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III: Caridad, la fuerza de la empatía

y la solidaridad

Si nunca has bailado,

no puedes sentir de verdad

el placer del danzante.

Pero, ¿cómo hacer para que la especie humana supere sus defectos si muchos de ellos sobrevienen de su condición animal?

Las mujeres somos animales sedientos de sexo y deseos de maternidad en nuestra condición animal, capaces, como la diosa Lilith, de succionar el alma y la vida de cientos de hombres a través del sexo, haciéndolos nuestros esclavos para que satisfagan todos nuestros deseos y, cuando ya no puedan más, matarlos o dejarlos morir, e incluso aprovechar sus restos, bien cocinados, para la cena.

Como dice el doctor Tapia, el matriarcado, hoy prohibido en las ciencias sociales, fue mucho más duro y cruel con los hombres, que el patriarcado, también horrible, con las mujeres.

El hombre, como animal, tiene capacidad de embarazar a miles de hembras, pero a la vez tiene muy poca capacidad y resistencia sexual, su orgasmo es precoz y su energía limitada incluso entre los mejores sementales. Es violento y agresivo, protector y proveedor, pero declina muy pronto cuando acaba su juventud, y se convierte en presa fácil para otros depredadores.

Ambos, mujer y hombre, tienen necesidades fisiológicas que satisfacer todos los días, ya que, con excepción del sexo, si no las satisfacen diaria y continuamente, simplemente mueren:

-Respirar.

-Comer.

-Beber.

-Excretar heces y orina.

-Descansar.

-Dormir.

También tienen rasgos emocionales que comparten con los primates, en particular, y con el resto de los mamíferos en general:

-Celos.

-Amor.

-Envidia.

-Codicia.

-Poder.

-Control.

-Avaricia.

-Pereza.

-Molicie o pereza.

-Tristeza y depresión.

-Deseos de triunfo.

-Sensación de fracaso.

-Capacidad de intercambio.

-Sensibilidad.

-Empatía y simpatía.

-Generosidad.

-Egoísmo.

-Odio.

-Rencor.

-Gula.

-Crueldad.

-Orgullo.

-Piedad.

-Caridad.

-Latrocinio.

-Capacidad de engaño.

-Atracción por lo prohibido.

-Dependencia emocional.

-Liderazgo y mando.

-Rabia.

-Rebeldía.

Y una cuantas más que ahora mismo se me escapan.

Desde las eras primitivas hasta nuestros días hemos mejorado en muchos aspectos, nos hemos educado y hemos refinado muchos de nuestros “defectos” como animales, convirtiendo a algunos de ellos en verdaderas virtudes.

Hemos alimentado a eso que llamamos consciencia, y hemos nutrido a eso que llamamos conciencia.

Muchos de nuestros compañeros animales también han evolucionado socialmente, y son mucho menos salvajes de lo que fueron en la prehistoria, como los perros y los gatos que nos hacen compañía, así como muchos otros animales que se han domesticado y que muestran rasgos que llamamos humanos, cuando siempre han estado ahí, vivos o latentes, entre todas las especies animales que, en lugar de matarse entre ellas por hambre o necesidad, a menudo cooperan entre ellas para solucionar ciertos problemas.

Los seres humanos, a veces sin querer de verdad y de una manera espontánea, reaccionamos y ayudamos a los demás, pues nos nace desde el fondo de nuestro corazón proteger a los más débiles o salvar a quienes se encuentren en problemas.

Hay personas que siempre están dispuestas a echarle una mano a cualquier otra persona que lo necesite.

Como hay personas que huyen de cualquier conflicto y abandonan a los demás a su suerte aunque perfectamente puedan ayudarlos.

Los hombres se arriesgan más, y las mujeres se arriesgan menos, pero ambos son capaces de actos heroicos que favorecen a otras personas individualmente, y a su comunidad entera.

A pesar de que la crueldad y la indiferencia también son actos emocionales de los cuales somos capaces todos, la aceptación y el amor limpio e incondicional hacia los demás a veces logran que seamos mejores personas, aunque solo sea de manera puntual y momentánea.

Somos seres complejos y contradictorios, congruentes en nuestra incongruencia y constantes en nuestra inconstancia.

Sin embargo somos capaces de hacer, crear y construir muchas cosas, como nuestras propias e imperfectas civilizaciones.

Pero ¿cómo es posible que teniendo tantos defectos hayamos construido, inventado, descubierto y creado tantas y tantas maravillas?

¿Nos ayudaron los dioses?

¿Vinieron los extraterrestres a echarnos una mano?

¿O fue simplemente porque alguien en algún momento se decidió y dio el primer paso?

Todo camino comienza dando el primer paso

Reflexión

A menudo se confunde el camino propio y personal de evolución, con los caminos que nos traza desde el nacimiento el sistema en el que vivimos, sea cual sea este sistema, pero en uno y otro caso de nada sirven los caminos si no se anda sobre ellos, si no se les recorre, si no se da el primer paso y se inicia la marcha. El mundo entero puede recorrerse a pie y la vida misma es un peregrinaje continuo que puede pasarnos por encima si no caminamos, ya que la falta de movimiento e iniciativa puede convertirnos fácilmente en piedras del camino en lugar de peregrinos en pos de una meta.

Meditación

Descálzate y pon las plantas de tus pies desnudos sobre la tierra. Concéntrate y siente cómo la energía de la Tierra sube, desde las plantas de tus pies, hacia las partes superiores de tu cuerpo, desde las piernas, ascendiendo por las caderas, el sexo, el torso, los brazos, la garganta, la frente, y, finalmente, la coronilla, para salir por este punto y conectarse con la energía de las estrellas del más lejano universo. Recorre este camino, atrévete a dar el primer paso.

Análisis

La rutina, el sedentarismo, la comodidad, la falta de metas, la ausencia o carencia de estímulos materiales, intelectuales o emotivos, pueden llevarnos a la dejadez, la cobardía, la negligencia, el miedo y la pereza espiritual. ¿Por qué luchar, buscar o moverse si todo está aparentemente bien y funciona regularmente? Sencillo, para que tu alma y tu espíritu no se conviertan en piedras que te arrastren, en lugar de que seas tú quien se ponga en movimiento.

Como bien dice el maestro Jay Tatsay, nadie puede dar lo que no tiene, y nadie puede renunciar a lo que nunca ha tenido.

La caridad empieza por casa.

Si no tienes amor para dar, no puedes dar amor; y si no te amas a ti misma, si no te quieres, si no te cuidas, si no procuras por tu ser interno, el alma de tus manos está vacía, o llena de dolor y frustración, que es lo que puedes dar a los demás.

Para coincidir, para compartir, para identificarte con los demás, antes debes identificarte contigo misma, ya que si no sientes empatía por ti, no puedes sentir empatía por los demás.

Es cierto que todos tenemos mil defectos, pero también es cierto que tenemos mil virtudes.

Cometemos muchos errores a lo largo de nuestra vida, pero también realizamos muchos aciertos.

Podemos compartir penas y dolores, ayudarnos mutuamente, pero también podemos compartir gozos y alegrías.

Por eso es importante aceptarse a una misma, pero no para insistir en el error, sino para superar nuestras carencias.

La empatía no es solo la emocionalidad que pueda despertarnos el drama ajeno, sino el reconocimiento y la identificación real entre seres humanos, por lo que si no nos conocemos a nosotros mismos, si nos negamos a reconocer nuestros errores y nuestros aciertos, poco o nada vamos a encontrar en las personas que nos rodean.

Para amar al prójimo como a ti misma, primero tienes que amarte a ti.

Ámate a ti misma por sobre todas las cosas

Reflexión

El amor es una cosa esplendorosa que no debería llevarnos, de ninguna manera, al desamor, el desaliento y el sufrimiento. Amar a los demás en condiciones de estética y belleza, es fácil, pero amarlos en condiciones de aventura, drama, tragedia o reto, es todavía más sencillo, más sabroso, más excitante, más apasionado, y aún más si se nos prohíbe, porque confundimos el sexo y la adrenalina con eso que llaman amor, tanto porque así nos lo enseñan desde nuestra más tierna infancia, como porque nadie nos enseña a amarnos a nosotros mismos.

Meditación

Centra tu pensamiento en la frente y siente un pequeño vacío sobre ella, respira hondo y proyecta tu pensamiento hacia el interior de tu propia persona; revisa tus emociones y tus sentimientos, y cuestiónate cuáles y cuántos de ellos están dirigidos a ti, a tu ser, a tu persona. ¿Te quieres, te amas y te cuidas, o te dedicas a hacerte daño, a despreciarte, a maldecirte, a sufrir y a criticarte sin poner remedio? Y no solo es cuestión de comer sano o hacer ejercicio, sino de amar lo que sientes y lo que haces, de apreciarte y motivarte a ti antes que a nadie, porque solo si te aprecias a ti, podrás apreciar la vida, la existencia y a los demás.

Análisis

Si no te amas a ti mismo o a ti misma, no te engañes, no puedes amar a los demás, y confundirás el deseo de que te quieran y te aprecien tu pareja y los demás, engañando y sufriendo desengaños, con el verdadero amor que todo lo da y nada espera, porque en sí mismo es una fuente inagotable de dicha y felicidad. No esperes la perfección, ámate con todo y tus defectos, no practiques el intercambio amoroso contigo mismo, entrégate a tu propio ser sin resabios.

Solidaridad y caridad

La caridad a menudo es grosera, sobre todo cuando la persona que da lo hace desde una posición de privilegio y poder, y el que la recibe lo hace con alegría momentánea, pero con desconfianza.

Nada es gratis en esta vida, y no solo desde el punto de vista económico o monetario, sino en el sentido de la más simple siembra, porque todo requiere una acción, un proceso y una recolección; nada se logra sin esfuerzo, aunque este sea mínimo e inteligente, porque incluso masticar y deglutir lo regalado requiere de acción y movimiento por el que come.

La riqueza no se regala ni se roba, se distribuye.

La caridad es jerárquica, mientras que la solidaridad es transversal y entre iguales.

Recuerda, los dioses no son unos padres que lo solventan todo, sino unos hermanos con los que convivimos todos los días en una relación sana, solidaria e independiente.

La caridad crea dependencia.

La solidaridad crea lazos fuertes de independencia, porque se da en todos los sentidos, y no de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba en forma de falso agradecimiento y sumisión dependiente.

Da parte de lo que tengas, coopera con lo que puedas cooperar, y recibe o pide solo lo que en realidad necesites y no puedas conseguir por tus medios.

No ayudes a quien no lo necesita.

No defiendas a quien se pueda defender.

No protejas a quien se pueda proteger.

No le des a la planta más agua de la que necesita.

No hagas por los demás lo que ellos pueden hacer por sí mismos.

Crece y deja crecer.

La Luz de la Esperanza está disponible absolutamente para todos.

La Luz de la Esperanza

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