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Las geografías del sur: una propuesta comprensiva

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Para explicar mejor el concepto de geografías del sur, conviene revisitar los planteamientos del geógrafo social David Harvey que hablan de la cartografía del poder9 e introducen el concepto de imperialismo capitalista, como forma reciente de imperialismo, a través de dos lógicas relacionadas entre sí: la lógica capitalista y la lógica territorial. La lógica capitalista se refiere a las técnicas de acaparamiento del poder económico sobre el espacio-tiempo de diferentes áreas geográficas, mientras que la lógica territorial abarca las “estrategias ideológicas, políticas, diplomáticas y militares de los Estados para satisfacer sus intereses y preservar o aumentar su hegemonía en el sistema mundial” (Aguiló, 2010, p. 148).

De conformidad con lo anterior, pensar el concepto de territorio, de cara a las geografías del sur, exige la comprensión del espacio en correspondencia con el tiempo. Entre los espacios-tiempo se vislumbra que el poder es político, en la medida en que responde a formas jurídicas y de derecho, a formas de conocer, de producción y reproducción que establecen relaciones con carácter hegemónico y contrahegemónico al mismo tiempo. En este orden de ideas, el territorio se transforma por la vida que le habita y esa vida se expresa en constelaciones de enlaces que, a su vez, se manifiestan en diferentes ámbitos y escalas de acción e interpretación. Este territorio, concebido y representado en la cartografía occidental,10 constituye la imagen del mundo más difundida desde el siglo XVI.11

Así las cosas, la propuesta de una geografía del sur se basa en la necesidad de cuestionar los criterios de validez y legitimidad de la geografía en cuanto ciencia occidental moderna. Si se toma como punto de partida para abordar del norte del Cauca en sus aspectos más relevantes, por su tradicional e histórica forma de existencia, encontramos un universo de conocimiento por descubrir, discernir, entender y socializar en lo que, justamente, este texto se propone ahondar. Son las geografías del sur las que dan cuenta de la emergencia de conocimientos locales y populares de un lugar determinado, universo de conocimientos desacreditados por las geografías del norte —por oposición al primer concepto— que se expondrá en los próximos capítulos a fin de conocer y reconocer a las comunidades afronortecaucanas.

Avanzar en estas geografías conlleva un giro epistémico hacia el sur que retoma el paradigma emergente12 de “un conocimiento prudente para una vida decente” (Santos, 2010), lo que implica la confluencia de lo científico y lo social. Este paradigma se fundamenta en cuatro consideraciones centrales que aplican convenientemente al entendimiento de los lugares y, en particular, del que nos convoca en este trabajo. La primera propone que “todo conocimiento científico-natural es científico-social”; la segunda, que “todo conocimiento es local y total”; la tercera, que “todo conocimiento es autoconocimiento”, y la cuarta, que “todo conocimiento científico se va a constituir en sentido común” (Santos, 2010a).

Sin ser exhaustiva en la explicación, presentaré cada una de estas consideraciones con el fin de visibilizar mejor de qué se trata y situarme en una aproximación sensible con los sujetos sociales del territorio. Así, voy trazando una ruta de navegación por el norte del Cauca que parte de mis experiencias y aprendizajes durante este proceso y que permite descubrir este territorio a partir de su socialidad, tanto con sus componentes afectivos como con sus expresiones ético-políticas cotidianas.

La primera consideración, “todo conocimiento científico-natural es científico-social”,13 propone la dilución de las fronteras entre ciencias naturales y ciencias sociales, mediante actos de conocimiento. De esta manera se transforman las dicotomías sujeto-objeto, naturaleza-cultura, natural-artificial, vivo-inerte, mente-materia, observador-observado, individual-colectivo, persona-animal, lo que permite avanzar en coincidencias de relaciones múltiples y abiertas.

La segunda consideración, “todo conocimiento es local y total”,14 sugiere que en la ciencia moderna occidental el conocimiento avanza hacia la especialización, que a la vez restringe conocimientos más amplios. Porque la especialización disciplinar separa los saberes, establece fronteras y produce ignorantes especializados; pero el conocimiento evoluciona en tanto se amplía. Por tanto, atravesar fronteras da lugar a interpretar conocimientos locales y a reinterpretar los conocimientos totales.

La tercera consideración, “todo conocimiento es autoconocimiento”,15 permite comprender que los actos y los productos de conocimiento son inseparables. Ejemplo de ello sería estudiar la explotación de la naturaleza y dar cuenta de la explotación del hombre. Más aún, “la ciencia es así, autobiográfica”16 (Santos, 2010b, p. 52), y por eso las creencias y los presupuestos metafísicos son parte integrante de la explicación creadora de los científicos.

Finalmente, la cuarta consideración, “todo conocimiento científico se va a constituir en sentido común”,17 compromete al estatus privilegiado de la racionalidad científica que produce tanto conocimientos como desconocimientos, lo que hace que “un científico sea un ignorante especializado y un ciudadano común, un ignorante generalizado” (Santos, 2010b, p. 55); de ahí surge la necesidad de dialogar con otras formas de conocimiento y con otras formas de ignorancia. El conocimiento práctico es interdisciplinar, va más allá de la conciencia, establece relaciones horizontales entre las personas, se produce y se reproduce en la cotidianidad, es persuasivo, no impositivo, implica una ruptura epistemológica, pero aporta a la vida una nueva racionalidad. De otro lado, el sentido común, en buena parte orienta y da significado a la vida porque beneficia nuestras relaciones con el mundo.

En la medida en que el conocimiento de la ciencia moderna y del sentido común se conectan, es posible la ampliación de la dimensión emancipatoria y se abre paso al nuevo paradigma cognitivo y social del “conocimiento prudente para una vida decente” (Santos, 2010). En función de ello, reconozco la necesidad de una nueva forma de conocimiento íntimo, comprensivo, creativo y responsable en la articulación de lo científico natural-social, en múltiples dimensiones y escalas relacionadas, involucrándome de manera íntima e incorporando el sentido común; es en ese enfoque que avanzan las siguientes páginas.

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