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Exploraciones desde la sociología cultural

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Los textos reunidos en este volumen fueron organizados en tres partes de acuerdo con los apartados expuestos en esta introducción, de modo que el lector puede considerar que esta configuración es la clave para entender las distintas exploraciones de los trabajos congregados en esta obra.

El trabajo de Federico Gobato parte de la dificultad de la noción de “experiencia”, en tanto esta conlleva enfrentar lo inédito y recuperarlo, así como aquello que ha sucedido y sucede. Esto requiere reconocer que la experiencia nos cambia, ya que el suceso experimentado como novedad característica de lo inexplorado requiere actualizar los marcos interpretativos en un sentido imposible de determinar a priori. Situado en esta problemática, el texto busca explorar los modos participativos de traducción de la experiencia y de construcción de lo experimentado, a partir de verificar una obsesión, la obsesión participante, en tanto modo de captura de la experiencia de otro, bien sea este un otro investigado, bien sea un otro receptor de lo investigado.

El texto de Jorge Lavín García continúa con los problemas de la “observación participante” planteados por Gobato, girando, sin embargo, en torno a la cuestión de los grados de participación posibles en la observación participante, situada en ámbitos donde el ocultamiento y el secreto de lo humano son una constante en el trabajo de campo. La pregunta central que propone este autor es: “¿qué ocurre cuando, tanto el investigador como el actor o sujeto de estudio, ocultan estratégicamente las intenciones de su discurso al momento de entrevistarse?” A lo que se suma el conocimiento reflexivo de cada una de las partes del ocultamiento mutuo de sus estrategias, como investigador y como investigado: ¿qué ocurre cuando, de manera anticipada, se atribuyen estrategias de ocultamiento al sujeto de estudio y se piensa en formas de investigación para el despiste, para la aproximación indirecta a los tópicos de interés, es decir, estrategias que ocultan sistemáticamente lo que buscan, esperando que “la densa sustancia” del dato “emerja”? Para dar respuestas a estos problemas Lavín parte de la idea de grados de participación en la observación participante con la cual busca plantear cómo es posible recabar experiencias mediante estrategias como el espionaje invertebrado (no planeado).

Las reflexiones de Luis Manuel Hernández Aguilar se caracterizan como (post)metodológicas. El prefijo post colocado entre paréntesis marca la inquietud de un análisis metodológico que se reflexiona después de la experiencia del encuentro con el otro, en este caso la Organización Independiente Totonaca. Las preocupaciones que emergen son: ¿cómo es posible la traducción de la experiencia del otro en la investigación social?; ¿cómo las preguntas que parecen ser trascendentes para el investigador lo son realmente para los investigados? En definitiva, cómo el aquí desde donde parte el investigador puede encontrar un allí sin que esto produzca una violencia hacia el otro. Hernández afronta estos problemas a partir de la propuesta de intervención sociológica de Touraine, cuyo propósito es acompañar y dirigir la reflexión del actor o actores sociales sobre sus propias acciones. Es en este punto donde se instala el investigador, como un traductor de la práctica del actor en el contexto del sistema. Traducción que implica también la reflexividad misma del investigador, quien se plantea el lugar de la entrevista no solo en el proceso de investigación social, sino en la relación del investigador con lo investigado. Las reflexiones de Bourdieu sobre la violencia simbólica en el momento mismo de la entrevista dan espacio a una serie de medidas en el momento en que se desarrolla la inmersión en el campo.

El trabajo de Lucio Israel Cervantes realiza un análisis de “la cruzada contra el crimen organizado” implementada bajo el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). La “guerra” contra el narcotráfico se estudia a partir de su escenificación como un drama ritual, en el que la performance social y las dimensiones simbólicas de los hechos cobran una especificidad propia. El fenómeno de la “guerra” sirve para observar las pautas simbólicas que constituyen al ejercicio de la política en México. El análisis se centra en el inicio del conflicto, siguiendo las respuestas a las consecuencias inesperadas del mismo, y los cambios de dirección del proyecto (y su propia presentación ante la audiencia de la performance de guerra). Estos cambios se observan al rescatar, en un segundo momento del análisis, la relación que se establece entre el “cruzado” Calderón y la sociedad civil organizada, por medio del Movimiento para la Paz con Justicia y Dignidad. El enfrentamiento del ciudadano organizado con el gobierno federal muestra muchas de las inconsistencias del proyecto político de la guerra y su representación sagrada (performance de guerra), lo cual evidencia, poco a poco, a Calderón como un político profano en busca de prestigio personal.

El texto de Carlos Nazario Mora parte del problema sobre cómo la experiencia vivida se articula con el espacio construido conformando un lugar, una memoria. Para estudiar estos procesos de articulación, el texto observa la construcción de monumentos políticos históricos, en particular dos casos, el Monumento a la Revolución Mexicana y la Estela de Luz que conmemora el bicentenario de la Independencia. Con la intención de examinar la vinculación entre la experiencia y el espacio, la investigación retoma el modelo de mimesis propuesto por Ricœur en donde se destacan tres niveles de análisis: prefiguración, configuración y refiguración. En este último punto, el de la refiguración, se introduce el elemento de “lectura” o recepción de los monumentos. El momento de la recepción es detallado a través del análisis de la lectura de la obra, en particular desde la protesta por parte de ciertos sectores de la sociedad. En este tercer momento Mora resalta, finalmente: “la interacción de los monumentos en la celebración de la historia relata una confluencia entre la retórica del Estado y la apropiación del espacio vital de la sociedad”.

El texto de Eufemio Franco identifica aquellos aspectos que corresponden a la descripción de la experiencia directa, y se pregunta cómo esos aspectos matizan su significado en la medida en que son relatados, a través del testimonio de segundo orden de la experiencia de una sobreviviente del terremoto de 1985 en la Ciudad de México. El autor considera que el sentido que los seres humanos confieren a la realidad se expresa a partir de relatos e historias en donde se ordenan los diferentes elementos observados en una línea temporal. En el caso analizado, estos diferentes tipos de relatos no son excluyentes entre sí, sino que se entretejen desde una trama romántica, en la que la protagonista se enfrenta a una situación en donde la naturaleza pareciera ser la expresión de un dios que la ha abandonado, hasta adquirir una perspectiva trágica de lo ocurrido, cuando la sobreviviente cuenta el colapso de la ciudad, desplazando las causas del fenómeno de un aspecto natural a uno de carácter social que le permite politizar la lectura de su experiencia, para reinscribirla en la trama de damnificados, rescate y reconstrucción. Así, escribe Franco que: “El temblor fue el final de la vida que llevaba hasta ese momento, pero no significó el fin del mundo”.

Por último, en el trabajo de Jorge Eduardo Suárez se delinea el debate en torno a la historicidad que han dado algunos historiadores y filósofos. El texto empieza respondiendo la pregunta sobre la universalidad o particularidad de la conciencia histórica en las sociedades humanas. Partiendo del presupuesto de la historicidad de todas las unidades sociales, se vislumbra el surgimiento, desaparición y traslapamiento de diversos regímenes de historicidad a través del tiempo y el espacio. A partir de estos conceptos surge un marco analítico que permite aproximarse a la cultura de cualquier grupo social, vislumbrar su historicidad y compararla con otras. La pregunta por el régimen de historicidad es la pregunta por las diversas direcciones de la cultura en una sociedad concreta en un tiempo determinado. Espacio de experiencia y horizonte de expectativas son categorías antropológicas observables en cualquier grupo social. Nos podemos aproximar entonces a una cultura determinada, vislumbrar su historicidad y compararla con la de otras unidades sociales.

La experiencia como hecho social

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