Читать книгу Doce viajes a Goumbou - Isidro Ávila Montoro - Страница 16

Día 8

Оглавление

De nuevo había que madrugar para cumplir la apretada agenda de visitas institucionales, empezando por la cita en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca que el agrónomo colega de Alexis nos había concertado. Al frente del ministerio estaba una mujer y nos alegró pensar que allí se las tenía en cuenta.

Así estuvimos durante toda la mañana, de ministerio en ministerio, recopilando datos y buscando contactos para el futuro.

Posteriormente, en el hotel se negociaron con el alcalde y otros representantes del pueblo los acuerdos de ayudas para seguir enviando medicamentos al CSCOM, subvenciones para reparar las escuelas de Goumbou y la compra de pupitres metálicos, cuya construcción ya habíamos dejado encargada a un taller de Bamako.

Ya por la tarde preparamos nuestros equipajes y nos desplazamos en los coches hasta la casa del ministro de Cultura, quien nos había invitado a cenar y había preparado una suculenta comida con ensalada fiable, aperitivos, cuscús, cordero y una amplia variedad de platos a modo de bufé libre, pero lo que realmente me llamó la atención fue la cantidad de gente que se autoinvitó a comer… Podríamos estar más de veinte personas, sin que el ministro hiciera la más mínima objeción; todos eran bien recibidos. Pero es que, además, cuando terminaban de comer se tumbaban en el suelo a descansar, como si de una merienda campestre se tratara.

Ya se hacía tarde y debíamos partir hacia el aeropuerto. El ministro nuevamente nos agradeció la visita a su casa y, sobre todo, el interés que nos movía a ayudar al pueblo de Goumbou. Quedamos en vernos el próximo año como si de amigos se tratara, lo cual demuestra la buena acogida que los malienses nos dispensaron. ¡Adiós, señor ministro! Adieu, le monsieur le ministre!

Ya se habían pasado los días y debíamos volver a casa. Nos despedimos los unos de los otros con un abrazo, deseándonos buen viaje y suerte hasta la próxima vez.

¡Adiós, amigos! ¡Au revoir, mes amis!

Ya de vuelta a España y en nuestra tierra, quedamos en reunirnos después de que cada cual analizase la recopilación de datos y apuntes recogidos con el fin de preparar el siguiente viaje. A partir de ahí algunos mantuvimos comunicación constante, casi diaria, hasta que llegó el día en el que exponer las conclusiones del viaje.

Las reuniones eran un tanto informales, dado que aún no estábamos constituidos oficialmente como una ONG, aunque sí en trámite, pero eso no era motivo para dejar de tomarnos muy en serio el compromiso adquirido con el pueblo de Goumbou. La primera se celebró en casa de Yolanda. Además de los viajeros, asistieron otros amigos interesados en el proyecto a fin de conocer nuestra experiencia y tomar contacto con el grupo, dado el interés mostrado por estos en acompañarnos en el próximo viaje y prestar su colaboración dentro de sus posibilidades.

Al no tener un orden del día, el que abrió el turno de palabra fue Gabriel, quien tiene un óptimo conocimiento del francés y fue el que más pudo hablar con los lugareños sin necesidad de intermediarios. Comenzó diciendo que después del viaje había tenido contacto telefónico con el alcalde y otros miembros de la comitiva acompañante y que todos estaban muy contentos y agradecidos por nuestra visita, algo que ya comprobamos in situ. Tenían muy presente el esfuerzo y la voluntad de haber realizado el viaje a pesar de las pésimas condiciones de la carretera; el calor que debimos soportar, con más de cuarenta grados, salvo los días de lluvia; las tormentas de arena y las condiciones de habitabilidad en las que habíamos permanecido durante nuestra estancia, comprometiéndose a mejorarlas para nuestro próximo viaje.

A la traducción que Elena hizo a la llegada a Goumbou («el dinero,¿dónde está el dinero?»), Gabriel nos aclaró que, según el alcalde, la gente estaba harta de que muchas ONG llegasen allí para estudiar alguno de los muchos proyectos que son necesarios para mejorar las condiciones de vida en los pueblos, se presentasen en grandes y nuevos cuatro por cuatro, acompañados por malienses a modo de ayudantes, y se instalasen durante unos pocos días para tomar notas y obtener información para que, al cabo de un tiempo relativamente largo, volviera algún ayudante a entregar al ayuntamiento un dossier con toda la documentación necesaria para llevarlos a cabo; pero esos proyectos nunca se acaben materializando por falta de fondos, ya que, por lo general, el municipio debe hacer una aportación que no tiene. Pudimos comprobar en el ayuntamiento, al hacer la visita, que había muchas carpetas y libros. Probablemente tuvieran algo que ver con esos proyectos.

Los médicos se sentían un tanto «excluidos» del viaje, ya que para ellos solo hubo trabajo y más trabajo, sin poder ver o hacer alguna visita al lugar, a ningún pueblo o aldea. Solo vieron el CSCOM, donde trabajaron de sol a sol, todas las horas de cada día que estuvieron. Su dedicación fue plena con los enfermos, aunque siempre fue voluntaria su actitud. Pero sí que habían aprendido sobre algunas enfermedades que hasta entonces les eran desconocidas. Miguel Guzmán comentaba que, entre otras enfermedades, había gran cantidad de gente con problemas en los ojos debidos a la arena y la poca higiene que allí se practicaba por falta de medios y de costumbre. Carlos Aguado destacó que había visto niños con enfermedades provocadas por bacterias que penetraban a través de la piel cuando estos se bañaban en aguas contaminadas, dolencias que llegaban incluso a provocar la muerte.

Ambos coincidían en la cantidad de embarazadas sin control de ningún tipo, niños enfermos de poliomielitis que se arrastraban por el suelo y otros con el vientre hinchado, con abultamientos como pelotas por hernias umbilicales y desnutrición, además de tuberculosis. También subrayaron la falta de vacunas para prevenir enfermedades. Aunque había un cierto control por el Ministerio de Sanidad, el enfermero contó que allí no llegaban o eran muy escasas, aunque eso también tenía mucho que ver con la falta de inscripciones de nacimientos de niños. El Gobierno tenía un censo que no era real y, por tanto, la dotación de vacunas siempre era escasa. Y la malaria que no discrimina entre niños y mayores. ¡Es triste, pero es así!

Alexis explicó la pésima situación para cultivar debido a la falta de agua, ya que solo podían hacerlo aprovechando la época de más lluvia (según las estadísticas, 0,45 litros al año entre agosto y septiembre —otoño-invierno—), lo que limitaba mucho la elección del cultivo. Lo normal era el mijo de ciclo corto y, por tanto, una producción escasa. Para el próximo viaje intentaría conseguir semillas nuevas de hortalizas para que las mujeres las plantasen en sus huertos, comprobar el resultado final y ver si hubiera otras alternativas al mijo.

Propuso hacer un estudio de la tierra en el próximo viaje y comprobar la viabilidad de la plantación de olivos, así como pedir presupuestos tanto a empresas locales como a extranjeras que trabajaban por la zona para el sondeo de un pozo que abasteciese de agua los huertos.

Comentó que las mujeres de Goumbou, según su interlocutor el agrónomo, habían quedado muy contentas al proporcionarles los cepillos con dientes de acero para restablecer la tradición de tejer la lana, algo que hacía mucho tiempo que dejaron de hacer por el desgaste de estos utensilios y la falta de dinero para reponerlos. Al final se consiguió encontrarlos en el mercado de Bamako y entregárselos posteriormente.

Retomó la palabra Gabriel para explicar una petición que le había hecho el alcalde. Se trataba de instalar una emisora de radio, como tenían otros pueblos de otros municipios, con la que podrían comunicarse entre los pueblos y aldeas sobre los acontecimientos de interés que fuesen ocurriendo, tales como la búsqueda de ganado, incluso de algún vecino o niño extraviado, o el aviso de elecciones municipales, que pronto se habrían de celebrar y a las que el alcalde, monsieur Sádia Kouma, ya había comunicado que no se presentaría, etc.

El tema escolar quedaba pendiente para el próximo viaje debido a la complejidad del proyecto y al elevado coste que suponía la construcción de un colegio de segundo grado para Goumbou, que pudiera albergar un mínimo de quinientos alumnos, y escuelas de primaria en distintos pueblos que facilitasen la asistencia de niños, evitando que tuvieran que hacer desplazamientos de tanta distancia. No obstante, el compromiso de reparación del colegio se estaba llevando a cabo, al igual que la compra de pupitres para el próximo curso.

Respecto a los pozos, comenté la situación en que se encontraban algunos de ellos, sobre todo el que en su día estaba automatizado, del que se podría utilizar parte del material que aún quedaba en el recinto. Me comprometí a intentar conseguir fondos para rehabilitarlo cuando nos enviasen los presupuestos de reparación y, si se podía, reparar alguno con bomba manual de los muchos que tenían averiados.

Otra parte importante respecto a la economía de los pueblos era la opción de conceder microcréditos a las mujeres, de las que era más fácil conseguir su devolución, según recomendación del alcalde.

Se terminó la reunión con los ánimos muy altos por parte de todo el grupo y de los nuevos, que captaron perfectamente la esencia del proyecto y esperaban viajar la próxima vez.

Fueron pasando los días y recibimos información por parte del alcalde, quien nos comunicó el resultado de las elecciones. El cargo recayó en monsieur Aboubacar Keita, persona culta y bien relacionada en las esferas políticas de Bamako.

Mientras tanto, todos íbamos desarrollando acciones individuales o colectivas en pro de la captación de recursos y ayudas de las distintas empresas y particulares que cada uno conocía. Montamos diversas exposiciones de fotografías de nuestro viaje a fin de concienciar a la gente para el apadrinamiento de niños y captar socios para nuestra causa. Acciones con diversos clubes de fútbol nacionales dieron como resultado la obtención de material deportivo, que también aportaron distintas tiendas de deporte con las que algunos teníamos contactos. Al final se consiguió reunir varias indumentarias completas de equipos de fútbol y baloncesto como el Real Madrid, el Barcelona, la Real Sociedad o el Unicaja, así como balones y botas de fútbol y diverso material por parte de las tiendas que colaboraron. En definitiva, todo un éxito.

Nos enviaron varios presupuestos para la reparación de los pozos. Los estudiamos y analizamos todos y aceptamos el que demostraba mayor profesionalidad y mejores condiciones. La puesta en marcha del pozo automatizado ascendía a 14.323.000 francos CFA (21.867 euros) y el de bomba manual, a 5.707.500 francos CFA (8.714 euros). Había que conseguir el dinero suficiente para llevarlos a cabo.

Se contrató un médico nativo de Malí para que, junto con el enfermero y las matronas, pudieran dar la máxima cobertura sanitaria a la población. También estábamos estudiando la posibilidad de enviar medicamentos de forma urgente a través de UPS hasta el aeropuerto de Bamako, donde los recogerían personas de confianza o incluso el nuevo alcalde.

Por otro lado, un cliente de mi oficina que tenía una empresa de informática se enteró por la prensa de nuestra actividad solidaria y se ofreció para mejorarnos la web y darnos más capacidad de cobertura a través de sus servidores, con lo que ganaríamos en velocidad. Además, nos ofrecía asesoramiento y actualización gratuita, lo cual aceptamos muy agradecidos.

¡Todo estaba marchando a pedir de boca!

En febrero de 2005, un mes antes del siguiente viaje, se recibió una carta del alcalde, Aboubacar Keita:

La situación es muy preocupante este año para nuestra comunidad con una terrible plaga de langosta, la llegada de aves rapaces y la precoz caída de lluvias. La población está en una situación de desesperación total. No se podrá recoger cosecha este año después de tantas calamidades. La situación se caracteriza por el éxodo masivo de los hombres (jóvenes y adultos) hacia Bamako y la costa en busca de trabajo y ayuda de parientes que les den cereales para subsistir con la familia.

El Gobierno dará a la población de esta comunidad 7,50 kilogramos de mijo por persona, que les durarán para alimentarse entre quince y veinte días. Según los técnicos locales, la producción de cereal no será suficiente para alimentarlos, disponiendo de reservas para un máximo de tres meses. Calculamos que nuestras necesidades son de 2.000 toneladas para este año, siendo 2005 muy negro para nuestro pueblo.

Solicitamos del alcalde de Vegas del Genil y vuestra organización la posibilidad de ayudar a nuestra comunidad ante la preocupante situación que estamos padeciendo. Debemos darnos prisa para adquirir el cereal al precio actual, dado que la falta de este hará que suba muy considerablemente. Tampoco disponemos de semillas para nuestros campos, al tenerlas que consumir dadas las circunstancias.

Solicitamos ayuda urgentemente.

De inmediato llevamos a cabo una reunión urgente para proponer y buscar soluciones. Al inicio comenté que unos meses atrás escuché en las noticias que a las islas Canarias había llegado una plaga de langosta procedente del Sahel, con bastante repercusión en algunas partes del archipiélago a tenor de la pérdida de cultivos arrasados, lo cual relacionamos de inmediato con la carta del alcalde. Una vez expuesto el problema, por unanimidad se aprobó la compra de 20.000 kilos de arroz al precio de 0,25 euros aproximadamente (el doble del precio en Granada), cuyo importe se transfirió a la cuenta del alcalde, monsieur Aboubacar Keita, pidiéndole celeridad en la compra y que, a ser posible, coincidiera su transporte a Goumbou con el momento en que nosotros ya estuviésemos allí. Esto era muy importante de cara a su distribución, ya que se repartiría a nuestro criterio y así se ampliaría el número de personas beneficiarias y se aliviaría temporalmente el hambre de «nuestro pueblo».

Aprovechando que estábamos reunidos se comunicó a los asistentes la concesión de dos importantes subvenciones. La primera, para reparar el pozo automatizado, se concedió por parte de la Comunidad de Regantes de la Acequia de Tarramonta, por 21.867 euros; y la otra, del Ayuntamiento de Vegas del Genil, ascendía a 8.714 euros y su destino sería arreglar el pozo de bomba manual, ampliando su profundidad. Aunque el dinero no estaría en nuestro poder hasta el siguiente viaje, en agosto, al menos podríamos negociar y confirmar dichas obras con el contratista elegido.

Entre actividades y reuniones, antes del viaje hubo gente que abandonó el proyecto. Cada uno tenía sus motivos y razones, que no cuestionamos, porque mientras estuvieron dentro lo dieron todo y debíamos respetar su decisión. ¡Pero esto seguía!

Se nombró una nueva directiva y se incorporó gente con mucha ilusión y ganas de que llegase el día de la partida.

A la vuelta del primer viaje, Gabriel me comentó que podríamos organizar un torneo de fútbol en el que a lo largo del año compitieran entre los pueblos y aldeas, cuyo nombre podría ser el Tournoi de l’Amitié (Torneo de la Amistad), y que la final coincidiera con nuestro viaje cada año para darle un mayor aliciente entre los jugadores y vecinos en general, dada la mucha aceptación que el fútbol tiene en Malí. Y allí no sería menos.

Dicho y hecho. Busqué en mi empresa, la Caja Rural de Granada, conseguir la subvención que financiase el trofeo y a la primera me lo aceptaron; solo faltaba elegir qué tipo de trofeo sería para que solo con mirarlo incentivase tanto a los jugadores como a los habitantes del pueblo o aldea que consiguiera ganarlo y así crear un vínculo que los identificase de inmediato con la amistad de los pueblos mediante el deporte, en especial el fútbol por su mayor impacto social. Comparé en distintas tiendas de deportes varios modelos y formatos hasta que por fin encontré el que consideré más atractivo. Era una réplica del trofeo de la Copa de Europa, pero más grande. ¡Se volverían locos cuando lo vieran!

Mientras tanto, Antonio Martín, nuevo voluntario, amigo, compañero y aparejador, se involucró en el proyecto y se encargó de diseñar y redactar el boceto para la construcción de un futuro hospital para Goumbou.

Días antes de la partida, Gabriel nos advirtió de que para este viaje todos deberíamos hacer un hueco en la maleta y llevar ropa y zapatos acordes con las recepciones en diversos ministerios y organismos oficiales para cubrir un mínimo del protocolo que se exigía. Los hombres debíamos llevar traje y corbata o chaqueta y pantalón. Aceptamos su propuesta, pero sin mucho convencimiento por considerarlo un poco a broma, dadas las temperaturas que allí se estilan en esa época del año.

La próxima expedición confirmada la compondrían, por parte de la fundación:

–Leticia Sánchez, presidenta (la hija).

–Gabriel Sánchez, secretario general (el padre).

–Pepa Ruiz, tesorera (la madre).

Por parte de la ONG Vegas del Genil en Acción viajarían las siguientes personas:

–Rosa Vera, presidenta (mi esposa).

–Lourdes Fiestas, vicepresidenta (esposa de Antonio Martín).

–Yolanda Ibáñez, diputada provincial y relaciones institucionales.

–Antonio Martín, aparejador.

–Ángel Cobos, enfermero.

–Juan Lahoz, Colegio de Médicos de Málaga.

–María Entrena, médico del mismo colegio y esposa del anterior.

–Y yo, tesorero.

Doce viajes a Goumbou

Подняться наверх