Читать книгу Cuaderno botánico de Flores de Bach - Jordi Cañellas - Страница 10

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4. Introducción

Desde la prehistoria, el ser humano ha necesitado conocer su entorno para poder sobrevivir. Esta necesidad ha desarrollado una gran capacidad de observación de la naturaleza y sus formas y ante la ausencia inicial de una mente analítica1 se usó la analogía2 para comparar las estructuras de minerales, vegetales, animales y hongos, con las estructuras anatómicas humanas. Siempre se ha ido buscando nuevos alimentos o medicinas que permitieran una mejor adaptación y supervivencia.

La forma de comprender la naturaleza y de tratar de descubrir las propiedades curativas de los seres vivos a través de sus estructuras, es lo que se dio en llamar «signatura» y fue Paracelso el maestro más conocido de este arte casi perdido. De esa época, en pleno siglo XVI, datan sus escritos sobre la signatura vegetal, aunque el conocimiento va mucho más allá de la simple observación botánica y se mezcla con grandes conocimientos alquímicos3, astrológicos y de clasificación de las plantas según los cuatro elementos4 de la naturaleza.

La signatura5 es un signo, señal o firma que manifiesta determinado vegetal (u otro ser vivo) y que nos sirve para conocer sus propiedades internas que pueden ser usadas para la curación. La lectura de estos signos se realiza sin otra ayuda que la observación y el uso del pensamiento analógico.

Hasta ahora hemos hablado de la signatura entendida como la usaron los alquimistas y médicos de la Antigüedad, pero la propuesta de este libro es un poco distinta. Se ha comprobado empíricamente que muchos de los remedios hallados por el método de la signatura popular no servían para lo que fueron prescritos, quizás porque los conocimientos botánicos y de la anatomía humana en aquella época estaban poco desarrollados (de hecho durante mucho tiempo se prohibieron las autopsias). En la actualidad ambos se conocen mucho mejor. También se conocen con gran exactitud las propiedades medicinales de la mayoría de los vegetales, hecho que nos permite contrastar las signaturas y los dones curativos que señalan con los conocimientos de la fitoterapia.

Pero todavía nos gustaría llegar más lejos. Queremos demostrar que el estudio de la signatura puede seguir vigente, siempre y cuando se conozcan las claves para comprender el lenguaje simbólico del reino vegetal y traducirlo a un lenguaje humano.

Partimos de las Flores de Bach para realizar dicho estudio por una ventaja que nos ofrecen y que no ofrece ningún otro sistema de esencias florales, su probada eficacia durante más de 70 años por miles de terapeutas.

Esta realidad objetiva nos permite afirmar la primera premisa de la que he partido en este trabajo: 1) Se conocen ampliamente las propiedades terapéuticas de las flores de Bach.

La segunda premisa la basaremos en otra realidad objetiva y es que se conocen muy bien las características de las plantas de las que se obtienen las esencias florales de Bach. Se conoce su especie, su anatomía, su ecología, sus geometrías, su cultivo y en las especies más comunes, un montón de leyendas y usos populares; en otras, unas pocas, usos alquímicos y mágicos. También se conocen sus utilidades en fitoterapia (las que las tienen). Conocemos su forma, color y estructuras.

La segunda premisa reza: 2) Se conocen ampliamente las formas, colores y estructuras, así como otras muchas características de las plantas a partir de las cuales se preparan las flores de Bach.

La tercera premisa no podría calificarse de objetiva a pesar de que muchos podamos estar de acuerdo con su afirmación. Dice así: 3) Las formas, colores y estructuras que manifiesta la naturaleza no obedecen al azar sino a unos patrones geométricos y energéticos subyacentes que las condicionan. De ser cierta esta premisa, podremos asociar la forma, el color y la geometría con sus propiedades terapéuticas conocidas.

Una forma viene dada por la función que un vegetal necesita realizar, así una hoja es plana para captar el máximo de luz para poder realizar la fotosíntesis, o unas raíces se extienden en abanico bajo tierra para dar soporte a la planta, pero más allá de estas relaciones básicas: ¿por qué existen tantas hojas distintas?, ¿y flores?, ¿y frutos?

La vida juega al juego de la variabilidad, el juego de combinar aspectos distintos para adaptarse mejor a su medio o conquistar medios menos poblados, lo que favorece la experimentación de formas, colores y estructuras diversas. Cada vegetal adquiere una forma propia, unas características que nos hacen clasificarlo como una especie definida y estas características externas, manifiestan un don oculto. Lo que observamos es la signatura de lo que no vemos. Lo que se expresa físicamente es la signatura de lo que se expresa de forma energética y no hemos sabido ver aún, y es esta parte oculta la que repercutirá sobre nuestra parte oculta ¿o acaso nuestro aspecto físico no es expresión también de nuestros aspectos energético y psicológico, aspectos ambos que para la mayoría de nosotros permanecen ocultos?

El aspecto físico y la forma de crecimiento (o signatura) de la planta se puede asociar por analogía a facetas en desequilibrio de la personalidad humana; la flor, en cambio, se corresponde a las virtudes opuestas y así su esencia energética, por resonancia, compensará nuestra expresión anímica en desequilibrio.

Veamos un ejemplo para entenderlo mejor:

La planta de Impatiens refleja una impaciencia y una precipitada aceleración en su rápido crecimiento y en la expulsión a distancia de sus semillas. Pero en su flor el aspecto se suaviza y hasta se invierte (ver en la descripción de la signatura de Impatiens). La flor compensa la expresión del resto del vegetal. Vemos a una persona impaciente, irritable y acelerada, y enseguida pensamos en un estado IMP negativo. Estamos comparando el funcionamiento de la persona en su día a día con el funcionamiento de la planta. Y concluimos que si la flor compensa la aceleración del resto de la planta, suavizándola, su esencia energética podrá compensar la aceleración humana. Con una correcta traducción de la simbología vegetal podemos llegar a conocer las propiedades de la esencia energética de dicho vegetal, lo que nos permitiría:

a) Profundizar más aún en el conocimiento de las esencias, pues podemos encontrar nuevas propiedades o entender mejor las ya conocidas.

b) Reencontrarnos con el profundo mensaje que tiene la naturaleza y que según mi entender nos habla constantemente a través de formas, colores y geometrías, que son las estructuras visibles procedentes de unos patrones invisibles. A través de la signatura llegamos a lo invisible pasando por el reino de las formas.

c) Reencontrarnos con el profundo mensaje de cada esencia. Cada esencia es un ser vivo en plena manifestación y evolución con su patrón individual (como especie) y no un remedio aislado para su uso alopático.

d) Hallar nuevas esencias que puedan ayudar a la evolución humana en aspectos poco conocidos, o en aspectos emergentes de una humanidad cada vez más cambiante.

Todos aquellos que trabajamos con las esencias florales de alguna manera, sea como pacientes o como terapeutas, estamos usando, a menudo sin saberlo, el conocimiento analógico que permite traducir aquello que nos preocupa en un lenguaje floral. Aquellos miedos desconocidos que hacen temblar nuestra sensibilidad se corresponden con el temblor de las hojas de Aspen, que tan fácil se produce aun con una muy suave brisa. Éste es sólo uno de los muchos ejemplos que encontraríamos de esta traducción sutil, que tan útil puede ser al terapeuta para conseguir que el paciente entienda mejor la acción de una esencia.

Cuando ingerimos una esencia floral entramos en contacto con un alma vegetal, con su razón de ser, con sus dones más elevados,y al tiempo que sanan nuestros seres, ellas elevan su condición. Con cada absorción de información floral y la mejoría que ésta nos produce, los campos mórficos6 almacenan estos datos energéticos y la curación de ese estado por parte de nuevos pacientes tiende, con el tiempo, a ser más fácil.

Así pues, el lenguaje simbólico a través de las signaturas nos permite a todos comunicarnos con el reino vegetal, sin la necesidad de ser personas de una percepción extraordinaria, como fue Edward Bach o como algunos chamanes que conocen las propiedades de los vegetales gracias a su sensibilidad, conjugada con ritos diversos (ingesta de ayahuasca, hongos, uso de sueños, percusiones y cantos, etc.).

El estudio de las signaturas no pretende hacer otra división en el conocimiento de los seres vivos, de hecho el intento de clasificar la signatura de los vegetales según una sola característica (por ejemplo tipo de raíz, color de las flores, etc.) ha sido un fracaso rotundo ya que cada especie tiene gran cantidad de información distinta que sólo tiene sentido si la tratamos de forma holística. Cada especie debe ser estudiada como un conjunto indivisible que, como en la especie humana, es un todo complejo.

Para abordar el estudio de la signatura hay que unir el gran bagaje de conocimiento que existe en campos distintos del saber (cromoterapia, simbología, botánica, farmacia, geocromoterapia, sabiduría popular, geometría, esencias florales, psicología, etc.) y del total saldrá el don que la planta encarna y ofrece. Aquel don esencial que vibrará en nuestro interior y nos recordará un estado de armonía perdido por las circunstancias de nuestra existencia actual.

1. Conocer por medio de la fragmentación del objeto en sus partes. Ana-lisis. Lisis significa romper.

2. Es una relación de semejanza entre cosas diversas. Y por lo tanto también contempla la disparidad en su definición y la posibilidad de reducirla al encontrar algo esencial en común, la semejanza.

3. Y por lo tanto crípticos, harto difíciles de comprender para los profanos.

4. Los cuatro elementos de la naturaleza son: tierra, agua, aire y fuego.

5. Se escribe signature en inglés y francés y designa la rúbrica o firma de un documento, es por tanto aquello que identifica e individualiza.

6. Siguiendo el concepto que establece el bioquímico Rupert Sheldrake.

Cuaderno botánico de Flores de Bach

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