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II: Esperanza, o la creación

de un futuro mejor

Desde el fondo de tu corazón

date la oportunidad

de construir y crear

un mundo mejor.

Para iniciar este capítulo es recomendable no confundir la esperanza con la expectativa.

Hay dos significados de la palabra “esperanza”, uno es el latino: esperar; y otro es el griego: expandir, por lo que la Luz de la Esperanza es tanto lo que esperas de esta vida, como lo que haces para expandirla como camino de mejora y superación:

-La esperanza no es simplemente esperar a que las cosas sean como tú quieres.

-La esperanza no es esperar a que las cosas pasen como a ti te gustaría que pasaran.

-La esperanza es una luz que se expande y rasga las tinieblas.

No importa qué tan grande sea la oscuridad del dolor, la pesadumbre, el desconcierto, el descontrol, si en tu interior brilla el sol de la esperanza.

No dejes que te engañen con falsos sueños, ilusiones vanas y hermosas promesas, jugando con la flama de tu esperanza; toma las riendas de tu vida e incéndialo todo con el fuego real de la esperanza.

La esperanza es crear hoy el futuro del mañana, y solo tú puedes construir tu propio futuro, nadie más.

El entorno pesa, el contexto pesa, la compañía pesa, porque somos animales sociales y a menudo nos dejamos llevar, o arrastrar, por lo que sucede en nuestro alrededor. Puedes ser una persona empática y emocional que se preocupe de verdad por los demás, pero no puedes comer por ellos ni ser feliz por ellos. Si acaso puedes contagiar tu alegría y tus ganas de mejorar, pero no puedes saber lo que hará cada quién en tu ausencia, de la misma manera que los demás desconocen lo que harás en tu intimidad.

Hay currículos contextuales, sí, porque la gente suele leer los mismos libros, ver los mismos programas de televisión, escuchar las mismas noticias y compartir las mismas redes sociales, pero todo eso se difumina cuando cada persona ejerce su albedrío en la intimidad, lejos de todo y de todos los demás.

La expectativa idealiza, o frustra, porque nos pone a la espera de algo que no podemos dominar ni controlar; mientras que la esperanza centra el pensamiento en la puerta que queremos y podemos abrir, y en el sendero que debemos recorrer para llegar a nuestra meta.

Nada se resiste a la voluntad cuando esta es firme.

La esperanza nace, hace y renace.

La esperanza vana se convierte en dependiente expectativa; la verdadera esperanza requiere de tu acción y de tu firmeza de voluntad.

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

Reflexión

Este viejo adagio es sabio y puede decirse de muchas maneras, pero siempre nos recuerda que la vida es frágil, temporal y caprichosa, que nadie tiene la vida comprada, que lo que no beses hoy no lo besarás mañana, que dilatar o retrasar las cosas no soluciona nada, que la procrastinación al final puede dejarte sin el sabor y el regusto de la experiencia, que vivimos un eterno hoy, y que las oportunidades que no aprovechamos en el momento en que se dan, salen volando de nuestras vidas y no vuelven más, porque el mañana nunca llega.

Vive, come y ama intensamente siempre, cada instante de tu existencia vale su peso en oro.

La esperanza del mañana empieza el día de hoy, ahora mismo.

Meditación

Sé consciente de tu respiración, siente cómo pasa el aire fresco por tus fosas nasales: es la misma vida la que estás experimentando ahora mismo, el hoy y el siempre, el instante y la eternidad en el milagro de la existencia, porque todo tiempo es aquí y todo lugar es ahora, y tú eres el actor o la actriz principal de este libreto, por lo tanto, haz, crea, actúa de manera consciente para que llenes tu alma de dulces experiencias.

Análisis

Ciertamente actúas, creas y vives en cada momento de tu existencia, incluso si no haces nada de nada y te dedicas a vagar, esperar, dormir ese no es el problema, el problema es que no seas consciente de ti y de tu propia existencia, que la vida te pase de largo sin que en realidad participes en ella.

Lo que fácil viene, fácil se va.

Lo que no cuesta, no se valora.

Lo que no se analiza, nos engaña o nos deslumbra.

Lo que no se hace, no sucede.

Realmente, querer es poder, por eso es importante saber qué es lo que se quiere.

Querer es poder, pero a menudo quien tiene poder, ni ama ni quiere.

Reflexión

Tu cuerpo está vivo y en muchos sentidos es autónomo de tu consciencia, y para subsistir no te necesita para nada, por tanto, el problema de la existencia inconsciente no es que se muera el cuerpo, sino que no se alimente ni al espíritu ni al alma. En otras palabras, tu cuerpo tiene poder, pero no tiene más deseos o apetitos que los de las funciones fisiológicas, y si tu alma y tu mente no tienen un sueño, un deseo, una ilusión, un motivo, anulas a tu ser interno y no eres más que un cuerpo.

Meditación

Respira y exhala cuatro veces seguidas, y piensa en lo que quieres de esta vida, qué deseas, a qué aspiras, cuáles son tus sueños, a quién amas por sobre todas las cosas, qué esperas en realidad de esta existencia. Siente, imagina, emociónate, apasiónate, deja que fluya tu ser interno por los caminos de la vida, tú puedes, tú tienes el poder.

Análisis

Ejercer el poder sobre uno mismo no es igual a ejercer el poder sobre los demás, sin embargo a menudo es más fácil someter a otros que dominarse a uno mismo, que conquistar al ser interno. Conócete a ti mismo para poder conocer a los demás; conquístate a ti mismo para conquistar lo que te rodea. Si puedes contigo, podrás con todo lo demás.

Nacemos solos y morimos solos, esa es la experiencia vital, la conciencia individual, la capacidad de ser y estar en un mundo que nos espera con todo preparado y listo para que lo experimentemos.

Nos dan a luz, y ya todo está ahí: el sol, la luna, las estrellas, la gente, las cosas, la naturaleza, el alimento y las metas.

Tanto es así, que muy pronto nos olvidamos de nosotros mismos y nos lanzamos a ese mundo complejo y diverso que se nos presenta, cediendo nuestro poder personal a otros poderes.

Olvidamos crearnos y recrearnos, y nos sentamos a esperar que lo demás y los demás hagan de nuestro mundo un lugar mejor.

Existe una fuerza grupal que empuja en esa dirección, es cierto, porque son muchas las personas que quieren hacer de este planeta un lugar cada vez mejor para vivir, para soñar, para existir, pero sin la acción del individuo, de ti y de mí, esa fuerza grupal queda en nada o, en el mejor de los casos, camina desequilibrada, cómoda pero incomprendida, regalada y menospreciada por los que nada han hecho para que este mundo evolucione positivamente.

También existe una fuerza grupal que empuja en dirección contraria, donde los individuos se dedican a medrar y a destruir, a involucionar y a hundir, intentando pudrir todo lo que se encuentra a su alrededor, en la sempiterna lucha del bien contra el mal, y, sin embargo, a menudo los que están en contra son más lúcidos, menos hipócritas, más activos y decididos y menos dependientes de falsas creencias; con esperanza y no con expectativa, superando la dicotomía del bien contra el mal, y abriendo las puertas a nuevas perspectivas.

¿Qué es el bien y qué es el mal?

Desde que nacemos se nos enseña que el mundo están perpetuamente en guerra los contrarios:

El bien contra el mal.

La luz contra las sombras.

El Caos contra el Cosmos.

La salud contra la enfermedad.

La protección contra la inseguridad.

El pan contra el hambre.

Y si todo quedara ahí, no sería del todo una mala base moral, el problema sobreviene cuando estas dicotomías continúan de la siguiente manera:

Lo blanco contra lo negro.

El hombre contra la mujer.

El sabio contra el ignorante.

El anciano contra el joven.

El rico contra el pobre.

El creyente contra el supuesto infiel.

El ser humano contra la Naturaleza.

Lo moderno contra lo antiguo.

El campo contra la ciudad.

Y de ahí se derivan otras dicotomías más grupales, o más sectarias:

Una raza contra otra raza.

Una religión contra otra religión.

Una ciencia contra otra ciencia.

Una ideología contra otra ideología.

Una cultura contra otra cultura.

Una capa social contra otra capa social.

Una nación contra otra nación.

Una bandera contra otra bandera.

Un sexo contra el otro sexo.

Donde la esperanza mal entendida de unos, es la desesperanza de los otros, con violencia, guerras y muertes entre ellos, que ganan o que pierden el poder, que roban y matan, o que son esquilmados y asesinados.

Entonces, y pese a la sangre y el horror, se dice que el bien está del lado de los que ganan y el mal del lado de los que pierden y son aniquilados.

La bondad y la maldad quedan de lado.

Los que ganan ensalzan a sus héroes, ocultando que en realidad son crueles asesinos.


La batalla sempiterna del Bien contra el Mal

Los que pierden ensalzan a sus mártires, igual de asesinos que los triunfadores, pero con menos capacidad de asesinato sobre sus contrarios.

Los poemas épicos y las películas de la actualidad son la misma bazofia de muertes, asesinatos, daños colaterales que a nadie importan, vítores para los héroes asesinos, abucheos para los “malos” derrotados, sin que la gente se duela del dolor y del horror de la guerra.

Eso es lo que aprendemos, porque eso es lo que nos enseñan, y normalmente no tenemos ni la más mínima conciencia de que eso es más oscuro y malvado, lo más sucio y ruin que podemos acumular en nuestro cerebro.

La moral, siempre cambiante y convenenciera, no deja entrar a una ética más consciente y elevada que nos permita ver y comprender qué es lo que verdaderamente está bien, y qué es lo que verdaderamente está mal.

Bien lo que nos conviene y lo que nos facilita la vida.

Mal lo que no nos conviene y lo que nos molesta.

De pronto, para las mujeres, supuestas enemigas y contrarias dicotómicas de los hombres, los oropeles de un sistema vejatorio de amos y esclavos se les hace apetecible, pero, ¿de verdad a las mujeres les interesa ser esclavas del poder o poderosas dueñas vejatorias de esclavos?

¿Los defectos de los otros son deseables para unos?

Si es así, de pronto el peor de los males se convierte en el mejor de los bienes, todo se trastoca, y lo que fue mal para muchos durante siglos, se convierte en supuesto bien para todos en el presente.

Ante tales disyuntivas, es obvio que tenemos que redefinir nuestras ideas y conceptos sobre el bien y el mal, a tal grado, que es posible que incluso tengan que desaparecer este tipo de consideraciones dicotómicas y maniqueas, para poder avanzar como especie y construir de verdad un mundo que sea mejor para todos, sin bien ni mal que los solapen o los amparen.

Más a menudo de lo que pensamos, los malos no son realmente malos, sino ejemplos de represión para que los “buenos” no se salgan del redil.

Que algo sea legal no quiere decir que sea bueno, sano o justo.

Buena parte de las leyes se han dictado para proteger al poderoso y desvalijar al pobre, o como pretexto para implementar autoritarismo, racismo, xenofobia, clasismo y justificar así todo tipo de abusos y tropelías.

Piensa, analiza, duda, estudia, elige y actúa, porque esta es la verdadera luz de la esperanza: ser mejores todos y cada uno de nosotros superando los rancios estereotipos sociales, para que así podamos ser una mejor especie y así valga verdaderamente la pena llamarnos seres humanos.

La Luz de la Esperanza

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