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Impulso a la educación superior

Ya nadie duda de que la educación es el gran desafío si Chile quiere lograr verdaderamente una igualdad de oportunidades y un desarrollo sustentable en el tiempo. La etapa escolar es fundamental y gran parte de la energía y trabajo del ministro y del subsecretario de Educación debe dirigirse a lograr un cambio sustantivo en ella.

Sin embargo, la educación superior es crucial para lograr un mayor nivel de crecimiento, cohesión y progreso social. Por este motivo, se ha planteado la importancia de elevar al rango de subsecretaría a la actual División de Educación Superior, ya que la necesidad de renovación y de perfeccionamiento de este sistema requiere una representación del más alto nivel, más directa y con mayor fluidez en la toma de decisiones. Ella necesitaría trabajar en conjunto con el Consejo de Rectores –que por ley debe asesorar al ministerio en estos temas– y con las otras instituciones de educación superior, como las universidades privadas, los institutos profesionales y los centros de formación técnica.

La educación terciaria incluye hoy a más de un millón de jóvenes. En un 70% de los casos, el alumno es el primero de su familia que accede a esta instancia, integrada por actores con diferentes características y misiones: 60 universidades, 44 institutos profesionales y 72 centros de formación técnica.

Es importante considerar el número, variedad y tipo de instituciones, y la manera de garantizar que estas cumplan con los criterios de calidad, acreditación y orientación al bien público.

Los grandes desafíos anunciados por el Gobierno en el denominado “Año de la educación superior”, junto con aumentar recursos para la innovación y difusión del conocimiento de alto nivel, deben incluir también un renovado análisis sobre su institucionalidad. Es importante considerar el número, variedad y tipo de instituciones, y la manera de garantizar que estas cumplan con los criterios de calidad, acreditación y orientación al bien público. Se requiere, además, buscar formas efectivas para disminuir la carga económica de las familias y de los estudiantes a través de mecanismos como el financiamiento público, el aumento de becas para los jóvenes de los quintiles más vulnerables y la opción de créditos blandos y accesibles para toda la clase media. Por otro lado, la deserción estudiantil –que en algunas instituciones alcanza a cerca del 50%– y la empleabilidad de los egresados son temas clave, en los que una adecuada información para los postulantes es fundamental.

Además, es preciso resolver un tema pendiente de gran relevancia: la articulación e integración del sistema de educación superior. Para lograr una real articulación entre la formación universitaria y la técnico-profesional son muy importantes los programas de educación continua, el perfeccionamiento de los procesos de evaluación de calidad, la acreditación de las instituciones, cursos y programas y, por último, la creación, en ambos tipos de instancias, de nuevas carreras que sean complementarias y puentes entre los sistemas.

Todos estos desafíos son urgentes y pueden ser asumidos con mayor fluidez y agilidad por una Subsecretaría de Educación Superior que cuente con los recursos humanos y financieros para esta tarea. Los estudiantes, las familias y el país se beneficiarán y lo van a agradecer.

Publicado en el diario La Tercera el 16 de abril de 2011.

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