones analíticas y procedurales; sinérgicas y retóricas, entre otras.
Por eso, ya que es evidente e indiscutible que la comunicación constituye el elemento fundamental de las interacciones y, por ende, de la naturaleza humana, resulta cada vez más importante la idea de que la comunicación debe ser clara y comprensible para la totalidad de sus receptores. En caso contrario, no se estaría llevando a cabo un proceso comunicativo efectivo. La comunicación consiste en un proceso multifacético, ocurre con la finalidad de generar confluencias e intercambios de ideas, información y pensamientos entre los individuos. En consecuencia, múltiples autores incluso han llegado a considerarla como una parte orgánica y fundamental dentro del proceso dinámico de la vida misma7.
En este sentido, la inclusión social se convierte en un factor esencial vinculado a la comunicación clara y asertiva. La mejor forma de ser partícipe dentro del grupo social es mediante las interacciones positivas entre las partes. Los intercambios de comunicación de ideas, notas, mensajes, anuncios u otras manifestaciones de información entre las partes, simultáneamente favorecen o perjudican a las comunidades sociales, según su capacidad de mutua interacción.
Ahora bien, la anterior afirmación permite establecer una diferencia representativa y relevante dentro de la comprensión del lenguaje. La claridad y la asertividad son factores distintos por lo que no es igual referirse a comunicación en lenguaje claro que hablar de comunicación asertiva. Por una parte, la asertividad hace referencia al grado de certeza durante la emisión de comentarios; esto es, la habilidad o destreza de enunciar con certeza ciertas opiniones y deseos8. Así, autores como Carrobles9 han planteado que la asertividad constituye la habilidad para exponer de manera apropiada y directa, en un momento determinado (de índole personal o social), las creencias y sensaciones tanto positivas como negativas. Por otra parte, la claridad hace referencia a la fluidez y la facilidad de comprensión dentro de las dinámicas sociales, lo cual sí constituye un elemento esencial para asegurar el éxito de los procesos comunicativos. De tal manera, si bien la certeza es un factor importante dentro de las interacciones grupales, en realidad no resulta esencial para el proceso comunicativo; mientras que la facultad de entender y darse a entender favorece el progreso conversacional y asimila a los sujetos bajo la capacidad de comprenderse mutuamente.
En el mismo sentido, resulta necesario aclarar que existe una distancia significativa entre proponer que el uso del lenguaje claro sea “normalizado” o buscar la inclusión social mediante la clarificación del lenguaje. Ciertamente, el lenguaje claro no conlleva una pretensión de homogeneizar o estandarizar un modo de comunicación o eliminar otro; pues comprende que las expresiones del lenguaje normalizado que son aceptadas tienden a variar con el paso del tiempo. En contraste, busca que, independientemente del área de comunicación y de los términos disciplinares de la misma, se establezca una comunicación clara y efectiva entre los agentes, una donde los términos confusos se transformen en palabras comprensibles; que se puedan usar sinónimos y se puedan implementar conceptos familiares para los receptores.
La esencia del lenguaje claro radica entonces en la facultad del emisor para facilitar el entendimiento sobre los pensamientos e ideas que se comparten con otros. En este sentido, la inclusión social ocurre cuando cualquier receptor, independientemente de su nivel académico y desligado de otras condiciones personales, se encuentra en la capacidad de comprender lo que su emisor quiso comunicarle. Esto implica un esfuerzo por parte de quienes acostumbran a compartir sus comunicaciones, pues les exige “ponerse en el lugar del otro” y cuestionarse si están expresándose con suficiente claridad.
El término exclusión social hace referencia a la falta de participación o de pertenencia a un panorama multidimensional. Un individuo se puede considerar socialmente excluido por cuestiones psicológicas, psicosociales o culturales debido a la carencia de la satisfacción de determinadas necesidades en el ámbito social, laboral, educativo, de vivienda y de alojamiento, de sanidad, integración, de afecto, entre otras que requieren de una intervención social. En otras palabras, la exclusión social va más allá de la pobreza, puesto que también se manifiesta a través de la falta de integración social10.
En razón a ello, en la sociedad, se pueden observar diversas manifestaciones de exclusión social. Algunas de ellas las ocasionan especialmente las falencias de claridad en el lenguaje, puesto que la implementación de lenguaje técnico, el uso de términos de complejo alcance y de difícil entendimiento aísla a quienes no pueden comprenderlos. Un ejemplo de esto se expresa en el caso del proceso de paz que se llevó a cabo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), durante el año 2016, para la finalización del conflicto armado en el país. Como resultado de los diálogos, se redactó el Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera11. Dicho documento contenía las pautas de comportamiento e interacción que permitirían terminar con la guerra, por lo que debía ser difundido, socializado y traducido a todas las lenguas que se hablan en Colombia. Esto, por supuesto, incluía las más de sesenta y cinco lenguas indígenas vigentes dentro de nuestro territorio nacional12.
Sin embargo, contrario a las expectativas o creencias de la población, la mayoría de este documento no pudo socializarse ni traducirse apropiadamente. Esto, dentro de una diversidad de razones, en parte se encontraba motivado por la complejidad de los términos que se utilizaron en dicho documento. El uso de palabras complicadas, abstractas o técnicas fue un problema significativo que afrontaron los lingüistas al intentar trasladar el contenido del Acuerdo a las lenguas indígenas.
Específicamente, en el Acuerdo, se implementaron términos que no eran comprensibles para un ciudadano promedio, para un traductor o intérprete de lenguas indígenas o para un miembro de una comunidad con enfoque diferencial, como: inembargabilidad e inalienabilidad, mecanismos de normalización de cartera, promoción de encadenamientos, PDET, despliegue preventivo, política como vehículo, seguridad para el MM&V durante el CFHBD y DA en las ZVTN y PTN13, entre muchos otros.
Por lo tanto, algunos términos al interior del documento del Acuerdo, como los que fueron señalados anteriormente, se pueden considerar en oposición a los principios del lenguaje claro; pues —contrario a favorecer el entendimiento y la inclusión social dentro del proceso de paz nacional— dificultan la comprensión general del contenido. Por lo mismo, se evidencia un factor de exclusión, fundamentado en aspectos netamente comunicativos.
En consonancia con lo anterior, el hecho de que el Acuerdo no sea lo suficientemente claro y comprensible para la ciudadanía dificulta también la satisfacción de los derechos fundamentales que dicho documento se proponía proteger. En concordancia con lo estipulado por el documento del Acuerdo, tales derechos son:
[…] los derechos políticos, sociales, económicos y culturales; los derechos de las víctimas del conflicto a la verdad, la justicia y la reparación; el derecho de los niños, niñas y adolescentes; el derecho de libertad de culto y de su libre ejercicio; el derecho fundamental a la seguridad jurídica individual y/o colectiva y a la seguridad física; y el derecho fundamental de cada individuo y de la sociedad a no sufrir la repetición de la tragedia del conflicto armado interno […]14.
En esta medida, la ausencia de claridad y la falta de precisión del documento, que no se ajusta a las necesidades de la población colombiana, vulnera la posibilidad de los ciudadanos a reconocer sus derechos y constituye una transgresión a uno de los fines esenciales del Estado que corresponde a: “garantizar el goce efectivo de derechos y el cumplimiento de deberes de los ciudadanos”15, debido a que no los podrían exigir si no los comprenden o no saben sus implicaciones. A esto se suma que, si Colombia no realiza el reconocimiento pertinente de sus pueblos y comunidades indígenas, suscita la desaparición de sus expresiones culturales y saberes ancestrales.
De igual manera, cuando un documento gubernamental se emite para difusión general, resulta imprescindible que sea de fácil lectura. Para esta situación en específico, la claridad es especialmente importante en la medida en que se sabe que el contenido del documento tiene una incidencia particular sobre colectivos con enfoques diferenciales, algunos de los cuales se encuentran en riesgo de extinción. Esto debe hacerse tanto para eliminar las barreras de la comprensión, como para establecer un entorno participativo e incluyente que se aproxime a los propósitos de un Estado democrático.
En la misma vía, el Gobierno debe ser garante de los derechos de todos los colombianos, independientemente del idioma en que se comunican o de su nivel académico-profesional. Así lo dictaminó la Corte Constitucional en la Sentencia C-274/13, donde lleva a cabo la revisión del artículo 8 (criterio diferencial de accesibilidad para poblaciones específicas) de la Ley 1712 de 2014 (Ley de transparencia y del derecho de acceso a la información pública nacional). De acuerdo con este tribunal:
[…] dado que la publicidad de la información oficial es el principio general que rige en el Estado democrático colombiano, y que uno de los principios de esta ley estatutaria es la divulgación proactiva de la información pública, no resulta acorde con las normas constitucionales y las finalidades de la ley estatutaria, restringir la presentación de la información oficial en diversos idiomas y lenguas pertenecientes a poblaciones específicas de las comunidades étnicas y en formatos alternativos comprensibles para tales grupos, sólo al evento en que se haya presentado solicitud de las autoridades de dichas comunidades, máxime cuando se está frente a sujetos de especial protección constitucional.
En este sentido, y puesto que la garantía más importante del adecuado funcionamiento del régimen constitucional está en la plena publicidad y transparencia de la gestión pública, y que la diversidad de idiomas y lenguas constituye una barrera para el acceso a la información pública y el consecuente ejercicio del derecho a la participación y demás derechos fundamentales que del mismo derivan, la Sala encuentra que los sujetos obligados tienen el deber constitucional de traducir la información pública en todos aquellos casos en que se presente la posible afectación de una o varias comunidades étnicas que no tienen la posibilidad de comunicarse en castellano, lengua oficial de Colombia de acuerdo con el artículo 10 constitucional, aún en el evento en que no medie solicitud de la autoridad o autoridades correspondientes. Este deber se reafirma al consagrar la misma ley el principio de publicidad proactiva16.
Por lo mismo, resulta claro que la información contenida en el Acuerdo debería ser clara, de fácil comprensión y apta para la traducción a las lenguas étnicas oficiales de Colombia, en cumplimiento de los preceptos establecidos en la Constitución Política de Colombia de 1991. En caso de no ser así, se estaría atentando contra los principios de información, transparencia y publicidad que han sido promovidos mediante la legislación colombiana.
Más aún, el caso de los pueblos indígenas y los Acuerdos es solamente uno de los muchos problemas de comunicación que se originan en la falta de claridad del lenguaje y que derivan en procesos de discriminación y exclusión social. Siguen existiendo muchas situaciones similares en escenarios del diario vivir: funcionarios públicos que se comunican con un lenguaje que los ciudadanos no pueden entender; abogados que interactúan con sus clientes haciendo uso de términos innecesariamente complejos, sin que aquellos comprendan lo que está sucediendo; médicos que hablan con terminología propia de su disciplina, sin llegar a interactuar verdaderamente con sus pacientes y necesidades particulares.
Por eso, dentro de las comunicaciones que se llevan a cabo en diferentes áreas de la sociedad, resulta fundamental establecer una interacción en lenguaje claro y sencillo sin dejar a un lado el rigor que exige cada materia o temática. Por ejemplo, en el caso del lenguaje técnico de una disciplina, este en sí mismo no es un obstáculo para una comunicación eficaz. El verdadero inconveniente se encuentra en la forma como se utiliza, en las carencias de interacciones de fácil comprensión y en los obstáculos que impiden comprender adecuadamente el mensaje que se quiere comunicar al receptor.
Simultáneamente, es pertinente considerar que el lenguaje claro puede utilizarse no solo como mecanismo de inclusión social, también puede contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas, así como generar escenarios y sinergias que favorezcan la interacción que los individuos tienen entre sí. Específicamente en un país como Colombia, donde existen tantas brechas de desigualdad, hacer accesible la información para todos los individuos resulta ser un mecanismo de transformación social imprescindible.
De esta manera, uno de los principales elementos de intervención del lenguaje claro se encuentra en la posibilidad de acción mediante la cual se puede generar la eliminación de barreras sociales, en una sociedad donde continuamente se presentan circunstancias de ambivalencia y donde existen constantes de desigualdad graduales que pueden evidenciarse en el trato hacia las élites y el que reciben los habitantes de calle. Debido a ello, si bien la estructura social colombiana cambia y se moderniza, sigue siendo necesario contar con un factor adicional para fortalecer la inclusión social. A partir de eso, se puede considerar que el lenguaje claro es uno de los mejores medios para modificar las condiciones de vida de quienes no se encuentran incluidos debido a su estatus académico, profesional o social.
Asimismo, el lenguaje claro permite establecer un sentido de igualdad entre los seres humanos. Esto, toda vez que al materializar la posibilidad de que todas las personas puedan acceder a los mismos recursos, simultáneamente se favorece el reconocimiento equitativo entre las partes. En este sentido, las brechas de desigualdad que diferencian a las personas por sus niveles de educación o sus condiciones económicas encontrarían un contraflujo en el hecho de que todos los seres humanos posean el mismo nivel de entendimiento sobre asuntos fundamentales. Eso se lograría especialmente por la influencia de la capacidad de comprensión del lenguaje mediante el cual se expresan dichos asuntos.
Por otra parte, en lo que se refiere a la defensa y el reconocimiento autónomo de los derechos fundamentales, tampoco se puede desconocer que uno de los principales efectos de la comunicación en lenguaje claro consiste en las facilidades del acceso a la justicia. Ciertamente, uno de los principales obstáculos para que las personas reconozcan, identifiquen y exijan sus derechos, radica en la dificultad de conocerlos o saber cómo exigirlos, tal como se demostró en el ejemplo de los pueblos indígenas según se planteó previamente. Sin embargo, el propósito de emplear lenguaje claro dentro de los ámbitos estatales y jurídicos permite llevar a cabo ese proceso de reconocimiento de derechos y abre la posibilidad de acceder a mecanismos jurídicos y judiciales comprensibles.
Debido a ello, para referirse al establecimiento de entornos verdaderamente participativos, es necesario aclarar la relación que existe entre el lenguaje claro como herramienta de inclusión social y la participación. En ese sentido, puesto que el lenguaje claro favorece el mejoramiento de la comunicación humana y el método de inclusión social hace referencia a la persecución de mejores posibilidades de vida, enfocadas a alcanzar el éxito en la participación en la sociedad, el uso del lenguaje claro favorece la comunicación simple, oportuna y de fácil comprensión y, por lo tanto la participación de los ciudadanos.
Además, las manifestaciones del lenguaje claro no tienen lugar únicamente en los textos escritos, también integra las expresiones de lenguaje oral y corporal, pues pueden redefinirse con respecto al sentido de la claridad comunicativa. De esta manera, tanto los factores de comunicación escrita y verbal como los elementos paralingüísticos (contacto visual, entonación, gesticulación, entre otros)17 están directamente relacionados con la comunicación en lenguaje claro.
Por lo mismo, estas herramientas alternativas de comunicación en lenguaje claro también son representativas dentro de las ventajas participativas que se derivan de la inclusión social, toda vez que comunicarse con una potencial igualdad y en términos ampliamente comprensibles favorece el desarrollo de un correcto ejercicio de la ciudadanía. Adicionalmente, la comunicación en lenguaje claro permite la adquisición de autonomía, la posibilidad de llevar a cabo trabajos colaborativos, generar o incrementar el conocimiento, e incluso, formar parte de procesos de integración social.
Comprender que el lenguaje claro constituye una herramienta para facilitar la integración social evidencia que el uso de términos y conceptos que no todos conocen, manejan o entienden puede complejizar innecesariamente la participación y la inclusión de las personas en la democracia. Por eso, existen múltiples medios que requieren la intervención del lenguaje claro, por ejemplo: en el escenario virtual, al interior de las páginas web que utilizan las personas para buscar la información que desean y necesitan. En efecto, no se puede desconocer que quienes utilizan Internet lo hacen de forma cada vez más intensiva y además con acceso a banda ancha18, de modo que la información proporcionada digitalmente debe ser clara; de lo contrario se estaría estableciendo una brecha digital que a su vez se convierte en una brecha social.
Específicamente para este caso, varios autores han avanzado en señalar la importancia de acceder a los servicios digitales. Así, establecen que la pobreza social “se define no sólo por la carencia de parques y servicios públicos, sino por el hecho de que no está conectado a ninguno de los circuitos importantes de información”19. En este sentido, la falta de claridad en la manera en que la información se proporciona en las redes digitales también ha llegado a constituir un mecanismo de exclusión social. Ciertamente, aunque la información se ha democratizado al encontrarse disponible, también se han complejizado los sistemas para ocultarla20 cuando la accesibilidad no puede ser plena debido a la dificultad para comprenderla.
A esto, cabría añadir la existencia de barreras para el acceso a las TIC21, lo cual repercute en que la información en línea no siempre adquiera la difusión esperada. No obstante, la limitación más importante para la difusión de la información sigue siendo la barrera del lenguaje: el hecho de que no nos cuestionemos por la capacidad del otro para comprender lo que estamos comunicando. De manera que, el lenguaje claro tiene un papel clave como instrumento formativo al servicio de una sociedad más justa, solidaria y democrática. Una sociedad en donde la información y el conocimiento son accesibles en igualdad de condiciones se convierte en una sociedad participativa que piensa en las personas. Por lo mismo, resulta prioritario enfatizar en fomentar la integración del lenguaje claro en nuestra cotidianidad como sujetos. Debe trascenderse el enfoque comunicativo centrado exclusivamente en transmitir ideas mediante habilidades mecánicas y conocimientos preadquiridos, que pueden ser necesarios, pero no suficientes.
Frente a esto, podría pensarse que implementar el lenguaje claro en realidad se trata de desarrollar “una cultura construida de usuario a usuario”, o en otras palabras, favorecer un acceso equitativo a los recursos, a la información y así separar la justicia de la dimensión económica, del acceso a tecnologías o del conocimiento académico previo, conforme lo plantea Casacuberta22.
Ahora bien, múltiples gobiernos en el mundo han intentado avanzar en la integración social mediante la implementación de soluciones meramente tecnológicas que plantean superar la brecha digital mediante inversiones en nuevas máquinas23. Sin embargo, la respuesta para alcanzar la integración y la inclusión social plena, en realidad podría encontrarse en el ámbito de la implementación del lenguaje claro. Es decir, la posibilidad de que todas las personas se comuniquen en un mismo lenguaje y sean capaces de entenderse unas a otras, sus necesidades, sus derechos y sus obligaciones puede ser la clave para avanzar hacia sociedades participativas y democráticas.
Conforme a los planteamientos anteriores, el lenguaje claro en sí mismo constituye una potencialidad. Se presenta como un elemento de transformación social, capaz de generar un efecto significativo para mejorar la vida cotidiana de las personas. Esto aplica especialmente para quienes atraviesan situaciones de exclusión social o se encuentran en riesgo de caer en dicha categoría. Adicionalmente, otro aspecto a considerar consiste en que, al interior de la sociedad actual, se ha vuelto cada vez más difícil ascender en la escala social y, en cambio, es más fácil descender en ella24, lo cual favorece tanto la posibilidad de generar exclusión social como el riesgo de caer en esta.
Así pues, la implementación del lenguaje claro apunta hacia un nuevo tipo de sociedad civil predispuesta a una interacción más democrática, en donde, por lo pronto, han surgido nuevos modelos de desigualdad y nuevas formas de división25. Esto ha ocurrido debido a que los vacíos académicos y los problemas de comprensión del vocabulario persisten, en relación con las desigualdades económicas y sociales de clase, raza y género. Además, es posible que también exista una influencia del factor de geolocalización dentro del uso del lenguaje claro, pues la ubicación y los accesos que tienen los individuos a las diferentes instancias y entidades pueden incidir en la manera en que se relacionan con ellas.
De este modo, debe pensarse que el lenguaje claro no puede limitarse a la conversación personal o a los intercambios de cartas y derechos de petición. La inclusión social a través del lenguaje claro supone la posibilidad de trascender la situación actual, de una en la cual si bien se dispone de un marco legal suficiente (en las sociedades desarrolladas) respecto a la transmisión y difusión de la información, en realidad resulta insuficiente en su concreción de acciones eficientes y capaces de dar respuesta a los problemas reales de las personas debido a la complejidad con que se comunica. En algunas ocasiones, las administraciones públicas parecen avanzar más en la dirección de privatizar los sistemas de protección social, donde el Estado social de derecho se sustituye por un estado asistencialista26.
Sin embargo, la asistencia social no es el mecanismo que las personas necesitan para integrarse dentro de la sociedad como miembros críticos y participativos. Ofrecer ayudas económicas podría no contribuir de la forma esperada a combatir la desigualdad social y sus causas27. Por su parte, el lenguaje claro sí puede ser un mecanismo para lidiar con dichas desigualdades, logra —como pocas estrategias— establecer un rango de equidad entre todos los seres humanos, mediante una comprensión clara y universal, sin considerar las diferencias entre ellos.
En ese contexto, tanto la formación en competencias de lenguaje claro como su recepción pueden resultar revolucionarias. Generar una verdadera inclusión social a su vez permitiría fomentar el desarrollo de personas autónomas, reflexivas, críticas y responsables, capaces de transformar la sociedad, trabajar con los demás para generar conocimiento colectivo y compartido.
Además, si la información que ya “está en todas partes” se vuelve accesible para todos en igualdad de condiciones y si reconocemos que “¡el conocimiento, ya no el tiempo, es oro!”28, el lenguaje claro se comprende desde un rol transformador. Utilizar lenguaje claro haría que todos comprendieran lo que necesitan saber, posibilitaría que cambien las relaciones de poder y permite incrementar las oportunidades de quienes se encuentran en situaciones de desventaja.
Finalmente, puesto que la necesidad del lenguaje claro se ha situado en la estructura social colombiana, es evidente que su implementación podría generar efectos impresionantes para el proceso de inclusión social, especialmente, si se tienen en cuenta la “ética del desarrollo” propuesta por Amartya Sen y la importancia del capital social y humano en el crecimiento. Los individuos como capital tienen un papel trascendental dentro de la sociedad, hacen parte del esquema fundamental para el crecimiento de las empresas y pueden contribuir a mejorar diversas circunstancias y espacios.
En conclusión, el proceso de implementación de un lenguaje claro inicia por pensar en incluir a los excluidos, en quienes no logran entender desde un comienzo lo que necesitan, quienes presentan dudas cuando acceden a la información y quienes requieren aclaraciones múltiples y necesitan presentar derechos de información o de petición para clarificar un punto. Si cambiamos nuestro mecanismo de comunicación, si procedemos a implementar el uso de sinónimos, a utilizar palabras familiares para nuestros receptores y explicamos los conceptos técnicos, disciplinares o complejos que utilizamos, nos estamos comunicando en lenguaje claro.
Comunicarse en lenguaje claro puede permitir que las personas participen pasiva y activamente mediante una ampliación de la ciudadanía hacia una sociedad en la cual los derechos sociales, económicos y culturales son de uso cotidiano. Permite que todos comprendamos las comunicaciones gubernamentales, así como la información referente a la normatividad, nuestros derechos, nuestros deberes, etc. Para cumplir este propósito, se necesita que en Colombia se reconozca la importancia de implementar el lenguaje claro y de cambiar el sentido que tiene la comunicación actual. Esto se lograría a través de los servidores públicos, los funcionarios y las instituciones al servicio de las personas. En otras palabras, el lenguaje claro necesita concebirse como un propósito nacional con políticas a largo plazo para garantizar que la inclusión social sea verdaderamente efectiva. Esto se propone, ya que constantemente pueden aparecer diferentes barreras que excluyen o discriminan a los ciudadanos, que limitan su acceso a recursos o su pleno desarrollo como personas. Sin embargo, el lenguaje claro puede ser el método para eliminar esas barreras, para comprender qué significan y encontrar mecanismos alternativos de inclusión, pues se trata de una cuestión de derechos.
Ahora bien, son muchas las reflexiones que se pueden derivar respecto al estudio del lenguaje claro aplicado como mecanismo de transformación, pues las aseveraciones que se han compartido previamente se fundamentan en ejemplos claros de ello. Las entidades nacionales que ya han empezado a implementar lenguaje claro o que han promovido la formación de servidores públicos capacitados en lenguaje claro han evidenciado las ventajas y beneficios de este cambio en la comunicación.
Si bien en principio el lenguaje claro no supone la inclusión social, sí parece constituir un elemento que puede facilitarla, siempre que existan las condiciones de dedicación y compromiso con el cambio. Cuando se empieza a hablar en lenguaje claro, se evidencia notoriamente una incorporación de las personas en situación o riesgo de exclusión social a un escenario de comprensión que les permite satisfacer sus requerimientos. Además, supone ventajas institucionales, pues se ahorran muchos recursos en tiempo y dinero cuando las personas acuden una única vez a las entidades y no necesitan pedir explicaciones o aclaraciones en intervenciones adicionales.
Así, la mayoría de las acciones de lenguaje claro serán fáciles de incorporar en las compañías, empresas, en entidades estatales e incluso como individuos que se comunican desde un determinado cargo con otras personas, en la medida en que propician la comprensión mediante la adquisición de habilidades instrumentales básicas por parte de los comunicadores. Por ello, para el lenguaje claro, lo verdaderamente significativo depende del grado de apropiación que se haga del mismo.
Ciertamente, si se genera un interés creciente por reformular el enfoque comunicativo vigente para incluir, además de la formación básica, un uso adecuado del lenguaje por parte de los emisores para lograr la comprensión, esto podría incluso fomentar valores cooperativos como la empatía. Las dinámicas sociales del lenguaje claro potencian el desarrollo de capital social y habilidades humanas dentro de las acciones formativas de la persona, que se vinculan con la dinámica laboral.
Por ello, es importante considerar que las acciones de implementación de lenguaje claro que se impulsen no deben limitarse en el tiempo, debido a que esta propuesta en sí misma favorecerá abarcar un sinnúmero de requerimientos y necesidades de quienes recurren a solicitar información. Además, es necesario considerar que no es posible garantizar o forzar la inclusión de toda la población, pero articular el lenguaje claro facilitará avanzar hacia una sociedad realmente inclusiva y justa.
Estas reflexiones, en conclusión, pretenden comprender las posibilidades que ofrece el lenguaje claro como elemento de cohesión e inclusión social, además de aportar ideas para la mejora de los procesos de integración de las sociedades a partir de factores comunicativos. Por lo mismo, este análisis puede ser de interés, además de para las instituciones y administraciones públicas, para empresas que intervengan en el ámbito social, profesionales que interactúan con otras personas o incluso para investigadores sociales que deseen explorar la importancia de la comprensión como fenómeno global.
Por último, cabe destacar la importancia que las personas deben tener en todo proceso formativo, especialmente porque todas las propuestas desarrolladas en torno al cambio del lenguaje claro se fundamentan en la capacidad de estas para modificar sus mecanismos de interacción con quienes no los comprenden. Ello supone, además de la efectiva implicación de las instituciones sociales —en tanto que son garantes del desarrollo igualitario de todos los miembros de la sociedad—, la voluntad de quienes participan en estos procesos de reforma comunicativa hacia el lenguaje claro, para buscar la igualdad y permitir que sus receptores se desprendan de las limitaciones económicas, educativas o sociales.
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Notas
1 Para citar este capítulo: http://dx.doi.org/10.15425/2017.370.
2 “¿Qué es el lenguaje claro?”, Plain Language Association International, https://plainlanguagenetwork.org/plain-language/que-es-el-lenguajeclaro/. Para ampliar la conceptualización acerca del lenguaje claro y acceder a recursos digitales que permiten entenderlo como metodología, se puede consultar la página oficial de la Asociación Internacional de Lenguaje Claro, PLAIN. Se encuentra disponible en el siguiente enlace: https://plainlanguagenetwork.org/.
3 Departamento Nacional de Planeación [DNP], Guía de lenguaje claro para servidores públicos de Colombia (Bogotá: DNP, 2015), 7-14.
4 Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], La protección social de cara al futuro: acceso, financiamiento y solidaridad (Santiago de Chile: CEPAL, 2006), 24-28.
5 Amartya Sen, Development as Freedom (Nueva York: Knopf, 1999), 19-32.
6 Entre los cuales se encuentran: Aubrey Fisher, “Decision Emergence: Phases in Group Decision-making”. Speech Monograph 37, (1970): 53-66; Dennis. S. Gouran, “Variables Related to Consensus in Group Discussions of Questions of Policy”. Speech Monographs 36, (1969): 387-391; Dennis S. Gouran y Randy Y. Hirokawa, “A Descriptive Investigation of the Possible Communication-Based Reasons for Effective and Ineffective Group Decision Making”, en Communications in Transition, editado por Mary, S. Mander (Nueva York: Praeger, 1983), 363-379; Dennis S. Gouran y Randy Y. Hirokawa, “The Role of Communication in Decision-making Groups: A Functional Perspective”, en Communications in Transition, editado por Mary, S. Mander (Nueva York: Praeger, 1983); Edward Mabry, “An Exploratory Analysis of a Developmental Model for Task-oriented Small Groups”. Human Communication Research 2, n.° 1 (1975): 66-74; entre otros investigadores lingüísticos.
7 Juan E. Díaz Bordenave, Comunicación y sociedad (Buenos Aires: Ediciones Búsqueda, 1985), 31-45.
8 Conforme conceptualizaron Spencer A. Rathus, “A 30-item Schedule for Assessing Assertive Behavior”. Behavior Therapy 4, n.° 3 (1973): 398-406; y Joseph Wolpe y Arnold Lazarus, Behavior Therapy Techniques: A guide to the Treatment of Neuroses (Oxford: Pergamon Press, 1966), la asertividad se refiere específicamente a la facultad de ser certero y pertinente.
9 José Antonio Carrobles, “Escala de asertividad de Rathus”, en La práctica de la terapia de conducta (Madrid: Promolibro, 1979).
10 Brian Barry y Phil Agulnik, Understanding Social Exclusion (Oxford: Oxford University Press, 2002), 22.
11 En adelante: el Acuerdo.
12 De acuerdo con el Instituto Caro y Cuervo, aproximadamente un millón de colombianos las utiliza para comunicarse, especialmente en zonas limítrofes del país y en asentamientos localizados en diversas regiones ecológicas: María Stella González de Pérez, Manual de divulgación de las lenguas indígenas de Colombia(Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 2011).
13 Estos términos se encuentran respectivamente en: Mesa de conversaciones, Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera (Bogotá: Gobierno de Colombia, 2017), 30, 31, 21, 53, 59.
14 Ibídem, 2.
15 DNP, Guía de lenguaje claro para servidores públicos, 17.
16 C. Const., Sent. C-274/13, may. 9/2013. M. P. María Victoria Calle Correa (cursivas añadidas).
17 Miguel Navarro Rodríguez, “Asertividad y teoría de decisiones: El rol del orientador escolar”, (documento inédito en línea, 2016), https://nanopdf.com/download/asertividad-y-teoria-de-decisiones-el-rol-del-orientadorescolar_pdf.
18 José Luis Travieso y Jordi Planella, “La alfabetización digital como factor de inclusión social: una mirada crítica”. UOC Papers Revista sobre la sociedad del conocimiento, n.° 6 (2008): 1-9.
19 Gordon M. Davis, “An Individual and Group Strategy for Research in Information Systems”, en Information Systems Research: Issues, Methods, and Practical Guidelines (Oxford: Blackwell Scientific Publications, 1992), 155.
20 Mario Tascón, “El desarrollo de un medio en la sociedad de la información”, en Claves de la alfabetización digital, coordinado por Rafael Casado (Madrid: Fundación Telefónica y Ariel, 2006).
21 Por ejemplo, de acuerdo con Travieso y Planella, también existen barreras en lo referente a infraestructuras tecnológicas, de segmentación de Internet, etc.: José Luis Travieso y Jordi Planella, “La alfabetización digital como factor de inclusión social: una mirada crítica”. UOC Papers Revista sobre la sociedad del conocimiento, n.° 6 (2008): 1-9.
22 David Casacuberta, Creación colectiva: en Internet el creador es el público (Barcelona: Gedisa, 2003).
23 Mark Warschauer, “Technology and Social Inclusion: Rethinking the Digital Divide”. The Library Quarterly: Information, Community, Policy 75, n.° 1 (2005): 96-98.
24 Joaquín García Roca, Contra la exclusión.Responsabilidad política e iniciativa social (Santander: Sal Térrea, 1995).
25 Howard Frederick, “Computer Networks and the Emergence of Global Civil Society: The Case of the Association for Progressive Communications”, en Global Networks: Computers and International Communication, editado por Linda Harasim y Jan Walls (Cambridge: MIT Press, 1993).
26 Gregorio Rodríguez Cabrero, “Transformaciones socioeconómicas y política social: la segunda reestructuración del estado de bienestar”. Revista de documentación social, n.° 93 (1993): 57-72.
27 Esther Raya Díez y Sofía Montenegro Leza, "Prevención ante la desigualdad de género. Nuevos campos profesionales para el trabajo social" (Actas del VII Congreso de la Red Española de Política Social, 2018), https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=728911.
28 Carles Monereo, “Internet, un espacio idóneo para desarrollar las competencias básicas”, en Internet y competencias básicas (Barcelona: Graó, 2005).