Читать книгу La covid-19 y la integración ante los desafíos de un nuevo orden mundial - Isabel Clemente Batalla - Страница 10
Introducción1
ОглавлениеLa humanidad ahora se enfrenta a una crisis global. Quizás la mayor crisis de nuestra generación. Las decisiones que las personas y los Gobiernos tomen en las próximas semanas probablemente darán forma al mundo en los próximos años. Darán forma no solo a nuestros sistemas de salud, sino también a nuestra economía, política y cultura.
Yuval Noah Harari, marzo del 2020
El mundo estaba pendiente del acomodamiento al proceso globalizador que acompañaba la transición entre los siglos xx y xxi, cuando sobrevino, inesperadamente para la mayoría2, la generalización de una nueva epidemia surgida en Asia Oriental. Rápidamente, gracias a la hiperconexión en un mundo globalizado, se convirtió en pandemia, afectando el globo terráqueo, en el 2020, con su difusión a Europa, a América y gradualmente a los demás continentes.
Las expectativas se centraban en los impactos de las tecnologías disruptivas, características de la tercera ola de globalización, entre las que se destacaban el Internet, la informática, la nanotecnología, la biogenética, la robótica o la inteligencia artificial. Estas hacían prever grandes cambios en las condiciones no solo productivas sino de vida de la humanidad. Preocupaba la posibilidad de un mayor desempleo a corto plazo, por la rapidez con la que se implantaban estas tecnologías de punta y por los malos resultados en el acceso a los beneficios del proceso globalizador, el cual mostraba situaciones de inequidad, desequilibrio y desigualdad para amplios sectores de la población mundial. En este clima de insatisfacción, de malestar y de protesta social, aparece la pandemia de la covid-19 (Coronavirus disease), una variante del coronavirus existente hace tiempo.
Lo lamentable es que no se puede considerar que la humanidad no estaba advertida, pues varias epidemias de variantes del coronavirus habían ocurrido en años recientes. Cada vez más, la interacción entre la especie humana y los animales generaba llamados al orden. En el 2013, por ejemplo, el profesor Luis Carlos Villamil hacía la siguiente advertencia:
Asistimos a cambios importantes desde la perspectiva sanitaria, tanto en las poblaciones humanas como en las animales; la salud y la enfermedad de dichas poblaciones tiene que ver con la sensible interacción entre tres factores: el ambiente (social, geográfico, económico, político), los agentes patógenos, y las poblaciones (humanas y animales); cualquier desequilibrio en alguno de los anteriores puede desencadenar la activación de nuevos agentes (emergentes) o la reemergencia de enfermedades olvidadas o desatendidas, con consecuencias graves desde la perspectiva sanitaria, la economía local y el comercio internacional. Por lo anterior, se deben activar mecanismos que aseguren la prevención y el control eficiente, a través de programas integrales, manejo interdisciplinar y cooperación intersectorial (agricultura, salud, ambiente). (Villamil, 2013, p. 7)
A diferencia de las pandemias anteriores en la historia de la humanidad3, una de las características de la pandemia de la covid-19 es que, al producirse en un mundo globalizado, interdependiente e interconectado, llevó a las autoridades gubernamentales a la adopción de medidas de confinamiento para tratar de reducir el pico de la pandemia y la magnitud de la contaminación a través del aislamiento general. Esto condujo al mundo a la peor recesión de su historia, solo comparable con la Gran Depresión iniciada en 1929 del siglo xx. En efecto, más de la mitad de la población mundial, casi 4500 millones de personas, experimentó el cierre de las fronteras de sus países y el encierro en sus viviendas. La mayoría quedó sin poder laborar o con niveles parciales de actividad a través de modalidades de teletrabajo. La cesación total o parcial de la actividad económica tuvo grandes repercusiones ante las pérdidas acumuladas por los Estados, los sectores económicos y las personas, debido a la fuerte reducción de sus ingresos. Las cifras de desempleo y el malestar social se elevaron peligrosamente.
Desde el primer semestre del 2020, distintos organismos internacionales cuantificaron los efectos devastadores de una recesión mundial que afectaría de manera especial a áreas como América Latina, cuyos indicadores socioeconómicos han empeorado. Hay cifras preocupantes con respecto a la deuda externa, la cual gravitaba negativamente en la economía de varios países y, con la covid-19, se reflejará en un aumento del déficit fiscal en un 10 % o más del pib. Concurrirán el agravamiento de la sostenibilidad de la deuda pública de los Estados, los impagos y las quiebras por niveles insostenibles de deuda del sector privado. La pandemia de la covid-19 contribuye al incremento de la pobreza y al agravamiento de las condiciones de vida de grandes sectores de la población mundial: “Con millones de personas que perderán el empleo o trabajarán y ganarán menos, las disparidades de ingresos y riqueza de la economía del siglo xxi se profundizarán” (Roubini, 2020b).
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), América Latina en particular sufrirá el serio problema de una movilidad económica descendente:
En 2020, 37,6 millones de personas que en 2019 pertenecían a estratos bajos no pobres (entre 1 y 1,8 líneas de pobreza per cápita) caerían en la pobreza y 4 millones en la extrema pobreza. Habrá un fuerte deterioro de la posición de los estratos medios: 33,5 millones de personas dejarían de pertenecer a los mismos (13 % del total de personas que pertenecían a estos estratos) e ingresarían a los estratos de ingresos bajos. En particular, 32,8 millones de personas que antes de la pandemia pertenecían a los estratos medio-bajos pasarían a pertenecer a estratos bajos. De ellos, 2,1 millones caerían directamente en la pobreza o pobreza extrema. (Cepal, 2020b, p. 21)
La coyuntura negativa retrasa los avances esperados con optimismo para la presente década. Un shock de tal magnitud, sumado a meses de confinamiento y de reflexión, ha llevado a la mayoría de la población a la espera de cambios profundos en el comportamiento de la humanidad, en el manejo de las condiciones de vida y de la naturaleza, y en la gobernanza mundial en diferentes terrenos. Según Morin, “[esta] crisis planetaria pone en relieve la comunidad de destino de todos los humanos en vínculo inseparable con el destino bio-ecológico del planeta Tierra” (citado por Truong, 2020). Y para bien de la humanidad es de esperar que así sea. Sin embargo, los posibles escenarios de ajuste pueden ser de cambios de fondo en el entramado actual en el que se desenvuelve la humanidad, procurando salir adelante con formas colaborativas y solidarias. En escenarios negativos, las posiciones aislacionistas y egoístas se imponen, con el resultado de un agravamiento del capitalismo salvaje.
Los cambios favorables implican un rediseño del proceso de globalización, no tan centrado en la economía de mercado y la libre especulación del sistema financiero, con pésimos resultados en la distribución del ingreso y el agravamiento de las inequidades sociales. Se pretende, más bien, un modelo de reafirmación de la conveniencia de un Estado de bienestar, que otorgue importancia a las políticas de salud pública y que acelere el cumplimiento de los objetivos de la Agenda para el Desarrollo Sostenible, 2016-2030.
Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, señala lo siguiente a propósito de este asunto:
Esta pandemia no significará el fin de la globalización. Pero pondrá en cuestión algunas de sus modalidades y de sus presupuestos ideológicos, en particular, el famoso tríptico neoliberal: apertura de los mercados, retroceso del Estado y privatizaciones. Este cuestionamiento ya había empezado antes de que estallara la crisis. Se acentuará después de ella. (Borrell, 2020)
El planteamiento central de este primer capítulo es que los impactos de la pandemia pueden ser de tal magnitud que la humanidad deberá replantear soluciones globales efectivas en su proceso globalizador, e incluso repensar sus ideales y propósitos. Se parte del supuesto de que el confinamiento creó nuevas condiciones para las relaciones interpersonales e intersocietales, con elementos favorables para la profundización del trabajo solidario y ético. Dentro de los temas por replantear, existen algunos de gran significado en los campos geopolítico, geoeconómico y de integración, como el realineamiento de liderazgos mundiales, el auge del autoritarismo, la gobernabilidad mundial, la reestructuración de las organizaciones internacionales, la recomposición de las cadenas globales de valor y las políticas de salud pública y de transición energética y ecológica.
En particular, se aborda el papel que puede desempeñar la integración en esta coyuntura, por considerarla preferible al manejo aislado, con el que buena parte de los países ha actuado en respuesta a la pandemia. Se sostiene que es importante el aporte de la integración, como herramienta de trabajo comunitario, consensuado, multilateral y solidario, para relanzar políticas sociales y económicas, que brinden oportunidades de recuperación en las condiciones de desarrollo de América Latina.