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CRISIS CIVILIZATORIA Y UNIVERSIDADES PROMOTORAS DE JUSTICIA

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(Sobre)vivimos tiempos convulsos. La emergencia climática, el debilitamiento de las democracias y del paradigma de los derechos humanos, la polarización en nuestras sociedades, los crecientes flujos migratorios en todo el mundo, la proliferación de guerras convencionales y no convencionales con sus graves violaciones a los derechos humanos (desaparición de personas, desplazamiento forzado, ejecuciones extrajudiciales), la violencia de género y contra las diversidades sexogenéricas, la acelerada pérdida de biodiversidad, el resurgimiento de fascismos políticos y sociales, el ataque a pueblos indígenas y defensores del medio ambiente frente a la expansión extractivista, la desigualdad económica del 1% sobre el resto de la humanidad son algunas de las aristas más visibles de la crisis civilizatoria, causada por la interrelación entre capitalismo, colonialismo y patriarcado, que marca el inicio del siglo XXI. Si tan solo nos enfocáramos en una de estas, la emergencia climática, la posibilidad de contener el calentamiento global a 1.5°C a final de este siglo implicaría un viraje económico, social y político sin precedentes: eliminar por completo las emisiones de CO2 en menos de 10 años. ¡10 años! Ese es el tamaño, complejidad y plazo de nuestra urgencia.

Las universidades, ante este urgente contexto, están llamadas tanto a reconocerse como impulsoras de las dinámicas interrelacionadas del capitalismo, el colonialismo y el patriarcado que han llevado al mundo y a ellas mismas a esta profunda crisis, así como a dinamizar su potencial de visibilizadoras e impulsoras de alternativas que tengan la vida humana y natural en el centro y horizonte de sus saberes y acciones.

Si, como se establece en el documento Promoción de la Justicia en las Universidades de la Compañía de Jesús, la razón de ser de las universidades jesuitas es la lucha por la justicia y la transformación del mundo, esta misión por la justicia debe hacerse universitariamente y con las características propias de nuestra identidad ignaciana: la prioridad de la experiencia de lo real, la centralidad del pobre, con perspectivas críticas, profética, en búsqueda del conocimiento interno, para ayudar a la sociedad y a las personas y, finalmente, aspirando a bienes mayores (Álvarez, 2014). La justicia, como camino y horizonte, puede ser la apuesta que le dé sentido a las universidades para salir de la propia crisis y reconstruir su identidad como alternativa ante la crisis civilizatoria ya mencionada.

En años recientes la Compañía de Jesús ha hecho públicas sus prioridades y preferencias tanto para las obras jesuitas en general como para las universidades en particular. Las Preferencias Apostólicas Universales, publicadas en 2019 y vigentes para todas las instituciones jesuitas del mundo hasta 2029, orientan nuestras prioridades y objetivos hacia fortalecer nuestra identidad ignaciana, caminar junto a las personas pobres, descartadas y vulneradas del mundo, acompañar a los jóvenes y cuidar la casa común (Sosa, 2019). Por su parte, la creación de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU, por sus siglas en inglés) marca la intención de que las más de 200 universidades jesuitas colaboren y trabajen con todo su capital y peso institucional en torno a estos grandes temas: formación de liderazgos ciudadanos y políticos, justicia económica y ambiental, educación para las personas marginadas y refugiadas, diálogo y entendimiento interreligioso e intercultural y la paz y reconciliación (IAJU, 2020). A estas preferencias y orientaciones estratégicas globales se les añaden las urgencias y los retos que cada institución enfrenta en sus ámbitos regionales y nacionales. América Latina y México enfrentamos los retos de la degradación de las democracias, los impactos socioambientales de proyectos y economías extractivistas, políticas de seguridad ineficaces, violaciones graves a los derechos humanos, violencias fratricidas, flujos crecientes de personas migrantes forzadas y las inequidades y violencias de género transversales a toda la sociedad.

Todas estas crisis y emergencias deben ser ámbito prioritario de nuestras universidades. Abordar estas injusticias y violencias requiere de colaboración en redes; perspectivas éticas, políticas, epistemológicas y metodológicas que rompan las barreras disciplinarias tradicionales; replantear la vinculación social universitaria e impulsar procesos de incidencia política, cultural y social.

Experiencias de vinculación universitaria

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