Читать книгу Toque de queda - Jesse Ball - Страница 12

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Era día de escuela, así que, después de un rato, los dos que estaban en la habitación comenzaron a moverse. Molly se despertó primero, y se vistió. Era una niña capaz, aunque muda.

—Compraremos algo en el camino —dijo William.

Molly asintió. Se paró junto a la cama plegable en el rincón del cuarto, alzó los dos vestidos que le pertenecían y los examinó. Uno era azul y el otro amarillo. ¿Cuál usaría?

Y luego hacían cola en la panadería, y ella tenía puesto el vestido amarillo, que hacía juego con sus rotosas zapatillas amarillas. Eran zapatillas de baile, aunque ella no bailaba. No llevaba un bolso con libros porque no era esa clase de escuela.

—Dos de esos —dijo William—. Y uno de esos.

—¿Quieres uno ahora? —preguntó.

*Todavía no —dijo Molly con señas.

Bien, ¿qué clase de escuela era entonces? Era una de esas escuelas en que te sentabas en bancos en fila y los maestros te decían qué pensar. Recitabas cosas y escribías cosas repetidamente. Leías libros que estaban sujetos al pupitre con cadenillas. Se rendían exámenes, y a menudo se usaban varas para inculcar disciplina. Había un pedazo de tierra donde podían jugar a la hora del almuerzo. Se alentaba el juego, y también la delación.

*Hemos llegado —dijo Molly.

—¡Adiós! —dijo William, y la retuvo un instante.

Ella entró corriendo en el edificio. Otros niños pasaron junto a él a empujones mientras la seguía con la mirada.

—Drysdale, ¿te enteraste?

Un hombre tosco y mayor estaba allí con su esposa. Cualquiera de los dos podía ser confundido con un banquero.

—Latreau murió. Le dispararon esta mañana.

—¿La anciana? ¿Por qué?

—Arrojó a alguien contra un ómnibus.

—Oí decir que era un camión —dijo la esposa—. Pensó que el hombre era policía, así que lo arrojó contra un camión. Pero la atraparon antes de que pudiera escapar.

—Lamento saberlo —dijo William distraídamente—. De veras.

Apenas movía los labios.

William se alejó sin mirar a ninguno de los dos. No los había mirado ni una sola vez. Si uno hubiera estado observando, habría pensado que el hombre y la mujer hablaban entre sí. Tan cauto era William.

Toque de queda

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