Читать книгу La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991 - Jorge Eliécer Guerra Vélez - Страница 15

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A pesar de las aprensiones que de la Constitución tuvieron la Corriente de Renovación Socialista (crs), la Unión Patriótica (up), el Partido Comunista Colombiano (pcc), o el Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (moir), que estimó que la nueva Carta traslapó “la soberanía como de las áreas estratégicas de la nación en manos del gran capital”,1 ella fue el instrumento que facilitó la supervivencia y la notoriedad de fuerzas opositoras al bipartidismo, especialmente de izquierda. Dos décadas atrás se trató de una oposición “institucional”, la expresión es de Mauricio Archila, con mejor aceptación puesto que emanó en el liberalismo, con el Movimiento Revolucionario Liberal (mrl),2 el cual, explica Mauricio Botero, “contuvo durante años los cuadros que luego irían a la lucha armada”,3 ejemplo Camilo Torres Restrepo, quien perteneció a sus Juventudes; o en el conservatismo, con la Alianza Nacional Popular (Anapo). Esto en el marco del Frente Nacional, y que haría decir a Daniel Pécaut4 que finalmente no fue tan excluyente, ya que dio “la posibilidad para la izquierda de tentar fortuna, siempre y cuando lo hiciera bajo la bandera de un partido tradicional”.5 Solo que allí también se “nutrió” la izquierda armada, precisa Mauricio Archila. Y si el mrl se emancipó un breve lapso de su casa matriz o la Anapo llegó a ser censurada, las jerarquías partidistas y económicas no los rechazaron por completo, ya que aquellos buscaron mayor distribución de la burocracia y de la participación de otras fuerzas, no la revolución.

La izquierda asistió a las elecciones de 1994 con la Alianza Democrática m-19 (ad m-19), con una corajuda up, con el moir, aliado con fuerzas locales y a punto de la consunción por falta de militantes. Como se dijo líneas arriba, la Constitución también les abrió las puertas a fuerzas que reivindicaban aspectos de la identidad o la tradición ancestral, como las que representaban las comunidades negras e indígenas. Estas últimas participaron en la Asamblea Constituyente enviando tres delegados, uno de ellos a nombre del Movimiento Armado Quintín Lame (maql) que se había desmovilizado comenzando 1991.6 Aunque estos no representaban a los cerca de cien7 pueblos que bajo la clasificación de indígenas existen en Colombia. Con la candidatura a la vicepresidencia (figura eliminada en 1910, y restituida por la Constitución de 1991) del dirigente de la Alianza Social Indígena (asi)8 y miembro de la comunidad páez, Jesús Piñacué Achicué, Antonio Navarro le envió a la opinión el mensaje de que seguía al pie de la letra el espíritu de la nación pluriétnica y pluricultural consignada en la Constitución,9 pero aun así su aspiración presidencial naufragó.10

La decepción que tuvieron quienes enaltecieron la ad m-19 sin pertenecer a la izquierda fue menor a la de quienes declaraban a secas militar en este campo político-ideológico. Jactancioso de su liderazgo, Navarro no midió su negativa a encabezar una lista única al Senado, dejándole la operación de organizarse a quienes aspiraron al Congreso; en vano él buscó acuerdos mínimos que les permitiera a estos actuar mancomunadamente.11 Lo sorprendente no fue que la ad m-19 retrocediera en número de votos, sino que avalara doce listas, prueba fehaciente de su desbandada.

1 Entrevista a Jorge Robledo Castillo, senador 2002-, dirigente del moir, el 7 de febrero del 2008, Bogotá.

2 Creado en 1960 por Alfonso López Michelsen, presidente de Colombia de 1974 a 1978, hijo del expresidente Alfonso López Pumarejo (1934-1938 y 1942-1945). López Michelsen derrotó al conservador Álvaro Gómez Hurtado, hijo del expresidente Laureano Gómez Castro (1950-1951), y a la anapista María Eugenia Rojas, primera mujer candidata a la Presidencia, e hija del expresidente y general Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957). En 1997 López Michelsen promovió la idea de una nueva Constitución.

3 Mauricio Botero (El mrl, 1990), citado en Archila, Mauricio. Idas y venidas, vueltas y revueltas. Protestas sociales en Colombia 1958-1990. Bogotá: icanh y Cinep, 2005, p. 358.

4 Según González, Bolívar y Vázquez, Daniel Pécaut ha subrayado “el carácter pacificador y civilizador del Frente Nacional”, al tiempo que admite el “problema de articulación entre las demandas sociales y su representación política”, pero, precisan los autores, no hay que olvidar que ese pacto bipartidista lo que hizo fue “disociar al conflicto partidista del conflicto social”. Algo similar estima Francisco Leal Buitrago, igualmente citado por estos, y para quien el Frente Nacional logró la “desmilitarización del conflicto entre los dos partidos” sin un alcance en la sociedad en su conjunto (ver González, Fernán, Bolívar, Ingrid y Vázquez, Teófilo. Una mirada histórica del desarrollo político de Colombia como trasfondo de la violencia, pp. 289-294. En Violencia Política en Colombia. De la nación fragmentada a la construcción del Estado (pp. 259-314). Bogotá: Cinep, 2005). Por su parte, Mauricio Archila recuerda las pocas realizaciones que en “materia social” se hicieron bajo ese pacto (ver Archila, Mauricio. Idas y venidas, vueltas y revueltas…, op. cit., p. 94).

5 Pécaut, Daniel. Guerra contra la sociedad. Bogotá: Espasa, 2001, p. 30.

6 Se trata de Francisco Rojas Birry, por la Organización Nacional Indígena de Colombia (onic), Lorenzo Muelas, por una división surgida en el interior del Consejo Regional Indígena del Cauca (cric), y Alfonso Chepe Peña, por el maql.

7 En una conferencia realizada en octubre del 2008 en la Maison de l’Amérique Latine en París, Luis Fernando Arias, entonces secretario de la onic, declaró que existen 102 comunidades indígenas. El antropólogo y actual director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (icanh) Ernesto Montenegro, presente en esa misma conferencia, me diría que entre sus colegas se habla de 87. Christian Gros, uno de los antropólogos extranjeros más conocedores del tema, sugiere la cifra de 81 (ver Gros, Christian. Un ajuste con rostro indígena. En Jean-Michel Blanquer y Christian Gros (comps.), Las dos Colombias (pp. 323-358). Bogotá: Norma, 2002).

8 La asi se creó en 1990. Piñacué también fue candidato para las elecciones parlamentarias de ese mismo año por la circunscripción nacional. Su votación no le alcanzó, pero en 1998 multiplicó por cinco su votación.

9 El Partido Liberal inscribió a tres representantes indígenas a las elecciones parlamentarias de 1994, una por la circunscripción especial y dos por la curul nacional. Su votación estuvo muy por debajo de quienes se presentaron en nombre de una de las cuatro organizaciones que representaban las comunidades indígenas.

10 Ya en 1934 el Partido Comunista Colombiano había presentado como candidato presidencial al líder indígena Eutiquio Timoté. El binomio Navarro-Piñacué se explica por la fuerte y pasada presencia del m-19 en territorio páez.

11 No puede juzgarse a Navarro por lo que hizo o dejó de hacer. Ante el impase, en una reunión pidió prestado un sombrero e invitó a los candidatos de la ad m-19 a escribir sus respectivos nombres en un papelito y depositarlo en este, luego en el orden en que salieran los nombres se haría la lista, pero la negativa fue rotunda.

La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991

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