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ОглавлениеPREFACIO
Al final, todos los tipos de conocimiento conducen al conocimiento de uno mismo. Por lo tanto, las personas se acercan a mí para pedirme que les enseñe, no tanto cómo defenderse o cómo intimidar a alguien, sino a expresarse a través de algún movimiento, sea ira, determinación o lo que sea. Así que, en otras palabras, me suplican que les enseñe el arte de expresarse con el cuerpo humano en combate.
Bruce Lee
Durante años ha existido cierta especulación sobre cómo el gran filósofo y experto en artes marciales Bruce Lee entrenaba para desarrollar su cuerpo. Digo “especulación” por el simple hecho de que la información que se ha obtenido hasta ahora ha sido en gran parte de forma anecdótica o de segunda mano, resultado de haber preguntado a ciertos estudiantes (en algunos casos) décadas después que recordaran exactamente cómo entrenaba Lee para desarrollar un físico tan magnífico y cómo era capaz de dominar el potencial movimiento de su cuerpo hasta un punto tan asombroso.
Los problemas que conlleva tal proceso son, primero, que muchos de estos estudiantes no prestaban la suficiente atención a los métodos de entrenamiento personales de Lee, ya que preferían centrarse en sus técnicas y principios de combate, y segundo, que no muchos estudiantes tuvieron la oportunidad de observarle entrenar con cierta regularidad, pues Lee prefería entrenar solo.
Además, los problemas cobran más importancia por el hecho de que Lee experimentaba constantemente con nuevos aparatos de ejercicios y principios de entrenamiento, así que, aunque sus alumnos consiguieran presenciar un entrenamiento, lo más que representaría sería el equivalente cinematográfico de un fotograma con miles de pies de una película de cine. Al igual que un fotograma no puede representar el argumento de una película, un vago recuerdo de un entrenamiento realizado hace veinte años no puede servir para representar la totalidad de las creencias del entrenamiento de Bruce. Como el propio Lee dijo: “No hay nada como un segmento eficaz de una totalidad”.
Recuerdo que, poco después de que Bruce Lee falleciese, cuando yo tenía trece años, edad en la que los chicos buscan un modelo positivo al que admirar, estaba particularmente impresionado con su físico y también frustrado por la falta de información acerca de cómo lo había conseguido. Naturalmente, él no nació con ese cuerpo ni con esa asombrosa destreza física. Debe haberlos creado, pero ¿cómo? Si son sólo resultado de su entrenamiento en las artes marciales, por definición cualquiera que las practicara –y en particular el jeet kune do de Lee– podría tener un físico similar, si no idéntico. Pero resulta evidente que no es así.
Las fotografías de Lee cuando era adolescente revelan que su cuerpo no siempre ha estado bien desarrollado, es decir, que no fue simplemente una casualidad genética. Debe haberlo hecho él. Y de nuevo llegamos a la misma pregunta: ¿cómo? Y de nuevo la respuesta vuelve a ser la misma. El único lugar en el que esperaba encontrar la respuesta –las artes marciales– era en artículos de revistas e incluso en libros escritos supuestamente sobre los “métodos de entrenamiento” de Lee, pero no aportaron nada relevante sobre el modo en el que consiguió obtener ese cuerpo. Cualquier información que se pudiera desprender de estos documentos resultaba bastante vaga y, como supe más tarde, no conducía a nada.
La gente que conoció a Lee y los que incluso afirmaban haber entrenado con él aportan, como mucho, datos contradictorios. Un estudiante contaba que Lee corría “ocho kilómetros al día” (lo cual no era cierto), mientras que otro decía que rara vez corría más de “tres kilómetros al día”. Luego está el tema de si Bruce Lee hacía pesas para formar su cuerpo. Durante años se ha pensado que Lee prefería hacer repeticiones extremadamente altas (unas 25 por serie) durante su entrenamiento; todavía, habiendo leído sus papeles y sus diarios personales de entrenamiento para investigar y redactar este libro, no he podido encontrar prueba alguna que apoyara estas afirmaciones; sus notas escritas a mano revelan que no hacía tantas repeticiones (sólo de 6-12 por serie).
Además, ninguna de estas conocidas autoridades parece poder explicar o aclarar exactamente lo que Lee hacía para llegar a convertirse en el conocido como “el hombre con mejor forma del planeta”. Decir simplemente que “hacía pesas y corría” sería una explicación bastante inadecuada. ¿Cómo podrían estas respuestas –que son las que daban la mayoría de las autoridades– probar que ayudarían a un individuo interesado en seguir los métodos empleados por Lee? Después de todo, no serían realmente respuestas, a no ser que las preguntas sobre el “cómo” o el “qué” se formularan de la siguiente manera: ¿cómo hacía pesas Bruce Lee? ¿Qué ejercicios llevaba a cabo? ¿Cuántas series hacía? ¿Cuántas repeticiones? ¿Cuántos días a la semana entrenaba? Y, la más importante: ¿Tenía Bruce Lee alguna rutina especial de entrenamiento?
Finalmente estas preguntas encontraron respuesta. Veinticinco años después de la muerte de Lee, su viuda, Linda Lee Cadwell, nos abrió amablemente la puerta del hasta entonces desconocido mundo de Bruce Lee. Aportó papeles privados, redacciones, anotaciones y diarios que contenían información que no tenía precio para todos aquellos que desearan saber más sobre lo que Bruce Lee consideraba “realmente” importante y, por omisión, lo que “no” consideraba tan importante. Además, las notas de Lee que se incluyen en El arte de expresarse con el cuerpo nos permitieron ver los métodos “exactos” que Bruce empleaba para formar, desarrollar y acondicionar su increíble cuerpo.
Hay quien piensa que, a menos que se tengan los atributos físicos de Bruce Lee, seguir sus métodos de entrenamiento sería inútil. Sólo puedo responder que esto se opone directamente a las propias creencias de Lee y, por lo tanto, a las leyes de la fisiología humana. El estímulo que aportó una musculatura mayor, más definida, más rápida y más fuerte a Bruce Lee es exactamente el mismo que proporcionaría una respuesta similar en su cuerpo –se trata de la naturaleza de la fisiología humana–.
Anatómica y fisiológicamente todos los hombres somos en esencia iguales, algo de lo que Bruce fue consciente a lo largo de su vida y que se refleja tanto en su modo de desarrollar las artes marciales como en sus creencias sobre el entrenamiento. Como es verdad que ciertas características anatómicas y fisiológicas pueden variar entre individuos, dichas variaciones existen en una cantidad limitada y cuantificable, lo cual no altera el hecho de que los principios básicos que las regulan sean los mismos ni la esencia de nuestra propia fisiología distintivamente humana.
Todo lo que tiene que hacer es tener la voluntad de adquirir el conocimiento que se le ofrece en este libro y emplear las bases que en él aparecen, como hacía Bruce Lee. Así que no espere obtener los mismos resultados que Bruce Lee, a menos que tenga la voluntad de invertir las mismas horas que él en conseguirlos. Como el propio Lee dijo: “Saber no es suficiente; debemos aplicar nuestros conocimientos. La voluntad no es suficiente; debemos actuar”.
Revisar, ordenar y editar los materiales de entrenamiento y acondicionamiento de Lee ha sido la culminación de un sueño que he hecho realidad después de veinticinco años. Finalmente fui capaz de obtener respuestas a esas preguntas que durante tanto tiempo he pensado que no tendría. Afortunadamente para mi curiosidad y para la posteridad, Bruce Lee era muy meticuloso, no sólo en cuanto a su entrenamiento, sino también respecto a su vida, su filosofía y sus técnicas en las artes marciales.
El arte de expresarse con el cuerpo conforma la presentación formal de las auténticas creencias sobre el entrenamiento de Bruce Lee. Cada capítulo contiene material aportado no por lo que pudieran contar sus colegas y supuestos “gurús”, sino por el propio Bruce Lee, tal y como lo reflejaba a través de sus escritos, anotaciones, cartas, diarios y entrevistas. Sólo en los casos en los que quedaban vacíos en la narrativa de Lee, he considerado necesario recurrir a esos que “estaban allí” o a quienes entrenaban con él; incluso en estos casos, he solicitado testimonios sólo de los que pasaban mucho tiempo con él. De todos modos me sentí obligado a contrastar sus testimonios con hechos comprobados y, por consiguiente, con testimonios de otros que pudieran corroborarlos o negarlos. Les di credibilidad a los testimonios que se sostenían de forma unánime. Los que no quedaban muy claros han sido omitidos.
La tesis del libro es la adquisición de musculatura y la fortaleza del cuerpo y todos sus subsistemas con el fin de cultivar un mejor acondicionamiento de salud y un estado físico pleno. Debido a que la musculatura es el motor que mueve el cuerpo, resulta crucial para los individuos (en particular para aquellos que practiquen artes marciales) entrenar tanto como sea posible. No quiero que malinterpreten esta afirmación pensando que todo el mundo debería tener la apariencia de un culturista de competición; de todos modos, éste no es el caso.
La musculatura que alcanzó Bruce Lee es el resultado de un entrenamiento con un fin funcional. El hecho de que también parezca impresionante resulta simplemente un beneficio secundario. Para contrastar lo dicho, hay que decir que los músculos que se desarrollan únicamente con el fin de aparentar no suelen ser funcionales, ya que, además de entrenamiento, también requieren mantenimiento. Así que, a menos que su objetivo en la vida sea levantar cargas pesadas –para series y repeticiones– y luego hacer posturas, creo que sería mejor que invierta el tiempo necesario en “hacer” y no entrenar “para mostrar”.
La información que se muestra en El arte de expresarse con el cuerpo ofrece el potencial necesario para que usted obtenga la mejor figura de su vida. Se sentirá mejor, lleno de energía, conseguirá un estado físico pleno y se verá estupendo. Además, personalmente me siento orgulloso de poder afirmar que debería abandonar para siempre la concepción errónea de que de algún modo Bruce Lee era así por “naturaleza” y no tenía que trabajar –y muy intenso y con mucha frecuencia– para obtener cada gramo de musculatura que desarrolló. Espero que parezca obvio que Lee tuvo que investigar y aplicar un tremendísimo campo de conocimiento para poder alcanzar el punto de acondicionamiento al que llegó.
Los miles de horas que Bruce Lee pasó entrenando sólo proporcionan un ejemplo que nos revela el potencial gracias al cual todos podemos llegar a ser personas mejores y plenamente funcionales. Además, esto ha perdurado tras su muerte. Ha sobrevivido a través de las palabras que él mismo escribió, sus fotografías y los recuerdos de sus actos; o, como más concisamente puso Linda Lee Cadwell en la inscripción que aparece en un libro especial que conserva al pie de su lápida:
Tu inspiración sigue guiándonos hacia nuestra liberación personal.
Éste es el modo más valioso que he considerado de respetar la memoria de Bruce Lee y lo que consiguió para el mundo del fitness al escribir este libro.
John Little