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Una de las últimas fotos de la destilería original BACARDÍ y el Coco en Santiago de Cuba, tomada a finales de la década de 1950, antes de la Revolución cubana. (Propiedad de Bacardi and Company Limited)

CAPÍTULO 4

LIDERAZGO - POLÍTICA CUBANA, EL DICTADOR Y UN INTENTO DE GOLPE DE ESTADO (1944-1958)

Mayor expansión, un hombre despiadado llamado Fidel y el ron en la cocina

EL FALLECIMIENTO DE OTRO LÍDER

En 1946, Henri Schueg sufrió un accidente cerebrovascular. Aunque discapacitado, no renunció al control ejecutivo hasta su muerte, casi cuatro años después. Falleció el 11 de agosto de 1950, a los 88 años.

Esto fue una clara señal de que había un problema en las altas esferas de la compañía. Henri permaneció en el poder hasta avanzada edad, y la única razón por la que dejó la oficina principal fue su muerte. Dada la debilidad de su estado, uno se pregunta cuán «en control» de la empresa realmente estuvo en esos últimos años.

Pepín Bosch, quien en ese momento era presidente de Bacardi Corporation, Puerto Rico, se había convertido en un líder muy activo y prominente, pero todavía era un protagonista relativamente nuevo en los rangos más altos de la jerarquía. Además, parecía que todas las vacantes laborales de importancia se iban cubriendo con los yernos.

Debemos suponer que la disciplina inherente en la cultura ayudó a mantener el barco a flote y navegando con buen rumbo. Sin embargo, la tradición y la lealtad también evitaron que la familia hiciera frente a los cambios y a los numerosos desafíos que presentan el crecimiento y el éxito. Hay indicadores de que no haber hablado sobre la ausencia de liderazgo durante el declive de Henri tuvo como consecuencia un período de catarsis en la familia.

Las cosas llegaron a un punto crítico: envidia, disconformidad, pugnas internas, acusaciones, desconfianza y confrontaciones, todo templado por los lazos familiares aún sólidos.

Al principio, la familia era la empresa y la empresa, la familia. No había literalmente ninguna separación entre ambas. No obstante, con el paso de los años, a medida que ambas crecían, la familia y la compañía se fueron convirtiendo en entidades separadas y distintas.

Ese hecho triste nunca fue plenamente reconocido —muchos menos confrontado y resuelto—, ya que la misma cultura férrea predominaba tanto en las líneas familiares como en la empresa. Ambas vivieron con la misma cultura sólidamente arraigada y de acuerdo con esta, que también era su soporte. Pero justo debajo de la superficie, había una gran desconexión al acecho. Parecía como si las figuras clave de este juego tuvieran dos camisetas que podían vestir de modo intercambiable: la de «primero la familia» o la de «primero la empresa/los accionistas».

Puede alegarse que este conflicto de intereses podría estar presente en cualquier empresa familiar. Pero en Bacardi era un asunto particularmente trágico dado el respeto que siempre se había tenido a nuestros valores familiares y al papel que habían desempeñado para guiar a la empresa.

LA VIDA Y LA ÉPOCA DE PEPÍN BOSCH

José M. «Pepín» Bosch nació en Santiago de Cuba. Fue hijo de un banquero y propietario de un ingenio azucarero de origen español. Cursó el bachillerato en Estados Unidos y estudió ingeniería durante un tiempo en la Universidad de Lehigh, en Pensilvania, antes de irse a trabajar al ingenio azucarero.

El joven Pepín ascendió velozmente en la industria, pero cuando los precios del azúcar se desplomaron al principio de la década de 1920, decidió cambiar de rumbo profesional y aceptó un empleo como contador en la sucursal de La Habana del First National City Bank of New York.

Como ya hemos mencionado, Pepín entró a la familia al casarse con Enriqueta Schueg Bacardí, nieta de don Facundo e hija de Henri Schueg y Amalia Victoria Bacardí Moreau. Pepín y Enriqueta tuvieron dos hijos, Jorge y Carlos. Jorge, maestro cervecero, trabajó en la cervecería de Santiago y luego desempeñó altos cargos en Bacardi Corporation, Puerto Rico y en Bacardi Brasil. Pepín también contrató a Carlos en la empresa a finales de la década de 1960.

Como se sabe, Pepín fue un ejemplo clásico de la persona indicada en el lugar y el momento correctos. La empresa pasaba por un momento de inestabilidad cuando él tomó las riendas. Transitaba por una crisis de identidad, apenas saliendo de un controvertido cambio de liderazgo con acusaciones de nepotismo, sin una visión clara del futuro, y todo esto en un momento de rápido crecimiento internacional.

En 1944, Pepín fue electo presidente de la compañía, por lo que se convirtió en el cuarto líder ejecutivo de una empresa que entonces tenía ya 82 años de historia. Al tomar el mando, representó a la tercera generación de la familia y se mantuvo en la dirección durante 32 años, hasta su retiro en 1976.

Continuó con la expansión de las operaciones tanto en Cuba como en el extranjero. Sin embargo, las libertades democráticas que el país había disfrutado desde su independencia, sesenta años atrás, se esfumaron con un golpe de Estado militar en 1952. Fulgencio Batista, antiguo obrero y soldado, fue electo presidente de Cuba en 1940. Durante su mandato de cuatro años, se le atribuyeron muchas reformas sociales. Volvió a contender para ocupar la presidencia en 1952, quedando muy por detrás de otros dos candidatos, por lo que decidió dar un golpe de Estado y asumir el poder.

Su gobierno tuvo el respaldo de Estados Unidos. La economía cubana estaba en ascenso. Sin embargo, tras bambalinas, había una corrupción rampante, llena de sobornos y extorsión sistematizada que controlaba la policía. El crimen organizado prosperó y, durante la década de 1950, La Habana era un sinónimo de juego y prostitución. A medida que extranjeros millonarios y hedonistas fueron colmando la isla, Batista empezó a lucrar, asociándose con mafiosos estadounidenses y dándoles el control de los hipódromos y casinos de La Habana. El presidente y sus amigos se quedaban con su parte del botín con cada hotel, club nocturno o sitio de apuestas que abría sus puertas. Batista, que alguna vez fue un reformador democráticamente electo, se convirtió en un dictador despiadado.

EXTORSIÓN PRESIDENCIAL Y PLANES DE SALIDA

En poco tiempo, Pepín Bosch ya estaba en conflicto directo con el dictador. Como era su estilo, Batista le pidió a Pepín que le transfiriera un paquete de acciones de Bacardí. Pepín se negó. El presidente entonces amenazó con confiscar toda la compañía, pero al poco tiempo tuvo que encargarse de atender otras preocupaciones mayores.

Hubo un atentado contra la vida de Batista orquestado por un grupo de estudiantes, que lanzaron un ataque frontal al palacio presidencial, en La Habana. El objetivo era matar al dictador y hacer un llamado al pueblo cubano para que se alzara contra el gobierno corrupto. El grupo, entre cuyas filas había un joven revolucionario llamado Fidel Castro, también intentó tomar una estación de radio de La Habana. Tanto el asesinato como la toma de la estación fracasaron.

Fidel se marchó al exilio, pero regresó con un nuevo grupo de revolucionarios unos cuantos meses después, en julio de 1953, e intentó tomar el control de la sede del ejército en Santiago. Volvió a fracasar (la fecha del ataque fallido le dio nombre a la siguiente campaña de Castro: el Movimiento 26 de Julio).

Con las amenazas de Batista de confiscar la empresa y la insurrección comunista que surgía de las zonas rurales, Pepín le recomendó al Consejo de Administración registrar una compañía en las Bahamas que se llamaría Bacardi International Limited, Nassau.

A la nueva compañía se le concedieron los derechos de las marcas BACARDÍ y Hatuey, de manera que se convirtió en la única propietaria legal. Luego se firmó un contrato con Bacardí & Compañía, Santiago, en el que le permitían a la empresa cubana utilizar esas marcas registradas. En los términos de este contrato se exigía que quedara nulo y sin efecto en caso de que el negocio cubano de la compañía fuera confiscado o intervenido de alguna manera. De pasar eso, el nombre y la imagen de las populares marcas de ron y cerveza no podrían utilizarse en Cuba.

Esta solución, que logró mantener el activo más valioso de Bacardí fuera del alcance de los comunistas cuando tomaron el control del país, demostró una vez más cuán creativo y determinado era Pepín para resolver problemas.

LLEGADA A LA MADUREZ Y EDUCACIÓN EN EL EXTRANJERO

En 1955, mientras el conflicto político crecía, yo era un estudiante de 16 años del Colegio La Salle en Santiago de Cuba. Obtuve buenas notas y jugué baloncesto durante dos años con el equipo colegial de La Salle. También fui miembro del Ciudamar Yacht Club en Santiago y era buen nadador competitivo. Participé en encuentros nacionales de natación interclubes en La Habana en 1955 y 1956.

Mi familia tenía planes de que cursara estudios universitarios en Estados Unidos y, para prepararme, querían que aprendiera inglés. Así que mi hermano Roberto y yo pasamos tres veranos consecutivos en un campamento de verano en Great Barrington, Massachusetts, llamado Camp Half Moon. Dirigían las operaciones los dueños, la familia Story, y en el momento en que estoy escribiendo este libro, Camp Half Moon acaba de cumplir 97 veranos ofreciendo sus servicios.

Yo tenía ya la certeza de que iba a terminar trabajando en la empresa familiar y de verdad quería quedarme en Cuba. Me alegró ver que mi primo, Manuel Jorge Cutillas, había empezado a trabajar para Bacardi en Santiago, en 1955 tras graduarse del Instituto Politécnico Rensselaer en el estado de Nueva York.

En agosto de 1956 me fui a la Academia Mercersburg (bachillerato en Pensilvania enfocado en la preparación para entrar a la universidad), donde estudié inglés durante un año. En aquel momento ya podía hablar perfectamente el idioma gracias a mis tres años de campamento de verano en Massachusetts, pero no me habían enseñado a escribirlo.

Fue un año bien invertido. En Mercersburg descubrí la literatura inglesa y me convertí en un ávido lector. En las vacaciones de primavera, fui a la ciudad de Nueva York y me quedé en el departamento de la avenida Madison de mi tío Willie (William Dorion) y mi tía Laly (Lalita Bacardí Cape, una de las hermanas de mi abuela Marina). Fueron unas vacaciones memorables en la gran ciudad.

No tenía idea de a cuál universidad quería ir, ni mucho menos de cómo funcionaba el proceso de solicitud e inscripción. Afortunadamente, el encargado de esos asuntos en Mercersburg dedicó mucho tiempo a ayudarme. Me postulé para tres universidades, fui aceptado en todas y decidí ir al Instituto de Tecnología de Georgia, en Atlanta, también conocido como Georgia Tech. Esa universidad fue y sigue siendo una de las instituciones de investigación tecnológica y científica más importantes de Estados Unidos.

EXPANSIÓN CONTINUA Y UN LIBRO DE COCINA

Mientras tanto, la empresa seguía expandiéndose.

En 1956 culminó la construcción de la destilería La Galarza de Bacardí en el municipio de Izúcar de Matamoros, en el estado de Puebla, al sur de Ciudad de México. Los restos de un antiguo ingenio azucarero y una capilla del siglo XV que eran parte de la propiedad fueron hermosamente restaurados, y Pepín nombró presidente de la empresa mexicana a Ernesto Robles León.

Ese mismo año, designó a Bartolo H. Estrada como presidente de Bacardi Imports en Nueva York, negocio que había estado trabajando a toda máquina desde que Pepín estableció la empresa importadora familiar 12 años antes, tras cortar relaciones con la importadora-distribuidora Schenley.

Desde el punto de vista publicitario y de mercadotecnia, la compañía tuvo campañas exitosas que promovieron la cubalibre, el daiquirí, el BACARDÍ Collins y el coctel BACARDÍ.

Bacardi también lanzó un anuncio que mostraba a una mujer sosteniendo un libro de cocina llamado New and Easy Ways to Cook with Rum (Nuevas y fáciles maneras de cocinar con ron). El libro, comisionado por Bacardi a través de su agencia de publicidad y escrito por la famosa editora de cocina Clementine Paddleford, estaba disponible para pedidos por correo.

El anuncio del libro se publicó en la revista Life y generó muchos más pedidos de lo que nadie se imaginó. La agencia de publicidad de Bacardi terminó sepultada debajo de sacos que contenían las órdenes por correspondencia, y que, según un reporte, ocupaban cada centímetro del lugar, lo que obligó al cierre temporal de la oficina. Al mismo tiempo, Gus Quiñones, el gerente de ventas, se ocupaba de aumentar a 24 la cantidad de representantes comerciales en Estados Unidos.

Para 1956, la compañía había sobrepasado su capacidad original en lo que respecta al espacio en Puerto Rico, por lo que se alquilaron 9200 metros cuadrados adicionales en la avenida Ponce de León en San Juan.

La construcción de la nueva planta en Cataño finalizó en 1958, y el gobernador Muñoz Marín estuvo a cargo de la inauguración. Ese día, en su discurso, el alcalde bautizó el lugar como la «Catedral del Ron».

Las cosas parecían estar saliendo bien en todos lados excepto en Cuba, donde la situación empeoraba. Cuando la revolución de Castro cobró fuerza, Batista respondió con mayor violencia.

El vuelo de Bacardí

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