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5. Siempre de tu parte Alex

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Una vez lo tuve todo de ti

y ahora me he quedado con las manos vacías.

Marco el ritmo con el pie mientras pruebo acordes con la guitarra. Cuando encuentro los adecuados, los toco una vez más antes de tomar nota. Compongo al son de una melodía que ya suena dentro de mi cabeza. Intento no prestar atención a los versos que se me ocurren, aunque es imposible.

Es de madrugada y soy demasiado cobarde para pedirte que

te quedes.

Tus palabras no dejan de repetirse en mi cabeza.

¿No prometimos que volveríamos a vernos?

Resoplo, aparto la guitarra y me tumbo bocarriba en la cama. Clavo la mirada en el techo. Llevo dos horas encerrado en mi cuarto porque el silencio suele ayudarme a componer, pero ahora mismo solo necesito acallar esta dichosa canción. ¿Por qué no puedo inspirarme y ya? Sería mucho más fácil poder escribir sobre cosas que no me hicieran sentir.

Compuse «Mil y una veces» y «Es tuyo» cuando conocí a Holland porque necesitaba expresar lo que sentía por ella. «Insomnio» se me ocurrió al darme cuenta de que mis amigos eran mi segunda familia. Mudarnos a Londres, lejos de Owen, y dejar todo lo que teníamos atrás me afectó tanto que compuse dos canciones más.

«Cántame al oído» y «Sigue latiendo» fueron como dos gritos al vacío. Si no respondía a mis mensajes, esperaba que al menos reaccionara a mis canciones.

No funcionó. Por eso no tendría que haber hablado con ella anoche.

No hacía falta que respondiera a la pregunta que le hice. Sé que no quería volver a verme. De otra manera, habría contestado a mis llamadas o, como mínimo, habría intentado ponerse en contacto conmigo. Ayer se refirió a Finn como su amigo mientras que a mí me trata como un desconocido. Sin embargo, no puedo culparla. Y tampoco a Finn, aunque ese lado celoso que no sabía que tengo lo odie hasta por respirar.

Todo es culpa mía.

No es que me arrepienta de haber roto con ella. Sigo creyendo que ambos necesitábamos tiempo para aprender a valorarnos y madurar. No obstante, si pudiera volver atrás, tomaría decisiones muy diferentes. En primer lugar, no me habría ido sin despedirme. Y me habría asegurado de hacerle entender que no la dejaba porque fuera mala para mí. Al contrario, siempre fui yo el que se sintió insuficiente. Ahí estaba el problema.

No esperaba que anoche me contara cómo fue su vida en Mánchester. Escucharlo me partió en pedazos, sobre todo porque la conozco y sé que hay cosas que se guardó. Me gusta que sepa que puede confiar en mí, aunque sea un poco. Le dije que me alegraba mucho por ella y es completamente cierto.

Me pregunto cómo se sintió Finn cuando Owen vino a hablar conmigo. Parecían muy entretenidos en la cocina. En su momento me lo tomé como una victoria, pero ahora me parece una tontería. No pienso competir contra nadie. Holland puede hacer lo que quiera. Es su vida y, me guste o no, ya no formo parte de ella.

Tengo que sacármela de la cabeza cuanto antes. Me incorporo y cojo la guitarra. Estoy tocando la melodía desde el principio cuando llaman a la puerta.

—Seguro que no te sorprende, pero Mason no quería dejarme pasar.

Megan entra en la habitación y cierra la puerta sin dejar de mirarme. Llevamos sin hablar desde anoche y que haya venido por sorpresa me genera sentimientos contradictorios. A pesar de ello, me obligo a sonreír. Tiene la piel oscura, el rostro almendrado y el pelo le cae en ondas sobre los hombros.

Se acerca con una sonrisa y me quita el instrumento de las manos.

—¿Qué haces aquí? —pregunto, mientras lo deja sobre la cama.

—Me apetecía verte.

Se sienta a horcajadas en mi regazo y me besa. Espero que el corazón se me acelere, como anoche, y me molesta que no reaccione. Su lengua se cuela en mi boca y me agarra las manos para que las coloque en sus caderas. Mientras tanto, las suyas exploran por debajo de mi camiseta.

La pellizco con suavidad y da un respingo.

—¿Tienes prisa? —me burlo sobre su boca. Sonríe y vuelve a besarme.

—Siento no haber podido ir a la fiesta.

Acaricio la franja de piel que deja al descubierto su camiseta. Prefiero no pensar en lo que habría pasado si hubiera estado presente.

—¿Qué tal la sesión? —me intereso, dejando de lado ese tema.

—Fue genial. Esperé al atardecer y sacamos algunas fotos. Han quedado bastante bien.

—¿Puedo verlas?

No sé para qué me molesto en preguntar. Como esperaba, Megan niega.

—No he traído la cámara —responde antes de besarme otra vez.

Así es cómo funcionan las cosas entre nosotros. No hablamos sobre nada y, hasta ahora, eso nunca me había molestado.

Sin embargo, hoy algo es diferente. Necesito contarle a alguien que mis amigos no paran de discutir. Que por fin he vuelto a componer y que podría estar a punto de crear algo bueno. Que la pieza que llevo semanas ensayando en el conservatorio cada vez me sale mejor. Que Mason y Finn volvieron a pelearse anoche y que cada día estoy más harto de la situación.

Lo que hago en su lugar es profundizar el beso y tirar de ella para tumbarnos sobre la cama. Se coloca sobre mí, con una rodilla a cada lado de mi cuerpo, y sonríe cuando se me escapa un suspiro. Intento dejar la mente en blanco, hasta que solo se escuchan nuestros besos y nuestras respiraciones agitadas.

Y, en mi mente, el murmullo de una canción.

No puedo hacerlo.

—¿Sabes dónde está Blake? —Le pongo las manos en los hombros para separarla de mí. Megan junta las cejas.

—Creo que estaba a punto de irse. ¿Por qué?

La aparto con cuidado para levantarme.

—Genial. Ahora vuelvo.

—¿Alex? —demanda, sentada en la cama.

—Solo será un momento.

La beso rápidamente en los labios y salgo del dormitorio. En cuanto cierro la puerta a mis espaldas, suelto un resuello de alivio. ¿Qué demonios me pasa?

En realidad, sí que necesito hablar con mi hermana. Cruzo el pasillo y la encuentro en la cocina. Se ha recogido el pelo y lleva el uniforme del trabajo. Echó el currículum en un teatro cercano hace unos meses y ahora trabaja allí a media jornada. Se dedica a vender entradas, ayudar a transportar el decorado y cerrar cuando todos se marchan.

No lo hace porque necesitemos el dinero. Ambos somos becados y, además, las cosas nos van bastante bien desde que Bill, mi antiguo jefe, y mi padre se hicieron socios para dirigir juntos el Brandom, el bar que albergó nuestro primer concierto.

Blake tiene una razón de peso para trabajar: quiere pasar tanto tiempo lejos de nosotros como pueda.

—¿Ya te vas?

Al escucharme, se sobresalta y se vuelve hacia mí.

—Me has asustado. Y sí, entro en media hora. ¿Querías algo?

—Necesito hablar contigo.

—Espero que sea rápido. Has dejado a Megan ahí dentro con ganas de meterte la lengua hasta la garganta —repone, señalando el pasillo.

Pongo los ojos en blanco. Siempre igual.

—Qué graciosa.

Esboza una sonrisa burlona. Para que vea que voy en serio, cojo una silla y la arrastro para acomodarme frente a ella. Se guarda el móvil en el bolsillo y mira, expectante.

—Ayer Mason y Finn volvieron a discutir —digo—. Los escuché desde mi habitación y…

—No me interesa.

Como siempre que oye sus nombres en una misma frase, su primer instinto es huir. Pasa deprisa por mi lado y resopla cuando me estiro para agarrarla del brazo.

—Tienes que hablar con Mason. No podemos seguir así.

—Siempre dices lo mismo. Que yo tengo que intentar solucionar las cosas, cuando él ha sido el único que ha metido la pata.

Aunque se zafa bruscamente de mi agarre, al menos no intenta irse.

—Tienes razón —coincido—, pero creo que…

—No es capaz de renunciar a su orgullo y hablar conmigo, así que prefiere culpar a los demás de sus problemas. Es un cobarde. La próxima vez que lo veas, díselo de mi parte. Finn no tiene nada que ver con esto.

—Finn no es un santo, precisamente —replico. Me mira con mala cara y añado—: No deja de portarse como un imbécil.

—Porque sois sus amigos y le hacéis el vacío. ¿Es que acaso no lo conoces? ¿Alguna vez has visto triste a Finn? Siempre finge que todo va bien y hace bromas, incluso cuando las cosas se tuercen. Es su mecanismo de defensa. Está pasándolo tan mal como todos o, incluso peor, y tratándolo así no ayudas,Alex.

Trago saliva. Tiene razón, en parte. Cuando Mason y Finn discuten, siempre intervengo para evitar que el conflicto llegue a más. Me he peleado con Mason en muchas ocasiones porque su actitud agresiva solo empeora la situación. Finn será un idiota, pero me pongo de su lado la mayoría de las veces.

Puede que ayer perdiese la paciencia con él, sin embargo, nadie podría decir que no se lo buscó.

—Pensaremos en algo —insisto—. Podemos intentar explicarle que…

—No va a funcionar.

—Ponte en su lugar, ¿vale? Esto no es fácil para él.

No debería haber dicho eso. Lo sé en cuanto se vuelve hacia mí con los ojos enrojecidos y llena de rabia.

—¿Crees que no lo hago? ¿Que no pienso constantemente en cómo debió de sentirse? ¿Que no lo echo de menos? Sé que discutís por mi culpa. No hace falta que me defiendas. Puedo cuidarme sola.

—Pero eres mi hermana y eso significa que nos cuidamos mutuamente. —Ahora sí, deja que nuestros ojos se encuentren. No soporto verla llorar—. Se nos ocurrirá algo. De verdad.

—Está bien —cede, dejando caer los hombros.

Suspiro y la estrecho entre mis brazos. Blake esconde la nariz en mi hombro. Nos quedamos así hasta que se tranquiliza. Cuando Finn y ella discutieron con Mason, intenté mantener una posición neutral, pero después entendí que eso no es lo que mi hermana habría hecho por mí, así que me puse de su parte. No solo porque tuviese razón, sino porque siempre me ha apoyado en todo y se merecía que hiciera lo mismo.

Las consecuencias fueron perder a Mason, mi mejor amigo. O al que era mi mejor amigo. Ahora nuestra relación está hecha polvo.

—También quería contarte otra cosa —añado cuando nos separamos.

Asiente y se seca los ojos una vez más.

—Sé que ayer hablaste con Holland. Finn me lo contó.

—Quiere arreglar las cosas. Con todos.

Se había girado para rebuscar algo en su bolso y, al escucharme, se tensa y me mira por encima del hombro.

—Es un poco tarde para eso, ¿no?

—No. —Parece sorprendida con mi respuesta. Enarca las cejas—. Creo que deberías darle una oportunidad. Antes erais muy amigas.

—Hasta que decidió bloquearme en todas las redes para no saber nada de mí.

Se echa el bolso al hombro sin mirarme.

—Eso fue un error. Estoy seguro de que está arrepentida. No le fue bien en Mánchester, Blake. Seguro que le vendría bien tener una amiga. —No la veo convencida, así que añado—: Y a ti también.

Me preocupo mucho por mi hermana y, aunque deteste admitirlo, también por Owen. Una parte de mí teme que se sienta sola en Londres y decida volver a casa con sus padres, a más de trescientos kilómetros de nosotros. Ahora que estamos de nuevo en la misma ciudad, no me gustaría tener que volver a despedirnos.

Blake y ella tenían una amistad muy fuerte en el instituto. Se necesitan la una a la otra.

—Piénsatelo —reitero. Sin duda, sabe que no me rendiré, de modo que suspira y asiente.

—Está bien. —Escondo una sonrisa. Genial. Justo cuando empiezo a cantar victoria, me señala con un dedo—. Vamos a dejar clara una cosa: ni de coña vas a utilizarme para sacar información. Si quieres saber algo sobre ella, pregúntaselo tú.

Pestañeo, aturdido. ¿Qué?

—¿Información? —repito.

—A mí no me engañas, Alex. Te encantaría saber si está saliendo con alguien. Admítelo.

Honestamente, no me lo había planteado. Supongo que es probable, ¿no? A cualquiera le gustaría salir con Owen. No solo es guapa, sino que tiene una personalidad increíble. Sería normal que hubiera pasado página. Con toda la gente que conoció en Mánchester, me extrañaría que no me hubiese olvidado. Que yo esté con Megan, involucrado en una relación que no implica sentimientos, no significa que ella haya hecho lo mismo.

Hasta que recuerdo por qué discutimos con Finn.

—Lo dudo. Finn no iría detrás de una chica con novio.

Aunque se suponía que tampoco iría detrás de la ex de alguno de nosotros y, sin embargo, aquí estamos.

Reconozco que el tema me molesta más de lo que me gustaría. Blake deja inmediatamente lo que estaba haciendo y se gira hacia mí.

—¿Qué acabas de decir?

—Finn quiere intentar algo con ella. Por eso la invitó a la fiesta. —Para que no se dé cuenta de lo mucho que me irrita, trato de restarle importancia—: De todas formas, me da igual. Yo había avisado aMegan.

Solo que no vino y lo que hice en su lugar fue hablar con Owen en la azotea.

Ajena a mis pensamientos, Blake frunce el ceño.

—¿Por eso os peleasteis ayer?

—No —contesto de inmediato—. Ya te he dicho que no me importa con quién salga Holland.

Levanta las cejas, como si no me creyera. Para ser sincero, yo tampoco me lo creo.

—¿Entonces?

—Finn se lo tomó a broma y me sacó de mis casillas. Nada más.

Cuanto antes zanjemos el tema, mejor. No soporto que me moleste tanto. Me levanto para volver a mi habitación con Megan y entonces Blake hace lo último que me esperaba. Se echa a reír.

—Siempre va un paso por delante de ti, ¿eh?

Arrugo la frente, repentinamente enfadado.

—¿Que quiera salir con ella significa que va un paso por delante de mí?

—¿Eres idiota? No. Te recuerdo que estamos hablando de la persona que despistó a tu pareja del baile en el instituto para que Holland pudiera hablar contigo.

—¿Y? —Arqueo una ceja.

Analiza mi rostro, como si pensara que finjo no entenderlo. Cuando se da cuenta de que lo pregunto en serio, pone los ojos en blanco. Parece que tenga ganas de insultarme en diez idiomas distintos.

—Finn está jugando contigo, Alex. Claro que no quiere salir con Holland. Solo intentaba saber si seguías sintiendo algo por ella y, viendo lo poco que has tardado en caer en su trampa, está claro que así es. —Me lanza una mirada burlona y me palmea la espalda—. Supongo que hay cosas que nunca cambian, ¿no? Ve planteándote hablar con Megan, hermanito.

Sale de la cocina antes de que pueda replicar.

Pues vale.

Me he puesto de mal humor. Solamente me apetece encerrarme en mi habitación y escuchar música a todo volumen, pero Megan sigue esperándome. Se supone que ya había superado a Owen. Me he pasado un año y medio intentando sacármela de la cabeza y, cuando todo me va bien y conozco a otra chica, aparece. Sin más. Y lo pone todo del revés.

Blake no tiene razón y me paso los siguientes días intentando convencerme de ello. Es más fácil estar con Megan. Lo único que siento por ella es atracción, lo que es mutuo y, por tanto, es imposible que nos hagamos daño. En cambio, estar cerca de Owen sería como cruzar la línea de peligro.

Pretendo creerme que mis canciones ya no suenan a ella y que todo lo que sentía se ha quedado en el pasado, y tardo menos de lo que esperaba en darme cuenta de que es mentira.

Dimelo cantando

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