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I: Fe

¿Qué es exactamente la fe?

Mientras tu corazón

esté lleno de Fe,

no te hace falta creer

en nada.

Por increíble que parezca, a lo largo de nuestra vida se nos enseña muy poco a ser positivos. Contamos con muchas afirmaciones negativas, prohibiciones, pecados, arrepentimientos y sentimientos de culpabilidad, pero con muy pocas afirmaciones positivas que le den un giro positivo a nuestras existencias. Este libro es mi granito de arena para enfocarnos a lo mejor que nos ofrece esta experiencia vital en la que estamos temporalmente inmersos.

Para mí es todo un placer y un honor reencontrarme con las personas que me leen y que comparten conmigo una perspectiva positiva de la vida, y aún más, de la existencia, porque la vida es apenas un soplo de experiencias entre una y otra eternidad, y qué mejor que tomarla de manera positiva.

Por otra parte, sería injusto afirmar que la gente que sufre lo hace por vicio, dejadez, comodidad o negligencia, ya que muchas de ellas han tenido, o tienen, que enfrentarse a verdaderas pruebas de dolor y de pérdida, mientras que otras se regodean en el sufrimiento y en la descalificación de este mundo y sus habitantes, simplemente porque no se les ha concedido un capricho o porque les han cortado mal el pelo.

Tampoco se trata de aplaudir la alegría de las personas que ríen y bailan a pesar de encontrarse hundidos en la droga, el alcoholismo, la inmundicia, la guerra, el crimen o la miseria. El ego a menudo nos juega malas pasadas y nos hace creer que lo que hacemos, decimos o pensamos es lo correcto, e inventa toda clase de excusas, pretextos y justificaciones para darnos la “razón” a pesar de lo absurdo, negativo o inmoral de nuestras creencias y de nuestros actos. Por tanto, ser positivo no se trata de encubrir nuestros errores, malos pensamientos o peores acciones, sino de darles un giro de ciento ochenta grados.

Ser positivo no se trata de animar falsas felicidades y fáciles alegrías, sino de reflexionar, meditar y hacer aquello que en realidad tiende a la certitud, la bondad y lo creativo.

Olvidemos, por tanto, lo positivo como lo contrario a lo negativo, lo dicotómico y lo maniqueísta, y centrémonos en el maravilloso aprendizaje que nos ofrece la vida, siempre adelante, superando obstáculos y espejismos, experimentando lo más que podamos de la existencia, y compartiendo lo que nos enriquece, transmutando absolutamente todo nuestro bagaje vital en un giro positivo.

Este giro positivo es la fe.

La fe no es creer a ciegas en tal o cual creencia, porque creer a ciegas en dogmas solo porque está escrito en un libro, lo dice un “sabio” o un “santo”, lo repiten los medios de comunicación o lo inculcan a través de las escuelas y la educación, tiene otros nombres, como ignorancia, ingenuidad, pereza mental, dependencia o conveniencia, pero no fe.

La fe responde a lo esencial, a lo que se siente y se presiente, a lo que no se pude ver ni tocar, pero sí percibir.

Cuando se conoce o se sabe algo, ya no es fe, es conocimiento.

Saber de la existencia de otros mundos, de otros seres, no es fe, es conocimiento.

La fe no pide sacrificios.

La fe no pide que nadie salte al vacío.

La fe no pide dinero.

La fe no obliga.

La fe no persigue.

La fe es una intuición positiva que todos llevamos dentro y que nos guía a lo largo y ancho de esta vida.

La fe no es un prejuicio, es una sensación.

La fe no juzga ni emite juicios, no compara, no ofende ni trata de tener la razón.

La fe no es religiosa.

La fe no compite con nadie ni contra nada.

La fe es siempre creativa y positiva.

La fe no es ego ni pasto de ovejas, por lo que puede compartirse, pero no imponerse, ya que la fe lo inunda todo en el mar del universo.

No hay fe buena ni fe mala, aunque a menudo muchas personas tienen “mala fe”, es decir, ganas de molestar o herir a los demás, de mentir y de engañar, porque el marasmo de la vida se los come por dentro, pero la fe, la verdadera fe, no tiene nada qué ver con las sombras que se ciernen sobre las personas que se esconden de la luz.

La falta de fe es duda y desconfianza, pero no real ausencia, sino apetencia de ella; es decir, que aquellos que temen le ponen un escudo a su alma y a su corazón para no escuchar lo que la fe les dice a gritos.

La fe no es confiarse del todo a algo o a alguien, sino escuchar lo que el alma y el corazón nos dicen de manera libre e independiente.

El miedo, por tanto, es lo que nos hace “perder la fe” en lo que sentimos en el interior de nuestro ser, y nos aboca a refugiarnos en la negatividad, la negación, la falta de responsabilidad propia y en la responsabilidad de otro.

Los maestros y los guías están para enseñarnos y para que aprendamos de ellos, no para que dependamos de ellos; podemos tener confianza en ellos, pero la fe debe ser propia e interna, porque al final, y en realidad siempre, somos responsables de nosotros mismos.

Nadie puede experimentar la vida por nosotros, nadie puede ir al baño por nosotros y, por supuesto, nadie puede tener fe por nosotros.

Despertar o seguir durmiendo

Mucho se habla del despertar de la humanidad.

También de despertar al que está dormido.

Incluso de despertar uno mismo.

Pero, ¿quién está dormido y quién está despierto?

¿Quién tiene la razón y quién está equivocado?

¿Qué es lo falso y qué es lo verdadero?

¿Quién miente y quién dice la verdad?

¿Cuál es la realidad de todo y de todos?

¿Por qué la mentira tiene tantos adeptos y la verdad muy pocos?

¿Soy yo quien está despierto mientras los demás duermen, o los demás están despiertos mientras yo, torpe y negligentemente, duermo?

Se nos pide que despertemos de una vida que es, como dijo Calderón de la Barca, un largo sueño.

En la cultura hindú se nos dice que vivimos en Maya, la ilusión, que todo es un sueño de Visnú, un sueño que desaparecerá cuando Visnú despierte, por lo que se nos pide que, con el yoga y la meditación despertemos a la verdadera realidad para que al despertar Visnú no nos destruya y nos desaparezca como si no hubiéramos existido nunca.

En el Tao nos hablan del Todo y la Nada, donde, si somos conscientes y estamos despiertos, podemos experimentarlos sin miedo, reconociendo que la vida y la muerte son procesos de un mismo fenómeno: la existencia, que en sí es eterna y no teme ni al Todo ni a la Nada porque se encuentra inmersa en ellos, siendo Todo y Nada siempre y eternamente.

Despertar cada mañana es un milagro, nos dicen, pero a menudo la vida misma no es un premio, pues tiene problemas, violencia, guerras, asesinatos, enfermedades, malestares, vejez y muerte, además de rutina, obligaciones, responsabilidades, necesidades y un tiempo que se nos escurre entre las manos a pesar de hacerse demasiado largo.

La juventud es tan breve como intensa, pero da muy poco lugar para la experiencia, el conocimiento y la sabiduría.

La madurez dura un poco más, pero suele colmarnos de obligaciones y a menudo no nos deja tiempo para reflexionar.

La vejez dura mucho, pero reduce el tiempo y carece de energía.

La lucidez, sin embargo, puede llegar a cualquier edad, y aunque para muchos pensadores es una carga, en realidad puede permitirnos darnos cuenta de nuestro propio despertar, el cual, para estar completo, requiere que no intentemos despertar a nadie más.

Si despertamos y pretendemos despertar a los demás, lo único que haremos será molestar a los demás y ponerlos de mal humor.

No nos engañemos, dormir y soñar, siempre y cuando no haya insomnio ni pesadillas, es una verdadera delicia, y que venga alguien a despertarnos para que vivamos en una verdad o realidad que no nos agrada o que desconocemos, no es nada agradable.

La verdadera lucidez nos dice que cada quien despierta cuando quiere o cuando puede, y que de nada sirve “despertarlo” para salvarlo, redimirlo, hacerlo mejor, o, simplemente para alimentar nuestro ego por haberlo “despertado”.


La lucidez nos lleva a despertar como

parte real del Universo

Pensar que la humanidad entera va a despertar de un momento a otro, puede ser una hermosa idea, otro sueño más, pero parece que no se corresponde con la realidad que vive actualmente el mundo, con la noticia de que tal vez no esté preparada, ni física, ni anímica ni espiritualmente, para hacerlo, porque su propio cuerpo animal sigue siendo ansioso, violento, carnívoro, fisiológico, reactivo; su mente está llena de falsos conocimientos, construcciones sociales y culturales, apegos y necesidades económicas, programaciones mediáticas y enseñanzas académicas que lo abocan a la dependencia mental y a la esclavitud laboral; y el espíritu ni siquiera se conoce ni se reconoce a sí mismo, porque se confunde con las falsas creencias, las religiones, y la dependencia de dioses, demonios, santos, héroes, guías, expertos, sabios, monjes, santos, con el alma atada a toda clase de prejuicios, guerras, odios, descalificaciones, donde el miedo y la comodidad se venden al mejor, o a cualquier, postor, y el verdadero espíritu brilla por su ausencia.

Los númenes y las musas existen, son y están, pero no son seres superiores responsables de la humanidad.

Claro que es más cómodo pensar que hay seres superiores que lo pueden todo, y que están ahí para destruirnos o para salvarnos, pero esta idea primitiva, dependiente y conveniente para las jerarquías terrestres, no tiene nada en común con el despertar, sino todo lo contrario, es decir, que el creer en seres superiores no es más que un sueño inducido dentro de otro sueño que no ayuda en nada a la humanidad ni a sus componentes individuales, a menos que se dediquen al negocio de las creencias y las religiones, que cobran por mantener al ser completa y perfectamente dormido, a sabiendas de la falsa placidez del sueño.

Pero no todos los sueños son iguales, y tener sueños e ilusiones no es equivalente a estar “dormido” física, mental y espiritualmente, porque hay sueños lúcidos y creativos, dilucidadores y constructivos, con los cuales se puede nutrir a la mente, descubrir los insondables secretos de la ciencia y de la naturaleza, y crear nuevas realidades sólidas y positivas.

Sueños lúcidos

No hay que confundir el estar dormido y tener sueños vanos, e incluso pesadillas, con el soñar de forma despierta y lúcidamente.

Soñar también es vivir

Reflexión

No hace falta ser iluso e irresponsable para soñar, para desear, para buscar, para investigar, para observar el mundo desde otra perspectiva. Lo que hacen los otros, aunque sean una inmensa mayoría, no tiene por qué ser lo único, lo normal, lo correcto, lo utilitario, lo material, porque la vida en sí, y mucho menos la existencia, es el sistema de valores en que nacemos, crecemos y vivimos, sino mucho más, como la poesía, como los sueños, como las ilusiones, como la imaginación.

Meditación

Descansa, haz la siesta, duerme ocho horas diarias, libera tu mente de lo cotidiano, de las obsesiones, de los falsos sueños, del ego, de la identidad transitoria, del nombre propio, de los malos pensamientos, de todo aquello que te moleste, haga daño o te lleve a la oscuridad. Sueña en libertad, vuela, deja que tu alma y tu espíritu disfruten de su propia existencia.

Análisis

Los sueños forman parte de la vida. Pasamos un tercio de nuestra presencia en este mundo durmiendo, y, por lo tanto, soñando, viajando más allá del espacio y del tiempo, viendo el futuro, creando la realidad cotidiana, cambiando el pasado, moviéndonos por esa cuarta dimensión que nos muestra a lo largo y a lo ancho las posibilidades de nuestra existencia. Sí, es posible que el mundo de los sueños sea completamente real y creativo, no renuncies a lo que te ofrece, disfrútalo, conviértelo en parte positiva y creadora de tu existencia.

La verdad, la razón y la realidad

La verdad es una, clara y concisa, pero casi siempre se mantiene oculta.

La razón intenta encontrar o descubrir a la verdad, entenderla, comprenderla.

La realidad es una creación, una construcción externa e interna, dura o blanda, que nos limita y encierra, o que nos ilumina y abre las puertas.

Si no tuviéramos el don, o el defecto, de interpretar los que vemos, lo que oímos y lo que sentimos, tendríamos un acceso más fácil y directo hacia la verdad.

A menudo sucede que las confundimos, las mezclamos y les damos nuevos valores y nuevos sentidos, creyendo, por ejemplo, que cada persona tiene su propia verdad, confundiendo la perspectiva relativa, la interpretación de los hechos y la opinión personal con la verdad.

Cada cabeza es un mundo, pero la verdad inmanente está fuera de toda cabeza, eterna e inmutable.

La razón, que todos llevamos dentro, es la capacidad de analizar, ver comparar, aceptar, rechazar, estudiar, conocer y aprender lo que sucede a nuestro alrededor y en nuestro interior.

La razón busca la lógica de las cosas, pero a menudo se pierde en falacias lógicas, comparando, prejuzgando, impostando, presumiendo, suponiendo, deduciendo, para ahorrarse trabajo y ganarle sentido a las cosas.

La razón pura, a decir de Kant, no existe, porque los seres humanos somos emocionales, celosos, competitivos, supersticiosos y vanidosos, que queremos tener la razón por encima de los demás, e incluso por encima de todas las cosas.

Básicamente la razón busca la verdad, cierto, pero a menudo recorre demasiados senderos para llegar a ella y se pierde con facilidad.

Lo peor de todo, es que muchas veces la razón no puede compartir sus frutos con los seres humanos, ni ellos pueden compartir sus razones unos con otros, y entonces deviene el conflicto, a veces creativo cuando se llega a un acuerdo final, y generalmente destructivo donde cada quien se queda con su propia razón al haber sido incapaz de compartirla o de imponerla al otro, a los demás.

Entonces la razón se convierte en un arma arrojadiza, en un “yo sé y tú no sabes”, en supuesta ignorancia deleznable de la cual se acusan unos y otros, en un juego o en una guerra donde la razón desaparece de escena mientras los antagonistas se insultan y se pelean.

La razón se empaña con las creencias, las suposiciones, las morales, el contexto, las tradiciones, las diferentes culturas, y, lo que debería funcionar para todos por ser razonable, no funciona para nadie.

La razón pretende ser pragmática y útil, repetitiva y científica, epistémica y dilucidadora, clara y funcional, y lucha para apartar las sombras y conseguir mejorar su entorno, por lo que puede ser intensa y pasional, pero como requiere de esfuerzo, estudio, concentración, análisis y comprobación, también puede resultar tediosa, aburrida, demasiado difícil para afrontarla, cayendo fácilmente en la creencia o en el poder de los sabios y los expertos, únicos conocedores de la razón con la que deben guiar a los demás, convirtiendo a la razón en una simple creencia, dogma o ley que los demás aceptan o rechazan sin hacer la menor comprobación.

Razonar o no razonar, he ahí el dilema.

Todos y cada uno de los seres humanos, sobre todo individualmente o en grupos reducidos, tienen capacidad de razonar seria y profundamente, el problema surge cuando son demasiados para ponerse de acuerdo y el pensamiento individual y creativo se convierte en creencia de masa, donde la creencia emocional e irracional del grupo se convierte en inmediata realidad para el individuo.

La razón desaparece cuando aparecen el miedo, la presión social o grupal, las conveniencias legales, económicas o religiosas, las necesidades y las coacciones morales y emocionales, creando eso que llamamos realidad.

La realidad es aquello a lo que le damos cuerpo a través de nuestros conceptos, valores, sentimientos y creencias, pero también es un factor independiente y externo que nos limita, y al cual pretendemos burlar constantemente, con lo que se da lugar a nuevas realidades, o a ramas de esta.

La fe en ti: la firme voluntad

La fe es voluntad y confianza en una misma.

La fe es el albedrío que te permite volar y experimentar los senderos de este mundo.

La fe es la voluntad de ser y de hacer.

La fe no es una simple creencia que te inculcan los otros.

La fe nace desde el fondo de tu alma.

Cree en ti, en tu poder y en tu potencia.

Si tú contigo, nadie puede contra ti.

La vida es un camino de fe que abre las puertas a la luz de la esperanza.

La fe fortalece.

La fe calma.

El mayor regalo de los dioses es

tu firme voluntad.

Reflexión

Obviamente, existen los límites y las limitaciones para las capacidades, posibilidades y habilidades del ser humano, obstáculos que a primera vista parecen imposibles de superar, sin embargo, siempre hay un camino, una forma de superar las barreras, y esa es la fuerza de voluntad, la perseverancia, el estudio, la investigación, la imaginación, la entereza, porque de ellas nace la magia tanto como la ciencia.

La voluntad es capacidad creadora.

Meditación

Respira hondo, aprieta los dientes, y enfoca tu mente en un solo punto, en una sola batalla vital, no te distraigas, céntrate en una sola meta, no te disperses, que tu voluntad vaya en una sola y única dirección hasta alcanzar la meta, al tiempo que dices en voz baja o alta: “por mi firme voluntad”.

Análisis

Observa siempre los pros y los contras de tus actos, mide tus posibilidades, pide ayuda o colaboración si la necesitas, atrévete, toma la iniciativa, da el primer paso, inicia tu camino de una vez por todas, no esperes más, que los milagros suceden mejor si nos encuentran trabajando en pos de lo que anhelamos.

La Luz de la Esperanza

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