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El guion existencial es dinámico y abierto
ОглавлениеPodemos mirar la biografía de cada persona como si fuera un guion que se inicia en su nacimiento, o seguramente antes, y que atraviesa las diferentes etapas del ciclo vital hasta la muerte. Una de las ideas esenciales de este libro es que la formación del ser humano no tiene lugar únicamente en las etapas de la infancia y la adolescencia; cuando uno se convierte en adulto, el proceso evolutivo continúa durante toda su existencia. La vida de cada persona es una obra que se construye a lo largo del tiempo, y la tarea profunda es otorgar a esa obra la mayor belleza y originalidad de las que sea susceptible.
Desde la infancia la persona va construyendo una cosmovisión, una filosofía de la vida. Los niños muy pequeños, de unos cuatro años, formulan preguntas sobre la muerte, sobre la amistad, sobre el origen de las cosas bellas de la naturaleza. Así, frente a un bello atardecer, se dirige a su madre: «¿Esto lo hace Dios?». Igualmente, es posible que le pregunte: «¿Tú te vas a morir antes que yo?». Una de las características diferenciales del ser humano es su capacidad para crear explicaciones acerca de todo lo relacionado consigo mismo, con los otros o con el mundo. En la infancia esta filosofía está en construcción y se encuentra muy vinculada a las creencias y los valores de la familia. Unas veces se expresa verbalmente y otras, de manera mucho más poderosa y sutil, a través de la comunicación no verbal y de las acciones.
Pero es en la adolescencia cuando tiene lugar el surgimiento del filósofo interior que hay en toda persona. Los grandes descubrimientos de esta etapa y la intensidad de los mismos mueven al nuevo ser humano pensante a preguntarse sobre los temas relevantes de la existencia: la vida y la muerte, la vida después de la muerte, el origen del ser humano, la realización personal, la justicia, el sexo y el amor, etc. De una manera mucho más conceptual que en la infancia, se generan teorías sobre el mundo, sobre nosotros mismos y sobre el ser humano.
La vida, como el río de Heráclito, está en constante movimiento. Es una totalidad única y original y su discurrir tiene lugar a través del tiempo de existencia. Estamos dentro de esa totalidad, por lo que la posibilidad de una autoconciencia sobre ella requiere un trabajo y un interlocutor válido que nos permitan mirarnos en el espejo nítido y veraz de nuestra identidad. El primer axioma de la comunicación humana establece que es imposible no comunicar. De la misma manera, podemos decir que es imposible no poseer una cosmovisión. La cuestión es descubrir cuál es verdaderamente la propia, la original, la que está absolutamente entrañada en nuestra individualidad.
Este es el primer paso, la toma de conciencia sobre nuestra cosmovisión; el segundo será su reconstrucción original y creativa dentro de un proceso de ampliación de conciencia y de autodescubrimiento. Querámoslo o no —así lo hemos señalado ya—, somos los protagonistas de la historia de nuestra vida, de manera absolutamente individual y diferente, como ocurre en las películas. Puede ser que, aparentemente vivos, en realidad estemos muertos como en El sexto sentido; tal vez hemos renunciado a cumplir nuestro deseo como en Casablanca; quizá tenemos la posibilidad de realizar nuestra misión como en La guerra de las galaxias, o de encontrar nuestro verdadero lugar en el mundo como en Qué bello es vivir. Podríamos citar muchas otras películas, y puede suceder que ninguna de ellas nos represente.
Así pues, podemos afirmar nuestro protagonismo o podemos resignarnos a representar papeles secundarios. Dicho de otra forma, podemos llegar a ser conscientes y responsables de nuestros obstáculos y de nuestra Sombra e integrarlos en nuestra vida, pero también existe la posibilidad de que necesitemos encontrar causas externas (la familia, los otros, la sociedad, el mundo, etc.) que nos impiden, desde nuestro punto de vista, ser verdaderamente genuinos y responsables.
La pregunta clave es, por tanto, cómo estamos creando nuestra historia de vida… Si consideramos que tenemos mala suerte y por eso no podemos realizar lo que anhelamos; en definitiva, si hay un destino inexorable del que no podemos escapar. Las teorías que nos formamos sobre nosotros mismos y sobre nuestra experiencia vital son en su mayor parte inconscientes y quizá no sabríamos reconocerlas. Pero seamos o no conscientes de ellas, estas concepciones sobre nosotros mismos y sobre el mundo influyen de manera poderosa en el devenir de nuestra existencia y en todas sus áreas de desarrollo.
El modelo del Psicodrama Simbólico se asienta en una cosmovisión evolutiva cuyo principio profundo es el de la perfectibilidad del ser humano a lo largo de todas las etapas de su ciclo vital. La razón de ser profunda, y lo que podría entenderse como un guion existencial cumplido, es convertirnos en la mayor medida posible en la totalidad que somos. El guion existencial se refiere a ir por la vida siendo quien uno es. Se trata de un proceso natural susceptible de enriquecerse con una conciencia de sentido y de singularidad. El recorrido a través del Psicodrama Simbólico es una vía para potenciar este enriquecimiento posibilitando la unificación de nuestra esencia y nuestra existencia.
En este libro voy a mostrar hitos y a iluminar grandes enigmas y contenidos de la existencia humana con la intención de que pueda constituir una lectura valiosa y significativa para cualquier persona con deseo de saber, de conocerse mejor y de encontrar su verdadero lugar.
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1 Entiendo por vínculo madre-hijo el que engloba el vínculo primigenio; madre quiere decir universo materno.
2 «A los efectos de conceptualizar a la lealtad como fuerza sistémica, más que como simple tendencia de los individuos, debe considerarse la existencia de un “libro mayor” invisible en el que se lleva la cuenta de las obligaciones pasadas y presentes entre los miembros de la familia». Boszormenyi Nagy, pág. 72.